¡Primer hola relinchoso de 2017, nakamas lectores! Mientras redacto la segunda parte del nuevo capítulo de Aventura en el Antiguo Mundo, aquí os traigo una pequeña precuela de éste para compensar la espera, y de paso, liberar un poco mis deseos de publicar esta nueva idea que surgió de repente (como todo en mi cabeza shishishi).

En este mes pasé por una etapa un tanto estresante que me ha hecho replantearme ciertas cosas sobre mi futuro y mi papel en el mundo. Parte de ellas las estoy consiguiendo entender gracias a la gente que amo y que siempre ha estado ahí conmigo (mi pareja, mis amigos, mi familia, y tres animalitos que son unos grandes nakamas de la vida), y también gracias a vosotros (especialmente a mi escritor nakama y casi sensei FalknerZero, y a la maestra Kaoru Likes One Piece), que me apoyáis en estas locuras de proyectos que salen de mi mente. Muchas gracias por todo ;)

Sin más que añadir, a leer toca.


El apacible mar del South Blue daba la bienvenida a un gran barco cuya vela mayor estaba marcada por el famoso Jolly Roger que portaba un sombrero de paja. Desde que su capitán, Monkey D. Luffy, se había ganado el título del nuevo Rey de los Piratas hacía un año, el Thousand Sunny se había convertido en uno de los navíos más famosos del mundo, aterrando o maravillando a aquellos que reconociesen la enorme cabeza del león o la calavera Mugiwara.

Tras haber pasado unos meses en Raftel, ocultos de los ojos del mundo mientras se recuperaban de la batalla en la que habían apoyado a la Resistencia (ahora conocida como la República Democrática de Red Line) contra el Gobierno Mundial, Luffy y su banda decidieron regresar al océano en busca de aventuras. El hecho de que hubieran alcanzado sus sueños no significaba que su travesía hubiera terminado en absoluto; todavía existían muchos lugares a la espera de ser descubiertos y rivales a los que enfrentarse por la posesión del trono pirata.

Por otro lado, justo después de culminar la guerra definitiva con el antiguo Gobierno, Luffy había declarado sus sentimientos hacia cierta navegante pelirroja, los cuales fueron correspondidos de inmediato aunque también acompañados de algún tortazo a causa de la vergüenza que sintió la joven al descubrir que el idiota de goma del que se había enamorado hacía tiempo, sentía lo mismo hacia ella.

En el año que llevaban como pareja oficial, la relación entre ambos se había estrechado como nunca, aunque no habían dejado de lado sus vicios ni la personalidad extravagante de cada uno, ni mucho menos sus responsabilidades (especialmente las de Nami). Sin embargo, sus nakamas notaron que algo había cambiado en la rutina cotidiana: el capitán y la cartógrafa solían desaparecer por largo rato de la vista de todos, al menos una vez al día; las discusiones, en vez de terminar (casi siempre) con el más que conocido puñetazo de Nami (aunque Luffy no se libraba de alguna que otra dura represalia), ahora culminaba con una sesión de abrazos y besos apasionados, o con una actividad más íntima de la que se habían aficionado con mucho gusto; y por las noches, ninguno de los dos acostumbraba a dormir en sus respectivos camarotes, sino que se retiraban al cuarto de cartografía, a la cámara del tesoro o al puesto de vigilancia cuando a uno de los dos les tocaba pasar la noche en este último.

Con todo, los Mugiwaras eran más felices que nunca y saboreaban cada momento con alegría e intensidad. Y era un día como éstos en el que la vida de la pareja más alocada de los mares iba a experimentar una pequeña aventura de lo menos imaginada.


Como cualquier otro día en el Sunny, la vida de la tripulación más libre de todos los mares era de todo menos normal. Mientras los demás estaban ocupados en sus actividades habituales, Nami salía del cuarto de cartografía con una carta de navegación del South Blue en las manos.

-¿Cuál es nuestro próximo destino, Nami-chan?- quiso saber Robin, que se encontraba leyendo un libro de antropología mientras tomaba el sol en su tumbona.

-Ahora mismo nos dirigimos es la Ciudad de Iris; se trata de una ciudad muy popular en este lado del South Blue, ya que cuenta con algunas de las fábricas de cristal más importantes en Paraíso, además de un lujoso balneario del que sólo hablan maravillas.

La pelirroja comenzó a fantasear con pasar la tarde bañándose en las deliciosas aguas térmicas y recibiendo las más exquisitas atenciones por parte del servicio. Pero poco le iba a durar aquella relajante ensoñación, pues cierto moreno con cuerpo de goma hizo acto de presencia enroscando su cuello alrededor de los hombros de Nami.

-¿Ciudad de Iris?- preguntó Luffy, excitado por saciar cierta duda sobre la nueva dirección de su ruta- ¿Y allí habrá muchos restaurantes?

-AAAARRRGG- chilló Nami sobresalta, para acto seguido pellizcar con fuerza las mejillas su impertinente pareja- ¿Cuántas veces tengo que decirte que- no- me- asaltes- ASÍ DE REPENTE?

-Auch, auch, auch, auch. Ferpóoooooon, Amiiii (perdóoooooon, Namiiii).

-Bah- la joven, aún fastidiada, aceptó su disculpa y lo soltó sin mucha delicadeza- Por supuesto que habrá restaurantes, Luffy; y otros tantos locales donde te podrás hartar de carne.

-¡¿En serio?!- el chico, sonriendo de oreja a oreja, desenredó su garganta y transportó su cuerpo como un tirachinas hasta donde se encontraban ambas mujeres- ¿Nos queda mucho para llegar?

-Si no ocurre ningún percance, estaremos allí en una hora.

- ¡Genial! OIII CHICOS- advirtió el capitán Mugiwara a voz en grito a sus nakamas- PRONTO ARRIBAREMOS EN LA CIUDAD DE IRIS.

-¿Tienes que decirlo chillando como si tuvieras un audífono metido en la garganta?-le espetó Zoro mostrando una dentadura afilada; sintiéndose molesto porque su irritante capitán le había interrumpido la quinta sesión de entrenamiento.

-¡Sip! Shishishishi.

-Te compadecemos, Nami- comentó Ussop, el cual estaba en el jardín atendiendo sus plantas mortíferas- ¿Cómo haces para aguantarlo día tras día?

-Del mismo modo que lo he hecho durante los tres años que llevo en esta tripulación.

-¿Aguantarme? ¿Acaso peso mucho, Nami?- intervino Luffy, mirando a la muchacha entre confuso y preocupado- Nunca te has quejado sobre eso cuando hacemos...

PAAF

El poderoso puño de la cartógrafa mandó a volar al Rey de los Bocazas hasta la otra punta del césped, provocándole un chichón del tamaño de una calabaza.

-NO HABLES EN PÚBLICO DE NUESTRA INTIMIDAD, IDIOTA- lo regañó ella hecha una furia.

-Fufufufufu, qué tiernos- murmuró Robin entre risas.

-¡Y tú no te rías!- contestó la aludida a la morena, claramente ruborizada y sin dejar de mostrar una expresión aterradora.

-Maldito gomoso suertudo de mierda...- susurró Sanji mientras un reguero de lágrimas brotaba de sus ojos como dos cascadas, que por fortuna no cayeron sobre las brasas donde estaba asando unas brochetas con salsa.

Entonces Luffy, que había aterrizado cerca de él, ladeó la cabeza con gesto confuso.

-¿Suertudo yo?- le preguntó.

-Sí, tú tienes a una de las mujeres más hermosas del mundo durmiendo contigo todas la noches, y yo estoy tan solo...

-Y eres el único al que Nami-san le permite ver sus panties- se escuchó decir a Brook, que estaba apoyado en la baranda, tocando una melodía relajante-Yohohohohohoho...

La enérgica risa del esqueleto quedó silenciada por una poderosa descarga eléctrica del Clima Tact de la pelirroja. Pero Luffy, ignorando el comentario del bardo, decidió (para su desgracia) corregir al cocinero sobre cierta cuestión.

-Nami y yo no sólo dormimos, nos gusta hacer el amor antes de acostarnos, shishishishi... UAAAAH- pero el chico se vio obligado a callarse para esquivar el torbellino de patadas llameantes que cargaba contra él.

-Y PARA COLMO ME LO RESTRIEGAS POR LA CARA, MALDITOOOOO.

-Tranquilo, Hemorragias, siempre puedes recurrir a convertirte en okama- sugirió Zoro al rubio con una cruel sonrisa, decidió a meter aún más el dedo en la herida.

-AAARRRG ¡Eso sí que no te lo perdono, marimo!- con una vena a punto de reventar en su sien, Sanji dejó a un Luffy maltrecho por un Premier Hache y dirigió sus ataques contra el espadachín- ¡Además tú me quitaste cualquier posibilidad que tenía con Robin-chan!

-¡Jódete, pervertido!- respondió el peliverde al tiempo que detenía las patadas con sus katanas.

-YO TE MATO.

-Y YO TE MATO, TE ENTIERRO Y LUEGO TE DESENTIERRO PARA VOLVERTE A MATAR.

Nami y Robin observaban el espectáculo en silencio: El temido Rey pirata se encontraba tendido en el suelo, completamente derrotado por la paliza de Sanji; éste y Zoro se enzarzaban en una tormenta de estocadas de espada y piernas de fuego voladoras; y Brook había quedado tan calcinado que sus huesos habían perdido cualquier signo de blancura. La navegante suspiró con fastidio, y la arqueóloga sonrió divertida. Aunque ahora ambas estaban felizmente emparejadas, la locura jamás iba abandonar su vida diaria.


Una hora más tarde, tal y como Nami predijo, el Sunny vio asomar la gigantesca ciudad en el horizonte. Los edificios conformaban grandes bloques de apartamentos y lindas casitas con jardín, todas ellas decoradas en sus fachadas y en sus jardines con los más variados colores. Parecía que un arco iris se reflejaba sobre el lugar, tiñéndolo por entero con sus bellos pigmentos, lo cual daba a entender el origen de su nombre.

Como de costumbre, los Mugiwaras anclaron su barco lejos del puerto y se dirigieron a su nuevo destino: las calles disponían de amplias aceras embellecidas con decorados urbanos de cristal policromado: las macetas, las esculturas, las fuentes y hasta los bancos habían sido creados con aquel material. Por la carreteras pasaban pequeños automóviles elevados sobre tres ruedas y por motocicletas de aspecto peculiar: su diseño recordaba bastante a un waver, dotado de una plataforma de acero pulido (en lugar de madera) desde la que se manejaba el manillar de pie; por otro lado, tenía la diferencia de que no se encontraba tan a ras del suelo, y disponía de una tercera rueda de pequeño tamaño en uno de los costados, que servía como apoyo en las curvas, lo que daba a entender que su control al girar sería casi imposible sino fuera por aquel ruedín auxiliar; pero a pesar de todo, era un objeto bastante elegante y que parecía confortable de conducir.

-Ooooooh- chilló Luffy entusiasmado en cuanto se fijó en las motocicletas- ¡Qué wavers tan geniales!

-¡Son SÚPER cools!- le acompañó Franky haciendo su característica pose con sus brazos mecánicos.

-No son wavers- los corrigió un ciudadano que paseaba cerca de ellos- Son motocicletas irisianas y son mucho más rápidas y potentes por tierra que uno de ésos.

-¡OOoooh!- tal era la emoción de Luffy que sus ojos se volvieron estrellitas palpitantes- Oi, Franky, Ussop, vamos a por una de esas.

PAAF

-AUCH- el moreno, dolorido, se llevó las manos a la cabeza y se giró hacia su novia-¿Por qué me pegas, Nami?

-Porque no entiendo cómo se te ocurre comprar un trasto así cuando no puedes utilizarlo en el agua; y además no tienes ni idea de conducir.

-Tiene razón- asintieron los demás, totalmente de acuerdo con la pelirroja.

-Aaarrg. ¡No es justo!

Ignorando las pataletas infantiles de Luffy, Nami les tendió su parte de paga a cada tripulante y se fueron cada uno por su lado. Aquella tarde, los Mugiwaras disfrutaron de una velada muy satisfactoria: Luffy agotó las reservas de carne de todos los locales que encontró a su paso, y cuando se gastó su paga, se dedicó a recorrer la ciudad saltando de tejado en tejado y estirándose para llegar a los edificios más altos; Zoro pudo conocer todos los rincones del lugar gracias a su pésimo sentido de la orientación; Ussop y Franky visitaron varias tiendas de tecnología y herbolaria; y Brook se contentó con disfrutar de una buena taza de té mientras vigilaba el Sunny.

Por su parte, Nami y Robin recorrieron las calles en compañía de Chopper, el cual cargaba en su forma Walk Point una docena de bolsas de ropa de marca, y otras cinco con ingredientes medicinales y algunas nubes de azúcar. Cuando ya caía el atardecer, el trío decidió regresar al barco y así las chicas disfrutarían probándose los conjuntos recién adquiridos hasta la hora de cenar.


Mientras cruzaban una de las calles principales, las chicas Mugiwaras y el reno observaron que en la acera había un tenderete que atendía a dos pares de personas que parecían ser parejas; sobre él, se encontraba levantado un gran cartel en cuya inscripción se leía:

V CONCURSO DE PAREJAS DE IRIS

Demostrad tu alma gemela y tú cuánto confiáis el uno en el otro

ganando un extraordinario premio

-¿Le gustaría apuntarse, señoritas?- les preguntó sonriente el chico responsable del tenderete, quien estaba registrando a las parejas aspirantes.

-No, gracias- le respondió Nami sin aminorar la marcha; los concursos populares de ese tipo le parecían una tontería.

-¿Estás segura, navegante-chan?- le preguntó Robin, que se había quedado atrás para informarse más sobre el evento.

-Pues claro, es una estupidez.

-¿Te has fijado en los premios?

La pelirroja se giró hacia su amiga con el ceño fruncido; estaba deseosa por llegar a su habitación y probarse sus nuevas prendas cuanto antes.

-¿Y qué hay con eso?- la regañó.

-Sólo el primer premio incluye 90 000 berries.

Nami se detuvo en seco, asimilando lo que acaba de oír. Se paró tan de repente que Chopper tropezó con ella y tuvo que maniobrar con su cornamenta para que no se le cayeran los paquetes que colgaban de ella.

-90... mil...- Nami retrocedió rápidamente mientras se le dibujaba una resplandeciente sonrisa en el rostro- ¡Explícame más sobre ese maravilloso concurso!

Chopper se cayó de espaldas al escuchar aquéllo, era increíble lo avariciosa que podía la navegante a veces, aún cuando tenía su cámara del tesoro tan repleta de oro y joyas que podía ahogar a alguien en ella.

-¿Han cambiado entonces de opinión?- dijo el encargado, que ya había atendido a las cuatro personas anteriores.

-Yo sí que deseo apuntarme- se adelantó Nami, con los ojos convertidos en cegadores luceros que obligaron al chico a apartar la vista.

-Muy bien... Se agradece que los turistas también participen; el Concurso de Parejas de Iris es uno de nuestros eventos más famosos e importantes del año, de ahí que los tres primeros premios sean tan cuantiosos. Muchas personas viajan hasta esta ciudad sólo para ingresar en el evento, o incluso para presenciarlo únicamente.

Dicho ésto, el joven le entregó a Nami un folleto y un papel.

-Le recomiendo que lea primero las reglas del concurso. Aquí también está la solicitud de firma para acceder.

En cuanto tuvo los papeles en su mano, la cartógrafa observó en que en la parte inferior, donde debía redactar su firma, se exigían dos de éstas en lugar de una.

-¿Por qué hay dos espacios para firmar?

-Bueno, es un concurso de parejas; obviamente, también su media naranja debe dar constancia de que va a ingresar al evento con usted.

Nami no se esperaba aquello, aunque por otra parte, tenía sentido tratándose de una participación conjunta; sin embargo, no tenía tan claro que su compañero quisiera participar en un concurso que no incluyese pruebas de alto riesgo o de lucha.

-¿Puedo firmar en nombre de los dos?

-No lo creo, señorita, debemos disponer del permiso individual de cada uno.

-Oh... de acuerdo. Bueno, no sé por dónde estará ahora...

-Puede llevarle el papel para que lo firme y luego me lo entrega. El plazo para registrarse termina mañana, pueden presentarse hasta entonces.

-Muchas gracias.

La chica caminó hacia Robin y Chopper con los hombros hundidos y suspirando contrariada, le dolía la idea de perder la oportunidad de ganar semejante cantidad de dinero por la tozudez de Luffy.

-¿Qué ocurre, Nami-chan?- le dijo la arqueóloga- ¿No estás contenta por entrar en el concurso?

-Necesito que Luffy también firme la solicitud para poder participar.

-Bueno, eso es lógico. Es "cosa de dos", fufufu.

-Oh, cállate...- contestó la pelirroja dejando caer un reguero de lagrimillas por sus mejillas- No sé cómo lograré convencer a ese cabezota para que participe en ésto sin antes chantajearlo con un banquete o algo similar.

La joven ya se veía gastando buena parte del tesoro Mugiwara en cientos de bandejas de carne en alguno de los restaurante más caros de la ciudad, sólo para que su novio accediese a participar.

-¿Has mirado de qué tratan las pruebas?

-Todavía no.

-Echemos un vistazo pues.

En el panfleto encontraron información sobre las mismas; y a medida que iban leyendo, a Nami se le iluminaba más la mirada: El evento consistía en cuatro retos de distinto tipo; la primera se trataba de conseguir la máxima cantidad de puntos a través de una competición de saltos; la segunda era una prueba de exhibición de habilidades conjunta; la tercera, una carrera de motocicletas irisianas que exigiría una "importante demostración de amor"; y la última, constituía un simple reto de preguntas.

-Las tres primeras requieren habilidades físicas, ¡Luffy no puede negarse a eso! Aunque en la carrera de motocicletas, será mejor que maneje yo.

-Qué bien, navegante-chan. Al final tendrás posibilidades de ganar ese premio.

-No es que tenga posibilidades...- los ojos de Nami se ensombreció tras el anaranjado flequillo por un instante, para acto seguido asomarlos en forma de símbolo de Berry al tiempo que esbozaba una sonrisa siniestra- ¡Esos 90 000 berries serán míos, jajajajajaja!

-Nami a veces da miedo cuando se trata de dinero- susurró Chopper, encogiéndose debajo de las bolsas de ropa.


Minutos más tarde, cuando estaban a punto de llegar al lugar donde habían atracado el Thousand Sunny, el renito se acercó a Robin con aire curioso.

-No entiendo el sentido de este concurso- comentó- ¿Se trata de un ritual de apareamiento humano con un incentivo económico?

Ante aquella pregunta, Nami no pudo evitar sonrojarse al imaginar lo feliz que la haría alcanzar el primer puesto con Luffy (con quien no dudaría en celebrarlo con una memorable velada nocturna).

-Pues ahora que lo dices, Chopper- respondió Robin con una sonrisa divertida- Podría decirse que es algo parecido: Si se hacen con ese premio, Luffy habrá cortejado a su futura reina como Oda manda. Fufufufufufu.

-UN DÍA DE ÉSTOS ME LAS PAGARÁS, ROBIN- espetó Nami a sus dos nakamas enseñando unos colmillos de cocodrilo, aunque con ésto con consiguió ocultar el rubor que teñía su rostro.


La noche ya se encontraba muy avanzada cuando los Mugiwaras habían terminado de cenar y se retiraron a sus respectivas alcobas; todos excepto su capitán y la navegante. Mientras comían en la cocina, Nami le había susurrado a su compañero que tenía una importante sorpresa para él en el cuarto de cartografía; y el inocente Rey pirata, pensando que se trataba de un novedoso y excitante encuentro sensual (el líder Sombrero de Paja se había aficionado al sexo con la pelirroja casi tanto como a la comida), accedió sin protestar.

Sin embargo, cuando el chico entró en la solitaria habitación, Nami no le estaba esperando desnuda, ni siquiera vestida de manera insinuante; sino que se encontraba sentada junto al escritorio, observándolo con ojos calculadores.

-Oi, Nami- comentó él entre decepcionado y confundido- ¿No dijiste que querías darme una sorpresa?

-Oh, sí, amorcito- le respondió ella sin variar su mirada gatuna- Verás, tengo una gran noticia que darte.

Oh, no...; pensó Luffy mientras varias gotitas de sudor caían por su rostro; Cuando Nami me llama así, es que tiene pensado hacerme algo malo.

-¿De qué... se trata...? ¿No me irás a castigar por haberme gastado ayer un poco del tesoro sin tu permiso para comprar carne, verdad?

-Pues claro que no... ¿QUE HICISTE QUÉEEEE?

Un repententino y potente temblor sacudió la estancia, en cuyo interior ahora se encontraba un Luffy maltrecho a causa del fuerte puñetazo que le había propinado su novia.

-Auch...

-Ya hablaremos de ésto más tarde- dijo ella con el puño aún humeante- En realidad quería hablarte de otro asunto: Esta tarde me he encargado de apuntarnos a ti y a mí en un concurso cuyo premio vale 90 000 berries.

-¿Un concurso?- preguntó el Rey pirata, sacando fuerzas para erguir su golpeada cabeza.

-Así es, es un evento para parejas. Consiste en cuatro pruebas que requieren de tu habilidad física y de mi inteligencia.

-No sé. Mmmmm, parece un poco aburrido...

-Uno de los retos es una carrera de motocicletas irisianas; y además, si ganamos, te prometo un banquete de carne especial sólo para ti.

Al oír ésto, Luffy se levantó de un salto y apretó las manos entusiasmado.

-¡¿Motocicletas!? ¿De verdad podremos montar en una de esas cosas tan geniales?- su mirada se iluminó hasta el punto de que sus ojos se transformaron de nuevo en estrellitas- ¡¿Y una cena de carne especial?! YAHOOOOOO.

-Por supuesto- sentenció sonriente la cartógrafa, satisfecha por haberse salido con la suya de nuevo.

Aunque no me libro del pecado de derrochar tantos berries en comida; se lamentó por un momento.

-¿Entonces cuento contigo para participar en ese concurso, capitán?

-Cuenta conmigo, Nami. Shishishishishi.

Poco después, Luffy firmaba el espacio en blanco de la solicitud con un garabato que parecía haber sido trazado por un niño de siete años; y luego fue suavemente guiado de las manos por la navegante hasta el sofá de la habitación, al tiempo que ésta lo miraba con aire seductor. Entonces el capitán Mugiwara comprendió, sonriendo de felicidad, que aquélla iba a ser una noche interesante después de todo.