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Tras ganar la votación de mi pagina de Facebook, Enredos del Destino será nuevamente publicado.

Este fic que se publico desde Marzo 2016 hasta Septiembre de 2016 consta de 16 capítulos.

Todos los viernes subiré dos capítulos hasta tenerlo completo una vez más.

Eso es todo

Sire~

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Primera Publicación 16 de Marzo de 2016

Resubida: 26 de Enero de 2018

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Enredos del Destino

Prólogo

.-…-…-…-…-.

El entusiasta ruido del agua dentro de la piscina, era el único sonido que se escuchaba en todo el estadio, una mujer de cabellos anaranjados tomados en un firme rodete, iba y venía a lo largo de la alberca, lo hizo una vez, dos; a la décima vez, recién se detuvo flotando en su lugar, solo su rostro pálido sobresalía del agua cristalina. Abrió los ojos dejando ver sus brillantes ojos verdes, para acercarse al borde del trampolín donde tenía doblada una toalla blanca, tomó envión desde la orilla para sentarse en él. Secó su rostro, parte de su cabello y se puso de pie.

Los treinta años le habían llegado tan iguales que los veinte, no sé le notaba en lo más absoluto y eso, ella, lo encontraba una ventaja a la hora de estar a cargo de su gimnasio Pokémon. La destreza y la habilidad que tenía en los diecisiete años que llevaba como líder de gimnasio, podían ser ocultos hasta bien entrada la batalla.

Se encaminó hacia el pasillo que llevaba a su habitación, cuando el teléfono de la sala comenzó a sonar insistente mente, no quería responder, hoy era su día libre, su día para ella. Pasó por delante de él cuando se detuvo para su suerte, no obstante, comenzó a sonar su celular… Observó el nombre en el aparato, frunció los labios y tampoco contestó.

Siguió su camino hacia su habitación, una vez adentro, ingresó a bañarse, ignorando una vez más, las recurrentes llamadas de esa persona.

Terminó de bañarse, se vistió con una falda hasta las rodillas azul marina y una blusa blanca con detalles en celeste. Tenía una cita con un hombre que había conocido hace un año, un hombre que la había ayudado más de una vez con las labores del gimnasio. Un hombre que ella no amaba pero que le servía de distracción, para no pensar en nada, por un par de horas.

Estaba por salir del gimnasio cuando una vez más, el teléfono comenzó a sonar, seguramente era él, esa persona que a veces le dolía ver, aunque habían decidido ser amigos. Suspiró al pensar que, si la había llamado más de diez veces, debía ser algo importante.

Dejó su bolso de lado y contestó la llamada.

—Gimnasio Celeste, buenas tardes.

«¡Misty al fin te encuentro!» exclamó un hombre, ese hombre que ella sabía que llamaba.

—Buenas Gary, ¿qué se te ofrece?

«Misty, voy a salir de viaje, tengo que estar dos meses en el laboratorio del Profesor Rowan y un mes con la profesora Juniper en una reserva para…»

—¿Vas a viajar con Cindy? —le preguntó interrumpiéndolo, mientras se cruzaba de brazos.

«No, y es por eso que te llamo» la preocupación en la voz del nieto del profesor Oak, la incomodó «te juro que eres la última persona a la que recurrí, intenté dejar a Cindy con alguien, pero nadie puede… Solo me quedas tú.»

—Sabes que nuestra relación no es mala, si no pésima —le recordó con una mueca.

«Lo sé, y no te estaría pidiendo este favor si no fuera realmente necesario, por favor Misty» colocó ambas manos frente a él en señal de súplica «Hazte cargo de Cindy hasta que vuelva, quizás le hace bien compartir más a las dos.»

Misty estaba dudosa, si nunca había podido congeniar con la niña a sus cinco años, ¿podría ahora que tenía ocho?

«¿Misty?» seguía insistiendo, por lo que suspiró.

—De acuerdo Gary, mándala. Yo la cuidaré, mientras tú estás fuera.

«¡Gracias! Te aviso en cuanto esté sobre el bus a ciudad Celeste. De nuevo, gracias.»

—De nada —tras cortar la llamada, cayó sobre la silla como si todas sus energías se hubieran agotado. Cerró los ojos, bajó la cabeza y aspiró profundo antes de suspirar.

Ya no podía retractarse.

Se puso de pie una vez más, tomó la cartera y salió del gimnasio. Caminó un par de cuadras hasta que llegó a la plaza de la ciudad, donde un hombre de cabellos rubios y de lentes redondeado la esperaba.

—¡Clemont! —lo llamó, el mencionado rápidamente se puso de pie para recibirla con una pequeña reverencia— ¡Siento demorarme! —se disculpó también ofreciéndole una pequeña reverencia— Recibí una llamada antes de salir y eso me atraso.

—No te preocupes Misty —le dijo con una sonrisa—, no esperé mucho de todas formas, ¿nos vamos? —tras la afirmación de la pelirroja, el hombre se puso en camino hacia una tienda donde iban a comer. En donde platicaban de los experimentos de Clemont, de los retadores de ella. Todo giraba en torno a ellos dos, y las horas se iban pasando muy rápido.

—Y entonces —le comentó Clemont al dejarla en la puerta del gimnasio—, decidí llamar a un amigo para que me ayude con este último proyecto, aparte de ti, él era de único que apoyaba todos mis inventos, aun cuando estos explotaban.

—Vaya —exclamó cubriéndose la boca con los dedos de la mano derecha—, debe ser un amigo muy importante para ti.

—Así es, es una de las personas más importantes en mi vida a parte de mi hermana —la sonrisa sincera en los labios del joven de ojos celestes, hicieron que Misty también sonriera.

—Estoy ansiosa por conocerlo —le dijo moviendo los brazos.

—Lo conocerás, eso ni lo dudes —le tomó las manos a Misty en cuanto los brazos se elevaron en su dirección, y la jaló un poco hacia él para besarle la frente—. Nos estamos viendo Misty —le dijo con una sonrisa y giró para volver hacia su taller.

—Nos vemos Clemont —soltó aun paralizada del movimiento del inventor, llevó la mano derecha a su frente y tras sonreír de lado, giró sobre sus pies para entrar en su gimnasio.

.-…-…-…-…-.

El teléfono sonó varias veces en algún lugar de Kanto, la casa totalmente ordenada y limpia no parecía tener habitantes, sin embargo, al décimo sonido del teléfono, la puerta de entrada se abrió rápidamente. El hombre de cabellos cortos oscuros como la noche, se apresuró a quitarse los zapatos y correr a contestar el teléfono.

—¡Residencia Ketchum! —respondió para luego tomar un poco de aire. Tras él, se asomó un niño de unos diez años de cabello oscuro y brillantes ojos celestes, que cargaba en sus manos un par de bolsas blancas y en su hombro a Pikachu. Las dejó en la mesa y se dirigió hacia su cuarto para darle algo de privacidad a la llamada.

«¡Hola Ash, tanto tiempo!» sonó del otro lado de la línea por lo que el mencionado sonrió muy contento acomodándose el tubo del teléfono con una enorme sonrisa.

—¡Clemont! —exclamó— ¿Cómo has estado?

«Muy feliz Ash, muy feliz» respondió.

—¿Cómo es eso? —sorprendido, se sentó en una banca al lado del teléfono— ¡Cuenta!

«¿Recuerdas el proyecto eléctrico en el que estaba trabajando con Surge en ciudad Carmín?»

—Sí, lo recuerdo.

«Mientras trabajaba con Surge, él me presentó a una conocida y creo que simpatizamos muy bien»

—Oh… Clemont hablando de mujeres… Creo que Bonnie estará muy feliz de oír eso.

«Aun no le he contado a mi hermana, quiero ver primero que sucede antes de informarlo. Además, ahora estoy trabajando en la nueva central de energía que está cerca de Ciudad Celeste, y necesito de tu ayuda.»

—¿Y qué puedo hacer yo por ti?

«Necesito de alguien que me ayude con el proyecto, sé que Pikachu y tú no tendrán problemas en acompañarnos, ¿verdad?»

—Pues —dudó—, Thiago inicia su viaje Pokémon mañana, esperaba poder acompañarlo y…

«Pero, ¿Cuál es el problema?» lo interrumpió Clemont «Acompaña a Thiago a ciudad Celeste, y ahí te quedas conmigo a ayudarme con el proyecto, es un buen sueldo que te vendrá bien ahora que él saldrá de viaje, de paso quiero presentarte a esta señorita que me llama mucho la atención.»

—Ay Clemont, escucharte hablar de mujeres me sorprende mucho —volvió a sonreír—. No me hablabas de mujeres desde esa misteriosa mujer que tanto te gustaba y nunca me dijiste quien era.

«Para qué hablar de quien ya no está» tras aquella frase desanimada del rubio, Ash miró el teléfono sin comprender el porqué del tono, más sacudió la cabeza para volver a tomar la palabra.

—Conversaré con Thiago, y te aviso.

«Gracias Ash, saludos a Thiago.»

—En tu nombre, hasta luego.

Ash Ketchum, colgó el teléfono y se dirigió a las bolsas que había sobre la mesa para acomodarlas, mañana el motor de su vida iniciaría su viaje Pokémon junto con el Bulbasaur que le había dado el Profesor Oak, pese a que tenía un Froakie de manos del profesor Sycamore de donde era originario. En su búsqueda de ser un maestro Pokémon, así como tantas veces lo había soñado él. Aspiró tras guardar los ingredientes para la cena y el último almuerzo de mañana y se dejó caer en la silla junto al teléfono de nuevo. Tomó una pokébola y tras observarla un par de segundos, se levantó hacia la habitación del niño.

—Thiago, voy a entrar — le dijo dando un leve golpe a la puerta.

—Sí, papá —cuando Ash entró a la habitación de su hijo, lo observó con algo de nostalgia mientras éste ordenaba su mochila para su viaje— ¿Qué sucede?

—Venía a entregarte algo de parte de tu madre —le dijo, en ese instante los ojos celestes del joven se iluminaron tanto, que se acercó a su padre dispuesto a recibir el regalo de su mamá— Delphox había tenido un huevo que ya empolló y hemos hablado de que era una buena idea que tú lo conserves. Ella está encantada con la idea, ¿qué te parece?

Al abrir la pokébola que traía en la mano, Ash dejó al descubierto un pequeño zorro amarillo con puntas anaranjadas, éste movió sus ojos hacia todos lados antes de mirar al niño al que acompañaría en su viaje.

—¡Me encanta papá! —dijo tomando al Pokémon zorro entre sus brazos— Ahora tendré tres iniciales conmigo, uno de cada tipo… —se supo de pie y le sonrió— ¡Esto es un buen augurio! ¡Seré el ganador de la liga Kanto y después iré a desafiar la liga Kalos!

Ash solo sonrió con algo de pena en sus ojos y acarició la cabeza de su hijo.

—Eres mi hijo, serás el mejor. Por cierto, Clemont me ofreció un trabajo en ciudad Celeste, ¿qué me dices?

—Si crees que es bueno, yo no tengo problema… Algo tendrás que hacer ahora que te quedaras solo y abandonado… porque yo quiero recorrer Kanto solo y el destino así lo quiere, por lo que veo.

—Ah —exclamó con la mano en el pecho fingiendo pena y dolor—, que maravilloso hijo tengo, recalcándole a su padre que se ha de quedar solo… Igual Pikachu me simpatiza más que tú —le dijo corriendo la mirada indignado.

—¡Pero viejito! —Thiago dejó a Fennekin sobre la cama y se acercó a su papá con los brazos abiertos— ¿Abrazo de Teddiursa? —le preguntó con una sonrisa y los ojitos brillantes en señal de disculpa.

—¡Qué sean de Ursaring! —y tras esto, Ash abrazó a su hijo con fuerza— ¡Voy a extrañarte!

—¡Yo también papá! Al menos, iremos hasta ciudad Celeste juntos…

—Si —se separó de él y volvió a sonreír—, hasta ciudad Celeste… —se quedó un rato pensante.

—¿En qué piensas?

—En nada en especial, solo… No, nada… —negó con la mano—. Sigue con tus cosas, iré a preparar la cena.

.-…-…-…-…-.

Al mediodía del día siguiente, un departamento en ciudad Verde cerraba sus puertas por la partida de sus dos habitantes. Él más joven, iba en búsqueda de ser un maestro Pokémon en compañía de Bulbasaur, Fennekin y Froakie quienes creía que lo ayudarían a obtener las ocho preciadas medallas de la región. El otro, un hombre adulto en sus treinta años, viajaba por un posible trabajo y conocer a la chica que su amigo había conocido, esperando también conseguir algo que le entretuviera la mente de las cosas que cargaba en su corazón.

Aspiró profundo y colocó la mano en la mochila que cargaba Thiago.

—¿Listo hijo?

—¡Listo papá! —afirmó y luego elevó su brazo hacia adelante— ¡Ciudad Plateada! Ahí te vamos…

.-…-…-…-…-.

No muy lejos de ahí, en la estación de buses de ciudad Verde, un hombre de cabellos castaño y ojos verdes despedía a una pequeña de ocho años de larga cabellera castaño claro y ojos tan verdes como los del padre, la cual no se veía muy contenta.

—Pero ella es gruñona, no me gusta que me grite —comentó bajando la cabeza—¿No puedo ir contigo?

—No, porque es peligroso —le recordó—. Si no te gusta que te grite, dile, siéntate con ella y conversa, no se han visto por tres años, pudo haber cambiado…

—Eso espero —comentó la niña abrazando a su pequeño Charmander.

—Ya, mete a Charmy a su pokébola junto a Bulby y Squiry porque si lo llevas en brazos puede ser peligroso, ¿estamos?

—Si papá —regresó al Pokémon a su pokébola y lo metió en el bolso rosado que llevaba cruzado— ¡Llámame todos los días por favor! —le suplicó.

—¡Lo haré, ahora sube, adiós!

—¡Adiós papá! —se despidió con su manita enfundada en un guante blanco y subió las escaleras del bus para sentarse en su asiento, tras acomodarse, movió las manos aún más rápido por la ventana a su papá, quien le lanzó un beso en cuanto el bus comenzó a ponerse en marcha.

—No sé si estoy tomando la mejor decisión en dejar que Cindy vaya a ciudad Celeste… Pero, espero de corazón que Misty encuentre esa chispa que se le perdió, hija espero que puedas ayudarla.