Un hombre miraba las estrellas, melancólico, mientras recordaba las cosas que había querido hacer y no hizo. Sacó uno de los cigarrillos hechos a mano que le había dado uno de sus soldados y lo contempló por unos momentos. No estaba bien fumar, pues se había dicho a si mismo que jamás envenenaría su cuerpo, pero….

Se lo llevó a la boca. No esperaba salir vivo de Okinawa. Si de todas maneras iba a morir, que importancia tenia fumar o no? Buscó un encendedor pero no encontró ninguno en su chaqueta. Tiró el cigarrillo y lo pisó contra el lodo. Bueno, al menos hacia lo correcto, incluso aunque no se lo propusiera. Otro hombre salió de la oscuridad.

-Sōchō san-le dijo el hombre- Si usted no quería el cigarrillo, bien pudo habérmelo dado a mi…

Los cigarrillos son un bien muy preciado por los soldados en tiempo de guerra, y Okinawa no era la excepción. Entre la lista de suministros que llegaban a la isla no se incluían cigarros, por lo que soldados y oficiales daban gracias que los civiles de la isla crecieran ilegalmente plantas de tabaco, que confiscaban y usaban para sí mismos.

-Dicen que la isla no va a ser atacada antes de que caiga Formosa- le hizo saber el hombre- Usted que cree?

-Digo que da igual- contesto el sargento mayor con voz resignada- Tanto en Formosa como en Okinawa el ejército imperial cumplirá con su deber.

El hombre estaba reclinado contra una formación rocosa muy escarpada en uno de los acantilados que daban al Norte, hacia Hokkaido. El otro se acercó a él. Era uno de sus soldados, no un esbirro de la Kempeitai.

-No lo dude, mi sargento- contestó el hombre- Pero, usted que cree? Yo creo que Formosa será atacada antes…. Después de todo, los estadounidenses están muy interesados en China.

-Okinawa caerá primero- contestó el oficial con voz firme- Sera una tormenta de Acero. No espere salir con vida.

Llevaba una muy buena relación con sus hombres, al contrario de otros oficiales que eran temidos por sus mismos soldados.

-Tiene usted familia, Minamoto?

-Una mujer y dos hijas- respondió el soldado- Y diga lo que diga, espero volver a verlas. La menor siempre quiso que le ensenara Judo. Y usted, mi sargento?

El Sargento no contestó, y Minamoto pensó que la había cagado. Iba a disculparse, pero este le contesto:

-Había alguien- contestó al fin- Una Akari Unryu… Pero nunca salí con ella lo suficiente.

Y había otra…. Una Akane Tendo… Pero nunca le confesé lo que sentía por ella…

Que tal, les gusto? Haganmelo saber. Quiero agradecer a Orochi, lenny y elianamz por sus comentarios en el otro one shot. Gracias!