Disclaimer: I don't own Glee, the characters, etc.

AU. Quinn muere en el accidente del episodio On My Way.

Estaba contemplando cómo se comía el helado, retirando su pelo rubio de la cara para no manchárselo. Estábamos en la cafetería de siempre, en la de todos los años, y para no romper la tradición se pidió el helado de chocolate, el de trufa, y yo me pedí el de limón. Paró de comer, y sin alzar la vista me preguntó:

-¿Cómo era?- no hace falta que me diga el nombre, porque ya sé a quién se refiere. Me hace la misma pregunta todos los años, y yo siempre la contesto con la misma respuesta.

-Tenía tus mismos ojos, y su pelo era un tono más claro que el tuyo. Era guapísima y tan inteligente como tú. Era… la chica más popular del instituto, era lo que cualquier chica hubiese querido ser; pero era más que eso. No hay palabras para describirla… era Quinn Fabray.

Ella simplemente asintió y siguió comiendo su helado. Aguardé, sabiendo cuál sería su próxima pregunta. Esbozó una media sonrisa, sabiendo que yo estaba esperando su pregunta.

-¿La amaste?

-Muchísimo. Es la persona que más he amado en mi vida.- y era verdad, por supuesto. A parte de Beth, Quinn era la persona a la que más había querido en toda mi vida.

-Beth…-vacile en preguntarla, dudando si me respondería o no. Ella me miró, y decidí preguntárselo, por el bien de mi salud mental.- ¿Por qué siempre me haces las mismas preguntas?

Se quedó callada durante un momento, mirándome. Pero finalmente me respondió.

-Porque nunca he sabido cómo fue, y porque, bueno…- se sonrojó y miró hacia otro lado, entristeciéndose su mirada a la vez.- No me suelo acordar de ella cuando estoy en casa de mamá. Solo me acuerdo cuando estoy contigo, o cuando veo su foto, pero está en lo alto de la estantería, así que casi nunca me fijo en ella.

Así que era eso. Su inocencia de niña de diez años por casi me hace reír, pero su mirada hizo que me tragase mi carcajada.

-Quinn no querría que estuvieses pensando en ella todo el rato.-la dije con ternura.- Y yo… bueno, yo a veces también me olvido.-admití, y no por hacerla sentir mejor, sino porque era verdad.

Aunque no es que me olvidase de que existió Quinn Fabray, eso era imposible. Pero ya había dejado de tomar decisiones sin preguntarme qué diría, y ya había dejado de buscar su pelo rubio entre la gente, esperando encontrarme con su sonrisa. Y ya había dejado de tener dieciocho años, donde mis dos grandes problemas eran ella y el instituto. Ahora tenía que centrarme en asuntos más importantes, como pagar el alquiler, llenar el depósito del coche, tener dinero para comer y evitar que me despidiesen. Había veces en las que llegaba tan cansado a casa que me dormía en el sofá nada más llegar, y otras en las que me tiraba en la cama. Recordando viejos tiempos, recordando a Quinn Fabray.

Beth me sonrío, y abrió la boca para añadir algo más. Yo me tensé, queriendo evitar a toda costa que me preguntase nuevas preguntas sobre su madre biológica.

-Ya podemos irnos al parque.-inmediatamente me relajé, sonreí y la tendí mi mano. Ella me la cogió con gracilidad y nos encaminamos en dirección al parque. Dirigí mi mirada hacia ella. En verdad era igual que su madre, y eso hacía que, al menos una vez al año, mi vida tuviese sentido por un día.