Aunque no lo crean ya estaba escribiendo este fanfic desde el momento en que me quede sin internet por la mudanza. Esta vez intente con mas ímpetu de hacer algo de humor, pero no me sale, no soy tan buena en eso u.u

El mismo efecto de intentar mantener esa couta de humor arrastro la historia original (De alguna manera terminarian en un colegio), a que sucediera cualquier otra cosa. "Oh, maldita mente retorcida u.u"

Pero creo que apesar de eso, tiene una couta de originalidad (mentira) inedita (es similar al orbe xd) y con personajes frescos (Los mismos del orbe u.u)

jejeje, pero no importa, me sigue gustando Juvia y aunque escribi un Graylu, jamas podria abandonar a mi favorita hechicera elemental.

Una aclaracion final para los que me entiendan o que yo no entienda bien como funciona ! Es que el word me queda todo tan lindo (Facil de editar) y aca no logro presentarlo de la misma manera en que lo veo. Pero aun lo dejo lo mejor que pude.

ENJOY!

Bexos!

Elibe :3


Caminantes dimensionales


Capitulo 1: Un chantaje excesivo


"Si fuera como el viento que no puede caerse,

que vive en el podría yo sin vacilar relajarme a volar"


La hechicera caminaba con paso ligero por las estrechas callejuelas de Magnolia. El cabello largo y suelto, ondulaba con la brisa del mediodía. Su otrora hermosa ropa, se encontraba manchada con la tierra de varias jornadas de viaje. Sobre su gastado cinturón de cuero, descansaba una pesada bolsa de monedas de oro. Sin dudas, el glorioso pago de una jornada justa de trabajo.

Antes le encantaba realizar misiones en solitario, mientras imaginaba como podía ir al combate junto a su amado. Pero eso era algo del pasado, ahora estaba deseosa de volver a viajar con su buen grupo de amigas. La primera misión que realizaron en conjunto fue un fracaso rotundo. Más de dos meses de viaje por todo el país, peleas a muerte con enemigos casi olvidados, tesoros que se les escapaban de la mano y algo que creció junto a la amistad, fue la palabra DEUDA. Por eso estaba deseosa de comenzar una nueva búsqueda, con el afán de disipar de los antiguos fantasmas que la acosaron y poder gozar de la buena compañía.

Le habían comentado que su buena amiga se encontraba realizando trabajos de adivinación por el mercado de los pájaros, llamado así por la gran cantidad de aves que se venden. Camino entre los distintos puestos de los distintos mercaderes, ojeando levemente las mercancías que vendían. Como siempre había muchas cosas que le gustaría comprar, vestidos atrevidos para usarlos con su amado, ropa de encajes, maquillajes, perfumes y un sinfín de objetos para el cuidado de su belleza. Pero todo eso quedaba descartado cuando encontraba algo como lo que estaba viendo en ese momento. Una pócima burbujeante de color verde. El contenido venia en una hermosa botella con forma de racimo de uvas. Lo olio y el dulzor se le introdujo por las fosas nasales, dándole un recuerdo de su amado en poca ropa.

La verdad es que lo vio decenas de veces en poca y sin ropa. Con esos músculos tan perfectos que lo definían como el gran hombre de su vida. El cabello siempre lacio, le caía salvaje por todos lados, sin obedecer a ningún estilista. El rostro duro, curtido y de una vida sufrida, era la perdición de su alma y que debería sanar para poder estar juntos en una cama abrazándose. Pero nada se comparaba cuando observaba su gigante…

—Buenos días querida, veo que tienes buen ojo para lo que es realmente útil, si señora—Dijo la mercader, una vieja arpía de más de sesenta veranos con un rostro de picara y que no debía de escapársele ninguna moneda de oro.

—Buenos días—Dijo contemplando la pócima burbujeante—¿Es verdad todo lo que dice el cartel?— Pregunto la hechicera como si fuera una niña.

El cartel prometía tantas ambigüedades sexuales, una prisión enamoradiza y que prácticamente la otra persona se convertiría en un ente que amaría a la primera cosa que observase. Sin dudas, eso era lo que deseaba Juvia con su amado Gray sama.

—Pues claro mi vida, este excelente tónico le proporcionara una noche de satisfacción asegurada. Además una nunca sabe si puede terminar enamorando a una persona tímida o que no se fija en una. Eso sí que es una desgracia. ¿Le sucede eso mi buena hechicera?

—Si si, no es que sea una persona tímida, siempre anda desnudándose enfrente de todos, pero hay muchas rivales del amor que desean quedárselo.

—Eso, rivales del amor, si si si. Eso es bueno. Así que dime mi querida joven. ¿Deseas retener el amor de esa persona para siempre? Con esta pócima podrás cumplir tus deseos más traviesos.

Juvia se ruborizo al instante al imaginar a Gray sama rodearla con los brazos y besarla con tanta pasión, como solo harían los amantes escondidos. Ella acariciaría sus musculosos y luego se acercaría tanto como le permitiese su cuerpo.

—Oye niña—Dijo la anciana mirándola con una sonrisa socarrona—doscientas cincuenta monedas es el costo para el amor de tu hombre prohibido. Una ganga, ¿Verdad?

—Verdad.

La hechicera elemental deposito la gran mayoría del dinero que colgaba de su cinturón. La mercader no conto las monedas, le creyó de buena fe y cuando se alejo unos pasos, desapareció para siempre. Algo extraño sin dudas, pero Juvia iba muy feliz, ahora tenía una nueva pócima para atrapar a su amado Gray sama y poder pasar estas noches heladas de otoño.

A lo lejos vio unas cuantas tiendas cerradas. Las paredes y el techo eran de cortinas gruesas de encaje tan fino, que parecían muy costosas. Todas eran iguales, con una altura de poco más de metro y medio. Sostenidas por cuatro columnas y a unos treinta centímetros del tope, una viga redonda servía para mantener todo unido y con la forma cilíndrica. En una de las carpas había tanta gente esperando que la cola se perdía en el comienzo del mercado. Juvia ojeo desde la entrada y no encontró a su amiga, sino a una vieja decrepita que cobraba muy barato por sus servicios.

En la cuarta carpa encontró a la mujer que buscaba. Se encontraba iluminada por dos antorchas que desprendían un fuego demasiado anaranjado para el gusto de la hechicera elemental. El aire olía a incienso y hierbas aromáticas de estación. Estaba vestida para la ocasión, con una bata de seda de color purpura que le caía por los hombros. En distintos lugares se observaban distintos símbolos arcanos y mágicos. El torso como siempre se encontraba descubierto y lo único que cubría su enorme busto era una prenda interior de tela de algodón. Sobre las orejas y el pecho, le caían sendas joyas de jade verde, que hacían resaltar a sus ojos. Una pulsera gigante con el rostro de un demonio, era la única expresión de maldad que se podía encontrar en el lugar. El pantalón era similar a los que siempre utilizaba, ancho, de color turquesa, con un hermoso cinturón de cuero que cruzaba toda su cadera. Allí reposaba una pequeña cadena y sujeta a ella una bolsita de cuero con monedas. Sobre la mano hábil, descansaba una pequeña lacrima de vidrio con forma circular. Cana utilizo un poco de su mana para activarla y con un destello eléctrico, se podían contemplar distintas imágenes borrosas que pasaban a toda prisa. La adivinadora alzo un ojo y pudo contemplar a la hechicera elemental. No hizo ningún movimiento extraño, pero Juvia supo al instante de que su presencia la incomodo un poco.

—¿Qué te gustaría saber?—Dijo Cana en tono neutro.

—La verdad que me incomoda un poco y no sé si realizarlo ahora que estamos con compañía—Dijo una joven mujer hermosa observando a la hechicera elemental.

—Habla sin miedo, esta mujer es una hechicera que ha venido con un pequeño recado para mí. Se irá en cuanto terminemos.—La ayudo Cana.

—Bien, es algo extraño, ya que tú eres una de sus compañeras, pero bueno, aquí va. Estoy enamorada del famoso hechicero Gray Fullbuster y quisiera saber ¿Cuales son mis posibilidades con él?

—Bueno, según mis ojos de vidente me infor…

Un grito de furia saco a Cana de su corto letargo. Juvia se le acerco con el rostro de asesina a la pobre mujer asustada.

—Eres una rival del amor, ¡Fuera de aquí!—Dijo la hechicera elemental mientras la mojaba con uno de sus hechizos acuáticos.

La pobre mujer salió corriendo mientras el agua le arruinaba el corte de cabello tan bonito que tenia.

—Dios… ¿Era necesario eso?—Pregunto Cana de forma torpe.

—Era una rival del amor, Juvia debe defender lo que es de ella.

Un suspiro largo emitió la hechicera clarividente. Otra mujer ingreso en la tienda y las miro a ambas.

—Disculpen, ingrese por que salió la mujer que se encontraba frente a mí. Esto será rápido, yo solo quiero saber si Gray Fullbuster se puede llegar a enamorar de mí.

—No de nuevo...

Apenas Cana termino de recitar su frase, Juvia ataco a la pobre mujer, empapándola y arruinándole el corte de cabello que tanto tiempo le habrá costado conseguir. Salió huyendo y la clientela se desbarato a los pocos segundos al enterarse que una histérica hechicera acuática, atacaba sin razón a las mujeres que visitaban la tienda.

—¡Malvadas rivales del amor!

—Así nunca saldré de las deudas… que desastre.

—Lo importante es que ahora no hay rivales del amor que puedan robarme el corazón de Gray sama.

—Espero que hayas venido con alguna buena razón.

—¿Quién?

—¡Pues tu!

—Ah, cierto, necesito que me ayudes a colocar esta pócima del amor que compre a una buena ancianita en el mercado.

—¿Pócima? Ah, no otra vez, ¿Volviste a gastar todo tu dinero en brebajes inútiles?

—No es inútil, había un cartel que decía claramente que era para crear las mejores perversiones con tu amado y Juvia necesita mucho de eso.

—¿Cuánto pagaste?

—Doscientas cincuenta monedas de oro, es una gran inversión.

—Tirado a la basura… no sé ni por qué te ayudo.

Juvia le mostro el frasquito con el liquido verde burbujeante. Cana se aparto asqueada por el espantoso olor que desprendía. Por lo contrario, Juvia lo olfateaba y parecía que sentía un placer enorme.

—Huele a estiércol… ¿Segura de hacerlo?

—Huele a jazmines y estoy segura, solo necesito que me acompañes a la casa de Gray sama.

Las hechiceras dejaron la zona comercial y caminaron el largo trayecto hasta la vivienda del hechicero de hielo. Tardaron poco más de dos horas, estaban un poco acaloradas por semejante viaje. El brilloso sol otoñal aun tenía bastante fuerza y les proporciono un agradable calor que lo recibieron con júbilo. A lo lejos observaron la fuente que siempre desprendía agua fresca para los habitantes de esta región. El departamento de Gray sama se ubicaba en lo alto de un tercer piso. Las ventanas siempre limpias, reflejaban un interior intacto y tan prolijo, que no parecía pertenecer al hechicero. Cana se le acerco y le hablo al oído.

—¿Qué hacemos en este lugar?

—No estoy segura. La pócima no tiene instrucciones, pero debemos de dársela de beber o bien dejarla en el agua de su casa.

—Está bien. Su vivienda si no mal recuerdo es la del tercer piso, así que debemos entrar por esa puerta y luego podremos consultarle al portero si nos permite ingresar…

Juvia ya había dado un gran salto y se encontraba sujeta en la ventana que daba al comedor. Observaba el interior con gran intereses, deseosa de que allí se encontrase su querido Gray sama. Recorrió las tres ventanas y en ningún estaba su querido hechicero. Una desgracia, pero aun podían terminar de acomodar la poción. Miro hacia abajo y contemplo como Cana la miraba con desaprobación. La hechicera elemental le hizo señas para que subiera y a los pocos segundos, dio un gran salto utilizando su mana, que la coloco al lado suyo.

—Me dejaste hablando sola.

—Pasa que Juvia necesitaba cerciorarse si Gray sama se encontraba en casa.

—Ya llegamos hasta aquí, ¿Cómo ingresamos?

Juvia concentro su mana y un ligero chorro de agua ingreso en la vivienda. Poco a poco la hechicera elemental comenzó a materializarse del otro lado. El proceso tomo unos pocos minutos, pero consumió gran cantidad de esencia mágica. Una vez lista, Juvia respiro agitada pero libero los pestillos para que su amiga pudiera ingresar.

—Es demasiado ordenado para ser el departamento de un chico soltero.

—Es que Gray sama es increíble.

Se encontraban en el comedor del pequeño departamento del hechicero de hielo. Había una pequeña mesa de madera barnizada con su correspondiente juego de sillas. Una pequeña biblioteca con distintos volúmenes de magia de hielo, consejos para administrar el mana, diversos conjuros útiles y algunas notas de sus mas acérrimos enemigos. La cocina se ubicaba del otro lado de la habitación y era igual de sencilla, con un pequeño horno, una mesada y una alacena casi vacía.

Juvia se movía raudamente por la vivienda, conociendo de memoria donde se ubicaban todas las cosas. Cana se sentía horrorizada de semejante comportamiento, eso significaba que claramente estaba aquí dentro en cuanto el hechicero de hielo abandonaba el lugar.

—¿Qué hacemos en este lugar?

—Pues… Juvia no está segura de cómo utilizar la pócima.

—Préstamela.

Juvia le alcanzo la pócima a su amiga y esta comenzó a observarla detenidamente. Sin dudas que era extraña, ya que no conocía ninguna sustancia que estuviera burbujeando constantemente dentro del envase. Su tonalidad era verdosa, media viscosa y muy pesada para un líquido. Le quito el tapón y un plop se oyó por toda la habitación. El aroma era extraño y no podía identificarlo de ninguna manera.

—La verdad, no sé qué se puede hacer con esto. En un primer momento creí que sería una simple estafa, pero este líquido es tan extraño que, ¿Quién sabe? A lo mejor es verdad lo que te comentaron.

—Juvia desearía saber cómo utilizarlo.

—Tuviste que consultarle eso, era algo vital.

—Bueno, intentemos algo…

—¿Cómo qué?

Juvia se llevo el dedo al mentón de forma pensativa. No lograba formar un plan lógico, cada vez que recordaba para lo que servía el tónico no podía evitar imaginarse a Gray sama sin ropa. Se ruborizo y Cana la devolvió al mundo de los vivos en un instante. La morena la observaba con el rostro dubitativo y su extraña ropa de adivina no hacia juego con la situación que estaban pasando.

—Si es un tónico revitalizante, mejor dejémoslo en un vaso dentro de la heladera y cuando Gray sama tenga sed lo beberá.

—Eso es re tonto, ¿No crees que Gray pensara que nunca dejo eso en la nevera?

—Quien sabe, si Juvia tiene mucha sed lo bebería sin problemas.

—Así es como terminabas ebria en nuestro anterior viaje.

—Bueno, ¿vas a ayudar a Juvia o no?

—Está bien, busca un vaso y deja el contenido de la pócima. Luego esperaremos a Gray y veremos qué efecto tiene en él… quizás terminemos yendo a buscar un medico a toda prisa—Cana exploto en una carcajada sonora y golpeo a Juvia en la espalda. La hechicera elemental no emitió ningún comentario, por lo que la morena se adelanto—Aunque podrías cuidarlo y darle muchos mimos mientras se recupera.

—Juvia no desea hacerle ningún mal a Gray sama.

La hechicera elemental tomo un vaso de vidrio y volcó todo el contenido de la pócima. Lo coloco en el centro de la nevera y la cerro con la seguridad de que no sucedería nada malo. Unos pasos sobre el vestíbulo la asusto y se choco con Cana por la desesperación de ser descubierta.

—¡Es Gray sama!

—¿Y?—Comento Cana con total naturalidad.

—Debemos irnos, no puede descubrirnos, es muy vergonzoso. ¿Qué le diríamos?—Chillo casi histérica.

—Algo como, te esperamos dos hermosas mujeres para complacerte… Aunque dudo que pueda con las dos. Es muy flaco, así que diría que apenas pueda con una.

—Gray sama puede con todas, pero ni a ti te lo prestaría.

Oyeron como la perilla de la puerta de entrada estaba girando. Juvia tomo a Cana del brazo y corriendo hacia la ventana, pegaron un salto que por fortuna cayeron sobre la gran fuente. Ambas se empaparon y generaron un escándalo que todo el mundo que pasaba por allí estaba contemplando. Ambas salieron como pudieron del agua.

—¡Por Dios Juvia, mi ropa nueva!

—Ven para aquí.

Se ocultaron en un callejón. Juvia volvió a utilizar su mana y de un poderosísimo salto llego hasta la cúpula del edificio que se encontraba enfrente del departamento de Gray sama. Cana nuevamente la acompaño, pero no acabo con su berrinche.

—No había terminado de pagar la ropa.

—No le sucederá nada, tan solo esperemos un momento a que Gray sama beba el liquido.

—Sigo sin entender cómo puede beber algo que apareció mágicamente en su nevera.

Las hechiceras esperaron durante horas. La ropa de Cana comenzó a secarse mientras aprovechaba los rayos del sol para broncearse un momento. Gray daba vueltas por todo el lugar, es increíble que no le hubiera importado que la ventana se encontrara abierta cuando llego. Saco varios libros de la biblioteca y comenzó a leerlos cerca de la ventana, como si estuviera esperando a alguien.

Claro que esperaba a alguien, estaba deseoso de que llegara su musa del amor. Ella, la única hechicera elemental que podría sanarle las heridas que tan profundas se encontraban en su corazón. Era tan hermoso que podía pasar días enteros observándolo desde aquí. Pero aun no podía lograr que los sentimientos de ambos se cruzaran y lograran amarse por toda la eternidad. Había algo que lo retenía a amar, ya que tampoco estaba interesado en ninguna de las mujeres que lo rodeaba. Eso por un lado la tranquilizaba, pero más dentro suyo la hacía sentir terrible. Tan solo deseaba ser amada por esa persona y nadie más.

Cuando los rayos del alba se volvieron tan naranja como el mismo fuego del infierno, Gray sama se dirigió hacia la nevera y la abrió. Contemplo un largo rato su contenido mientras el frio se iba perdiendo. Tomo el vaso con el tónico del amor y se dirigió a la ventana. El hechicero de hielo observo un momento el paisaje de la ciudad. Luego alzo la vista y Juvia sintió un gran escalofrió que le recorrió la espalda. Eran los nervios de que iba a suceder lo que deseaba desde hace mucho tiempo.

Gray comenzó a beber la burbujeante bebida. Cana silbo como muestra de su gran sorpresa. El hechicero de hielo se limpio los labios y se quedo observando el vaso vacio como si se tratara de la bebida mas deliciosa que jamás hubiera tomado. Se toco el estomago con su nudosa mano y el vaso se cayó al vacío, estrellándose en miles de cristales contra la vereda.

Juvia se incorporo a toda prisa, pero se detuvo de golpe al contemplar que Gray sama había desaparecido frente a sus ojos. No fue que se alejo o desvaneció, simplemente desapareció como un acto mágico. "Aquí estoy, ahora no estoy ¡Taran!"

—¿Qué carajo sucedió?—Dijo Cana tan sorprendida como lo estaba ella.

—Juvia no lo sabe, Gray sama tan solo desapareció—La hechicera se quedo pensando un momento—Esa pócima… ¡Busquemos a esa mercader para que nos dé una solución.

—No creo que este por la ciudad, además va a ser muy difícil encontrarla. Oye Juvia, ¿Quedo algo de la pócima?

Juvia observo el hermoso envase con forma de racimo de uva en la que venía fraccionada.

—Sí, aun queda algo en el fondo—Dijo Mostrándolo.

Cana chasqueo los dedos y la enfrento con una sonrisa que denotaba confianza absoluta.

—¡Ya se! Iremos a buscar a la vieja curandera, ella seguro sabe qué hacer.

—¿Qué vieja?

—Una que sabe de curaciones, pócimas y demás. Seguro sabe cómo solucionar esto.

—¿Tu sabes donde vive?

—No, pero el maestro si, tenemos que consultarle.

—De acuerdo—Juvia se detuvo un momento y volteo para observar la ventana en la cual se encontraba Gray sama hace un momento—Lo siento Gray sama, Juvia jura que te recuperara.

Llegaron al Gremio al anochecer. El salón principal era un gran tumulto de gente bulliciosa. Natsu, Happy y Lucy se encontraban peleando en la mesa más cercana a la puerta. Detrás de ellos, Lisanna y Elfman conversaban alegremente sobre las misiones que habían hecho durante el tiempo en que no se vieron. La albina continuaba con las heridas que sufrió en el combate contra el hechicero elemental, por lo que su cabello chamuscado aun no crecía a la altura que todos conocían. Mira servía tragos y algunos aperitivos en cada mesa en la cual era solicitada. Levy y Gajeel se ubicaban en el sector más oscuro y alejado, quizás porque el dragonslayer se encontraba acariciando a la menuda hechicera. El maestro sentado sobre la barra era un calco de lo que sucedía todos los días. Una jarra de cerveza helada reposaba sobre su mano hábil.

Cana y Juvia avanzaron por el extenso pasillo, saludando a los distintos grupos que y alejándose lo más rápido posible para llegar a su objetivo. El maestro las observo en silencio, como sabiendo que sucedía algo extraño y que necesitaban su consejo.

—Maestro—Comenzó Cana y no supo como continuar la conversación.

—¿Qué sucede niñas?

—Maestro, hemos cometido un error—Makarov observo a Juvia quien fue la que hablo—Juvia le ha dejado una pócima del amor para que Gray sama lo bebiera y desapareció frente a nuestros ojos.

—¿Desapareció?

—Sí maestro, necesitamos que nos comente cual es la ubicación de la vieja. Seguro que ella podrá hacer un antídoto o sabrá cómo debemos actuar en esta situación.

—¿Qué vieja?—Dijo con rostro sorprendido.

—Su vieja amante… como se llama… ¿Mamushka?—Dijo Cana.

—¿Porlyusica? ¿Amante mía? ¡Son dos tontas!

—Maestro, ayúdenos.

Makarov bajo la vista y cerró los ojos. La típica posición de pensamiento del maestro era tan conocida, que las hechiceras se relajaron un poco.

—Tienen razón, lo mejor será buscar a mi buena amiga. En estos momentos seguro se encuentra en su vivienda en el bosque Arcillo. ¿Recuerdas cual es su casa Cana?

—Sí, el gran árbol de fresno con el hermoso jardín de flores.

—Bien, encuéntrenla y convénzala de regresar aquí a toda prisa.

Las hechiceras asintieron al maestro y salieron pitando hacia el bosque. Había pasado poco tiempo desde que habían tenido el extenso viaje que las unió. Pero no creyeron que esta sencilla sonsera de la pócima las uniría en una nueva búsqueda.