Capitulo 1: Bajo la luz de la luna

-nos vemos mañana!-.

-vete con cuidado Shuichi, ya es muy tarde-.

-lo sé Hiro, no te preocupes-.

Bajo una fría y húmeda noche de invierno, la luna sacaba destellos y sombras de entre las callejuelas de la Nueva Orleans del siglo XVIII, por las cuales un chiquillo de
de no más de 18 años regresaba a su casa. El rosado cabello sobre su frente comenzaba a pegársele a la pálida y sudorosa piel, pues aunque la estrellada
noche estaba muy helada, el chico irradiara despreocupación, la verdad es que estaba muerto de miedo y por lo tanto caminaba lo más rápido que podía
para llegar pronto a su casa.

Los ojos violeta del muchacho recorrían meticulosamente cada parte de la calle, cerciorándose de que por el momento estaba a salvo de...
cualquier cosa que se pasaba por la cabeza del pelirrosa. Con paso decidido dobló en una esquina que daba hacia una pequeña calle, ya le quedaba poco para llegar.
-"no pasará nada, no pasará nada..."-se repetía en la mente inútilmente para tratar de darse algo de valentía, y parecía funcionar hasta que escuchó los pasos
de dos personas que iban detrás de él.

Shuichi comenzó a transpirar frío y empezó a caminar sutilmente más deprisa, en un inútil esfuerzo de dejar atrás a sus desconocidos seguidores sin que se dieran cuenta.
-"¡suficiente!"-pronunció el chico en su mente y hecho una bala corrió a través de la estrecha calle que salía hacia un boulevard.
-¡ il s'échappe !(se escapa)-dijo uno de los hombres al otro al momento que comenzaban a correr para alcanzar a Shuichi, pero este les llevaba ya bastante ventaja.

El pelirrosa corrió y corrió olvidándose por un momento de que iba hacia su casa, y cuando por fin dejo de oír los pasos de los hombres se detuvo jadeante cerca de una calle que no conocía, en verdad, se estaba dando cuenta de que no sabía en donde había ido a parar.
-"vamos Shuichi, tranquilízate. Eres un hombre, puedes salir de esta!"-el pelirrosa miro el desolado, frío y lúgubre lugar en donde se hallaba, iluminado tan solo por unos cuantos faroles que solo hacían
un poco menos absorbente a la noche.
-¡a quien engaño, Hiro ayúdame!!!!!- comenzó Shuichi a llorar a todo pulmón, cayendo de rodillas al empedrado de la calle, abrazándose a si mismo. (la gente del lugar dormía como tronco xD)
El pelirosa solo dejo de llorar cuando escuchó, desde la siguiente calle, el corto y agudo grito de una mujer, que fue enmudecido quizá, pensó, porque le habían tapado la boca o por un golpe.
Y sin pensarlo dos veces, en realidad, sin pesarlo, pues la curiosidad lo consumió más que el miedo, se fue acercando lentamente a la esquina que se hacia al lado derecho de la calle. Y ahí estaba él...

Sintió que el frío se apoderaba de su cuerpo. Sintió que su voz se desvanecía. Sintió como sus piernas no le respondían. Sintió que el miedo lo consumía, pero aun así, se sintió especialmente
atraído por aquel hombre, por aquellos dorados ojos que lo miraban intensamente tras las hebras del abundante cabello rubio mientras su boca se hundía sobre el cuello de una joven mujer.

Y poco a poco, comenzó a nevar.

Los copos de nieve lentamente comenzaron a teñir de blanco los cabellos rosas del pequeño. Ignorando el peligro que corría estando ahí, después de presenciar tan horroroso suceso, por extraño que pareciera hasta para el mismo, no sentía miedo...
"es hermoso" –pensó y una leve sonrisa se dibujó en sus labios.
Se dejó envolver por tan hermosos ojos dorados, que sentía que era incapaz de quitarle la mirada de encima.
Shuichi estaba fuera de si, su boca se entreabrió para gesticular alguna palabra...pero no salió nada. En ese momento la figura dejó caer el cuerpo ya sin vida de la mujer, miró profundamente a la persona que le estaba mirando, acercó su mano a su boca, sin romper contacto visual, limpió parte de la sangre que caía sobre su mentón con su
manga, el rubio se enderezó y comenzó a caminar en dirección a él.
Shuichi reaccionó al ver que se le acercaba. "¡Pero en que estaba pensando! Mira que quedarse parado observando como mataba a esa pobre mujer" – se regañaba el pelirrosa. Cerró sus ojos y escuchaba los pasos del rubio caminando hacia él.
Pero aun así no se movía, sus músculos no le respondían a las ordenes que les daba su cerebro, ordenes que gritaban "¡corre baka corre! De seguro aquí mueres, ¡¡aquí mueres!! ¡¡Idiota idiota!!"
Los pasos cesaron, eso hizo que se le erizara la piel, abrió lentamente los ojos para encontrarse a una masculina figura a un par de metro de él, sobre él caía la luz que ahora iluminaba todo su rostro. Tenía una hermosa, tersa y pálida piel con unos penetrantes ojos que ahora podía ver con más claridad.
Los copos de nieve ya cubrían gran parte de la calle en la que ellos se encontraban, la luna adornada el cielo junta a centenares de estrellas. Era un escenario verdaderamente hermoso.
Hola! – fue la única palabra que logró articular.
Estaba muerto de miedo, y ahora se sentía sumamente estúpido.

Era lo mas ridículo y estúpido que había hecho, bueno aparte de quedarse parado ahí como tarado, esperando quién sabe que.
Se dibujó una disimulada sonrisa en los labios del rubio. "Que baka" – el mayor (mucho mayor yo creo que unos chorrocientos años mayor O) metió su mano en el abrigo
negro que llevaba puesto ,sacó un viejo y doblado cigarrillo que puso en su poca, luego
con un fósforo lo prendió dejando que todo el humo envuelto en nicotina invadiera sus pulmones para luego exhalarlo, dejando sobre el una línea de humo...
El silencio invadió todo el lugar, no se escuchaba nada, solo la respiración agitada de Shuichi que ya había recuperado todo el control de su cuerpo y empezó a dar torpes pasos hacia atrás. Corrió lo más rápido que le permitieron sus piernas. Mientras corría levanto la vista hasta poder apreciar la hermosa luna que lo acompañaba en su carrera.
Entonces una imagen del rubio apareció en su mente.
Esos ojos, no los olvidaría jamás...llenos de frialdad y misterio, pero había algo mas.
Soledad.
Aun con miedo, no pudo reprimir un sentimiento. Quería detenerse y averiguar quien era aquel hombre.
-"pero Shuichi, idiota que estas pensando, tonto tonto,¡¡que le hizo a esa pobre mujer!! Sacudió la cabeza con los ojos cerrados y se detuvo frente a su casa. Abrió la puerta, entro y cerro de golpe.

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Entre los techos de Nueva Orleans, cerca de la casa de cierto pelirrosa, una figura alta y masculina se hacia notar en contraste con la luna. Los ojos dorados de aquel hombre se posaron en la que suponía era la casa del hermoso chiquillo que lo había descubierto en medio de su comida de todas las noches. Puso un nuevo cigarrillo en su boca y lo encendió con el último fósforo que le quedaba, aspiro profundamente la placentera nicotina y luego exhalo, esbozándose una leve sonrisa en su pálido y atractivo rostro.

-...baka...-.

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Shuichi miro por la ventana. Había sentido como si alguien lo llamara. Miro hacia la luna que se asomaba entre los techos de las casas.
-que estupidez...-descorazonado se resigno, "hubiera querido que él..."¡¡ya estas pensando idioteces de nuevo idota!!! ".
Cerró la cortina y con paso decidido se fue a dormir.

Afuera, sobre el techo de una casa, yacía un cigarrillo aun encendido entre la nieve, iluminado solo por la luz de la luna.