¡Hey! Hola otra vez. Bueno, esto pretendía ser un oneshot o algo parecido, pero termino siendo un drabble de 500 palabras justas. No se imaginan cuan feliz me hace que sean 500 justas, ni una más ni una menos. Como siempre, espero que disfruten leyendo tanto como yo escribiendo. Les juro que es la primera vez que escribo algo de este estilo (no sé si llamarlo shota, ¿está bien empleado?), así que... nada, gracias por leer.


—Hm, ¿Nanase? —Rin murmuró, estrechando los ojos a pesar de que el contrario no podía verlo. Aunque era una suerte, la verdad. El azabache hizo un ruidito en señal de que estaba escuchándolo, aunque Rin sabía que no le gustaba para nada el que hablase mientras intentaba dormirse. —¿Puedo besarte? —por supuesto que le tomó por sorpresa, ¿cómo iba a esperarse eso de él? Ah, pero Rin tenía la costumbre de hacer lo que se le antojase sin pensar en los demás. Haru miró a Makoto recostado en el futón de al lado, pero no le dio la satisfacción al pelirrojo de saber lo incómodo que se sentía.

—No. —respondió con seriedad, sintiendo el movimiento del pelirrojo a sus espaldas. Haru no sabía si era su corazón el que sonaba o el de Rin; aunque eso último no sonaba muy posible.
—Voy a hacerlo, entonces. —Haruka volteó solo lo suficiente para que su espalda quedase pegada al colchón, y apretó los labios. Si, no le sorprendía que Matsuoka hiciera lo que quisiera. Fijo sus ojos azules sobre los rojos del contrario antes de que el pelirrojo descendiera su cuerpo, mientras apoyaba un poco sus manos a los lados del contrario. —Cierra los ojos. —masculló, y Haru sorprendentemente obedeció. Fuera por lo nervioso que estaba o porque en verdad quería saber que haría Rin, solo lo hizo.
Pronto sintió la calidez de los labios contrarios sobre los suyos, aunque no era como se lo esperaba. Rin se quedó quieto, con sus labios húmedos sobre los de Haru, esperando vaya a saber uno que. Su estómago se revolvió cuando él se movió solo un poco para generar fricción, pero tanto Haru como Rin sabían que ninguno tenía idea de qué hacer. Claro, con doce años no se supone que sepas esas cosas. Matsuoka se separó después de unos segundos, y el azabache esperó con un gesto de fastidio.

—Wow. —el pelirrojo sonaba tan emocionado por una tontería como esa que Haruka tuvo que fruncir los labios. En vedad aquel muchacho era más idiota de lo que pensaba. —Fue genial, ¿quieres repetirlo? —preguntó con demasiado entusiasmo, Haru casi podía asegurar que había brillos en sus ojos que antes no habían estado ahí (aunque más tarde se preguntó por qué sabía eso) de la emoción. El muchacho de cabellos oscuros negó con fiereza y volvió a voltearse hacía un costado, dejando a Rin con una expresión de molestia. Los mofletes inflados no hacían más que molestarlo. —Que amargado eres, Nanase. —su tono de voz fue un poco más chillón de lo usual, y cuando Makoto se removió en su sitio, Haru empujó a Rin hacía un costado, volviéndolo a acostar.

—Mañana. —murmuró. Bueno, sería un problema no invitar a Makoto, pero Rin se aseguró de que invitaría a Haruka a su casa en secreto. Ah, aunque probablemente se ganase una reprimenda de su madre si no dormía bien. Lo cual no parecía del todo posible porque podía asegurar que todavía sentía sus labios encima.