100 Temas de la Estrella y el Vagabundo

N.A: Siempre he querido hacer un fic de Renji y Rukia basado en el desafío de los cien temas. Aunque hay algunos que no me inspiran nada, así que no me voy a ceñir demasiado a la lista (que se puede encontrar con google en inglés, y hay algunas variaciones). Cada capítulo tendrá entre 500 y 1000 palabras más o menos y se aceptan sugerencias. Espero que os guste.

Introducción

Su recuerdo más antiguo era el de su abuela. Así llamaba a la anciana que la había acogido cuando era un bebé y que la había cuidado los primeros años de su vida. Era una buena mujer, bastante estricta, pero eso era de esperar en un barrio como aquel. Murió cuando Rukia aún era una niña, y durante varios días (nunca recordaría cuántos exactamente) vagó sola por el Inuzuri, sin saber qué hacer ni a dónde ir.

A su alrededor no había más que miseria y muerte.

Un día, caminaba por la calle principal cuando unos gritos llamaron su atención. Un grupo de niños acababa de robar varias vasijas de agua a un vendedor y ahora escapaban como si los persiguiera el diablo en persona, lo cual era bastante exacto porque en aquel lugar los adultos podían ser monstruos peores que los Hollows. Al menos de éstos se encargaban los shinigami.

Rukia no se lo pensó dos veces y cogió un atajo para adelantarlos. Se ocultó en un rincón oscuro y cuando la pequeña banda llegó a su altura, se lanzó contra el hombre y lo derribó de una patada en las piernas. Le hundió la cabeza en el suelo con varios golpes de sus diminutos pies y salió corriendo, gritándoles a los otros chicos que la siguieran.

Los guió entre estrechas callejuelas hasta las afueras, a un descampado cerca del río. Los chicos se detuvieron jadeando, algunos incluso se echaron al suelo de puro cansancio. Rukia torció los labios.

-¡Vamos, arriba! No ha sido para tanto...

Uno de ellos le lanzó una mirada asesina entre resuellos. Era el único que permanecía en pie, tal vez por ser el cabecilla, y tenía el pelo tan rojo que a Rukia le sorprendió que nunca lo hubieran pillado (¿cómo podía pasar desapercibido con ese pelo que se veía a un kilómetro?).

-¿Se puede saber de que vas? ¡Casi nos matas corriendo!

-¡Cállate, idiota! ¡No es culpa mía que seáis una panda de debiluchos!

-¡¿Cómo dices? !- Gritó el chico, dando un paso hacia delante con aire amenazador. Al parecer el orgullo herido le había hecho recobrar parte de su energía.

Rukia no se dejó amilanar. Por el contrario, se movió tan rápido que antes de que el chico pudiese darse cuenta estaba inmovilizado en el suelo. Pataleó intentando liberarse, pero fue inútil y acabó por darse por vencido.

-¡Está bien, está bien! ¡Suéltame!

Rukia lo sujetó un poco más antes de decidirse a soltarlo. El chico se puso de pie de un salto. Detrás de él, los otros tres niños observaban la escena con la boca abierta. Obviamente no se esperaban que una chica menuda como ella pudiera con su líder. El pelirrojo la miró con suspicacia y Rukia le sostuvo la mirada.

-¿Cómo te llamas?- Preguntó al fin.

-Rukia.

-Yo soy Renji. ¿Tienes familia?

-No.

El chico asintió. Pareció pensárselo un momento y añadió:

-Si quieres, puedes venir con nosotros.

Rukia asintió y sonrió, y Renji le devolvió una sonrisa lobuna. Para los niños de aquel lugar, meterse en una pelea era la forma más rápida de hacer amigos, y Rukia supo que ya no tendría que vagar por las calles sola.

Aquel era el principio de una gran amistad.