Mi Calvario
Esa fue la noche más terrible de mi vida. Estaba agotada allí encerrada en la sala de menesteres con todos aquellos que se habían opuesto a la tiranía y a la injusticia del nuevo director. Todos teníamos golpes, heridas, cicatrices, pero hinchado el corazón de orgullo. Hasta nosotros habían llegado los rumores.
"Habías volado en un dragón"
-Vaya, jamás lo creí tan valiente- Decía Parvati
-Yo jamás lo he dudado. Won Won siempre fue más que el amigo de Harry Potter- Le rebatí con ímpetu.
Seamus se acercó a nosotras y me cubrió la espalda con una manta-
-Tienes que cuidarte preciosa. Necesitamos estar fuertes para cuando Harry regrese- me dijo sonriéndome
Yo solo lo miré y le devolví la sonrisa. Desde hacía mucho había notado sus sentimientos por mí, pero mi corazón ya tenía dueño. Tú.
Fue entonces que la puerta secreta se abrió.
-Hola a todos… miren quien llegó- Le oí decir a Neville alegremente.
Todos enmudecimos por un segundo cuando Harry apareció con las ropas deterioradas y sucias. Detrás de él, ella. Ella, que aún con el suéter desgarrado lucia bonita. Pero solo cuando te vi aparecer mi corazón se desbocó.
Todos pusieron su atención a las palabras del héroe. Todos lo miraban casi con idolatría, pero yo solo tenía ojos para ti. Te encontré más alto, te descubrí más hombre. La barba incipiente de tu rostro me hizo suspirar de emoción. Mas, tuve que bajar de mi nube en el preciso instante en que ella te miró. Solo bastó un sutil gesto de su parte y te perdiste en su mirada. Parvati me tomó del brazo en un intento de consuelo y yo a duras penas me rehíce desde el suelo.
Después nos envolvió a todos el torbellino de la guerra. Los profesores lanzando encantamientos protectores, Las estatuas reguardando todas las entradas. Otros organizando la defensa. Harry buscando algo, una cosa que podría derrotar al Innombrable y Tú, que desaparecías por los pasillos junto a ella.
Y me vi sola y desprotegida. Parvati me empujó y ambas nos juramos sobrevivir como fuera. Éramos solo las dos. Solas, sin nadie, sin nada.
Las paredes retumbaban, las protecciones se desarmaban. El fuego y el humo nos quitaban la respiración y poco a poco ganaban más y más terreno. Yo corría lanzando hechizos ya completamente separada de mi mejor amiga. Entonces a lo lejos te vi. Ibas subiendo las escaleras de su mano hacía el séptimo piso. El corazón me latió sangrante Pues quería tenerte a mi lado cuidándome, protegiéndome, amándome. Pero todo eso solo se lo estabas dando a ella.
Los mortífagos invadieron los patios y las luces verdes fueron dando una tétrica sensación de horror. Yo me uní a un grupo y entre todos defendimos el tercer piso. Los invasores eran más poderosos y nos vimos forzados a separarnos. Ellos ganaban territorio y entre ellos uno me aterró. Era una bestia, era un lobo.
Corrí gritando por los pasillos destruidos, las luces a veces me iluminaban el camino. Las arañas gigantes de pronto me cerraron el paso y tomé un atajo en donde una vez había descansado una estatua. Corrí y corrí. Lance maleficios, piedras, palos. Lloraba desesperada, pero el lobo no dejaba de seguirme. A lo lejos sentí un grito, un llamado.
-¡Lavender! ¡Lavender!-
Pero no era tu voz. Era Seamus. Mas, yo ya estaba loca de miedo. Seguí corriendo, bajando escalones, trepando muros rotos, disparando mi varita sin parar. Y el maldito lobo siempre detrás.
-¡RON! ¡RON!- gritaba. Te llamaba, imploraba por ti, pero no venías. Temblaba descontrolada mente, mis manos ya no podían sostener la varita. Mi corazón dolía de terror. Su risa horrenda me aturdía los sentidos y sentía como el sudor helado congelaba mi piel. Entonces… mi varita se cayó.
-¡Lavender! ¡Lavender!- Volvía a escuchar a Seamus a lo lejos, como corriendo hacia mí.
Tropecé y un hedor horrendo me ahogó. Me di la vuelta y ese monstruo ya estaba a unos pasos. Gatee… me arrastré.
-¡RON! ¡RON!- seguía gritando, llorando sin parar. Ya no podía controlarme, el horror me acorralaba. Y ese monstruo me tomó del pelo con su inmensa garra.
-¡NO! ¡Lavender! ¡Lavender!- escuché como un murmullo a lo lejos.
-Bella, muy bella- Oí la voz de la bestia- te disfrutaré al máximo-
Un dolor que nunca pensé conocer fue creciendo por mi cuerpo. Mi cuello era mordido, succionado, desgarrado sin piedad. La sangre se me escapaba, el aire de mis pulmones desaparecía.
-Deliciosa, deliciosa- Él susurraba.
-Ron… Ro…- Mi voz se apagaba, mi vida se acababa. Mis lágrimas se perdían en la nada.
-¡NO!- Escuché poco antes de partir. Vi como ella lanzaba al monstruo lejos, al vacio. Y te vi. Te vi mirarme por un momento y con una sonrisa me perdí en tus ojos para siempre.
Si solo hubieras estado conmigo…
