PHINEAS Y FERB PERTENECE A DAN POVENMIRE Y JEFF "SWAMPY" MARSH


Phineas habría dicho "¡Oh, estás aquí, Perry!" cuando el ornitorrinco apareció sentado en el sillón tras horas sin dejarse ver por la casa. Ferb sólo se lo quedó mirando y volvió a fijar la vista en las páginas del libro que sostenía en sus manos.

Podían oír las indicaciones que su madre le daba a Phineas mientras él la ayudaba a hacer una tarta de queso en medio del silencio del salón de estar. Candace estaba en su habitación gastando una fortuna en llamadas a Stacey y Jeremy, y su padre estaba en el garaje comprobando el estado de la pintura que guardaban desde hacía años.

Perry dio unas vueltecitas alrededor de sí mismo, se volvió a sentar y soltó un gruñido. Ferb apartó la vista del libro, que terminó cerrando y dejando encima de la mesa. Se inclinó sobre el onritorrinco y le acarició el lomo. Perry entornó los ojos, sin parecer molesto, sino todo lo contrario.

Ferb se preguntó qué había estado haciendo hoy. Él y Phineas habían construido un carrusel que habían disfrutado con los niños del barrio hasta que lo donaron a un parque de atracciones cercano que se había interesado por él (para disgusto de Candace, que otra vez había llegado tarde para delatarlos a su madre), pero ¿qué hacían los ornitorrincos? Aparte de comer, dormir y "descargar residuos". Para ser un ornitorrinco no hacía gran cosa. Había visto ornitorrincos en documentales que hacían mil veces más cosas que él.

Aún así, se hacía querer. No en vano, era su mascota. Su ornitorrinco.

Perry comenzó a menear su cola de castor con gusto. Ferb siguió con su cara de palo, pero sonrió por dentro.

- ¿Sabes, Perry?-le dijo al animal-. Ojalá hubieras probado el traductor de animales. Habría sido interesante saber qué haces durante el día.

Perry lo miró con sus ojos desviados.

- Tal vez podamos crear una réplica...O cumplir el deseo de algunas fans de verte convertido en humano.

Ferb lo pensó durante un momento y se rió silenciosamente.

- Imposible. En fin...Me gustas tal y como eres: peludo y silencioso.

Perry gruñó y se recostó junto a él. Ferb lo apretó contra sí y encendió la televisión.

Perry suspiró aliviado. Cuando a aquellos chicos se les metía una idea en la cabeza, podían ser muy insistentes. Menos mal que el fantasioso del grupo era Phineas y Ferb era mucho más realista. El secreto de la Agencia estaba a salvo un día más.

Estaba tan a gusto así...Aquella tranquilidad compensaba un duro día de misiones.

Un dulce olorcillo a tarta comenzaba a deslizarse hacia el salón y ambos esperaban impacientes a que Linda y Phineas terminaran para ponerle la mano encima a aquella delicia.


FIN