Tessa apretó la mano de Jem. Darse la mano en público había dejado de ser incómodo. Ahora era tan natural cómo respirar. Le miró, pero él tenía la vista clavada en el frente. Para cualquier mundano corriente, ese no sería más que un callejón sucio y normal. Solo alguien que pudiera ver a través del glamour, vería el portal que se habría ante ellos. Era totalmente negro, y a Tessa se le encogió el corazón al pensar en su interior.

-No estoy segura de esto Jem. – dijo con un hilillo de voz. Un nudo se cerraba en su garganta sin permitirle hablar.

-Tranquila Tessa. – fue Henry quien respondió. Observaba el portal con total admiración. Solo había visto esa chispa en sus ojos cuando miraba a Charlotte o a uno de sus inventos. – La misión es muy sencilla. Entráis en el portal, viajáis hasta tu casa en Nueva York, y buscáis el diario de tu madre. No te preocupes. –

A pesar del tono tranquilizador de Henry, no podía deshacerse del nudo de miedo. Will se colocó a su izquierda. Sin saber la razón, le dio la mano. Este se encogió, pero se mantuvo a su lado. Llevaban semanas sin hablar, salvo por cortos saludos. Desde que se había prometido con Jem, casi ni la había mirado.

Flanqueada por los dos chicos, atravesó el portal y se adentró en su inmensa negrura. Sintió una fuerza que la empujaba, como una ola. Sintió como si se ahogase, y por un momento pensó que de verdad moriría ahí. Al fin, un remolino la absorbió y calló con fuerza contra el suelo. El golpe la dejó sin aliento. Aún mareada, intentó levantarse, para acabar cayendo de rodillas. Cuando consiguió ponerse en pie, se dio cuenta de que estaba en un callejón muy parecido del que había dejado en Londres. Miró de un lado a otro, sin encontrar ninguna señal de que Jem o Will hubieran llegado junto a ella. Al fin vio a Will, saliendo de un montón de basura, maldiciendo. A su lado Jem, se levantaba con esfuerzo.

- ¿Estás bien? – Jem la miraba con preocupación. Ella lo miró extrañada, sin saber la razón. – Tienes un golpe en la cabeza, Tessa. –

Se tocó la frente y cuando se miró la mano vio que estaba manchada de sangre. Entonces supo que ese había sido el motivo de su mareo. Will también la miraba preocupado, pero desde la lejanía. Él sabía que debía quedarse donde estaba. Jem era el prometido de Tessa. Ese era su lugar, no el de Will.

- Estoy bien Jem. – Le sonrió, esperando que eso le tranquilizara, aunque estaba luchando por mantenerse en pie.

- ¡Chicos! – los llamó Will desde la entrada del callejón. – Creo que no estamos en Nueva York. Mirar cómo va vestida la gente. –

Todos se asomaron. Los transeúntes se vestían de forma muy extraña. Mujeres con pantalones demasiados cortos, o con faldas por encima de las rodillas. Hombres con pantalones demasiados grandes, tanto que se les caían. Los tres a la vez se apartaron de la entrada.

- Henry y sus malditos inventos. – dijo entre dientes Will. – Cuando lo vea…-

- Will relájate. – dijo Jem - creo que lo mejor que podemos hacer es buscar el Instituto más cercano. Desde allí podremos contactar con Charlotte. – dicho esto comenzaron a andar.

Caminaron lo que a Tessa le parecieron horas. La gente por la calle los miraba extrañados. Cuando al fin lo encontraron, casi no sentía los pies. Will abrió la puerta, y casi chocó contra una chica de pelo negro. Ella los miró enfadada.

- ¿Quiénes sois vosotros? - dijo ella inquisitiva.

- Soy William Herondale. – dijo Will dando un paso al frente. - y ellos son James Carstairs y Theresa Gray. Nos hemos perdido y…-

- ¿Qué has dicho? – lo cortó la chica. – ¿Te apellidas Herondale? –

Will asintió estupefacto. De repente la chica sacó lo que parecía un rectángulo negro que se iluminó. Tessa lo observó fascinada. La cazadora de sombras se lo puso encima de la oreja.

- ¿Alec? Sí soy Isabelle. Tienes que venir al Instituto. Es una urgencia. ¡PUES CLARO QUE NO TIENE QUE VER CON LA ROPA! Ven ya. Que vengan también Clary, Jace y Magnus. Sí, es necesario. Vale. Date prisa. Adiós. –

Tessa no comprendía con quién acababa de tener esa corta conversación. Will y Jem parecían igual de extrañados. ¿Dónde habían ido a parar?