¡Hola!

He escrito este pequeño one-shot Dramione, as always, así que espero que lo disfruten :)

Algo ligero, por lo que las posibilidades son altas! jaja

Este fic participa del Reto Temático de Febrero "Dramione" del foro "Provocare Ravenclaw"

Disclaimer: Como sabrán, todo le pertenece a JK Rowling.


Culpable, sí

Hermione tocaba la piel de sus muslos con dedos temblorosos, sentada al borde de la cama. Un ligero resplandor se filtraba por entre las cortinas despidiéndose de la tierra para dar paso a la luz de la luna, y la humeante taza de té sobre la pequeña mesa de noche producía una agradable onda de vapor que le calentaba el brazo derecho.

Había llegado a casa, se había desecho de sus zapatos de tacón alto y casi se había sumergido en la bañera. Se lavó el pelo con vehemencia, llenándose las manos de champú hasta que el líquido rosado se escapara por entre sus dedos. Luego, se dedicó a lavar su cuerpo, frotando cada centímetro de piel que le siguiese produciendo aquel ridículo choque de electricidad. Soltó el tapón con un leve movimiento y se sentó, abrazándose las piernas hasta que el frío le erizó el cabello de la nuca.

Sentía un cansancio bastante familiar. Las piernas le dolían, acalambradas, y la espalda le recordaba por qué motivo había querido empezar una rutina de ejercicios muggle en algún gimnasio cerca del vecindario de sus padres.

Finalmente se colocó la bata de baño y preparó el té.

Pero nada, ni un sólo paso de aquel improvisado ritual de limpieza había logrado que los pensamientos que cruzaban su mente, y las sensaciones que afloraban en su piel, desaparecieran de una vez por todas.

Porque ahí estaba ella, casi desnuda y sentada en su habitación tratando de analizar cada detalle a fondo para luego expulsarlo de sus recuerdos permanentemente. Ahí estaba, expuesta, como lo había estado tan sólo una hora atrás. El problema era que en aquel momento esa exposición le había parecido de lo más placentera, y ahora, lo único que le provocaba era una vívida sensación de culpabilidad.

La piel bajo sus dedos se sentía extrañamente caliente, a pesar del baño que recién había tomado. Era suave, tersa, joven, como la piel de una adolescente enfundada en un ligero vestido de verano durante una tarde soleada. Sentía los hombros relajados, la cabeza ya no le dolía, y la embargaba una olvidada sensación de plenitud que desde hace mucho tiempo no experimentaba.

Aún le costaba entender por qué razón, entre todas las posibles y disparatadas razones, había permitido pasar precisamente lo que había ocurrido. No era como si nunca antes lo hubiese hecho, después de todo, era una mujer casada y sí que había consumado su matrimonio con Ron durante el par de años que llevaban juntos.

Ron.

Era la primera vez que el sólo pensar en su nombre le producía una desagradable sensación en el estómago que la hacía querer vomitar.

Lo peor de todo aquel estado post-infidelidad era la tremenda culpabilidad que sentía en este preciso momento. Había jurado enfrente de su familia y amigos que viviría al lado de su pelirrojo esposo hasta que la muerte les separara, amándolo y respetándolo durante cada día de su vida, entregándole su corazón.

Pero hoy lo había estropeado todo, porque había entregado su cuerpo, y quizá una parte de su corazón, a alguien cuyo cabello no era precisamente de color rojo.

Hermione no recordaba si fue después de la segunda taza de té, o si Draco la había besado justo antes de confesarle lo bien que le quedaba el vestido rojo que llevó hoy. De cualquier forma, no lo detuvo cuando éste la tomó de la mano y la llevó consigo hacia la vacía oficina que había servido para saciar los deseos de ambos. No se cuestionó el desaparecer de la importante junta del Ministerio de la que participaban, aunque lo hubiese hecho durante la hora del receso de sesión. No se reprendió cuando sus veloces dedos recorrieron la anatomía del rubio deshaciéndose de cada una de sus prendas, ni se mordió la lengua cuando cada caricia que le propiciaba él le adormecía las entrañas como resultado del más puro placer.

Trató de recordar la ocasión en la que hizo el amor con Ron por primera vez, buscando cualquier tipo de similitud, pero no encontró ninguna. Aquella vez se había sentido temerosa, torpe y acomplejada. Estaba claro que no tenía ni la más mínima experiencia, pero a pesar de que era Ron el que había compartido con ella tan preciado momento, simplemente no se había sentido completamente allí, con él, juntos y conectados.

Hoy sintió con cada beso y cada roce como los pensamientos de Draco quedaban plasmados sobre su piel. No hicieron falta las palabras para darse cuenta de que aunque ninguno de los dos debía estar allí, necesitaban desesperadamente de la compañía del otro.

No importaron los años de enemistad, y esto tampoco significaba que después de ello cualquier diferencia entre los dos desaparecería. Simplemente, habían estado en el lugar y momento justos, anhelantes de satisfacer los deseos del otro.

Después de recorrer con sus propios dedos cada zona explorada por Draco, Hermione se dio cuenta de que el simple recuerdo de su tacto la rejuvenecía. Sus manos la habían hecho sentir apetecible, segura y hermosa, orgullosa de su feminidad y de su cuerpo entero, incluidos su rebelde cabello, sus pechos llenos y sus pecosos hombros. Había disfrutado con su propio cuerpo de la pericia de Draco, sin embargo, también percibió como él descubría un mundo nuevo a su lado, conociendo cada rincón de su cuerpo a la vez que absorbía lo más profundo de su esencia.

Había sido una experiencia totalmente diferente, efervescente y poco comprensible. Y a pesar de que se odiaba por haberse traicionado a sí misma, y por haber traicionado el corazón noble del hombre al que amaba, no podía evitar no sentirse arrepentida.

Porque la culpa la estaba carcomiendo en cuerpo y alma, segura a cabalidad de que jamás podría confesarle a Ron semejante atrocidad. Pero estaba segura además de que nunca podría olvidar como Draco Malfoy se había apoderado de ella, tan dulce y apasionado como lo hizo, y cómo ella lo había tomado todo de él, también.

Y de aquello simplemente no podría arrepentirse jamás.


Espero ansiosa de escuchar sus opiniones :)

Nos leemos pronto,

Melrosse.