Summary: Isabella es una judía que intenta escapar de Alemania con su familia luego de la llamada "La noche de los cristales rotos" durante la II Guerra Mundial. Esta es la historia de lo que le sucede en el proceso.
Disclaimer: Todos los personajes son propiedad de Stephenie Meyer, a excepción de algunos que son de mi autoría. Algunos de los apellidos de los personajes han sido cambiados para que tuvieran mayor sentido en la historia.
ADVERTENCIA: No soy historiadora ni nada por el estilo, todas las referencias históricas las saqué de mi cuadernola de historia de la secundaria y Wikipedia, por lo que podrán imaginarse que no es perfecta, sin embargo, intenté hacerlo lo más fidedigno a los hechos posible. Espero haberlo logrado. Y pido sinceramente que me digan si algún dato está mal.
Su nombre era Isabella Swan, tenía 19 años y parecía una chica corriente e inofensiva. Era alta, pálida, con cabello y ojos marrones, simple pero bonita. Su único crímen: el ser judía. Había sido judía desde el mismo momento en que había nacido, y nunca había sido un problema para ella, hasta 1933, el año en que Adolf Hitler, también llamado Fürher ascendió al poder en Alemania. Isabella solo tenía 14 años en ese entonces. Hitler sostenía que la raza aria era superior, y se oponía al pacifismo, al comunismo y al pueblo judío. En ese entonces habían 500.000 judíos en Alemania, y fueron señalados por la propaganda nazi como un enemigo interno. Se los culpó de la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial y las dificultades económicas que se sufrió en el país después de ésto. Hitler proclamó en repetidas ocasiones su deseo de que Alemania quedase "libre de judíos" y los hizo víctimas de políticas antisemitas, como por ejemplo el boicot de negocios judíos requerido por Hitler y ejecutado por las SA o Sturmabteilung. Éste boicot afectó enormemente al padre de Isabella, dueño de una tienda de venta y reparación de zapatos de cuero. Charlie Swan era un hombre muy querido y respetado en la sociedad, su esposa había muerto cuando su hija tenía cuatro años y él sólo la había criado, brindandole la mejor educación. Aunque Charlie Swan no era un hombre rico, se podía decir que estaba bien acomodado, ya que su negocio le daba buenas ganancias, suficientes para mantener a Bella, como él la llamaba cariñosamente y a Alice, su sobrina que vivía con él desde que su hermano y su esposa murieran en 1928, cuando la pequeña Allie solo tenía 7 años.
Estaba cursando el año 1938, y Charlie se encontraba en la sala de su casa junto a su hija, su sobrina y la institutriz de éstas, la señorita Aronovitz, a la cual las chicas llamaban por su nombre de pila: Rosalie. Se había visto obligado a contratarla en 1935 a raiz de que el Fürher pusiera políticas contra la educación de los judíos. La señorita Aronovitz era muy jóven, tenía 25 años y había tenido que salir a trabajar cuando su padre fuera asesinado de un tiro en plena calle por discutir con un oficial nazi, y su prometido, un alemán no-judío la dejara por haberse prohibido el matrimonio entre judios y alemanes. Charlie sabía que él estaba muy enamorado de ella y ella de él, pero no podían pelear contra las circunstancias del momento. Rosalie vivía con ellos y ya la consideraban como un miembro de la familia, al igual que a Aiala, la cocinera que también se encargaba de la limpieza.
Charlie estaba muy concentrado leyendo el periódico, y las chicas estaban junto al fuego con gruesos libros, Charlie imaginaba que serían esas novelas románticas que tanto disfrutaban, cuando se oyeron ruidos provenientes del exterior. Se asomaron a la ventana y vieron a varios oficiales agrediendo a una gran cantidad de civiles, que reconocieron como judios por verlos siempre en la sinagoga. También vieron a varios de sus vecinos no-judios con palos de madera, destruyendo las vitrinas de los negocios judios. Inmediatamente se asustaron y Charlie les dijo - Chicas, a sus habitaciones, tomen una maleta y metan solo lo más escencial, tenemos que salir de aquí. Avísenle a Aiala que haga lo mismo. ¡Rápido, muevanse! - Y enseguida salieron disparadas hacia sus respectivas habitaciones, a excepción de Bella que fue a la habitación de Aiala, tocó la puerta y sin esperar una respuesta, entró - ¡Rápido Aiala, toma una maleta, pon las cosas más necesarias que nos vamos de aquí! - dijo.
- ¿Pero qué sucede señorita?
- Afuera, soldados, oficiales y civiles ¡nuestros propios vecinos! están rompiendo los comercios judíos, e incluso creo que han entrado en algunas casas. Los oficiales les están pegando a los nuestros con palos, ¡incluso a las mujeres! ¡Rápido! Cuando termines baja a la sala - Y diciendo esto Bella fue corriendo a su habitación. Sacó la maleta que su padre le había regalado para viajar a Polonia a visitar a su abuela unos años antes de arriba del armario, la abrió y la depositó abierta sobre su cama, mientras abría el armario y sacaba lo escencial: vestidos, polleras y blusas, ropa interior, medias de abrigo, dos pares de zapatos, dinero que tenía escondido de cuando había cuidado a los hijos de los Shmidt el verano pasado y todas sus joyas. Tenía la impresión de que cuando se fueran no iba a volver a su casa, por lo que tomó una fotografía de su madre que tenía enmarcada en su mesa de luz, y otra de sus abuelos y también las metió. Luego fue corriendo al baño para buscar sus artículos escenciales de aseo, los guardó y cerró la maleta. Luego se acordó y tomó sus documentos, su pasaporte, se puso su abrigo y sombrero y le dio un último vistaso a su cuarto, en el cual había dormido toda su vida y cerró la puerta, dirigiendose a la sala.
Cuando llegó a la sala, Rosalie y Charlie ya estaban ahí. - ¿Llevan sus documentos? - Preguntó. Los demás asintieron. En ese momento Alice y Aiala con sus maletas y abrigos puestos. Todos se miraron entre sí. - ¿Y ahora qué? - Preguntó Alice. El escandalo de gritos y vidrios rompiéndose era tal afuera que apenas pudieron escuchar lo que dijo.
- Bien, acerquense - apremió Charlie - Vamos a salir por la puerta trasera, de ahí vamos a saltar el muro, cayendo en el callejón. Tenemos que fijarnos que nadie nos siga, y nos metemos en el garage de los Weschler. De ahí intentaremos llegar sin ser vistos a la carretera que conduce a Numid, el pueblo en el que viven los Kierszenbaum, esperemos que allí la situación sea mejor. Llegaríamos en dos días, por eso empaqué un poco de comida y agua para el trayecto. Escuchenme - dijo mirando el rostro de cada una de las mujeres que estaban presentes - quiero que si me pasa algo a mí, continúen ustedes. - Cuando vio que Isabella y Alice iban a protestar dijo - No me importa lo que digan, yo ya estoy viejo, ustedes continuen.
- También continúen sin mí si algo me sucede, o si me atrapan - dijo Aiala - Ya tengo 58 años y no creo que pueda correr tan rápido como ustedes, no quiero que los atrapen por mi culpa.
- No los vamos a dejar - dijo Rosalie - a mi no me gustaría que me dejaran. Así que dejense de estupideces y ¡vámonos!
Y así salieron por la puerta trasera, después de haber trancado todas las puertas y ventanas delanteras. Apoyados en una silla de patio, saltaron el cerco y cayeron en un estrecho callejón que la gente usaba para dejar la basura en grandes contenedores que luego un camión recogía. Agachados se escondieron detrás de uno de esos contenedores, Aiala todavía resoplando por el esfuerzo que tuvo que hacer para saltar la cerca. A lo lejos divisaron a alguien tendido en el suelo, parecía un hombre jóven, de no más de 27 años. O estaba inconsciente o muerto. Lentamente Charlie se acercó al jóven y vio que no estaba muerto, tan sólo con un corte en la cabeza, el cual sangraba profusamente.
De repente, un oficial dobló en la esquina del callejón, y Charlie se escondió atrás de un contenedor, arrastrado su maleta y al chico inconsciente en el proceso. El oficial pasó de largo, ni los miró. Se podía decir que estaba apurado.
Las chicas se reunieron con Charlie detrás del contenedor y contemplaron al chico. Y Alice se dio cuenta - ¡Él! ¡Él solía ser mi vecino cuando mis padres vivían! ¡Su padre era dueño de una pequeña almacen a la vuelta de mi casa, y a veces jugabamos juntos! No podemos dejarle aquí... - dijo desesperadamente.
- Bien - dijo Charlie, cargando al chico sobre su espalda - lo llevaremos con nosotros. Tú Bella, lleva mi maleta.- Y así se fueron, sigilosamente, ocultándose detrás de los contenedores, avanzando por ese oscuro callejón, esperando no encontrarse con nadie. Afortunadamente, lograron llegar al garage en el que tenían planeado esconderse. Los ruidos en la calle principal se hacían cada vez más fuertes, ahora se escuchaban de vez en cuando disparos de armas, y los gritos y sonidos de vidrios no se habían detenido, sino que se habían hecho más fuertes. Las chicas estaban aterradas, pero decididas a continuar.
El garage de los Weschler estaba ubicado al final del callejón, desde ahí tendrían que atravezar un pequeño monte, saliendo a la carretera principal. Mientras esperaban el momento propicio para hacerlo, el chico a espaldas de Charlie empezó a despertar. Lo tendieron en el suelo y poco a poco se incorporó. - ¿Quiénes son ustedes? - preguntó asustado. - Shh, tranquilo, baja la voz. Soy yo, Alice, ¿me recuerdas? solías jugar conmigo cuando eramos niños. Ahora, tenemos que correr. ¿Crees que puedas? - dijo Alice mirando al muchacho. El chico asintió y se incorporó, aún un poco mareado por el golpe pero pudiendo sostenerse en pie.
- A la cuenta de tres, corremos lo más rápido que podamos. Seguramente nos encontremos con algunos oficiales, así que intenten no hacer mucho ruido. ¿Bien? Uno, dos, ¡tres! - Y al decir esto todos salieron disparados hacia el monte, Aiala iba corriendo más lento, un poco rezagada, cuando se escucha - ¡Quietos ahí! - a pesar de la orden, continuaron corriendo - ¡Les dije que se detengan, judíos asquerosos, detenganse inmundicias! - y como no obedecieron, se escuchó un disparo, y posteriormente un grito de mujer.
Hola! Gracias por leerme en esta nueva aventura en la que me estoy metiendo. Mirando un documental de repente me vinieron ganas de escribir esto. Espero que les guste, y como ya dije más arriba, no soy historiadora ni nada por el estilo, asi que no duden en señalarme errores.
Gracias, espero verlos en el próximo capítulo. Dejenme su opinión en un review.
Harriet
