El matrimonio Hiragizawa no podía ser más feliz. El éxito de Eriol Hiragizawa como arquitecto estaba siendo reconocido ampliamente en el sector de la construcción. El era un hombre bastante atractivo, además de inteligente y culto. Ya habían sido muchas las obras que él había supervisado y en todas ellas su nombre era el que más había resaltado.
Por otro lado, su esposa Kaho, quien era una hermosa mujer de rasgos delicados y deslumbrante cabellera roja, también llegaba a la cumbre en su carrera como veterinaria. Las cosas no habían sido sencillas, especialmente porque cuando ella y su esposo se mudaron a Londres luego de haber vivido muchos años en Tokio, el recibimiento que tuvieron, aun cuando la nacionalidad de su esposo era Inglesa, había sido frío y distante. A pulso y con demasiado esfuerzo consiguió ser la directora en el zoológico de Londres, ubicado en Regents Park.
El mayor regocijo era el éxito que había obtenido con un gorila a quien ella llamaba "Bob". El animal era muy inteligente, tanto que Kaho había conseguido enseñarle el lenguaje de señas. Ella acostumbraba colocar sus palmas de las manos extendidas a través del vidrio por el cual se veía a Bob, mientras que su amigo gorila colocaba las suyas en contraposición con las de ella.
Debido al profundo amor que le tenia al animal, habló con el comité del zoológico y consiguió la autorización para crearle al gorila un habitad natural, obviamente mucho más grande y en mejores condiciones que en las que vivía. Todo esto siempre y cuando ella consiguiera las aportaciones necesarias para llevar a cabo dicho proyecto. Por ello Kaho había organizado un baile de beneficencia con el fin de obtener a través de los donativos el dinero necesario para realizar su sueño.
-Si tú quieres, amor, incluso puedo ser yo quien diseñe el nuevo hogar de Bob. -dijo su esposo cuando se enteró de los planes de ella-. Es más, por tratarse de ti, incluso te haré un buen descuento por mi comisión. –agregó mientras le guiñaba el ojo.
-En realidad no podía pensar en alguien más para hacerlo. Y... ¿qué tanto estarías dispuesto a descontarme si yo... mmm... pues hago un trabajo para ti... digamos... esta noche?
-¡Vaya! Conociendo lo dedicada que eres a tus labores... No sé. Mejor discutimos el precio en la cena, ¿te parece?
-Yo creo que el asunto tenemos que solucionarlo después de que compruebes una vez más cuan importante para mío es mi trabajo, especialmente cuando es contigo. Entonces, ¿cerramos el trato?
-Lo cerramos. Bien, ten por seguro que nuestro querido amigo tendrá un hogar de ensueño.
-Lo sé Eriol. Eres el mejor arquitecto que conozco.
La relación de pareja era de lo mejor. Pese a que ambos eran profesionistas sumamente ocupados, jamás habían descuidado su matrimonio. Ambos contaban con treinta años de edad y llevaban diez de casados. Ni siquiera habían terminado su carrera cuando contrajeron nupcias. En aquel momento llevaban saliendo seis años juntos y se sentían listos para el matrimonio, aun cuando los padres de la pareja se mostraban escépticos ante semejante idea.
Realmente ellos no esperaron la aprobación de nadie. Se casaron, terminaron sus carreras, ejercieron y ahora eran un matrimonio modelo. Los hijos aun no llegaban, y era por un acuerdo entre ambos. Esperarían fortalecer su lazo como pareja y establecer su situación económica antes de tener bebés. Los dos querían una familia, pero la deseaban con tanto esmero que realizarían su sueño cuando las condiciones fuesen lo mas perfectas posibles.
La noche del baile, Eriol volvió a casa luego de un arduo día laboral. Comenzaba a nublarse, probablemente llovería. El vio junto al refrigerador una nota de Kaho en la cual le pedía que recogiera su vestido blanco de noche en la tintorería. El sonrió, pues la nota terminaba con un "Te amo".
A sabiendas de que muy probablemente a su esposa se le haría tarde, decidió arreglarse primero. Cuando terminó bajó a la cocina y en el tazón del perro colocó comida para Spinel, un precioso labrador color negro que tenia ya siete años de edad. Lo llamó para que entrara y comiera, pero, como siempre, el animal se resistió a hacerlo.
-Oye Spinel. Ya es hora de que comiences a comportarte como un perro normal. La comida se sirve en la cocina y se come en la cocina. Anda.
Obviamente el perro no obedeció a su amo. Y en realidad Eriol sabía que eso ocurriría, pues su perro le era increíblemente fiel a su dueña, Kaho. Si ella no estaba en casa, él la esperaba montado en la puerta sin que nada lo apartara de ahí, ni siquiera la comida. Comprendiendo la situación tomó la correa de Spinel, luego su chaqueta y salió de la casa para cumplir con el encargo de Kaho.
Cuando ella llegó a casa la encontró vacía, subió para preparar el baño, se le había echo tarde otra vez. Luego de dos minutos la puerta se abrió.
-¡Vaya! Empezó a llover cuando venia en la esquina de la calle. Tuve que correr para no mojarme demasiado –dijo Eriol.
-Cariño, ¿trajiste mi vestido?
-Claro, y está intacto. También aproveché para sacar a pasear a Spinel.
-Me alegra que lo hayas hecho, el pobre Spi se hubiera quedado sin salir si no lo paseabas hoy. Ven Spi, tu comida esta en la cocina.
Como por arte de magia el perro corrió hacia su ama, se restregó contra su cuerpo y entró en la cocina para, finalmente, comer.
-Aun no entiendo de donde sacaste el diminutivo de Spinel. A pesar de todo creo que a él le agrada.
-Lo sé, nunca se ha quejado. Pero querido, ¿traes el traje puesto?
-Si, había que ahorrar tiempo. Los zapatos y el pantalón se han mojado un poco, pero nada que no se solucione con una secadora para el cabello.
Y para probar lo dicho comenzó a secar su ropa y calzado de esa forma. Kaho rió de la manera que Eriol adoraba. Él, haciendo a un lado sus labores la tomó por la cintura y la besó.
-Amor, tenemos que llegar a tiempo...
-Un par de minutos más no supondrán ninguna diferencia.
-Soy la anfitriona, debo estar antes...
-Esta bien, pero después me la cobraré, ¿de acuerdo?
-De acuerdo.
Después de una hora partieron hacia el salón donde se realizaría el evento. Éste fue todo un éxito. Muchas personas contribuyeron a la causa, pero Kaho consiguió que uno de los hombres más adinerados de Inglaterra donase una fuerte suma de dinero para la construcción del habitad. En toda la noche no cesaron las felicitaciones hacia ella, quien lucia espléndida.
Uno de los mejores amigos del matrimonio Hiragizawa era Takashi Yamazaki, tenia un par de años más que ellos y era originario de Japón, aunque llevaba mas de 20 años viviendo en Inglaterra. No era desagradable a la vista, pero tampoco podría decirse que tuviera demasiado atractivo físico. Eso sí, era un hombre sumamente simpático y bromista. Capaz de arrancarle una carcajada hasta a la persona más seria de todo el mundo. También era veterinario y el segundo al mando en la dirección del Zoológico de Londres.
-Tu esposa es fantástica, Eriol. Muchas de las personas que están aquí no creyeron en el trabajo de Kaho cuando tú y ella volvieron de Japón, hace cinco años. Pero ahora alaban su esfuerzo e incluso hacen increíbles donaciones, como la que Mr. Johns acaba de realizar.
-Lo sé, ella es maravillosa. Y esto es sólo el principio Takashi. Mi querida Kaho logrará grandes cosas, ya lo veras.
-Nunca lo he dudado. Por cierto, ¿cuándo me darán la sorpresa y me convertirán en prácticamente tío?
-Yo creo que muy pronto, amigo. Las cosas han marchado de maravilla y este es el momento que Kaho y yo hemos esperado. Hoy mismo hablaré con ella y espero que en menos de un año seas el padrino de nuestro hijo.
-¡Vaya! Nada me dará más placer que serlo. Sabes lo mucho que son para mí ustedes dos –de pronto algo distrajo la atención del hombre risueño- ¡Ay, Eriol! ¡Mira nada más lo que ven mis ojos! ¿Habías visto una rubia tan bella como la que está ahí? –dijo el joven Yamazaki mientras babeaba por una hermosa mujer de grandes curvas mostradas por un escotado y ajustado vestido rojo.
-Bueno, en lugar de rubia conozco una pelirroja que rebasa por mucho a esa chica, claro, sin ofender.
-No te preocupes Hiragizawa. Olvidaba que tú perteneces al bando contrario...
-¿Perdón?
-Bueno, me refiero a que tú estas casado y fuera de la cacería. Habemos quienes aun disfrutamos de nuestra preciada soltería.
-Gracias por aclararlo. Pero no te detengas, soltero. Ve y corteja a esa chica, porque yo haré lo mismo con la mía.
-Bien, yo tampoco te detengo. Nos vemos después.
Tomando a su esposa del talle y con la excusa de llevarla a la pista de baile, la apartó sutilmente de un grupo de empresarios que mostraban demasiado interés, o al menos así lo percibió Eriol, en el trabajo de ella.
-¿Ya te había dicho que luces hermosa esta noche? –dijo él cuando estaban en la pista de baile mientras la banda tocaba una hermosa canción interpretada originalmente por Dean Martín llamada Return to me
-No, y mira que eso en verdad ofende, pues muchos caballeros ya lo hicieron.
-¿Ah, si? Bueno, pues quisiera ver la cara de esos "caballeros" cuando haga esto.
Eriol posó sus labios sobre los de su esposa con ternura y delicadeza, a la vez que la estrechaba de la cintura acercándola hacia su cuerpo.
Oh my dear I am so
lonely
Hurry back, hurry back
Oh my love hurry back
I am
yours
El dulce contacto duró mucho menos de lo que ellos hubieran querido, pero estaban en un lugar público y antes que cualquier cosa para Eriol, estaba el respeto que le profesaba a su esposa.
-Querida, sabes que te apoyo al cien por ciento con el proyecto, pero...
-Pero...
-Estuve pensando y... no sé. Llevamos ya bastante tiempo trabajando con ahínco para darle un buen hogar y un futuro a nuestros hijos.
-Y eso nos lleva a...
-¿Quieres que tengamos un bebé?
-¿Ahora?
-Bueno, no... sí. Es decir, podemos empezar a practicar más a menudo y sin... protección, tú sabes. ¿Estas de acuerdo o preferirías esperar un poco más?
My darling
If you
hurt you, I am sorry
Forgive me
And please say you are
mine
Return to me
Please come back bella mia
Hurry back,
hurry home
To my arms, to my lips
And my arms
(Return to me)
La pelirroja guardó silencio unos momentos mientras escondía su rostro en el cuello de su esposo. Eriol no sabía cómo interpretar su silencio. Lo que fuese que respondiera en realidad no le preocupaba tanto, lo que quería saber eran los sentimientos de su esposa. La amaba tanto que lo que menos quería era importunarla haciéndole un ofrecimiento que quizás entorpeciera su carrera. Antes que nada quería que ella fuera feliz.
-Kaho... yo... perdóname si te molestó...
-Oh Eriol. ¡Nada me haría más feliz que el hecho de tener un bebé contigo!
-¿Lo dices en serio?
-Por supuesto. No importa lo que haga o deje de hacer, mi más grande anhelo es que podamos ser padres. Tener una familia ¡una gran familia!
-No sabes el alivio que me da escucharte decir eso, pero ¿de cuantos integrantes en nuestra gran familia estamos hablando?
-No sé... Para mí una gran familia la formaríamos nosotros y uno o diez niños, no importan cuantos sean.
-No olvides a Spinel, amor. El también es importante.
Kaho, acostumbrada al sentido del humor de su esposo rió ante el comentario y respondió:
-Claro, claro. Nunca podría olvidarme de Spi. ¿Y que te parecería si...tú y yo nos escapamos de aquí.
-Pero tú eres la anfitriona.
-Lo sé, pero esta fiesta era para reunir fondos, ¿no? Bueno, las donaciones están hechas, así que por hoy he acabado con mi responsabilidad. Y sé que Yamazaki puede atender a los invitados.
-Bueno, poniéndolo así, ya no discuto más.
Y cumpliendo lo dicho, Eriol abrazó a su esposa con infinita ternura, subió su mano derecha hasta tocar la mejilla de Kaho. Sin apartar su mirada azul de la castaña de ella le sonrió, dijo casi en un susurro un Te amo y la besó nuevamente. Sin prisas, sin interrupciones, sin ser concientes del tiempo ni del espacio. Sus cuerpos únicamente se balanceaban al ritmo de la suave melodía mientras sus labios se encontraban con esa calidez que tanto amaban uno del otro.
Esa fue la imagen que quedó fresca en la memoria de él. Era principalmente ese beso lo que recordaría por siempre. Lo que después ocurrió ni siquiera él mismo lo tenia claro.
Las calles estaban aun húmedas debido a la fuerte lluvia que había azotado la ciudad de Londres. Por ello él había disminuido la velocidad. Deseaba fervientemente llegar a casa y disfrutar de la intimidad con su esposa, pero no por ello pondría en riesgo sus vidas.
De pronto hubo un golpe, él lo escuchó. El claro sonido de hierro chocando con más hierro. Todo se volvió rojo. Acertó quitarse los anteojos y se dio cuenta de la sangre que corría por su frente, llegando hasta sus ojos y tiñéndole de carmín la visión. Kaho, pensó. La vio, rodeada por pedazos de metal retorcidos enterrándose en su delgado cuerpo. Los vidrios de la ventana y el parabrisas también habían terminado incrustados en su cuerpo, manchando su pulcro vestido blanco con su propia sangre.
Eriol no recordaba detalles, sólo había marcado un número desde su teléfono celular. No supo cual, pero en poco tiempo una ambulancia estaba allí trasladando a ambos al hospital. Escuchaba las voces de los paramédicos. Hablaban en su propio idioma, pero él era incapaz de entender sus palabras. Sólo comprendió que ella estaba grave, muy grave y él no.
Entró al hospital corriendo junto a la camilla que transportaba a su esposa. No podía dejar de mirarla. No podía pensar, sólo quería estar junto a ella. De pronto alguien lo detuvo, una enfermera quizá. Él la miró sorprendido, pero no se opuso a que la joven mujer que vestía de blanco lo condujera hacia una sala donde atenderían sus heridas.
Desde ese momento él comprendió que ya nada sería como antes. Desde ese instante, mientras oía muy lejanamente el sonido de las sirenas de las ambulancias que llegaban al hospital, entendió que Kaho ya no podría estar a su lado.
Return to me
God te
mia ti amo
Solo tu, solo tu
Solo tu, solo tu
Mi
amour
(Return to me)
Continuará
Hola chicas!
Sé que éste no es el fic que les prometí, pero de repente, en mis noches de desvelo, nació esta idea.
ACLARACIONES: Este fic está basado en una película llamada RETURN TO ME, en español la anunciaron bajo el titulo DOS VIDAS CONTIGO. Los protagonistas eran David Duchovni (Mulder en los X files) y Minnie Driver. La película es muy bella, se las recomiendo.
Bien, nos vemos muy pronto en el siguiente capitulo.
Los quiere: Pilychan
