Pues, en principio, serían unos ocho drabbles, pero el numero podría variar si se me ocurriera alguna idea. La parejas serán variadas. Las historias tirando más hacía el drama, aunque puede haber algo de humor perdido por ahí. Eso si, en ninguno habrá lemon. En caso contrario (que lo dudo), aviso.

Disclaimer (extendido a todos los demás, así que no volveré a ponerlo): Los personajes de La espada del Inmortal pertenecen a Hiroaki Samura.

Y empezamos por un Rin/Manji.

No toques a mi asesino

Siguiendo con su búsqueda de Anotsu, terminaron en un pequeño pueblo donde decían que lo habían visto.

Se separaron y empezaron a preguntar a la gente de por allí por si ellos sabían algo. Pero casi dos horas más tarde Rin no tenía nada, así que, algo frustrada, se dirigió al sitio donde había quedado con Manji antes de separarse.

Estaba a pocos metros del punto de encuentro cuando vio a Manji hablando con una mujer.

La chica se quedó donde estaba viendo la escena. No parecía que el asesino de cien hombres estuviera recabando información; el momento parecía demasiado... íntimo. Él, apoyado en una pared, sonriendo, y ella con una mano apoyada en su pecho, peligrosamente cerca de Manji. No, definitivamente no estaba preguntando nada sobre el líder del Itto-ryu.

Rin lo veía todo con disgusto. No ya por el hecho de que el asesino de cien hombres estuviera coqueteando con otra (ya se había resignado a eso, o por lo menos quería creer que así era), si no porque esa mujer era todo lo que no era ella. Era preciosa; alta, con unas piernas que parecían kilométricas y un busto más que generoso. Aparte de que destilaba una gran confianza en si misma y un descaro del que Rin carecía. No podía competir contra eso. Manji sabía lo que quería en una mujer y Rin no entraba en la categoría de las "elegidas".

Vio que la mujer acercaba sus labios al oído de Manji y le susurraba algo que hizo que el hombre sonriera de forma pervertida. Eso fue suficiente para Rin. Se acercó rápidamente a la pareja y, de un empujón, alejó a la otra de Manji. Este, sorprendido por la interrupción inesperada de la chica se quedó sin saber que hacer o decir, y Rin, inducida por la locura transitoria que la había llevado a boicotear un posible revolcón de su "guardaespaldas", cogió a este por la nuca y le plantó un beso en la boca ante la atónita mirada de la mujer, que no sabía si reír o llorar ante lo que quizá fuera la perdida de un posible cliente.

Después de lo que parecieron horas (a Rin le había dado gustillo eso de probar los labios de Manji y quería alargar el momento) Rin se separó del otro y le lanzó una mirada a la mujer que parecía contener la promesa de una muerte larga y dolorosa y se volvía a acercar a Manji. Esta, captando la indirecta, huyó hacía cualquier otro lado más seguro.

Cuando Rin recuperó de nuevo el juicio y se dio cuenta de lo que había hecho, se sonrojó hasta la raíz del pelo y tartamudeó un:

- Va-vamonos. A-aquí no... no saben nada.

Y tiesa como un palo se dirigió a las afueras del pueblo con un Manji sonriente pisándole los talones.

^C'EST FINI^