Disclaimer: Teen titans no me pertenece
Capítulo 1: Infancia
— ¡Hazlo!
Angustia
Impotencia
Miedo
— ¡No lo hagas, Rachel! — Grita entre sollozos. El filo contra su cuello, y una línea roja que aparece en su blanca piel. La mujer sólo cierra los ojos en un vano intento por detener sus lágrimas.
— ¡No! — Gritas e intentas apretar el gatillo. Pero algo te lo impide.
Superioridad
Fuerza
Satisfacción
...Porque también adoras esa sensación. Después de todo, no es algo malvado, ¿verdad? Una vida por otra. Pero tu madre no es cualquier vida, y en cambio, n isiquiera conoces a ese hombre. La decisión es lógica, sólo hazlo.
Pero, ¿qué hay de las lágrimas? Las de tu madre, por miedo… y las de ese hombre, por la misma razón. ¿quién merece morir? Maldita dualidad. Si tan sólo no existiera. Pero el destino no te ha deparado otro camino, más que ser el producto de la unión entre una gentil mujer y un hombre sin sentimientos. Una humana y un demonio, eh. Ironía de la vida.
Y aquí estás, filosofando en un momento como este. Siempre divagando. No encuentras otra forma de escapar a la realidad… ¡Demonios, Rachel! ¡Esto es serio! Miras de reojo a tu progenitor, despiadado que amenaza con matar a tu madre si no acabas con la vida de ese hombre. Las lágrimas recorren tu rostro, y sin embargo…
Se siente bien, ¿no?
Y gritas. ¿De placer o ira? Sólo gritas, y descargas el arma contra la sien de aquél desconocido, a quien hubieras visto su rostro de no ser por aquella manta.
Desearías haber visto su rostro, y lo sabes…
No quieres discutir ahora. Estás cansada y sólo caes de rodillas. Tu visión se nubla y sólo alcanzas a escuchar vagamente la felicitación de tu progenitor. Y no puedes verla, pero estás segura de que tu madre tiene abierta la boca, asimilando lo ocurrido.
Agradeces quedar inconsciente. Al menos aquella noche no la pasarás en vela. Y al menos, el remordimiento no te acechará las siguientes horas.
…Tampoco la satisfacción.
—Mírala, no se mueve, ¿estará muerta?
— No lo sé, pero si lo estuviera nos haría un favor a todos
— Eso es cierto
Las tres chicas rieron a coro, frente al objeto de sus burlas. La víctima, por su parte, ampara su vista en aquél libro, fingiendo ignorarlas. Sería más creíble si no hubiera pasado los últimos diez minutos en la misma página, mismo párrafo, misma palabra. Ni siquiera leía. Las letras se desdibujaban mientras se mantenía absorta en sus pensamientos.
Son escoria, Nada más que seres inferiores intentado desafiarte. Pero todos son iguales cuando muestras cuán superior eres. Todos lloran, imploran perdón y se arrastran por su patética vida. Hipócritas. Haces bien en eliminarlos, y es tu deber seguir mi legado, hija mía.
— Hey, Chica Cuervo, si vas a dejar de respirar que sea lejos de aquí, sólo estorbas
Es cuestión de sobrevivencia. Sólo los más fuertes merecen vivir. Y admítelo, querida… ansías derramar su sangre.
—¡Ya basta! — Interrumpió una nueva voz—¡Fuera de aquí! — El grupo de chicas obedeció, murmurando su incredulidad al ver que alguien protegía a una chica tan rara.
—Richard— Susurró la pequeña Rachel Roth. Él siempre llegaba a defenderla.
—Siento haberme demorado, Edward me pidió los apuntes y… ¿estás bien? — La chica asintió. — Bien, ¿qué quieres hacer hoy? — Preguntó el chico de cabellos azabaches y ojos azules.
—Parque— Fue lo único que dijo, a la par que se levantaba y tomaba el libro en sus brazos.
—Sabía que lo dirías—Él sonrió— Ha pasado tanto tiempo— Ella asintió— aún recuerdo aquél día como si hubiera sido hace cinco años— Bromeó. La niña asintió una vez más. Ella sabía que no necesitaba decir mucho, y él no ocupaba de muchas palabras: sabía que ella apreciaba su amistad.
FLASHBACK
—¿Eres un ángel? —Dar rodeos no era algo que precisamente lo caracterizara.
—¿Disculpa? —Y aún a tan corta edad, la chica sabía levantar sarcásticamente una ceja con maestría.
—Es sólo, que tus ojos y tu cabello cambian de color. Eres muy bonita— Aquél comentario causó un sonrojo en la niña, quien no supo qué responder. Nunca le habían dicho algo así antes. Efectivamente, los ojos azules de la chica se veían violetas desde cierto ángulo. Y su negro cabello brillaba en tintes morados al ser expuesto a la luz. Obra de su imaginación o una ilusión óptica, el caso es que aquellos rasgos habían llamado la atención del chico desde el primer momento en que la vio. Y entonces supo que debía estar con ella.
—E-estás bromeado—Él se encogió de hombros.
—Sólo digo lo que pienso. Dime, ¿te gustaría ser mi amiga? —Aquello era demasiado. Normalmente los demás huían de ella, así que pasaba todo el tiempo sola… Así es, eso debía ser una broma.
—No necesito tu lástima
—Nada de eso. Yo quiero ser tu amigo porque me agradas. Mi nombre es Richard Grayson, pero puedes llamarme Dick. Bien, es tu turno —Esa actitud era demasiado rara. ¿Qué quería? Optó por seguir leyendo su libro. —Mm hagamos algo, si no quieres decirme tu nombre puedes usar otro… lo aprendí en clases hoy, se llama "psedónimo"
—Pseudónimo
—Eso. Y he decidido que el mío será Robin, porque a mi madre solían gustarle los petirrojos, y ese "pséumonino" me recuerda a ella. Es tu turno.
—¿Por qué haces esto?
—Ya te lo dije: quiero ser tu amigo
—¡Deja de bromear! — La niña terminó gritando y dejó caer su libro —¡Yo no tengo amigos!
—Entonces déjame ser el primero— Y una vez más, el niño sonrió. Rachel no sabía si reír o llorar. Si creerle o no. Pero al final…
—Raven…—Ella recordó todas aquellas veces que veía, desde su ventana, esas aves de negro plumaje, tan libres. Eso era algo que simplemente admiraba— son mis… aves favoritas. Creerás que es raro
—No es raro. Además, ambos tenemos "psedóminos" de aves, tenemos cosas en común, y por eso podemos ser buenos amigos—Él tomó asiento al lado de ella
—S-supongo…
FIN DEL FLASHBACK
—Y te tomó algunos meses el decirme tu verdadero nombre
—Debías pasar la prueba de confianza. Además, tú tardaste más tiempo en decir bien la palabra "pseudónimo"
—¡Pero al final lo logré! — Se apresuró el chico, sonrojado— "Pseudónimo", ¿ves? ¡Lo dije bien!
—Felicidades, debería darte un premio— Ella rodó los ojos, sonriendo levemente.
—Sí, definitivamente lo merezco— Él infló su pecho en señal de orgullo. Ella negó suavemente— Y pensar que fue en este mismo parque… Oh, ¿escuchas? Es el señor que vende helado, iré a comprarlo. Tú puedes adelantarte
Rachel se dirigió a una pequeña colina alejada del bullicio del parque, donde estaba un gran árbol. Era un lugar tranquilo y fresco al que solía ir desde muy pequeña, a leer hasta que la luz del sol se perdiera en el horizonte. Y era justo el lugar donde conoció a Richard Grayson hace sólo 5 años.
Ella nunca entendió cómo un chico tan contrario a ella seguía ahí, y más aún, había sido el primero en hablarle. Con el tiempo entendió, que simplemente había cosas que no había que entender, sólo suceden. Y cualquiera que haya sido la razón, ella estaba agradecida de tener un amigo.
—Tú favorito, de vainilla— Después de entregarle su helado, ambos disfrutaron del mismo. A Richard le gustaba verla comer helado, porque los ojos de su amiga siempre brillaban cuando lo hacía.
Recordó aquellos primeros días en que apenas se conocían—cabe destacar, que era dentro del mismo tiempo en que el chico aprendía a pronunciar correctamente cierta palabra extremadamente difícil—; él descubrió que ella nunca había comido un helado. ¡En qué lugar vivía! Aquél postre era sagrado durante la infancia, al igual que el pastel de chocolate… ¿¡Qué? ¡Ella tampoco había probado el pastel de chocolate! Ni qué decir que la llevó arrastrando a comer ambos postres.
Y el brillo en sus ojos azul-violetas, es algo que nunca olvidaría. El rostro sin emociones de la chica se transformó, y de pronto sólo era una niña normal a la que le gustaba comer dulces. Él se sentía feliz, y por ver aquella sonrisa, siempre llegaba con diferentes cosas que Rachel nunca había probado. Algunas le gustaban más que otras. Al final, ella decidió que el helado de vainilla era su preferido.
Pasaron la tarde como cualquier otro par de niños… Y por normal nos referimos al libro que ella no dejó de leer; y las nubes que él no dejó de ver. Bueno, al menos eso era normal para ellos.
Pero todo buen momento tiene su final, y este no sería la excepción. Llegó la hora de abandonar el parque, así que Richard acompañaría a su amiga a casa. O al menos, lo más cerca de casa que pudiera.
Atravesaron la zona de juegos lo más alejados posible de los niños de ruidosos juegos. Ninguno pensó que un par de niños saliera de entre los arbustos, corriendo y llevando a Rachel al suelo, en su carrera. Desde luego que los pequeños no se quedaron a escuchar el regaño, mucho menos a disculparse.
Por suerte, Dick alcanzó a evitar la caída de su amiga, y durante la maniobra haló del brazo de su compañera, a lo que ella no pudo evitar soltar un quejido.
— ¡Lo siento! —Se apresuró. Rachel sólo levantó su libro y trató de seguir caminando, en un intento porque su amigo no pensara de más— Hey, espera — Tarde. Él ya se había dado cuenta. La pequeña, resignada, no dijo nada cuando su amigo le corrió la manga del suéter, revelando un hematoma enorme que prácticamente abarcaba todo su brazo. Y no era cualquier moretón; eran varios, y además tenían la forma de una mano.
—Dick…
—Dijiste que no pasaría de nuevo— Ella sólo atinó a soltarse y cubrir las marcas con su suéter.
— Vamos a casa, es tarde…— Rachel avanzó, dejando a un Richard de mirada baja e impotencia apretando en sus manos.
— Puedes… escapar— Susurró. La seriedad en la voz del chico la asombró tanto como la propuesta.
—Estás loco
— Si hablo con Bruce…
— ¡¿Qué tú qué!? ¡Prometiste que no le dirías!
— Rachel, esto no puede seguir así
— Es mi padre
— Y mira lo que te ha hecho— Ella no respondió. Él se acercó— Escucha, ambos sabemos que Bruce tiene los medios, y si hablo con él no se negará. Tú y tu madre pueden escapar. Prométeme que vas a pensarlo— Ella asintió.
— ¿Qué hay de ti?
— Iré contigo, por supuesto— Él sonrió levemente, ante la posibilidad de ver a su amiga libre al fin.
Las luces le cegaban y las voces parecían distantes. Mientras las emociones se arremolinaban en su interior, el calor aún se aferraba a su piel. Ni siquiera la fría lluvia parecía calmar el dolor de las quemaduras, aunque no fueran graves. Desde luego sintió la diferencia en el nivel de oxígeno, pero sus pulmones aún no se acostumbraban al exterior, Y aunque su cuerpo no le respondiera del todo; su menta aún procesaba los hechos ocurridos hace tan sólo unos minutos.
Le sorprendía cómo todo se derrumbó de la noche a la mañana, de un minuto a otro. Pero el destino puede ser bastante cruel algunas veces, ¿no?
Recordaba haberse despedido de Richard, luego de haber ido a comer pastel, razón por la que llegó al anochecer a su casa. El vecindario estaba a oscuras, debido a un apagón, y entre las sombras que la vela en su mano disipaba, distinguió la silueta de su madre. En cuestión de segundos, ella sacó un par de maletas que descansaban debajo de la cama y ambas se apresuraban a salir de la casa.
Su padre llegaría tarde esa noche, y el apagón les favorecía. Todo concordaba, todo era perfecto… entonces, ¿por qué tuvo que aparecer de la nada? Esas eran las escenas más confusas, pues pasaron demasiado rápido frente al par de ojos azul-violeta.
El sonido de la puerta abrirse y cerrarse, una voz autoritaria y madre e hija se paralizaron a tan sólo una puerta de haber escapado. La mujer se apresuró a esconder el equipaje y actuar tranquilamente mientras encendía velas y comentaba sobre la falta de luz eléctrica. El corazón de parecía salirse de su pecho y el miedo no le permitía moverse, por eso le sorprendió cómo su madre parecía tan calmada.
Pero una sola mirada hacia una pequeña parte de una maleta arruinó todo. Y pronto Rachel se vio intentando defender a su madre. Ni qué decir que salió despedida hacia un mueble en el intento. Un golpe que no sólo le lastimó la espalda; también causó la caída de las velas encendidas.
Entre gritos, golpes y las llamas devorando ávidamente todo lo que encontraran en su camino. Luego hombres armados que controlaron la situación.
Todo eso en apenas minutos.
Mientras la recostaron en una camilla, puedo ver cómo su madre yacía inconsciente en otra. Y aunque quiso ir con ella, las pocas fuerzas que le quedaban se vieron impedidas por los paramédicos.
— ¡Eres mi hija, Rachel! — Escuchó vagamente. No pudo distinguir si la voz estaba cerca o lejos— ¡Y cuando sea libre de nuevo volveré por ti! ¿Escuchaste? ¡Debes seguir mi legado!
Últimamente el desmayo había acudido en su ayuda en situaciones verdaderamente traumantes. Y esa vez no sería la excepción.
¿Y bien?
Algo corto y ciertamente lo he subido sin antes revisarlo :D Esta es una idea que data de hace... algunos años o-o pero que hasta ahora me decidí a desarrollar, así que no podía esperar más a subirla. Y sí, sé que esto está dramático, pero ¿qué otra forma hay de adaptar una historia sobre una joven mitad demonio?
Oh, y aclarando: sé de la similitud con un one-shot en esta misma página llamado Engaño, de Linda-Ravstar (muy buena escritora, altamente recomendada sin mencionar que la admiro OuO); ella está enterada de esta similitud sin fines de robo, ya que yo he pensado un enfoque muy diferente y libre de plagio ¿qué puedo decir? aveces la inspiración viene después de una lectura emocionante, sólo aclaro esto para evitar problemas.
A final de cuentas, ustedes deciden si la continúo, así que háganmelo saber si así lo desean
Kathy~
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