CAPÍTULO UNO:

El canto de una sirena


—No creo que sea una buena idea.

—La señorita Mwezi está en lo cierto, señor Stark. Usted está al tanto del daño que puede provocar el ingerir una cantidad excesiva de supresores —informó JARVIS, quien a pesar de sólo ser una inteligencia artificial, se podía percibir la preocupación en sus palabras.

Tony rodó los ojos para fijar su vista en Mwezi. Su cabello azulado estaba húmedo, y la punta de su cola del mismo color sobresalía del agua. Desde que aquella sirena comenzó a ser parte de su vida, habilitó un piso completo de la parte sur de su torre para que así estuviera cómoda. Había unos cuantos sófas rodeando la gran pecera, además de una pequeña cocina y diversas habitaciones.

Mwezi podía estar fuera del agua, ya que su cuerpo se adaptaba y su cola se transformaba en un par de piernas, pero prefería el agua, o al menos eso fue lo que le explicó JARVIS a Tony.

—Tengo que encontrarme con Fury —bufó molesto el genio.

Después de salvar al mundo de Loki y su ejercito realmente pensó que tendría un tiempo de paz, sin embargo, no fue así. Si antes era acosado por la prensa, ahora era mil veces peor, lo único bueno fue que pudo lograr que el publico viera a los vengadores desde una luz más positiva.

Pensó que por fin podría relajarse cuando Nick Fury se contactó con el para así informarle que tenía que ir a una de las cuantas sedes que tenía SHIELD. No le había dicho nada al respecto, pero Tony presentía que el resto de el equipo estaría con él.

Tony se frotó la frente sintiendo como un dolor de cabeza estaba formándose. Había sido difícil, pero hasta el momento había logrado esconder que en realidad era un omega, pero con cada visita que tenía con su equipo la situación empeoraba, y no era para menos, cuando tanto Steve como Thor eran alfas clase 0, mientras Natasha, Clint y Bruce eran clase alta.

Se despidió de JARVIS y de Mwezi para así emprender camino a la bonita —Tony rodó los ojos al pensarlo— reunión. Y aún así mientras manejaba no pudo evitar que su mente viajara al pasado.

A pesar de que los perdió a una edad muy temprana, Tony aun recordaba a sus padres. María y Howard Stark habían sido iconos para la sociedad, y muchos lloraron su muerte. Sin embargo, había una parte en la historia en la que Tony Stark no estaba de acuerdo.

Había amado a su madre, y aun la recordaba con cariño, pero su padre fue diferente. No había sido como las personas decían; era muy distante y eran escasos los días que estaba en casa. Cada día intentaba hacer algo que lo impresionara, que Howard Stark estuviese orgulloso de que su hijo fuese Tony. Lo último que recordaba era como le decía que esperaba que no fuera omega, porque sino, apenas podría recibir migajas de todo lo que él cultivó.

Suspiró cuando se dio cuenta de que había llegado a su destino. No se sentía con el animo suficiente como para enfrentar a Fury, pero aún así ignoró este hecho y entró al lugar.

Como había previsto, el resto de los vengadores estaban ahí. Steve y Natasha estaban uno parado al lado del otro, como ya era costumbre, Bruce estaba alejado, pero lo que si sorprendió a Tony fue ver la lejanía que tenía Clint hacía Natasha, además que, al lado de Thor se encontraba el responsable del desastre de hace unos cuantos meses atrás: Loki.

—Fury —anunció en forma de saludo, con una sonrisa sarcástica plasmada en su rostro.

—Stark, desde mañana los vengadores vivirán juntos en tu torre, y como Loki debe cumplir su condena aquí también se quedará con ustedes para ser vigilado por Thor. —Nick nunca lo diría en voz alta, pero había conversado con el dios del trueno para saber que castigo sería impuesto a Loki. Al saber que lo más probable es que Thor tuviese que vigilarlo sugirió sutilmente que cumpliera su sentencia en la tierra.

Por un momento, Tony juró que vio todo rojo, y sintió como el miedo invadía su ser. Tenía secretos, no sólo Mwezi y su casta, sino muchos más, y estos tenían que ver con su personalidad. "Si esos lunáticos se quedan conmigo lo más seguro es que se enteren", pensó, alterado, sin embargo, no mostró lo que sentía. Sabía que si se negaba solo causaría sospechas, porque siempre hacía alarde de todo lo que tenía.

Sin que se diera cuenta, Clint tenía su vista fija en él, no sabía porque, pero sentía que Stark escondía grandes secretos, y que estos eran importantes, por lo cual, cuando Fury informó que tendrían una reunión con él decidió estar a cierta distancia para así vigilarlo. El leve aroma dulzón que apareció por unos segundos y del cual sólo l se percató cuando el genio millonario se estresó. Esa fue la señal que tomó para comenzar a investigar.

—Bien, esta bien, si no tengo nada que decir entonces me voy. —Ni siquiera respiró, y tan rápido como habló salió del lugar, ignorando el grito de Fury.

Mientras manejaba, sintió como sus manos temblaban. ¿Quién se creía ese tuerto para decirle que tenia que darle asilo a los vengadores? Tony no era estúpido, aunque no lo dijo sólo le basto un par de segundos para llegar a la conclusión de que fueron los superiores de Fury quienes dieron la orden.

Sin embargo, tendría que poner a su mente a pensar un plan, porque sólo faltaba siete días para su celo, y en ese tiempo los supresores no surtían efecto en él.

Apenas llegó a la torre no pensó mucho a donde iría. JARVIS sabía tranquilizarlo, pero en ese momento necesitaba algo más. Sin decir palabra, se acostó en el sofá más cercano a la gran pecera, y esperó.

Mwezi salió a la superficie, lo observó por unos segundos antes de empezar a cantar en un idioma que no comprendía, y aún así, la dulce y melodiosa voz le hacia pensar que la canción era perfecta. Sintió como su cuerpo se relajaba a la par que cerraba los ojos, ya seguro.