Sonó el timbre de mi departamento y con una sonrisa fui a abrir, el instinto no me había fallado, ahí estaba el, con una botella de vino y una amplia sonrisa, lo primero que hizo fue tomar mi mentón con una mano y rozar mis labios con los suyos, era una caricia lenta que siempre lograba hacerme desear mas, el siempre lograba que yo me sometiera a su ritmo, era el primer hombre con el que me pasaba esto, cerró la puerta con un pie y en eso escuchamos la contestadora sonar:

"hola Helga, soy Arnold, voy a pasar por la ciudad, así que pensé que podía quedarme en tu apartamento, así aprovechamos de pasar tiempo juntos, te extraño amor, llegare en unos días, adiós"

Criminal, ¿Cómo puede disponer así de mi departamento? – lo mire a través de mis pestañas y le dije – creo que no podremos vernos por algunas semanas.

Bueno, creo que tendremos que aprovechar que él no está aquí ¿no crees Geraldine?

Supongo que tienes razón cabeza de cepillo.

Se rio al escuchar el antiguo apodo y fue a la cocina a buscar un sacacorchos, en mi interior pensé en lo hilarante que resultaba esta situación, que engañara así al hombre por el que luche toda mi vida , pero es que nadie podía amar a alguien que no estaba presente, siempre se la pasaba viajando alrededor del mundo, a lo largo de nuestra relación (5 años) solo había pasado un cumpleaños con él y 2 aniversarios, si tanto me amara como él dice, haría un esfuerzo por estar aquí en estas fechas y Gerald, bueno, el también había sido desplazado por el trabajo, Phoebe pasaba encerrada en sus laboratorios y no le prestaba ninguna atención al hombre que tenía a su lado.

Toma - Geraldo me paso una copa de vino y se sentó a mi lado en el sofá, de a poco comenzó a besar mi cuello y a acariciar mis piernas y lentamente nos fuimos hundiendo en un torbellino de pasión, durante algunos minutos nos sentimos en casa, porque con el tiempo habíamos comprendido que en nuestra juventud habíamos hecho una mala elección, nos miramos a los ojos sabiendo que jamás podríamos casarnos ni morir juntos, sabiendo que solo en secreto seriamos el uno del otro, pero ¿Qué más daba? Por lo menos podíamos pasar estos pequeños momentos juntos, en los cuales no había prejuicios, solo éramos el y yo.

Estábamos acostados en mi cama, el vino se había acabado y el besaba mi hombro desnudo.

Te amo Helga. – me mira con su pasión característica y logra hacerme sonrojar, acaricio su morena mejilla mientras le digo:

Y yo a ti Gerald.

Justo cuando nos íbamos a besar suena su celular, es ella…él contesta y se disculpa, al cortarle se levanta y veo la culpa en sus ojos, se viste atropelladamente y se va no sin antes darme un beso torpe en los labios…escucho la puerta cerrarse y no puedo evitar que las lagrimas corran por mis mejillas, pues siempre será así, jamás seré una prioridad en su vida, siempre seré la que lo espere en las sombras de lo prohibido, jamás será mío…