Caminó a toda prisa sobre la avenida temiendo caer en la acera por los charcos de lluvia, miró su reloj de mano un antiguo Omega Speedmaster Professional que marcaba las 12:45.

Estuvo dando vueltas por la ciudad aquella tarde, totalmente agradecida de haber salido con tiempo, sin embargo esta situación era completamente diferente, iba atrasada en su primer caso, después de permanecer encerrada en casa más de un mes, cuando el doctor le dijo que podía trabajar decidió volver a la rutina diaria.

Suspiró con frustración, probando apenas un poco de aquel café barato que había comprado unas cuadras atrás. Aferró su mano al paraguas que impedía que la lluvia le mojara el cabello, mientras caminaba las pocas calles que le faltaban, bebió de un sólo sorbo el resto de su café, tiró los residuos en un bote de basura y continuó el corto camino que la separaba de la escena del crimen.

Corrió a través de aquellas calles solitarias por la hora, intentando no matarse en el proceso. Finalmente comenzó a caminar por los terrenos de Manhattan, respirando con irregularidad. Llegó a la escena del crimen y vio a Ryan y Esposito esperándola.

-¿Y tu auto?-preguntó el detective Esposito al verla llegar a pie.

-Está en el mecánico, los frenos no funcionaban

-¿Y Castle?-inquirió Ryan acercándose a sus compañeros, dejando sola a una joven de no más de treinta años, por la ropa que vestía Kate dedujo que era una de esas chicas que se alquilan de acompañantes.

-Se quedo a escribir un poco-respondió mientras cerraba su paraguas, abandonándolo a la entrada del edificio-¿Qué tenemos?-preguntó cuando su respiración se normalizó.

-Según su identificación su nombre es Peter Grog, 23 años, vive en el quinto piso-señaló con el dedo índice su ventana-Beckett ascendió la mirada al cielo para observar el vidrio roto por el impacto de una bala-parece ser que el asesino no era bueno con el arma-comentó Esposito

-si ya lo veo.

- Nosotros seguiremos peinando la zona-aseguro Ryan caminando hacia los locales cercanos al edificio-preguntaremos si alguien le reconoce con la foto de su identificación-y se marcharon entrando al primer establecimiento.

Kate caminó hasta la entrada del edificio, subió uno a uno los peldaños y se detuvo un momento a tomar un poco de aire

-¿Estás bien?-le preguntó una voz familiar-haciendo que ella girara el cuello para verle, lo miró fijamente a los ojos esperando la explicación de su retardo-alguien no me llamó-dijo recordándole que por primera vez en cuatro años había olvidado llamarle.

-Lo siento-se disculpó rápidamente subiendo otro escalón.

-¿Estás bien?-le preguntó de nuevo, pero ella no respondió, Castle pegó su cuerpo un poco más al de ella, atrapándola en un gran abrazo por la espalda. Kate intentó separarlo, él ante su reacción, sólo dibujo en su rostro una sonrisa de suficiencia.

-Si de vez en cuando duele-dijo respondiendo a la pregunta anterior para que él dejara de abrazarla.

-El doctor dijo que estarías bien, es cosa de acostumbrarse-comentó Castle, posando las manos en su cintura.

-Lo sé.

-No es necesario que finjas-le explicó dulcemente en el oído.

-Sí lo es-le corrigió algo avergonzada por la situación, siguió tratando de separarse, pero le era imposible, no sabía por qué, pero desde que le dio el paro cardiaco ambos se comportaban extraño, como si eso fuera el detonante de sus sentimientos más profundos.

-Castle, déjame en paz-pidió Kate-Ya –Castle sonrió de lado entrecerrando un poco los ojos.

-De acuerdo, te dejo…-replica el escritor-Por ahora -Kate rodó los ojos y soltó un profundo suspiro al tiempo que Castle la tomaba por el interior de las piernas alzándola -¿Acaso no me escuchaste?-pregunto ella enfadada.

-Si lo hice, pero no puedes hacer tanto esfuerzo-Siguió caminando con ella en brazos escuchando sus quejas mientras la llevaba al cuarto piso.

-Bájame- pidió entre dientes.

-Eres muy atractiva cuando te enojas-expuso como si hablase del clima gélido de afuera.

Kate se sonrojó y cerró los ojos con fuerza

-Está bien-dijo ella resignada-Pero quiero que me bajes antes de llegar, dejó de resistirse y le hecho los brazos al cuello al novelista.

-Me parece justo-y la bajó como acordaron seis escalones antes de llegar.

Cuando al fin ambos estuvieron a la misma altura, la detective le agradeció en voz baja, se alejó un poco del chico escritor, colocándose unos guantes de látex.

La continuación viene en el siguiente capítulo es que era muy largo…