Esta historia contiene personajes que son propiedad de J. K Rowling, yo solamente los tomo prestado para la recreación de una historia, sin ánimos de lucro, más que nada por admiración a la buena y gran escritura de la Escritora de Harry Potter.
Ron se fue, dejo atrás su vida de la Madriguera y la de sus amigos, luego de la Batalla, encontrándose ahora lejos de su hogar y con un hijo, Hugo.
Capitulo Nº 1: Dos Pelirrojos
Nuevamente no habia dormido en toda la noche, siempre le pasaba lo mismo cuando se acercaba esta fecha, su mente se paseaba en recuerdos de su pasado, ya que ese día se cumplía 5 años desde que Harry Potter habia vencido a Voldemort, en la Batalla de Hogwarts, asi era como era recordada aquella batalla, donde él habia perdido un hermano, en la cual él habia cambiado para siempre.
Ron Weasley ya no era el chico despreocupado y tranquilo de antes, tampoco quedaba en él algo de adolescente. Mucha agua habia corrido desde que la guerra termino.
Miro la hora en su reloj despertador, eran las 6 a.m., tenia que levantarse, muchas cosas tenia ese día. Con mucho disgusto salio de su calida cama, se dirigió a su baño y con la ayuda de una ducha caliente, se despejo totalmente.
Como era un día templado, solamente una camiseta y unos vaqueros se habia puesto debajo de su capa de Auror.
Se desplazo con cuidado por su casa y llego a la habitación que estaba a una puerta de distancia de su cuarto. La abrió con sigilo, ya que todo estaba oscuro, sabia que le echaría una broca si le despertaba de pronto, ¡si a él no le gustaba que le levantaren temprano! Trato de no matarse con ningún cachivache que habia por el suelo, llego a la cama y se sentó a lado del bulto que habia allí, despejo un poco el tumulto de sabanas y una cabecita pelirroja y despeinada salio de las profundidades.
-Hugo arriba, hijo-dijo despacio, moviéndole un poco.
No hubo respuesta, él puso los ojos en blanco, no cabía duda que aquel pequeño era su hijo.
-Vamos hijo, papá tiene que ir a trabajar-lo zarandeo un poco.
-Mmmdomi'…-dijo el peque.
-No Hugo, escuela-contesto divertido Ron.
-Papi po' favo'-tapándose los ojos, el pelirrojo rió.
-Hijo vamos, te haré chocolatada caliente.
-Mmm…-Hugo lo estaba pensando-pedo quiedo domi'papi-el peque pelirrojo abrió sus ojos. Eran tan azules como los de Ron, tan intensos hasta la última fibra.
-Lo se, yo también quiero quedarme a dormir peque-sonrió el hombre, Ron adoraba a su hijo.
-Y quédate conmigo-se hizo a un lado y le dejo un pequeño espacio a su padre, el pelirrojo rió, pero igual se recostó, dejando la mitad de su cuerpo en aire, pero coloco su cabeza junto a la de su hijo. Era como ver dos versiones de una misma persona, una de pequeña y otra ya de adulta.
-Hugo sabes que debes ir a la guardería y papi a trabajar, luego podremos jugar y dormir, ¿te parece?
-¿Mmm me tlaelaz lanaz de chocolate?…-su hijo le estaba chantajeando.
-Está bien. Pero solo si te levantas y te vistes lo mas rápido posible, mientras que yo preparo el desayuno.
El niño pareció meditarlo un poco y después de unos segundos se sentó en la cama y miro a su padre que todavía estaba recostado, Hugo le sonrió de lado y dijo mas despierto.
-Eztá bien.
-Bueno a la cuenta de tres y empezamos-Ron se habia levantado de la cama y sonrió igual que su hijo- uno… dos… tres…-salio corriendo de la habitación, y desde el pasillo el peque pudo escuchar- ¡y abrígate Hugo!
Ron y su hijo de casi 4 años, Hugo, vivían en una bella casa a las orillas del mar, en las afuera de California, Estados Unidos, a las afuera de San Diego, una zona tranquila de playa, la cual no era muy turística, perfecta para ellos; habían pasado un montón de cosas en la vida del pelirrojo en muy poco tiempo.
Ese 3 de Mayo solo le recordaba a Ron tiempos muy oscuros y llenos de dolor, cosa que él trataba de olvidarlo cada día. Si en aquel tiempo le preguntaban como creía que iba ser su vida a esas alturas, jamás se hubiera imaginado que asi, él pensaba que seria Auror, (única cosa que coincidía con su mundo de fantasías) junto a su mejor amigo Harry, que estaría de novio con Hermione, que seria feliz junto a su familia y amigos, eso eran los pensamientos que le ayudaban a pasar las primeras semanas que le siguieron a la batalla, pero nada de ello se habia cumplido. En vez de ello, se encontraba en otro continente, lejos de los que fueron alguna vez sus amigos y de su familia, lejos, con un hijo que criaba solo.
Pero no se quejaba, tenia mucho por lo cual levantarse cada día, su hijo era el tesoro que mas quería y cuidaba en el mundo. Tesoro que estaba parado en la puerta de la cocina mirándole más despierto que hace unos minutos.
-¡Ya toy lizto!-dijo dando un saltito, para sentarse en la su silla, esperando que su padre le diera su desayuno.
Con ayuda de un movimiento de su varita, Ron coloco cuidadosamente una tasa con forma de pato enfrente de su hijo y poso mágicamente una canasta de galletas enfrente de el, mientras que él se sentaba a lado del peque con su taza de café.
- Lalala lana de chocolate, me gane lana de chocolate -cantaba el niño mientras mojaba una galleta de avena en su leche.
-Solo por ello te saque de la cama hijo…-rió Ron, Hugo era un niño de lo mas despierto y curioso, pero también asi, era goloso, al igual que lo habia sido él.
-Mmm zip…
-Esta bien cumpliré con la parte de mi trato, pero solo una te traeré, porque me imagino que no querrás visitar al dentista, ¿no?-le miro muy intensamente, la cara de su hijo palideció, cosa que no le gustaba para nada a Hugo, eran los dentistas.
-Zi papi…-dijo serio.
-Muy bien, vamos que llegaremos tarde-con un movimiento de varita, mando todo al fregadero y dejo los trastos lavándose solos.
Ambos pelirrojos se levantaron y se fueron a la chimenea de la casa, antes de tomar un puñado de polvos flu, Ron se agacho y cerró la campera de su hijo.
-Muy bien, te abrigaste, no hace mucho calor, si luego lo tienes, te la sacas, ¿si?
Hugo puso los ojos en blancos y asistió.
-¿Tienes todo para la guardería?-Ron señalo la pequeña mochila de su hijo.
-Zip, ¿y tú?-rió Hugo.
-¿Yo que?-el hombre se rasco la cabeza.
-Tu maletín-rió grande.
-¡Por Merlín, casi lo olvido!-salio corriendo hacia su habitación, el niño negó y se rió mas fuerte-¡no es gracioso Hugo Arthur Weasley!-rió aun mas fuerte el pequeño. Para cuando Ron volvió a la sala, su hijo se estaba agarrando de la panza por causa de la risa.
-Ja-ja…. Mejor nos vamos peque-dijo revolviendo los cabellos lacios de su hijo. Hizo aparecer fuego en el hogar, tomo un poco de los polvos y se metieron en el, pronunciando fuerte y claro- ¡Bar de Tim!
Llegaron a un pequeño bar de San Diego, que quedaba cerca de la guardería de Hugo, con un saludo de mano al dueño, Ron con un hechizo hizo desaparecer el resto de polvo y cenizas de las ropas de su hijo y de él.
Caminaron un rato, Hugo contándole las cosas que habían hecho el día anterior en clases y Ron medio escuchando y medio en el mundo de los recuerdos, cuando llegaron a la puerta de guardería, el hombre se agacho enfrente de su hijo y le acomodo la campera.
-Muy bien llegamos-le sonrió tristemente-Ahora sabes como es la cosa Hugo.
-Zip, nada de deci' que zomoz magoz… o de cozaz mágicaz papá-puso los ojos en blancos, todos los días su padre le decía las mismas palabras, él sabia que no tenia que estar diciendo a sus compañeros que en su casa habia una escoba que volaba, o que tenían una lechuza que llevaba cartas o que su papá podía desaparecer para aparecer en otro lugar. Aunque se moría de ganas de contárselas, pero le habia jurado y mega jurado a su papá que no le diría a nadie que no sea un mago o una bruja, que su padre le diera el permiso de contarlo.
-Ese es mi peque-rió y le despeino.
-Buenos días Señor Weasley, hola Hugo-saludo la maestra, en la entrada.
-Hola-levanto la mano y se giro a su padre-me tengo que id'
-Sip, lo se, bueno hijo te busco en la tarde, ¿si?-este asistió y se echo a sus brazos, le dio un abrazo, que gustosamente Ron correspondió.
Cuando se estaba por ir, Hugo grito.
-¡Papá!-Ron se dio vuelta y sonrió.
-¡Traeré lo que te prometí peque!-su hijo asistió y entro corriendo a su jardín, la maestra saludo nuevamente Ron y este le respondió.
Busco un callejón despejado de personas y desapareció, para luego encontrase enfrente a una fábrica abandonada, el Ministerio de Magia de Estados Unidos era un poco más grande que el de Inglaterra y era más luminoso. Como fachada era un gran depósito industrial, que quedaba en la ciudad de Washington. Como todo lugar mágico importante, tenía un potente conjuro anti-muggles, para que todo aquel que tenga curiosidad de entrar en la fábrica abandonada, diera media vuelta recordando que tenía que hacer otra cosa; paso los detectores y nuevamente se desapareció, ya para aparecerse en su oficina.
Ron todavía no podía entender la suerte que tuvo al haberse topado con Joseph Thompson, él era el Ministro de Magia de Estados Unidos, y gracias a él tenía trabajo como Auror, pero no era por ello que le estaba agradecido a su jefe, sino por el hecho que había logrado que hasta el momento so nombre no sea notado por otros lugares, en especial en Inglaterra, lo que menos quería él, que los demás lo encontraran.
Él amaba su trabajo, el estar investigando misterios y persiguiendo malhechores era lo suyo, incluso cuando estaba en Hogwarts, lo que mas le gustaba era estar de aventuras con sus amigos, y bien sabia, que siendo quien era él y con la capacidad y los conocimientos que poseía, bien él podía ser Jefe del Piso de Aurores, o Jefe de operaciones, pero ello implicaba ser reconocido, y corría el riesgo que su nombre sea nombrado mas allá de los limites que él quería, por ello, se conformaba siendo uno mas del montón, cosa que de chico nunca le habia agradado, ya que él esperaba destacar de entre sus hermanos, pero las cosas de la vida, lo habían llevado a donde estaba.
Una vez pasado recepción, y notado que nuevamente la chica nueva se sonrojaba, cuando él la saludaba educadamente, entro a su oficina. Sobre su escritorio había un avioncito de papel que daba vueltas como loco, resoplo, atrapo al condenado y leyó rápidamente lo escrito, junto ganas, y salio hacia la oficina del Ministro y Director del departamento de Aurores.
-¿Querías verme Thompson?-asomo su cabeza por la puerta del despacho de su jefe.
-Si, pasa Weasley-era un hombre grande y robusto, rubio, de hombros grandes y ya entrado en sus años-quería saber, ¿como están las cosas con el asunto de de la redada de Corbin?
-Bien, hoy por la noche sale un operativo para hacer contacto, con algo de suerte darán con los magos que están infiltrando el veneno.
-Muy bien, te quiero con ellos-lo dijo con un tono que mostraba autoridad, pero como nunca Ron se llevo del todo bien con ellas, replico:
-Señor pero… con Smith quedamos que yo no era necesario en la misión.
-Lo se, hable con él, pero es ahí donde se equivocan ambos, si eres necesario, eres esencial para este tipo de trabajo de infiltración, lo sabes…
-Pero yo…
-Se lo que te espera en casa, a mi también me esperan, pero por ellos lo hacemos Ron, tu iras en la misión al igual que yo, nos estamos jugando una muy grande aquí, si se nos escapan, puede que desate una gran ola de muertos por envenenamiento por inhalación. Acuérdate que aunque ese Señor Oscuro cayo, muchos locos por ahí andan tras sus pasos y quedan por ser atrapados.
Ron se lo medito, para él era muy difícil tomar las misiones de campos, ya que siempre ante de meterse en una, pensaba en Hugo, ya que si algo le pasare a él, ¿con quien se quedaría su hijo?
En lo que su carrera de Auror iba, pocas fueron las misiones de riesgo que él habia tomado, por ello él se encajaba de armar los operativos, las estrategias que sus colegas iban a necesitar o los campos que mejor estaban a su favor para la confrontación, pero en las misiones que no pudo zafarse, porque Thompson le pedía que si o si él participe, siempre iba su jefe para cubrirle las espaldas. Y sabia además que él, su jefe, solo le pediría por extrema precaución, ya que él era muy bueno en combate. Eran dos lados muy enfrentados, Ron estaba hecho para ser Auror, pero tenía una pequeña persona que esperaba por él en su casa, pero si su jefe lo pidió, él tendría que ir.
-Está bien, iré, me retiro para ponerme de acuerdo con los chicos.
-Bien-lo siguió con la vista, hasta que llego a la puerta y le pregunto-¿Cómo estas Ron?
Este volteo y le miro intensamente, lejos habia quedado el adolescente Ronald Weasley, ahora era un hombre hecho y derecho, de hombros anchos, de espalda definida, de quijada firme y mirada profunda, se lo notaba como era, un chico que habia madurado de golpe.
Entendió de una, sobre que cosa su jefe le estaba preguntando, él era uno de los pocos que sabia del porque Ron se encontraba dejos de su patria.
-Bien, en lo que llevo aquí, nadie me ha dicho nada sobre que día es hoy-por la cara de Thompson, él ya lo sabia-tu les dijiste…
-Y que esperas, que vaya enterándome por ahí que la mitad de mi personal esta en el la enfermería, porque tu no puedes aguantar que te feliciten, por ser un héroe…-rió tristemente.
-Ja… héroe… si ese soy yo… bueno…gracias, lo ultimo que quiero es que algún novato me este preguntando cómo fue luchar contra Voldemort…
Salio del despacho de su jefe y se encamino en la sala de reuniones.
Ya para después del medio día, Ron se encontraba en la tranquilidad de su oficina, habia notado que uno que otro pasante y una que otra secretaria, le quiso felicitar por ser "su día", ¡si claro! Su maldito día, para él era una fecha dolorosa, donde muchas personas buenas habían dejado su vida en Hogwarts, pero ellos que eran ajenos a lo que paso en Inglaterra, a toda la oscuridad y muerte que invadió en el país en lo que duro el reinado de maldad del Señor Oscuro. Ron sabia que ellos estarían en su salsa, si en algún momento él se sentara con ellos y comentara los sucesos de aquellos tiempos, pero eso jamás lo haría, ya que habia pocas personas que entenderían por lo que él habia pasado, en especial dos personas.
Cuando iba a dejarse llevar por sus pensamientos, alguien golpea la puerta.
-¿Se puede entrar?
Ron sonrió, él se encontraba sentado en su silla con los ojos cerrados y sus manos sobre la cien, haciéndose masajes.
-Pasa Hannah-Ron ya sabia de quien se trataba, de su amiga Hannah Abbott, la chica, era una mujer muy bonita, lejos habían quedado sus clásicas colitas, en lugar de ellas, ella llevaba el pelo en media cola, dejando ver una que otras ondulaciones por ahí, era de estatura media y de un cuerpo definido, llamaba mucho la atención de la comunidad de los hombres, pero el pelirrojo la miraba solo como una amiga.
-Uhy es que tuve que preguntar, no sea cosa que el leon me rugiera.
-Ja-ja graciosilla… ¿Qué haces por aquí?
-¿Acaso necesito alguna excusa para ver a mi amigo?-la chica rubia estaba parada enfrente de él, con una mano en la cintura y levantando una ceja.
-Nop, pero igual se que vienes por algo, asi que desembucha-le sonrió, la chica rió y se sentó en la silla de que sobraba.
-Y falta que me preguntes Ron, sabes que día es hoy, todos los sabemos… ¿recibiste alguna nota?
-Si están ahí-apunto a una pilita que habia en una mesita alta que estaba a lado de la puerta de entrada.
-¿Y no abriste ninguna?
-Nop. ¿Y tu como te entraste al piso?
-Mmm como saben todos, que soy amiga del Auror Weasley, no hacen mucho pamento.
-¿Y te preguntaron algo?
-¿Algo asi como si estuve en la batalla, si vi como era derrotado el Señor Tenebroso?, naah, raro, ¿que les hiciste?-se acerco y le miro serio. Ron no tuvo otra que reírse a lo grande.
-Nada-su amiga le miro significativamente-… te juro que nada, fue cosa de Thompson… les amenazo o algo asi… realmente me siento aliviado, no quiero estar lidiando con eso…
-Que bueno, me alegro por ti, yo tuve que pedir que no me pregunten porque no quería recordar…-Hannah trabajaba en el piso de Periodismo y Redacción del Ministerio de Magia de Estados Unidos.
-¿Y te hicieron caso?
-Y era eso, o una maldición de mi parte, asi que si, se callaron.
Los dos rieron grande, eran amigos hacia unos años, Ron encontró gratificante encontrase con Hannah Abbott, al igual que ella con el, ya que ambos estaban en un país ajeno al que habían crecido y lejos de sus seres queridos.
-Oye te tengo que pedir un favor-dijo mas serio el pelirrojo.
-El que quieras-ella se apoyo en una mano su cabeza y espero.
-Quédate con Hugo esta noche.
-¿Qué?... ¿Saldrás?-lo dijo en tono agudo.
-Si, créeme que trate, pero Thompson también estará, y me pidió que vaya, sabes que a mi no me gusta…-Ron se estaba agarrando de los pelos.
-Calma Ron…. Tranquilo-la chica estiro un brazo y tomo una de las manos del pelirrojo-me quedare con el peque, ¿si? Lo último que necesitas ahora es preocuparte por ello…
-Gracias Han…-apretó la mano de su amiga, de modo de agradecimiento.
-¿Lo busco yo, o tu?-se levanto, empezó a deambular por la oficina.
-Lo busco yo, le prometí una rana de chocolate, asi que… ¿ya te vas?-su amiga se acercaba a la puerta.
-Si, tengo que dejar unos informenes para que lo chequeen antes que lo manden a la imprenta.
-Muy bien… nos vemos mas tarde.
-Aja, tipo 7 p.m. me aparezco por tu chimenea.
-Gracias Hannah-sonrió Ron, realmente se quedaba mas tranquilo si Hugo se quedaba con alguien de confianza como Hannah.
-Ni lo menciones-le contesto sonriente la rubia.
Luego que su amiga se fue, Ron miro las cartas que habia evitado mirar olímpicamente desde que habia llegado al trabajo. Sabia de quienes eran, todos los años recibía cartas, pero en esta época del año se hacia mas frecuente. Habia una, solo una que abría de todas aquellas y era la que sus padres, ¿las demás? era muy doloroso y muy pesado leerlas, las tenias todas guardadas, pero no se atrevía a mirarlas.
Giro su sillón y quedo enfrente del ventanal, mostraba en lo alto, el día otoñal y fresco que era, siempre le hacia sentir de la misma manera, melancólico y desperanzado, pero no podía mostrarse asi enfrente de su hijo, ya que él no tenia la culpa de lo que habia pasado antes que naciera; pero como se encontraba solo ahora, los recuerdos volvieron como ráfagas en un día invernal.
. . . Ron creyó que su familia saldría adelante luego de la muerte de Fred, que solo duraría el tiempo de luto y que en especial George, saldrían adelante, pero pasó las semanas y no fue asi, dejándolos en estado desolado a todos. Hermione habia tardado mucho en la búsqueda de sus padres, y cuando volvió, lo encontró irreconocible, él sabia que se habia dejado ganar por su inseguridad y el dolor que pasaba en aquellos momentos.
Él desde siempre habia sabido que no era suficiente para la castaña, no era digno de alguien tan puro, inteligente y valiente como ella, por ello cuando sucedió lo del beso, quedo mas que sorprendido, y en algún momento sintió que el amor que se tenían iba ser mas fuerte que sus inseguridades, pero no fue asi, para cuando su novia regreso, no quedo nada de lo que alguna vez fue Ron. Y con tan solo unas semanas mas tardes, Hermione retornaba a Hogwarts sola, sin Harry, su mejor amigo y sin Ron, el que habia sido por un periodo corto, su novio.
Para Navidad, él habia partido, dejando solo una carta. Y lo que creyó que seria un tiempo corto para poder pensar y encontrase nuevamente, se convirtió en años.
Desde que llego a Estados Unidos, busco un lugar tranquilo donde pensar, y de alguna manera termino en California. Y el resto fue un tumulto que hasta el día de hoy no entiende muy bien, pero que le dejo lo mejor en el mundo, que era Hugo.
Su hijo era lo único que alegraba y sostenía a Ron, no habia nadie mas importante que su pequeño pelirrojo. Hugo era un niño totalmente despierto y curioso, gracioso y extremadamente agudo a la hora de leer a su padre, no era que le gustare mucho los libros, pero eso no significaba que no sea listo, era muy receptivo, logrando que siempre sea el centro de atención, además de ser tan bromista, que Ron creía que lo habia sacado de sus tíos.
Por ello al pelirrojo le costaba irse de misiones, porque no quería dejar a su hijo, ya que él no sabia mucho de su familia, para lo que constataba, en el mundo eran solo su papá y él, también estaba la tía Hannah, pero él sabia que no era hermana de su padre, solo era una amiga. . .
Dejando las oscuras divagaciones de su mente, Ron, luego de ponerse de acuerdo con sus compañeros como operarían aquella noche, en donde se encantarían y demás asuntos respecto a la misión; partió en búsqueda de su hijo, con la rana de chocolate en su bolsillo.
-¡Llegazte!-fue corriendo al encuentro de su papá. Este le estaba esperando al otro lado de la verja del jardín.
-Por supuesto…-alzo a su hijo en brazos y saludo a lo lejos a la maestra-¿y este sombrero tan raro?
-¡No ez lalo!-las orejitas de Hugo se pusieron rojas-lo hice en mi claze…-era un sombrero hecho de hojas de diarios, en donde el niño habia tratado de dibujar un leon.
-Oh perdona, esta lindo…-rió tentado, su hijo se puso muy serio, concentro sus cejas y le miro feo.
-Elez malo…-se cruzo de brazos, era larguirucho, al igual que alguna vez lo habia sido Ron, las piernitas le colgaban, en la posición que el hombre lo llevaba en brazos.
-Ya Hugo…-Ron odia no poder estar serio cuando su hijo se ponía malito-… mira que te traje la rana de chocolate…
Trato pero fue en vano, no podía estar enojado con su papá, además de que adoraba las ranas de chocolates.
-¿La puedo comed…?-puso su cabecita de lado, era muy tierno este chiquillo, a Ron le daba ganas de abrazarlo hasta no poder mas, él nunca habia sido conocido por ser muy demostrativos con sus sentimientos, pero con la llegada del pequeño pelirrojo, aquello habia cambiado bastante. Tampoco era de esos padres, que cada dos por tres estaba pellizcado las mejillas o estando diciendo que los quería en frente de todo el mundo, o llamándolo con sobrenombres extremadamente vergonzosos para un niño, como mi "caballerito especial" o algo por el estilo.
Ron y Hugo se entendían, eran muy parecidos, ambos preferían volar que estar jugando con esos aparatos muggles, o pasear por la playa y tirarse el frisbi… y una de las cosas que mas disfrutaba Ron, era estar enseñándole ajedrez mágico a su pequeño. Aun solo sabia las reglas básicas, pero iba captando la idea, aunque a veces, el padre tenia que repetirle como se podían mover las piezas, fue allí cuando Ron tuvo que armarse de valor, y aprender a ser paciente.
-No, en casa, sabes que es para después de la merienda.
-Mmmbueno…
-¿Y a parte de este sombrero, que hicieron?-Ron le saco el gorro a su hijo y se puso él.
-Je… y puez… dibujamoz y aplendimoz loz numeloz…-dijo entusiasmado-ezcucha… "celo, uno, doz, tlez, cuantlo, emmm a zi… cinco…"-rió orgulloso, a penas Hugo tenia tres años y medio pero era un pequeño muy tenaz.
-Guau… muy bien hijo… pronto sabrás contar hasta el infinito…
-¡Zi!... pelo-de pronto se desanimo un poco.
-¿Qué es lo que sucede?
-Hay una niña que ya zabe contad hazta diez…-concentro sus cejas-… se clee mucho…
-Hugo, no debes decir eso de tus compañeros-sonrió cómplice el mayor.
-Pelo ez muy mandona y… zabe cozaz que nozotloz no y…-sus orejitas nuevamente estaban rojitas.
A el pelirrojo mayor le dio mucha gracia, si bien él habia conocido una personita asi, cuando él era niño, y al igual que su hijo no la quería mucho al principio, pero con el tiempo desarrollo un cariño especial por esa sabelotodo.
-Ja… Hugo tranquilo, ya veras que te llevaras bien con la niña, ¿Cómo se llama?
-Janet. Y yo no cleo ezo papi.
-Bueno si tu lo dices-era mejor no presionar al peque ya que solo seria peor, mejor que nadie lo sabia Ron-ya llegamos.
Entraron al mismo bar, donde siempre tomaban la chimenea para aparecerse en su casa de la playa.
-¡Caza!-entro corriendo el pequeño.
-¡Deja tus cosas en tu habitación peque!
Su hijo se habia perdido por el pasillo hacia su cuarto. Su casa no era muy grande, pero era lo suficiente espaciosa para los dos, contado con cinco ambientes, dos habitaciones, una de Ron y la otra de Hugo, un baño espacioso, una cocina modesta y una pequeña sala, donde habia un televisor, el cual habia costado mucho al pelirrojo entenderlo, pero al fin habia ganado y termino queriendo al trasto muggle. Estaba decorado de una forma sencilla, ya que el pelirrojo no era muy bueno con eso de la decoración, pero tampoco era una casa de locos, tenia todo lo necesario y suficiente para hacer agradable y cómoda la vida de él y de su hijo. Pero lo que mas le gustaban a los dos pelirrojos, eran el porsh que lo tenían lleno de lámparas, con vista al mar, tenían una hamaca paraguaya* donde ambos se acostaban a hablar y mirar las estrellas.
-¡Muy bien Hugo, la leche!-grito Ron, avisando que la merienda estaba hecha.
-Mira que estas hecho todo un ama de casas-Hannah se encontraba recostada en la entrada de la cocina.
-¿Y tu cuando llegaste?
-Ahora…-sonrieron.
-¿Papi….? ¡Tía Hannah!-el niño corrió al encuentro de la rubia, le tenía mucho cariño-¿vienez a melendad con nozotloz?
-Pues si, tu me puedes decir ¿que hace con ese raro sombrero tu padre?-señalo el sombrero de papel que Ron se habia olvidado que tenia puesto, inmediatamente al mayor se le pusieron coloradas las orejas.
-¡Ez mio! Yo lo hice… ¿te gusta?
-Si, seguro que a ti te queda más bonito que a tu padre jajaj-rió por la cara de sarcasmo que le puso su amigo.
-No zeaz mala con mi papá-el pequeño fue a lado de su padre-no le teniaz que decid que le quedaba feo tía.
-¡Ey!...-cuando entendió que su hijo le estaba tomando el pelo, este ya se encontraba sentado en el regazo de Hannah-que graciosillo que eres, ¿eh?
-Zip, zi lo zoy…-le mostró los dientes con la sonrisa que le regalo, haciendo notar que uno de los dientes de adelantes ya le estaba volviendo a crecer.
-Bueno dejemos que molestar a tu padre que nos puede retar… a ver cuéntame que estas haciendo en la guardería…-el pelirrojo le hizo señas a la rubia y ella asistió.
Mientras que Hannah y Hugo se ponian al día, Ron fue a su habitación a preparar sus cosas, como era una misión en cubierto no sabia cuanto tiempo podía estar lejos de casa, pero al igual no podía llevar muchas cosas, lo mejor era la agilidad, y eso contaba con lo ligero que era uno, por ello el Auror Weasley ponía todo lo necesario en su cinturón especial, que tenia distintos compartimientos, un lugar privilegiado para su varita, que estaba a fácil alcance, una pequeño botella de dictamo, polvos peruanos, que su hermano George seguía fabricando, que no sabia que él mandaba comprar para el piso de Aurores de ., un kid de pinzas y orquillas, cosa que también habia aprendido de sus hermanos y un libro de códigos, para poder quebrar cualquier barrera que se encontrasen, si lo vieran siendo tan precavido y preparado, no lo podrían creer. Se puso su capa de viaje y se ajusto al cuello, estaba listo para partir, por lo menos por afuera.
Volvió a la cocina y encontró a su pequeño hijo balanceando sus piernitas en la silla y a su amiga llevando las tasas a la pileta.
-Bueno… yo…
Hugo lo miro, y reconoció la capa, sabia que padre saldría de viaje y eso a él no le gustaba para nada.
-¿Te vaz?-sus ojitos azules se humedecieron.
-No Hugo, no me hagas eso…-se agacho y recibió al pequeño en sus brazos-sabes que a papá no le gusta que te pongas triste, ya veras que será rápido, la tía Hannah se quedara contigo y se divertirán mucho y ni cuenta te darás que no estoy, y para cuando lo notes yo ya estaré de vuelta, ¿si?
-No quielo…-se aferro mas fuerte de su capa, a Ron le partía el corazón que su hijo se comporte asi, ya que siempre era un niño alegre.
-Vamos Huguis… ya veras que los dos nos la pasaremos de lo mejor- a Hannah le entristecía ver como ambos pelirrojos sufrían cuando Ron tenia que irse a una misión.
Hugo no sabia que cosas hacia su padre, pero sabia que era peligroso, ya que una vez habia vuelto con serias quemaduras y desde allí entendió que esos viajes que hacia con esa capa puesta, solo significaban que podía pasarle algo malo y él no quería que nada malo le pasase a su papá.
El hombre alzo al chico y lo dejo en la mesa.
-Prométeme que serás bueno con Hannah-Ron tenía los ojos brillosos-que no le sacas canas verdes a la pobre.
-Te plometo…-dijo bajito, tenia agachada la cabeza. Ron se acerco y beso la coronilla roja de su hijo y se aparto, no quería dejarse llevar por la situación.
La rubia le acompaño hasta la chimenea a Ron.
-Están puesto todos los hechizos protectores sobre la casa, nadie que no sepa donde esta la casa entrara, sabes que nadie pue-
-Puede aparecerse aquí, lo se Ron, ya hemos pasado por esto, estará bien, sabes que lo cuidare hasta que vuelvas-su amigo asistió.
-Muy bien entonces me voy-agarro un puñado de polvos flu y cuando estaba por lanzarlos al fuego, vio a su hijo en la puerta de la sala.
-Plometo que comele la lana dezpuéz de la cena-dijo con los ojos llorosos pero sonriendo. Era su forma de decir hasta luego a su papá.
-Ese es mi peque…-lanzo los polvos y pronuncio fuerte "Ministerio de Magia"
Más que nada este capítulo es para probar como se llevarían con la historia de un padre y un hijo, es obvio que, como todas mis historias, habrá un romance entre mi pareja favorita: Ron y Hermione, pero es de una postura distinta, ¿Cómo reaccionara Herms cuando se entere que Ron tiene un hijo?
María E.
