Pairing: Osomatsu x Choromatsu | Tougou x ¿?
Aclaraciones: Violación (No me decido si explícita o leve... Hm, lo decidiré después). Lemon (¿un fAnFic con violacion, pero sin lemon? Já, no en mi guardia). Trafico de blancas, o al menos el intento, no conozco mucho pero me informaré. Hasta ahora, eso tengo.
Soy como Osomatsu en pachinko; no ganó nada escribiendo esto, todos los personajes son de su dueño original, la situacion - trama es mía... Eso creo :v
Welp... ¡Hasta abajo!
El mensaje que recibió durante el almuerzo decía:
"Más te vale venir al cuarto para las siete a la vieja escuela abandonada. No creo que necesites que te recuerde dónde está, o que quieras que te repita lo qué te puede pasar si no llegas exactamente a esa hora."
El contacto era desconocido tal cual su celular no podía leer el número privado y de larga distancia. La firma que ponía el final de la nota era algo de lo que no tenía suficiente conocimiento cómo para entender a qué se refería. Parecía un juego de palabras, o una marca registrada, quizá un nuevo tipo de persona le buscaba. Intentó remarcar una vez más a ése numero y llamar a la policía, pero al volver a marcar salía la voz robótica entre femenina que se disculpaba, que ese número no existía.
Intuyó, entonces, que quién sea que le marcó utilizó un teléfono desechable o le arrancó el chip a las minutos de marcarle para que no le localizaran. El punto estaba traslado, como él lo estaría dentro de unos minutos mientras continuaba caminado entre las desoladas calles del barrio bajo hasta el lugar citado. No había ni sol, pero tampoco apariencia por antojar una llovizna, solo la seca noche comenzando a darle la orden a las farolas de luz por encenderse a cada paso que daba, alejándose de las pocas personas que transitaban en dirección contraria a sus pasos.
Se estaba metiendo en la boca del lobo y sus manos a los bolsillos de su sudadero opacado por la oscuridad, así lo sintió al tragar duro y repasar su mirada por las visibles ventanas rotas de la institución desolada. No era que los llamados fantasmas le asustasen, eran miedos menores de los que aún así temía pero aguantaba, era el qué podría encontrarse allí que tanto repelús le daba.
Una pequeña luz destellaba desde una ventana en lo más alto del edificio, debía alzar la cabeza en alto para alcanzar a verlo, que se diferenciaba de las otras por no estar rota, y la nombrada luz quitándole cierto mal augurio pero optando por darle misterio.
Puso un pie enfrente del otro, y en cuánto paró de hacer aquello ya estaba en las fauces de la puerta del vidrio cuarteado. Suspiró profundamente y pasó una mano por la manecilla oxidada, se valoró para girarla y abrir, aunque en el fondo oraba porque al entrar fuera recibido por uno de sus hermanos con una trampa o broma, si se podía.
Pero, bueno, el idiota fue él por terminar de convencerse en ir a aquel lugar, aunque salió sin avisar ni mencionar cuándo volvería o dónde, lo único que lamentaba en caso de cavar su propia tumba era que hoy no podría darle lo suyo a su waifu.
Por la tarde tras acabar de comer una sensación desagradable junto al postre, una muy rica rebanada de flan napolitano con merengue de vainilla encima, se resintió en todo su cuerpo, algo bastante extraño ya que el flan estaba buenísimo. No eran los restos de la comida haciendo su trabajo, lo tenía bastante claro, porque además de él ninguno otro se sintió mal por la comida y postre, a pesar de que la mayoría repitió, y tal vez no fue la deliciosa pasta con salsa de tomate y cebolla que su mamá preparó sino el nerviosismo por ese extraño y misterioso mensaje en su bandeja del celular.
Mientras lo pensaba mejor, aún no llegaba la hora que marcó el sujeto; el reloj en la pared marcaba las cinco y media, menos se convencía de por qué debía ir a ese lugar. No era nada de lo que él tuviera que ver. ¿Le debía dinero a alguien? Sí, a todos, pero vivían bajo el mismo techo así que no había mucho del qué preocuparse.
¿Sería otra de las artimañas próximas a fallar de Chibita e Iyami? No lo creía, no eran tan listos como él, o estúpidos, para hacerles algo en un día tan ocupado como el de hoy.
Se suponía que el comité de vecinos había organizado una pequeña fiesta para todos aquellos que obtuvieron un boleto de lotería, y perdieron, esperando durante toda la semana con ansias saber si fue ganador o no. El único ganador fue su tío, el papá de Hanako, que en compensación a los que no pudieron tener el tan ansiado dinero de la lotería decidió hacer una fiesta con todos los conocidos y amigos, asimismo para celebrarle el cumpleaños a su hija que sería dentro de varios meses.
Mientras todos comían, reían y bebían acompañados el uno por el otro en la fiesta en el centro de la calle, la familia Matsuno se contentaba con estar varados en sus cosas y asuntos. Eran tan solo Matsuyo y Matsugo quienes se arreglaron para ir al lugar; Matsuyo, que sabía desde que su pariente lejano le invitó personalmente a la fiesta que no podría ir a otra de esta categoría, se compró uno de los mejores vestidos que pudo encontrar en tan poco tiempo en el centro comercial. Una especie de boutique con varios diseños realzados y elegantes ubicado junto a una joyería, y un pequeño puesto de libros, pero no tiene importancia, donde su segundo hijo la acompañó para probarse unos cuantos vestidos, terminándole de gustar al final uno que entre los dos escogieron, le dieron el buen visto, y barato.
Naranja que se acentuaba con su piel, decorado con pliegues coloridos que daban un aspecto brillante pero sin lastimar la vista, y por debajo de donde irían unas hombres los holanes congeniaban con un fino hilo blanco que le daba la sutil muestra de sus hombros al caminar, sin mangas o tirantes. Perfectamente maquillada y peinada con glamour.
Matsugo... También iba bien.
Ambos padres se despidieron, cedieron la responsabilidad al más confiable, y aclararon que regresarían no muy tarde, que nada de incongruencias ni estropear nada. Como era además de fiesta un convivio vecinal llevaban un segundo lato con comida que ella misma había hecho así como el pay, solo que ese lo escondió para que sus hijos no se lo comieran y pudiese llevarlo.
Osomatsu estaba agradecido por la falta de atención que sus hermanos ponían en ciertas cosas, de algún modo y en algunos casos, porque si fuesen casi tan perceptibles como él ya habrían notado el leve audible chasquido que ejercía con su lengua a causa de los nervios.
En el tiempo que le tomó a su madre arreglarse, y un poco a su padre también, probablamente, el reloj continuó avanzando de forma tortuosa. Las seis con quince se alzaba a descifrar. Todomatsu se hospedaba en Telefolandia y parecía no querer empacar sus maletas de allá, Ichimatsu permanecía con la cabeza asomada por la ventana, tratando de escuchar o espiar, que parecía ser lo mismo, a Jyushi y Karamatsu, quienes estaban muy ocupados atendiendo la guitarra del doloroso como para prestar mínima atención a los gruñidos que emitía el cuarto gato. Preguntaría de quién está defendiendo su territorio, pero de inmediato centró su atención a Choromatsu.
Leía el periódico con una mirada tan concentrada que los bostezos reñían en querer escaparse de su boca con solo verlo, contuvo la respiración, y se perdió en la verde mirada de esos bellos ojos que detallaban uno a uno los trabajos en los que podría ser bueno pedir una solicitud.
Si estuviesen solos le arrancaría de las manos esas grandes hojas de papel y lo obligaría a sentarse entre sus piernas si tanto quería leerlas, pero el pasar tiempo junto a sus otros hermanos era algo que le quitaba ciertos privilegios, ¿ó era a ellos? La cúspide era que no podía soportar estar tanto tiempo separado de su Pajamatsu, incluso si fuese estar en el mismo cuarto a escasos metros, pero bajo ciertas circunstancias.
Entonces, ¿qué pasaría si fuese a ese sitio, y no volviese a ver a su Chorowaifupajamatsu? Perdería la razón y sus razones para respirar se tornarían tan monótonas como el tiempo mismo pasando con desvelo.
No quiero eso, piensa tensándose de hombros. Estaba acostado sobre uno de los cojines más cómodos de la casa con la fresca brisa de la entrada a la tarde sacudiendo vehementemente su cabello, en su mano izquierda tenía una cerveza bien fría, y está tenso.
Sin embargo, el ringtone de un celular lo desconectó de sus pensamientos, habló entonces en lo que llevaba de minutos con un tono vago en su somnolienta voz.
- ¡Totty, contesta o arrójalo por la ventana! ¡Quiero dormir!
- No es el mío, Osomatsu nī san - Todomatsu contestó con su dulce voz, pero en el fondo Osomatsu sabía que se lo decía con tanto fastidio por irrumpir en sus cosas como la que él ejerció, sin levantar su vista del celular. -, es el tuyo.
- Ah.
Era otro mensaje. El tono se acalló en cuanto desbloqueó la pantalla sin introducir ningún dígito, tenía sus secretos como todos los ahí reunidos, pero se tomaba su tiempo para disfrazarlos en carpetas de las que nadie se daría cuenta, solamente deslizó el dedo por dónde se debía. A la pantalla saltó su inicio y con ella las nombradas carpetas: "Novias momentáneas", "Cosplay para mi Waifu" y "Porno Hardcore", ni aunque sus hermanos sintieran la necesidad de curiosear su celular ni locos se acercarían a esos bucles con información horripilante.
Nadie lo sabía, más allá de esas estaban sus mensajes. Mensajes que recibía por ciertos motivos más allá de los que alguien podría entender, más allá de los que Choromatsu podría resolver. Aunque sí, en uno tenía la imagen de un perfecto traje de Sailor Moon que se acomodaría perfecto al cuerpo de su Waifu, pero como dije; nadie lo vería.
Ahí estaba el nuevo mensaje.
"Te estoy vigilando. Ven sino quieres que algo - malo - le pase a tus hermanos".
La sangre se le heló así como sus pupilas se contrajeron con horror por la amenaza. Trató de asomar su cabeza por la ventana, que por la paz de su sistema Ichimatsu dejó de lado para subir hasta donde ellos estaban, Jyushi bajó y el resto es otra historia para el segundo y cuarto. Solo veía carpas azules colocadas sobre las mesas para prevenir un aguacero y cubrir a las personas del sol, éstas repletas de gente que comía efusiva y feliz, personas cuyos nombre no tomaba en cuenta, pero que conocía y sabía identificar por cuál sería una amenaza.
Ninguno lo presentaba, todos eran de tolerancia baja al alcohol, pero eso no quería decir que eran peligrosos.
"No creas que no sé lo que estás haciendo. Puedo verte, pero tú a mí no. Actúa como un buen hermano, Osomatsu".
La firma se repitió por tercera vez. Algo se retorció en su interior, y era demasiado tarde como para decir que era por la culpa del almuerzo de hace horas. Miró una vez más a Choromatsu, a pesar de que no era muy común que éste le diera una sonrisa tímida parecía que este día en especial todo en su ser tramara un complot.
Era pura e inocente, en los pómulos que se esforzaban con naturalidad por curvar esa tierna boca en una sonrisa se teñían del color favorito de Osomatsu. El periódico cubría su rostro, que no era como si Todo y Jyushi les estuvieran prestando atención pero el pudor se lo imponía como prohibido. Las esmeraldas también sonreían, y por desgracia él debía llegar y matar ese preciado momento haciendo algo por demás irrespetuoso.
No quiero eso. Se lamenta y jadea un perdón en su mente cuando Choromatsu se voltea, asqueado, por esa seña en la baja entrepierna del de sudadero rojo. Es por despistar, que no se preocupe por su morboso hermano mayor, pero no puede evitar sentir un peso más sobre sus ya tensos hombros.
Aquello lo trae aquí. El interior vacío y polvoroso de una antigua institución, una grande y recóndita con montones de estudiantes asistiendo a sus aulas, profesores enseñando sus distintos tópicos y materias, y directores guiando la escuela con ciertos reglamentos. Es gris y el nocturno ambiente acrecientan cierto temor en él, la capucha del sudadero cubre parte de su rostro, pero aún así entiende que esta oscuridad lo traga y otorga camuflaje sin pedirlo.
Llega a las escaleras, sube a la planta donde, según contó los pisos hasta la luz, está el sujeto que haría pagar por amenazarle de esa manera.
Es sofocante, pero lo es aún más hasta paralizarlo en su sitio el toparse con el hombre que trajo muchas pesadillas a su frágil mente durante su niñez. Tougou le da la espalda sentado en una silla de cuero que está frente a un escritorio muy fino, demasiado para haberlo dejado en un sitio como éste, y su codo derecho parece moverse de un modo que da a pensar que está escribiendo sobre un papel como un hombre de la época contemporánea a la tecnología. La luz era emitida por una vela, un muy buen recurso si quería quedarse a oscuras en tan poco tiempo, y era lo suficientemente grande como para regresarle el color de rojo oscuro al vivido que solía tener.
Piensa por unos minutos que aquel sujeto no ha notado su presencia, está tentado a irse y dejar ese sitio, llamar a al policía suena tan seguro en estos momentos. En primer lugar, ¿cómo coño salió de prisión? ¡La policía no debía ser tan estúpidamente cómo para hacer algo así! ¿Y si se escapó? Habría matado a mucha más gente de la que le dijo entonces en su . Se giró la suela de su tenis y optó por marcharse, al fin liberándose de la parálisis por el miedo, pero aquella voz dejó el teléfono en su lugar para reemplazar los mensajes con algo peor.
- Osomatsu... Cuánto tiempo sin vernos. ¿Cómo has estado?
Recuerda la primera vez que vio esa fingida sonrisa de amabilidad plasmada en su horrible cara, los mortíferos ojos curveados en una alegría indignante eran la causa de ese estremecimiento en su estómago. Esperaba que de una vez mostrará ese verdadero rostro, la sensación cosquilleó en su puño. La bilis subió por su garganta, pero lo forzó a responder.
- Mucho mejor si te fueras de mi vista. - Sus palabras irradiaban furia y, sin embargo, su mirada reflejaba una superlativa aún más grande para aquel sentimiento. Tougou le sonrió nuevamente con carisma.
- Tan directo como siempre, mi pequeño Osomatsu - Retrocedió unos pasos cuando el hombre de traje a cuadros se acercó a él, maldiciendo sus débiles piernas por temblar en momentos tan circunstanciales como estos. -, pero iré al grano, ya que tanto deseas dejarme a mi suerte, yo, que soy tu querido amigo; Goutou.
- Vamos, no tengo toooda la noche para tus melodramas, si quisiera ver una novela en vivo me hubiera quedado en casa con Karamatsu. - Apresuró al contrario, ciertamente estar junto a quien trató de secuestrarte no era algo muy gratificante. Osomatsu estaba seguro que, lo qué fuese que Tougou quiere, tendría que ver con él más un antifaz y la casa de un millonario de muy difícil acceso.
O también él, pero conociendo lo deseosos que son los hombres mayores que estuvieron en prision podía hacerse una diferente idea. Ojalá le hayan roto el...
- Pero tu hermano Choromatsu sí. - Osomatsu vio fijamente a Tougou, la guardia baja que lo dejaba expuesto a cualquier ataque se reconstruyó con solo oír la palabra "hermano" y "Choromatsu" proviniendo de la profunda voz de Tougou, porque de todas las cosas, personas, lo qué fuese, que pudo haber sacado en primer lugar, ¿por qué a él?
- ¿Cuáles son tus intenciones? Más bien; ¡¿qué coño quieres con él?!
- Diez mil yenes. - Cifró, comenzando a mostrar la verdadera sonrisa con la que Osomatsu lo recordaba mejor que nadie. Conocía su debilidad y lo avaricioso que es, pero ¿qué tenía que ver? ¿Por qué esa petulante expresión de cinismo mientras se relamía los labios?
- No tengo esa cantidad, ya por otro lado, si me la vas a dar por ofrecerte esto - Dijo, posteriormente se nalgueó el glúteo derecho y lo mostró a un Tougou que aún sonreír. -, con todo gusto te lo doy.
- Te pagaré esa cantidad, si me vendes a Choromatsu.
Prefirió que fuera lo que le sugirió.
N/T: En el episodio piloto de Laura Bozzo, la primera vez que dijo "¡Qué pase la desgraciada!", entre yo con un bote de palomitas :v.. De acuerdo, no. Pero por escribir esto así me siento. Pensaba hacer otro Ichikara, pero como ya tengo uno aquí - por cierto, si alguien que dejó un review ahí está por aquí, muchas gracias :3 - pensé, "ñah, que flojera... Flojera... ¡Osomatsu!" Y ya está, además de que como ya dije el OsoChoro fue mi primer OTP de la serie, y no es que no me guste el TouOso, pero al igual que un ciego viendo porno; es que yo no lo veo, ¡es que no lo veo! Además, vi un pequeño cómic en Twitter que me gustó y de ahí saque la gran mayoría de la idea. Así es, así de poco original soy :v, pero tengo uno en proceso. ¿Por qué lo dije? ¡Ni idea!
Ah, y como ya deben saber todos: en el capítulo del manga donde aparece este desgracia (con amor 3) Chibita hace el juego de palabras, alterando su nombre para escribir Goutou, que vendría siendo ladrón, algo que desconojona a Tougou. Por ello el título y la palabra que dice durante la charla con Osomatsu. Jaja, original :'v
Welp...
:)... Me voy.
