Sí.

Era la noche antes de navidad, los adornos decoraban la casa, y la nieve blanca cubrió todo con un bello manto. El pavo estaba en el horno, el ponche en el refrigerador, y las galletas ya listas en un cuenco esperando ser devoradas por los invitados.

Pero no fue nada de esto que despertó a Max de su sueño tranquilo, fue el lado vacio de la cama que normalmente era ocupado por su novia de pelo azul, miro con cansancio en reloj de la mesita de noche solo para darse cuenta de que eran la 4:50 de la mañana.

Se levanto y se estremeció al contacto de sus pies con el frio suelo, una vez que su vista se adapto a la oscuridad y sus sentidos despertaron se coloco sus pantuflas, y comenzó a buscar a su novia, solo para terminar encontrándola dormida en el sofá de la sala.

Se acerco para despertarla y preguntarle que hacia aquí, pero los objetos en la mesa, llamaron su atención, vio una libreta a la que le hacían falta varias páginas, y tomo una de la hojas arrugadas del piso, para comprobar su contenido.

"Querida Max quería decirte…" Max solo leyó esta línea con confusión, tomo otra bola de papel del suelo, pero era casi igual, tomo otra y luego otra, hasta que dirigió su vista a la libreta, también parecía tener escrito algo y a diferencia de las otras, esta parecía ser la indicada.

"Max Caulfield, mi compañera del tiempo y el crimen, con quien vive aventuras y penas, con quien comparto una pesada carga, quien me hace reír y llorar a veces, hoy en este día tan especial quiero pedirte que te quedes a mi lado para siempre, porque no soportaría perderte, ¿Max Caulfield te gustaría casarte conmigo?"

Fue hasta después que noto la pequeña cajita de terciopelo negro que estaba debajo de la libreta, la toma, y no pudo evitar comenzar a sollozar.

Dentro avía un anillo plateado con tres piedras azules y otro que era una banda plateada con una simple piedra blanca.

Max no pudo contener mas las lágrimas y estas comenzaron a salir, y al final los sollozos de Max terminaron por despertar a Chloe de su sueño, tardo un momento en darse cuenta de la presencia de Max y lo que sostenía en sus manos, esto la alerto, hasta que Max la abrazo, para después besarla:

-Si… Claro que si… me casare contigo-. Dijo Max entre sollozos.