DISCLAIMER: Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer. Su uso en esta historia es sin ánimo de lucro.
Esta narración está hecha desde un punto de vista PERSONAL.
* * *
Era una noche cálida pese a estar en primavera. Las payas eran el escenario de fiestas privadas y lujosas. Los coches eran portadores de los turistas que habían sucumbido al encanto de la ciudad. Los pobres se las apañaban para hacer frente al hambre, que hacía acto de presencia al final de una dura jornada de trabajo que apenas daba para subsistir. Este escenario quedaba arropado bajo los brazos del imponente Cristo de Corcovado.
Edward Cullen estaba en su habitación, observando con apatía este escenario. Le aburría lo que hacía la gente. Estaba cansado de estar solo. El dolor le carcomía, haciendo de él una criatura cada vez más consumida y hosca.
El móvil empezó a vibrar sobre la colcha de la cama. Al ver el teléfono que indicaba la pantalla iluminada se sorprendió. Abrió la tapa y contestó con voz ronca.
-Dime, Rose.
-Edward – Rosalie sonaba preocupada al otro lado del teléfono. – He de decirte algo.
Los músculos de Edward se tensaron. Por primera vez en meses, otro sentimiento que no era dolor hacía acto de presencia en él. Rosalie interpretó el silencio de su hermano como un gesto para darle pie a seguir hablando.
-Es sobre una visión que tuvo Alice.
-¿Os va a pasar algo? ¿Necesitáis ayuda? – Edward estaba muy rígido al lado de la cama.
-No, nosotros estamos bien – dijo Rosalie. – Es sobre Bella, Edward.
El teléfono resbaló sobre sus manos y cayó con un golpe sordo. Se había quedado totalmente helado. Tardó menos de un segundo en reaccionar y coger el teléfono.
-¿Qué ha pasado? – dijo con gran esfuerzo y muy poca voz.
-Ha muerto Edward. Se ha suicidado. Alice la vio saltar desde el acantilado – dijo Rosalie con voz queda.
-¿Hace cuanto? –dijo con furia.
-Un par de días. No querían llamarte, pero creo que tenías que saberlo.
-Está bien. Gracias Rose.
-Adiós, Edward.
Colgó el teléfono. Juraría que sintió una punzada, justo donde debía estar su corazón. Estuvo más de dos minutos con la mente trabajando a toda velocidad. De repente, sintió una punzada de esperanza.
Quizá Charlie le desmentía la noticia; al fin y al cabo, las visiones de Alice no eran seguras al 100%. Recuperó el teléfono móvil y marcó el número de casa de Charlie.
La voz hosca que contestó le indicó un mal presagio. Sin embargo, le confirmó los hechos. Jacob Black le acababa de decir que Charlie se encontraba en un funeral. Edward redujo el móvil a polvo en su mano.
Sintió como su vida se escurría y se le escapaba por las suelas de sus zapatos. Era un hecho consumado; nunca más vería a Bella sonrojarse.
Marcó aceleradamente en el teclado del móvil. Una voz femenina le contestó al cabo de unos segundos.
-Reserva de vuelos, ¿en qué puedo atenderle?
-Quiero reservar un billete a Italia para esta noche.
-Tenemos un vuelo que sale en media hora, ¿le reservo un asiento?
-Sí.
Cuando volaba sobre el océano, Edward sacó una moneda de su bolsillo y empezó a lanzarla al aire. Sorteó a cara o cruz la posibilidad de solicitar a los Vulturis sus servicios o montar un escándalo público. Cara; solicitaría sus servicios.
En ese instante, Alice Cullen tuvo una visión. Entró en casa de Charlie para comunicar a Bella que Edward planeaba ver a los Vulturis.
Los reviews siempre se agradecen, ya que ayudan bastante para mejorar los relatos posteriores. Gracias :)
