LA ESENCIA DEL QUIDDITCH
Por Cris Snape
Disclaimer: El Potterverso es de Rowling.
Esta historia participa en el reto "Olores de Amortentia" del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black".
Después de presentar el primer fic para el reto, protagonizado por Marius Black y su esposa (en mi mente se llama Prudence), me planteé la posibilidad de escribir sobre Isla Black y Robert Hitchens. Realmente quería hacerlo porque la pareja me encanta y disfruto mucho trabajando con estos personajes, pero finalmente llegué a la conclusión de que podía resultar un poco repetitivo escoger a dos Black que, para colmo, fueron repudiados por la familia. Así pues, he puesto a trabajar al muso, le he dado una vuelta de tuerca a mi imaginación y aquí estoy.
Sólo he escrito una vez sobre Oliver Wood y Katie Bell. Fue para otro reto y me lo pasé pipa encerrándolos en el armario, así que creo que es una buena oportunidad para retomar a la pareja. Serán tres capítulos cortos y espero que os entretengáis con ellos y no se os hagan pesados de leer. Y, bueno, después de todo el rollo que estoy soltando, creo que lo mejor es ponerse manos a la obra y empezar de una buena vez con la historia. ¿Os parece bien? ¡Allá vamos!
1
Hierba fresca
¿Qué pasa cuando el chico que te gusta pasa de ti como de alimentar a un escreguto de cola explosiva? Obviamente, te vuelves loca.
No es algo que ocurra de la noche a la mañana. Primero, te sientes avergonzada.
—Me gustas, Bell.
— ¿De veras? Tú también me…
—Eres la mejor cazadora que he visto en años. Será un placer tenerte en el equipo.
Después, llega la indignación.
— ¿No te parece muy raro lo que ha pasado con Harry?
—Maldito Torneo de los Tres Magos.
—Yo no creo que él haya metido su nombre en el cáliz.
—Mira que suspender el campeonato de quidditch.
—Oliver. ¿Me estás escuchando?
—Me cago en…
— ¡Oliver!
— ¿Bell?
— ¡Te estoy hablando, idiota?
— ¿Qué? ¿De qué? Estaba pensando.
—Ya. Olvídalo.
Y, claro está, la tristeza no podía faltar a su cita contigo.
— ¿Te has enterado, Katie? Wood se ha enrollado con Fletcher, de Hufflepuff.
—Fletcher. Pensé que no le gustaba ninguna chica.
—Pues ya ves.
Pese a ser consciente de que Wood es un idiota obsesionado con el quidditch y con menos sensibilidad emocional que ese pazguato de Ronald Weasley, no puedes evitar que te guste. Un montón. Demasiado.
Pasas semanas intentando quitártelo de la cabeza. Te fijas en chicos que son mucho más guapos que él. O más simpáticos, o más inteligentes o más divertidos. Cualquiera te vale siempre y cuando no sea Wood. Pruebas a centrarte más en los estudios o en el quidditch e, incluso, te aficionas a la papiroflexia, pero no obtienes resultados positivos.
Oliver Wood te ha vuelto loca. No hay solución. Por eso, cuando Leanne se te acerca esa mañana y te mira como si se le acabara de ocurrir la mejor idea del mundo, temes que vaya a ser capaz de convencerte para hacer una estupidez.
No andas muy desencaminada.
—Mira, Katie. He pensado que si no puedes olvidarte de Wood. Y, por cierto, no entiendo por qué te gusta tanto si es un cretino y ni siquiera es la mitad de guapo que Cedric Diggory. En fin, si no puedes olvidarte de él, vamos a hacer que se enamore de ti.
— ¿Qué? ¿Cómo?
—Es evidente, amiguita. Un Filtro de Amor.
— ¿Un Filtro de Amor? Creo que no son del todo legales.
—Ya sabes lo que dicen, Katie. En el amor y en la guerra, todo vale.
Y ahí estás, escondida en los lavabos de Myrtle la Llorona e intentando no equivocarte para poder preparar la poción de amor más perfecta que se haya cocido jamás. Sabes que estás haciendo una tontería y que Oliver te odiará cuando se entere de lo que estás haciendo. Aunque, por otra parte, Leanne tiene toda la razón del mundo: Oliver no tiene por qué enterarse.
Te inclinas un poco hacia delante para añadir las alas de mariposa troceadas y te cruzas de brazos. Ya falta muy poco y Leanne anda dando vueltas por ahí, mirándose en los espejos y luchando encarnizadamente contra el grano que le ha salido en mitad de la frente. Tu conciencia insiste en que estás cometiendo un error, pero cuando la poción está lista, sonríes como no has sonreído en mucho tiempo. Aspiras el aroma y cierras los ojos.
— ¿A qué hueles? —Pregunta Leanne con interés.
Tú sólo sonríes, llenas un frasquito con el Filtro de Amor y te pones en pie.
— ¿Te encargas de guardar el resto? Podría necesitarlo más adelante.
—De acuerdo. Pero, Katie. ¿Dónde vas?
—Al campo de quidditch. Sé que Oliver ha estado entrenando en solitario y a lo mejor necesita que alguien le lleve un poco de agua.
Le guiñas un ojo a tu amiga y ella entiende lo que vas a hacer porque se ríe. No esperas a que te felicite por el plan. Sales corriendo y tardas un tiempo sorprendentemente corto en llegar a tu destino.
Efectivamente, Oliver está allí. Guapísimo, subido sobre su escoba, con su pelo castaño oscuro, su cuerpo fornido y su rostro perfecto. Estás a punto de suspirar como la adolescente enamorada que eres, pero logras centrarte en el plan y localizas la bolsa de deporte de tu amado unos metros más allá. Por suerte, su botella de agua está a la vista y la coges porque sabes que nadie está mirando. Te dispones a verter el Filtro de Amor en su interior y, entonces, el olor te inunda las fosas nasales.
Hierba fresca. El primer aroma del que disfrutaste nada más oler aquella poción. Miras nuevamente a Oliver y te dices que todo sería mucho más fácil si él también te quisiera, si le dieras de beber el Filtro de Amor que tanto has tardado en elaborar. Piensas en lo bonito que sería estar con él, besarle y abrazarle, y te das cuenta de que no es lo que quieres. Porque puedes estar loca, pero no tanto.
Por supuesto, deseas que Oliver algún día haga todas esas cosas contigo, que te quiera como tú le quieres a él, pero no puedes hechizarle para conseguirlo. Quieres ganarte su cariño de forma honesta, así que no te lo piensas dos veces y tiras la poción al suelo. Hasta es posible que no la necesites en el futuro.
— ¡Bell! —Su voz te sobresalta—. ¿Qué haces?
—He venido a verte. ¿Quieres un poco de agua?
—Si me haces el favor de pasármela.
Una vez más, el imbécil de Wood no se da cuenta de que le miras con ojos de cordero degollado. Se limita a beber y a retomar el vuelo y tú te quedas muy quieta. Tal vez ya no estés tan loca como lo estuviste unos minutos antes, pero sigues sintiéndote fatal.
¡Malditos sean Oliver Wood y el quidditch!
¿Qué os ha parecido la primera viñeta? Tiene 940 palabras, así que me ha faltado un poquito para llegar al límite. Espero conocer vuestras opiniones al respecto porque, si no lo hacéis, vamos a tener que enfrentarnos a una nueva reposición de "Verano Azul" o, peor aún, "Médico de Familia". Luego no digáis que no os lo he advertido.
