Disclaimer: Los personajes pertenecen a la inigualable Stephanie Meyer; Créenme que si fueran míos, no estaría aquí escribiendo esto. Sólo lo hago por diversión.

Summary: Cuatro largos meses pasaron hasta que Edward regresara, cuatro meses en los que Bella se retorció de dolor, y sin embargo, cierta persona intenta ayudarla a avanzar ¿Quién será? ¿Serán estos cuatro meses decisivos para que Bella tome alguna solución sobre el curso que seguirá su vida a partir de ahora…?

Crímenes Perfectos.

Capítulo Uno: Reacción.

Tan sólo dos días habían pasado desde que él se había ido, dos de los días más miserables en la vida de la pequeña familia Swan.

Por un lado, estaba Bella. Sumisa en su dolor, demacrada, pálida. No comía, ni bebía, ni se movía. Tan sólo se sentaba en su habitación, mirando fijamente la mecedora que descansaba en un rincón, con los ojos bañados en lágrimas, abrazando sus rodillas con tanta fuerza como su diminuto cuerpo se lo permitía, repitiendo incansablemente su nombre. Edward, Edward, Edward. Una, y otra, y otra vez.

Después, estaba Charlie, más impotente que nunca. Viendo a su hija muriendo en vida, hundida en un estado de inconsciencia total, enloqueciendo lenta y dolorosamente. ¿Qué podía hacer él? ¿Buscar al idiota del ex novio de su hija y obligarlo a regresar? El hombre gruñó para sus adentros, intentando no pensar en eso, mientras volvía a concentrar su atención en el partido. Aun así, no podía evitar escuchar los sollozos ahogados de su hija, repitiendo como una autómata, "Edward, Edward, Edward, Edward."

Charlie suspiró cansinamente, mientras que apagaba con el control remoto la televisión. Espero un par de segundos y se levantó desganadamente del raído sofá, arrastrando sus pies hasta la escalera. Así llegó al cuarto de su hija.

Nada nuevo. Miraba la gastada mecedora como si fuera un objeto precioso, y sin mirarlo al mismo tiempo. "Diablos" pensó Charlie "Parece que viera a ese Edgard sentado en esa anticuada mecedora".

Esto… Bella… - Su padre se aclaró la garganta, sin saber como continuar. Bella desvió por fin la mirada de la mecedora y miró fijamente a su padre. Éste hubiera preferido que no lo hubiera echo, ¡Que rabia le daba ver los normalmente dulces y vivos ojos color chocolate de su hija demostrando tanta agonía, tanto sufrimiento!

¿Si? – Preguntó Bella, en apenas un susurro, casi inaudible.

Charlie miró sus sucias botas de cuero, decidiéndose entre hacerlo o no. Finalmente avanzó, y se sentó a los pies de la cama de su hija, sobre el abrigado acolchado, dedicándole una fingida sonrisa.

Así pasaron los minutos, las horas. Los dos mirándose, sin decir nada, casi sin moverse apenas, respirando acompasadamente, para no arruinar aquel momento privado, aquella conexión silenciosa que nunca habían tenido antes.

Sorprendentemente, fue Bella la primera en abrir la boca, despegando suavemente sus labios, al tiempo que se acomodaba un poco el despeinado cabello castaño. Charlie se quedó atónito cuando ella empezó a cantar.

¿Sentiste alguna vez lo que es tener el corazón roto?

¿Sentiste a los asuntos pendientes volver, hasta volverte muy loco?

Si resulta que sí, si podrás entender, lo que me pasa a mí esta noche… Él ya no va a volver y la pena me empieza a crecer, adentro.

La moneda cayó por el lado de la soledad.

Finalmente Charlie reaccionó, se estiró lentamente sobre la cama, para rozar con sus cansados y callosos dedos la mano de su hija, sosteniéndola y apretándola levemente. Con su otra mano, comenzó a acariciar sus cabellos con torpeza, no estaba acostumbrado ni preparado para una situación de semejante calibre. Bella cerró los ojos con lentitud, disfrutando del taco, inhalando el aroma de su padre, "No puede compararse con aroma de él" pensó, mientras continuaba contando, intentando explicarle a su padre todas las emociones que recorrían su ser… Dolor, frustración, decepción. Más dolor. Rabia consigo misma, por haber creído alguna vez que un ángel como Edward, su maravilloso Edward, su amor, pudiera amarla a ella, una simple y estúpida humana. Su padre la interrumpió, cantando también…

Todo lo que termina, termina mal… Poco a poco.

Y si no termina, se contamina más. ¡Y eso se cubre de polvo!

Me parece que soy de la quinta que vio el mundial 78'.

Me tocó crecer viendo a mí alrededor paranoia y dolor.

La moneda cayó por el lado de la soledad, otra vez, otra vez…

Bella miró a su padre, intentando leer su expresión. Por un momento, deseó abrazarlo muy fuerte, agradecerle ese extraño y simbólico momento juntos. Pero antes de hacerlo, debían terminar la canción… Juntos. Bella centró su mirada nuevamente en la mecedora, al tiempo que una alucinación, un recuerdo de Edward, parecido a un fantasma, le devolvía la mirada desde la mecedora con sus refulgentes ojos dorados, su piel pálida y semejante al mármol, sus profunda ojeras violáceas, luciendo esa sonrisa torcida que tanto le gustaba a ella, antes de desaparecer nuevamente. Charlie acarició la sudorosa mejilla de su hija.

No me lastimes con tus crímenes perfectos.

Mientras la gente, indiferente se da cuenta…

De vez en cuando, solamente sale afuera, la peor manera.

Si resulta que sí,

Si podrás entender lo que me pasa a mí esta noche.

Bella cantó la siguiente frase sola.

Él ya no va a volver y la pena me empieza a crecer, adentro…

Charlie susurró, con un nudo en la garganta:

La moneda cayó por el lado, de la soledad y el dolor.

La moneda cayó por el lado de la soledad.

La moneda cayó por el lado de la soledad, otra vez.

La moneda cayó por el lado de la soledad…

¡La moneda cayó por el lado de la soledad!

Luego de eso, silencio nuevamente. Unos apagados rayos de sol se filtraban levemente por la ventana abierta.

Mira, Bells - Comenzó su padre, parándose – Yo pasé por una situación parecida a esta, cuando… cuando… - Su grave voz se quebró y no pudo continuar.

Cuando Mamá se fue – Terminó Bella, compadeciéndose de su padre. De alguna forma, él lo entendía, pero no del todo… Él pudo seguir adelante, continuar con su vida. Ella nunca podría seguir adelante. "No puedo vivir sin mi vida, ¡No puedo vivir sin mi alma! " Citó en su cabeza, recordando una novela que le fascinaba, Cumbres Borrascosas.

Exacto – Gruñó su padre – Créeme, es difícil… Es duro. Yo estaba sólo, pero quiero que tú sepas que me tienes a mí. Puedes contar conmigo, voy a escucharte cuando necesites un oído, voy a secarte las lágrimas cuando necesites un pañuelo. Y créeme que si llego a toparme con aquel imbécil yo voy a…

Papá – Lo interrumpió su hija, tenuemente sonrojada, mientras las lágrimas comenzaban a deslizarse nuevamente por su rostro. –Entiendo lo que quieres decir. Pero creo que… sólo necesito estar sola. Estaré bien. Lo prometo – Mintió, al tiempo que se contradecía mentalmente. "Nunca estaré bien. Bajo ninguna circunstancia, bajo ningún concepto, si él no está conmigo… No estaré bien."

Está bien – Aceptó su padre – No quiero que vuelvas a llorar por ese… Por ese… - El cerebro de Charlie se esforzaba por encontrar una palabra adecuada para describir a Edward – Canalla. Eso es lo que es. Un canalla. – Bella rió amargamente en su fuero interno por esa descripción.

Necesito tiempo – Murmuró, al tiempo que se recostaba y daba la espalda a su padre – Gracias – Dijo, sinceramente, antes de caer en un sueño profundo e intranquilo, una pesadilla reinada por él.

Charlie caminó apresuradamente para salir de esa habitación. Intentó volver a distraerse con el partido, probablemente habría terminado ya. Pensó en leer el diario, pero la idea no lo atrajo demasiado, y finalmente él también se acostó.

Bella comenzó a sollozar nuevamente, todavía durmiendo.

Iba a ser una larga, larga, muy larga época.

Al otro día, Bella se despertó al escuchar como golpeaban la puerta. Se desperezó, confundida. Frotó sus ojos, tomó el reloj despertador de la mesa de luz, y miró la hora. Las cuatro p.m. Había dormido mucho tiempo.

Los golpes volvieron a sonar, insistentes.

Se vistió con rapidez, sin siquiera fijarse en absoluto en su atuendo, "Alice me mataría si me viera así" pensó, al pasar junto al espejo. Sus ropas ni siquiera combinaban, y la polera le quedaba algo pequeña. Y luego se regañó. "Ella no va a volver…"

Los golpes volvieron a sonar, varios tropezones después, y sorprendentemente sin ningún rasguño, llegó a la puerta y la abrió de un tirón.

¡Tú! – Exclamó, mientras sus labios formaban una pequeña O - ¿Qué haces aquí?

Sí, podría haber escrito un poco más, ¡Pero me apetecía dejarlos con la intriga! Espero que haya gustado este primer capítulo, sé que quedó algo corto, pero es una especie de introducción. En próximos capítulos se verá desde el punto de vista de diferentes personajes, incluido Edward. Si les gusta, y si no también, dejen un Review. Acepto sugerencias, comentarios, etc. Es sólo un clic, ¡Y puede que alguno de nuestros queridos vampiros se aparezca por su casa! :O

Un beso enorme a todos,

Veiio Edwarda Cullen.