Kuroshitsuji©Yana Toboso.

La locura de Lord Phantomhive

Por

Lady Hightopp

Capítulo I

—Yes… my Lord…

Sebastian tomó en brazos el cuerpo inconsciente de Lizzy y lo llevó a la habitación contigua donde ya había preparado paños húmedos, agua y algunos remedios, después de todo, aquello se volvía una rutina que solo los días que permanecían fuera de la casa se rompía, y que para fortuna de la señora, aquella escena que terminaba se repetiría tal vez hasta dentro de un mes o dos, todo dependía del éxito de las misiones y las negociaciones.

La situación por sí misma no lo repudiaba totalmente, solo lo incomodaba a un punto medianamente tolerable, Ciel ya no era ningún niño, de hecho hacía bastante de eso y el que hubiera crecido hasta alcanzarle el mentón lo volvía más desafiante cuando pretendía marcarle un límite. Y por vergonzoso y ridículo que sonara, extrañaba en gran medida a ese niño creído, la convivencia con su amo actual era la convivencia que tendría con otro demonio, uno de los que no se sentía muy orgulloso de presumir parentesco.

El agua fría relajó el semblante enrojecido de Elizabeth, limpio con cuidado el rastro de las lágrimas y retiró la sangre que emanaba de sus labios sonrosados. La dama entreabrió los ojos queriendo llamarla, mas él se lo impidió posando su dedo.

—Trate de advertirle Milady. — aseguró dejándole las prendas de ropa limpia para cambiarse el desorden en que había terminado el vestido.

Ella no objetó nada y desvió la mirada esperando que el mayordomo se retirara para poderse sacar la ropa manchada con sus propia sangre. Otra vez había desesperado a Ciel. Pero era ya tan difícil, tan complicado saber qué se encontraba aún en los límites de tolerancia de su esposo que si no lo enojaba, lo encelaba, la indiferencia tampoco faltaba y cuando la ignoraba igualmente terminaba herida de algún modo.

Finalmente Sebastian salió, el llamado de su amo no se hizo esperar, ya muy seguramente le reclamaría el tiempo que se excedió en la habitación de la Condesa.

Sin prisa, pues a la ira de aquél humano no temía, regresó al salón donde debía de recoger los estragos y pedazos de la vajilla dispersa en el suelo.

También lavar la alfombra.

Aburrido.

— ¿Cerraste con llave? — preguntó Ciel ajustándose los guantes negros del conjunto sombrío que llevaba.

—Como ordenó. — respondió tendiendo precisamente la llave que no abriría la puerta de Elizabeth hasta que regresaran por la mañana, tal vez a la tarde si había complicaciones. El amo la tomó con algo de violencia y la guardó en la bolsa de su abrigo junto a la pistola que siempre cargaba.

—Vámonos.

A toda prisa dejó el saloncito dirigiéndose a donde el coche esperaba para salir. Sebastian lo miró unos instantes tras haber hecho su inclinación reverente. No pudo evitar sonreír por algo sin importancia, ni siquiera se esforzó en preguntarse por qué seguía ahí si ya había tomado su alma.

Con los ánimos renovados por pensamiento irreverente recogió todo, la basura a su sitió y justo estuvo a tiempo en la puerta principal para abrirle a su amo.


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16/10/1