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Prólogo: Orden y Caos.
"… Y ahí ocurrió; la mayor catástrofe presenciada desde que este mundo fue creado: la Gran Inundación. La desesperación de esos monstruos, su rechazo ante las criaturas que tanto decían amar, su ira por no poder ver cumplidos sus designios, eso les hizo desatar sus emociones de la peor manera posible.
Los mares cubrieron la mayor parte de la tierra, dando como consecuencia la pérdida de muchas vidas; las diferencias arrasaron lo único que quedó, llevándolos al conflicto; su rencor hacia nosotros, los que nos negamos a seguir en silencio ante sus egoístas acciones, originó que nos poseyera el espíritu del caos. Así es, mi niña, nos condenaron a un destino de desgracia.
A simple vista, nuestra sangre aparenta ser pura, capaz de crear un bien para los demás, pero termina castigándonos sin importar qué tan buenas fuesen nuestras intenciones. Justo como ellas, al principio parece un regalo, y termina siendo el peor de los castigos. Estamos ligadas a ser su igual, una máscara, un alma falsa y pecadora.
No se queda ahí. También afecta al pobre que quisimos ayudar. Poco a poco, éste va perdiendo control de sus sentimientos, terminará siendo guiado por las ansías de conseguir más, el deseo que ellas tuvieron en su momento le dominará por completo.
No somos los únicos a quienes marcaron su inquietud, existen personas que, a mis ojos y a los tuyos, son la muestra de lo bella e interesante que es la unión entre dos razas. Sin embargo, los hijos de beorc y laguz fueron maldecidos por las diosas; ¿por qué?: porque creían ciegamente que era imposible. Lo llamaron pecado por el simple hecho de que eran diferentes, cuando no lo eran más que en apariencia.
Esa paz que tanto dicen buscar no es más que un disfraz, la perfección es en realidad lo que ambicionan. Excusándose por la soledad sin saber que su sufrimiento nos daña a todos sin excepción, actuemos en nombre del supuesto bien o mal que establecieron, su juicio recae incluso en los inocentes.
Con esto ya no tienes duda, ¿verdad? Ambas son crueles, llenas de equivocaciones e imperfecciones, peligrosas, hostiles, insensatas. No saben cómo inspirarnos a seguir nuestro camino. Por esto, aunque seamos los únicos racionales, hemos de... despreciarlas."
