Un viajecito.

Ash fue lanzando al suelo, raspando el duro suelo de la caverna que estaba.

Se levantó, sintiendo como una raya de sangre se deslizaba desde su frente, hasta sus labios y hasta finalmente tocar el suelo. Pudo mirar al frente suyo una sonrisa oscura del siempre serio del líder del equipo Galáctico, y detrás de él estaba dos pokemon legendarios.

Dialga, el dios del tiempo.

Y Palkia, dios del espacio.

Con esas cadenas rojas que tenían en sus cuerpos controlándolos.

Ash apretaba fuertemente sus manos, sintiéndose basura en esos instantes, juntos con sus amigos.

Si aún estuviesen ahí.

Giro su cabeza y solo pudo ver dos sombras de cenizas casi juntas. Eran sombras de sus dos amigos y compañeros de viajes, May y Brock, mientras el último intento en vano en proteger a su amiga de los ataques, convirtiéndolos en lo que son ahora.

Pero sus pokemon no estaban mejor.

Es la primera vez en su corta vida la muerte de algún pokemon, ya sea propio, de otra persona o salvaje, pero verlos tirados ahí, como trapos de basura en el suelo muertos ya estaba a un nivel más alto que lo enseñado en la escuela de antes de ser entrenador.

Por lo menos sus pokemon estaban a salvo.

No sabía que su pokedex tenía un sistema de seguridad integrada que, al ser destruido, todos los pokemon que tenía uno encima, encerrado en sus pokebolas, serían teles-transportados al laboratorio que fue entregado o actualizado.

Aún le rompía el corazón la mirada esa mirada de furia y tristeza cuando obligo a su Pikachu meterse en su pokebola para estar en un lugar a salvo, aunque pensaba que sería un plan estúpido viendo la finalización del plan del líder maniático.

La única esperanza que tenía cada ser vivo era Cynthia, la campeona de Sinnoh. Pero no estaba mejor que los demás.

Su Lucario estaba en el suelo, teniendo un hoyo de un puño en el estómago.

Pero su Garchomp estaba mejor pero en el peor sentido.

El pokemon más fiel de Cynthia, el que estaba en su equipo desde una desconocida cantidad de años, estaba llorando agarrando el cuerpo sin vida de su entrenadora, mientras que el cuerpo del pokemon tenía muchas heridas que botaban una severa cantidad de sangre que estaba muy grave. Y aunque este pokemon supiese el movimiento "Teles-transportación", sería una pérdida de tiempo.

Todo estaría perdido, pero hay una luz de esperanza y era el trio de lago, los únicos pokemon que los puede, en cierto modo, controlarlos.

Lastimosamente esa pequeña luz de esperanza solo sería un mal chiste.

Como todos los pokemon, yacían en el suelo muertos de igual manera, intentando e todo su poder en proteger a su elegidos, solamente cayendo en mano.

Ash apretó aún más fuerte su mano ante tal situación que tenía en frente, mientras veía como la realidad se distorsionaba poco a poco, mientras se escuchaba la risa del líder del Equipo Galaxia.

Un portal se abrió al lado de Ash, interrumpiendo sus pensamientos mientras salían dos pokemon legendario que él había visto con anterioridad.

Uno ayudándole a no ser usado como un juguete de un humano.

Y el otro, ayudándole a creer que el ser humano merecía un perdón.

Giratina, el pokemon y dios de Mundo Distorsión.

Y Arceus, el dios que creo todo el mundo pokemon.

Aparecieron después de cruzar el portal, haciendo girar al líder del Equipo Galáctico pero sin perder esa sonrisa tan inhumana que le creció en su cara.

- Humano, has llegado demasiado lejos con tu plan – resonó una voz que se escuchaba en lo más adentro de las mentes.

Pero aún con esas palabras, venidas del mismísimo Arceus, quitaba la sonrisa que tenía Helio.

- ¡Llegas demasiado tarde Arceus, ya casi llega mi gran universo que cambiara está creación tan caótica que hiciste! Ataquen a Arceus – después de dar la orden, los dos pokemon estaban preparando sus ataques para atacar y destruir a su creador, ya que la creación del nuevo universo estaba ya lo suficientemente avanzado para se pueda sujetarse por su misma y atacar a otros objetivos.

Giratina se puso entre los tres mientras que Arceus hablaba con Ash.

"Ash, la creación del nuevo universo ya está muy avanzada, no tengo otra opción que enviarte al pasado, momentos antes que está atrocidad" no respondió Ash, aunque Arceus sabía el porqué del silencio de su mente "Ash…solo as lo correcto que creas" Arceus rodeo con su movimiento a Ash para hacer lo planeado.

"¡Aquí vienen!" grito Giratina, viendo como los ataques de los dos pokemon legendarios fuesen lanzados. Utilizo toda su fuerza y resistencia que tenía, pero fue lanzado de un lado y los dos ataques le dieron a Arceus, haciendo que el movimiento que estaba realizando se saliese de control.

- ¡Arceus! – grito Ash, viendo que en un instante estaba en la caverna para que en otro estuviese en una especie de grieta de luz pasando a alta velocidad.

"Ash, los ataques que me dieron Dialga y Palkia hicieron que tú viaje al pasado se saliese de control. En vez que viajases días atrás serán años. Solamente los sentimientos de los pokemon viajaran en el pasado contigo ¡Esa será la clave!" sin que pudiese decirle algo, la luz se intensificaba a tal punto que tenía que cerrar los ojos.

OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

- ¡Ah! – grito Ash, levantándose de golpe en una cama en una habitación "Arceus, Giratina, Dialga, Palkia" recordó todos esos nombres, sabiendo que no fue ninguna clase de sueño.

Giro su cabeza para ver la habitación que, por muy raro le pareciera, era muy familiar pero a su vez sentía que "No" debería estar ahí.

Estaba en su habitación, en pueblo Paleta

- ¿Q-Qué paso? – preguntó en voz baja, pero no era su misma voz, era una voz…raramente familiar.

Miro abajo y viendo que no era tan alto, salto de un solo salto, pero su vista lo engaño, ya que era más alto que sus ojos le creían.

No cayó al suelo de forma pesada, pero gracias a su confusión no pudo ver la escalera que unía de la cama al suelo.

Se levantó del suelo, masajeándose su cabeza por el leve dolor que tenía, pero se quitó casi de inmediato al saber muchas cosas de este viaje del pasado sorpresivo.

Sus amigos.

Sus pokemon.

Todo se había ido.

Se sentó e el suelo, no sabiendo lo que tenía que hacer en esos instantes. Por primera vez en su vida no sabía cómo estar solo.

Sus pokemon, a diferencia de lo que las personas pensaban, eran como su familia y, cada vez que terminaba una liga, siempre estaba en la granja que tenía Oak mientras pasaba el tiempo con cada uno de sus pokemon, hasta sus 30 Tauros que tenía. Después de que Ash, por palabra de Brock, dijese que ya había madurado, pensó en esa cantidad un tanto absurda del mismo pokemon, pero aun así no los cambiaría.

Ash iba a derramar sus lágrimas al pensar todas esas cosas que hizo y fue desechado a la basura, pero fue detenido por un golpeteo de su ventana.

Alzo la mirada y vio que en la ventana había un pokemon pequeño de color amarrillo en todo su cuerpo con la excepción de una parte de sus orejas, en su cuello y cola, que golpeaba la ventana de forma uy consistente mirando al joven de 8 años.

- ¿Qué hace un Pichu aquí? – pregunto, viendo al pokemon bebe afuera, casi olvidndo la tristeza para llenarse la preocupación de que un pokemon, especialmente uno tan joven y débil, estuviese afuera pasando frio. Abrió la ventana y el pequeño Pichu se lanzó a los brazos de Ash.

- ¡Pichu-Pi! – grito el pokemon con alegría y lágrimas en sus ojos.

- ¿Pichu?...No ¡¿Pikachu?! – el pokemon alzo la mirada para verlea los ojos y asintió ante las palabras de su maestro.

- Pichu, pichu pichu pi – le dijo el pokemon con una sonrisa y apretaba su pequeña cabecita en el pecho de su entrenador.

De ahí, Ash entendió lo que dijo Arceus. Los recuerdos de sus pokemon viajaron al pasado junto con él.

Ash se sentó en el suelo, abrazando a su pequeño pokemon mientras que este suspiraba de tranquilidad.

- Prometo…que lo arreglare.

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Nota 1: como ya vieron el título, está es, digamos, mi adaptación de este fic que, en la categoría de los viajes del tiempo, uno de los mejores que he leído-más específicamente, el segundo que he leído-. En todo caso, si de alguna forma el creador esta leyendo esto, gracias por darme la inspiración. By