¿Alguna vez se han hartado de sus vidas? No hablo de un suicido o algo así. Sólo que hay ocasiones, días, minutos en los que simplemente quisiera cambiar mi "realidad" con la de otra persona. Hasta hoy, en este mismo momento, mientras le sacan la mierda a golpes a la peor "persona" de mi escuela. Con el simple hecho de presenciar cómo el "nuevo" lo golpea sin indulgencia alguna, me llena de alegría la existencia. Pero déjenme empezar desde la mañana de hoy para que puedan entender.

La mañana empieza como cualquier otra de tu último año de preparatoria. Con una sensación agridulce de que, a comparación de otros, ansías que termine todo este circo de último año y seguir con tu vida, sin dejar de lado los sentimientos que tienes porque no vas a poder seguir viendo a tus mejores amigos como antes y los vas a extrañar tanto, que te daría diarrea solo recordándolos. En fin. Mi amorosa madre me llama para desayunar.

"¡César! Ya es hora de despertar, amor. ¡No quiero que llegues tarde a tu último examen!"

En ese momento recordé que debía haber estudiado, pero a veces no puedes controlar tus ansias de solo querer perder tiempo en la computadora. Despierto lo más rápido que puedo y uso la ropa que deje anoche en el suelo. Mientras bajo las escaleras, recuerdo los viejos tiempos, cuando papá jugaba conmigo y mamá en el patio de atrás, o cuando jugábamos en la sala los días lluviosos, cuando en aquel entonces aún era enorme para mí y podía sentirme todo un aventurero cada vez que saltaba desde lo más alto de los sofás. Incluso recuerdo mi primera lesión aquí; el pasamano de las escaleras fue el perpetrador. Mientras jugaba un día de mi cumpleaños, no recuerdo si el 5to o 6to, solo recuerdo que un niño trataba de atraparme con unas pistolas de agua. Pero antes de que me diera cuenta, yo estaba en el suelo, llorando por mi nariz rota. Mamá y papá pronto me llevaron al hospital y la fiesta se canceló. Aún se puede ver la marca de mi cara en la esquina de caoba. Mientras recordaba todo eso, ya estaba en el comedor medio adormilado.

"Buenos, ma'. Buenos, pa'". Dije.

"¡Buen día, cariño!". Respondió mi madre con su inamovible sonrisa mañanera.

"Buenos días, hijo. ¿Listo para empezar tu última semana?". Mi padre es algo estricto, no hablamos mucho, pero cada vez que lo hacemos, incluso cuando es una insignificante pregunta como esa, noto su cariño y preocupación.

"Si, eso creo". Veo los huevos revueltos y frijoles que mamá prepara a diario e inmediatamente me sumerjo en el plato.

"Era una pregunta retórica, ñoño, sé que estas entre los mejores promedios de tu escuela. Aunque me preocupa que hagas trampa. Jamás te he visto estudiar". Me sermonea mientras él bebe su café tranquilamente y yo termino mi desayuno.

A veces olvido que papá sólo puede relajarse durante las mañanas porque una vez que entra a su tediosa oficina, no la abandona hasta después de medianoche. Si tenemos suerte, llega a las 10 de la noche. Yo me he acostumbrado, pero mamá no, y me deprime un poco. Así que sólo quiero salir de ahí para pasar más tiempo con mis amigos.

"No seas así, cariño. Nuestro hijo estudió ayer toda la noche". Mientras mamá terminaba de decir la frase me guiñó el ojo sin que mi padre se dé cuenta.

"Bueno, cómo sea. Tu carta de universidad ya llego". Me dijo mientras sacaba el sobre de su portafolio. "Te estaremos esperando para abrirla en la tarde, nerd. Ya preparé champaña para nosotros y le dije a tu madre que también hiciera una pequeña malteada de leche descremada para ti. No llegues tarde".

Mientras me despedía de mamá y papá, y tomaba mi lunch, recordé que papá solo hablaba tanto cuando estaba orgulloso de algo o, en este caso, de alguien, así que sólo le hice una falsa promesa de que llegaría lo antes posible a casa para celebrar.

En el camino a tomar el autobús, me detengo a ver los títulos del puesto de revista, es puro amarillismo. Desde el asesino de un estudiante hace dos meses, se ha desatado una ola de asesinatos por todo el pueblo. Aunque mis padres se preocupan por eso, están bastantes confiados por el sistema policial de aquí. Mi padre es burócrata y se encarga de encontrar "a lo mejor de lo mejor", según él. No es que haga un mal trabajo, solo que es la primera vez que lo hace y está bastante orgulloso por eso. Contrató a dos nuevos Capitanes de policía que "cambiaran el destino de la ciudad", aún puedo escuchar el tono pretencioso de papá en mi cabeza. Pero a pesar de todo, sí ha habido resultados, las calles se ven un poco más seguras y solo me han asaltado 2 veces en la última semana. Antes tenía que esconder el dinero en mis calzoncillos para poder desayunar en la escuela; y créanme, el proceso de extracción es bastante engorroso.

Mientras subía al autobús camino a la escuela y preparaba mis audífonos para escuchar música, escuche en las noticias que el peor ladrón/asesino de nuestro pueblo, Guanajuato, va a llegar a la silla eléctrica. Todo gracias a uno de los nuevos policías extranjeros, japonés, creo. Debe ser de los que hablaba tanto papá. El comandante Higashikata… algo. Supongo que debería saber su nombre después de que papá lo repetía cada 15 segundos esa noche. Pero cuando estaban a punto de decir su nombre, perdí el interés y decidí tomar una siesta antes de mi examen. Tuve un sueño bonito, de esos pequeños sueños que te hacen sonreír. Hubiera sido perfecto si la bofetada húmeda de Francis no me hubiera despistado. Je, es gracioso como su nombre es un cliché social, je, je. Me golpea un par de veces antes de que alguien se dé cuenta y termina escupiéndome la cara. No sé exactamente cómo empezó esto. Soy delgado, aunque no lo crean, no uso lentes, mantengo el pelo un poco largo, y trato de no denotar tanto ser un "nerd" como dice mi padre. Pero a Francis no le interesa nada de eso, él sólo me odia por el hecho de ser yo. Desde que recuerdo, él ha estado sobre mí molestándome, golpeándome. Aunque debo de admitir que gran parte de ese odio es mi culpa.

Recuerdo el primer día que lo conocí. Fue durante el primer año de primaria, se sentó junto a mí, yo lo saludé con una enorme sonrisa y él me la devolvió. En ese momento pensé que seriamos amigos. No sabía lo equivocado que estaba. Creo que todo se desato cuando yo empecé a responder correctamente cada pregunta que la maestra hacía, y, estúpidamente, corregía cada pequeño error que Francis hacía. En esos tiempos era un total tarado sabelotodo, adoraba regodearme en los errores de los demás. Durante el receso, yo le ofrecí un pedazo de mi sándwich que había preparado mamá. Pero no es la clásica escena donde dos pequeños amigos comparten alimento por buenos modales.

Empecé diciendo: "Oye, Fran, ya que no traes ni un par de galletitas para desayunar, ¿Por qué no tomas la mitad de mi sándwich? A fin de cuentas siempre termino tirándolo ". Él me volteo a ver, sus orejas estaban rojas como fresas.

Me metió el sándwich en la boca con todo y su puño aderezándolo. Yo no pude reaccionar, era un miope sobreprotegido que sólo sabía correr a las maestras para llorar a sus faldas y esperar a que regañaran a los "niños malos". Después de que me golpeo un par de veces, la maestra lo detuvo y yo sólo supe hacer lo mío: llorar y acusar. Lo demás es historia. Es algo natural, como el odio entre el perro y el mono. Escuche eso una vez en una caricatura.

Antes de que siguiera golpeándome, uno de los amigos de Francis empujo descuidadamente al muchacho frente al asiento donde yo estaba. No lo conocía, ni lo había visto en toda mi vida. Este muchacho volteo, me sonrió, por alguna razón, y sin esfuerzo alguno empujo a todo el grupo de Francis dejándolos en el suelo. Francis se levantó furioso, el desconocido le tendió la mano.

"¿Sin resentimientos?". Terminó diciéndolo con una gran sonrisa. Y volvió a empezar. "Me llamo Joey y es mi primer año, no quiero empezar mal esta maravillosa experiencia".

Francis escupió molesto. Tenía sus orejas rojas, como aquella vez que me hizo comer su puño. Al principio pensé que este muchacho estaba jodido. Francis es un tipo fornido, algo gordo, aunque me he escapado de él por su poca resistencia a correr. Cada vez que me atrapaba me dejaba moretones por todo el cuerpo. Y antes de que papá llegara a su alto puesto en la burocracia, me había roto un par de costillas de un solo golpe. Cuando se enteró de lo de papá, se descargaba con otros pobres muchachos. A su última víctima lo dejo silla de ruedas. Ése muchacho sabia tae-kwon-do y era cinta negra, ya habían peleado una vez, Francis salió con la cola entre las patas. Eso fue antes de que Francis se vengara de verdad. Esa última vez Francis llevo a unos cuantos de sus amigos y lo molieron a palos detrás del gimnasio donde el otro muchacho entrenaba.

Pero algo me hizo cambiar de opinión rápidamente sobre esta disputa entre el nuevo y Francis.

La sonrisa de "Joey" se tornaba un poco cínica cada segundo que pasaba. Desapareció al cabo de un momento y tenía un aura terrorífica. Si él fuera Francis o cualquier otro retrasado social, yo le daría mi dinero en cuestión de segundos si tuviera esa mirada cuando me intimidara.

Todos los amigos de Francis retrocedieron, excepto él. Incluso yo sabía que no tenía oportunidad contra Joey, o por lo menos esa impresión teníamos. Por suerte, el autobús llego a la escuela antes de que pasara algo más.

"¡Oh, parece que hemos llegado!" Dijo con tono sarcástico. "¿Qué te parece si desayunamos juntos para quedar parejos?".

No supe si era una advertencia o si realmente estaba siendo amable. Pero antes de que Francis pudiera decir algo, Joey ya estaba fuera del autobús. Yo sólo me quedé ahí, con una pequeña sonrisa de satisfacción, pero salí castigado por eso cuando uno de los amigos de Francis me tumbo en las escaleras del autobús.

Al final, el día termino igual que cualquier otro. Liza, mi mejor amiga, y yo salimos de la escuela juntos, me dijo que "Pato", le decimos así a Patricio, nuestro otro amigo, nos esperaba afuera.

Se podría decir que la relación entre Liza y yo es algo complicada, fuimos pareja los primeros años de preparatoria, pero decidió que sería mejor seguir como amigos. Yo no tuve objeción porque le puse una condición. Le dije que lo intentaríamos de nuevo en vacaciones de verano. Si aun así sigue indecisa, bueno, siempre me quedaba la universidad. No era muy alta, sí era delgada, pero con suficientes curvas para ser llamativa. Lo que más me gustaba de ella era su cabello negro, brillante y oscuro, no me cansaba de admirarlo.

Cuando salimos del edificio, no encontramos a Pato fuera de la salida; estaba con otro muchacho, Bern, hablaban sobre un chico nuevo que rompió todos los records en las pruebas físicas de hoy; eso fue para los de primer año.

"¡Te digo, ese niño es increíble! El entrenador no dejaba de sorprenderse cada vez que corría o saltaba. Parecía que estaba en esteroides o algo así", decía Bern, mientras nos uníamos a la plática.

"Nah, puras patrañas, nadie de primer año es tan bueno. Seguro solo es un chico bonito y las chavas exageraron un poco la verdad". Dijo Pato.

"Oh, pero eso no es lo más impresionante. Escuché que también se burló de Francis", dijo Bern para tratar de persuadir a Pato.

"¿Francis? ¿Ese pelele? Aquí mi amigo Cez". Es el único que me dice así. "se pelea con él todos los días, y aún sigue aquí. Si se acerca por mi vecindario una noche fea y sale vivo de ahí, tal vez lo respete".

Antes de que Liza o yo pudiéramos decir algo, una horda de muchachos salió dejando la entrada principal desierta, excepto por nosotros. Bern salió corriendo cuando se dio cuenta que podría haber sido el niño prodigio y Francis. Por desgracia a Pato le ganó el morbo y nos arrastró hasta al espectáculo. Mientras caminábamos, ya que yo no tenía nada mejor qué hacer, vi a Liza un poco preocupada. Al principio pensé que era por mi bienestar, pero recordé que ella me había defendido un par de veces de Francis, así que ya debía estar acostumbrada. ¿Acaso conocía a Joey?

Cuando llegamos, la multitud se había dispersado y solo quedaban ahí Joey y Francis. Joey estaba desatando sus zapatos y Francis estaba furioso, solo esperaba que Joey se pusiera de pie para poder embarrarle la cara en el pavimento. Mientras, sentí en mi bolsillo la vibración de mi celular, era un texto de Pato; decía: "¡Salgan de ahí, Joey es un loco! Le arranco a Francis la oreja de una mordida mientras caminaban para acá". Quedé en shock. Le enseñé el texto a Liza, pero no le sorprendió. Yo fui a revisar si era cierto, "simulando" rodear la escena. Pero Francis aún tenía la oreja. Solo estaba algo manchado de la camisa, con algo rojo, no era sangre, de eso estoy seguro.

"¡Fue un truco!". Gritó Liza cuando me vio inseguro del texto de Pato. "Es lo que él hace… Ilusiones".

Eso último fue muy raro. Sobre todo por la forma en que sonrió Joey cuando termino de hablar Liza. Él se levantó sin zapatos, aun con la sonrisa. Francis no espero más y fue a la carga, como perro rabioso. Pero antes que pudiera tocarlo, Joey lo abofeteo y lo detuvo en seco. Ah, pero no fue un bofetón cualquiera. Fue como si tomaran una enciclopedia compactada de once tomos y te abofetearan con eso. Sentí ese golpe, Liza lo sintió, si un gato hubiera pasado por ahí también habría sentido el dolor. Y sin lugar a dudas, Francis lo sintió.

"Lo lamento, pensé que eras un tipo rudo. ¿Quieres que llame a esa chica linda para que te bese tu moretoncito y ver si sana?"

¡Huao, Joey es un mierda! pensé en ese momento. Y Francis lo tenía más claro que nadie, Joey era su mierda en el perfecto, rosado y blanco pastel que era su vida.

Volvió a cargar, tratar de golpearlo, su furia e impotencia eran palpables.

"Déjà vu", dije, mientras presenciaba la misma escena de la bofetada de 11 tomos.

A Francis le temblaron las piernas, apenas estaba de pie. Joey, seguía ahí, con esa aura y esa sonrisa. No confiaba en él, aunque me agrada como está haciendo las cosas, hay algo que no me gusta. Antes de que Francis pudiera haber hecho algo, Joey lo golpeo, sí, con su puño, una y otra vez hasta dejarlo en el suelo.

Y aquí es donde empezó todo, yo harto de mi vida, tal vez observando la escena más interesante de mis últimos 2 años de preparatoria. Disfrutándola, pero algo no me gustaba. Desde el momento que vi a Joey, su sonrisa, la forma en que empujó y se burló de Francis. No lo hizo porque quería ser un buen samaritano, fue por algo más personal. Tenía un mal presentimiento. Fue entonces cuando lo vi, ese no era un aura, tampoco era la sonrisa. Era su "Stand". Ese maldito tramposo, pensé tengo que hacer algo, tal vez su habilidad sólo sea crear ilusiones. Pero yo tengo mi propio as bajo la manga.