¡Hola a todos! Me he lanzado nuevamente a esto de escribir fics para tablas… ¡y aquí estoy! Este es un nuevo proyecto que me está gustando escribir, y tiene como protagonista a Pansy (un personaje odiado por muchos y querido por pocos).

Esta historia es paralela a mi otro fic, Cardinal Sins, pero no pasa nada si no lo habéis leído, pues se puede entender perfectamente. Va a constar de cuatro capítulos, por lo que va a ser un mini-fic (respuesta, nuevamente, a una tabla de Retos ilustrados)

Disclaimer: nada de esto me pertenece. Los personajes y el mundo son de Rowling, y el título del fic, de mi amiga Natalia (I Love you!).

Advertencias: Va a resultar un poco gore, por lo que si eres muy sensible, no leas ;)

Soy nueva en esto de "salirme" de los Dramiones (aunque tampoco es que sea así del todo) y tratar personajes como Pansy, pero allá va este pequeño experimento mío ^^

Consejo musical: Escuchar "Memories" de Within Temptation. A mí, por lo menos, me encantó el efecto =)



#1 Reflejo Trastocado

No trates de ocultarlo. Es evidente. Lo noto, lo siento.

La prefieres a ella.

¿Qué he hecho mal, amor mío? Nunca te he fallado, siempre te he obedecido. He tratado de seguirte en lo que tú creías, he mentido a mis amigos por ti, a mis padres, a los profesores. Daría la vida por ti.

Sabiendo esto, ¿por qué me torturas con tu indiferencia?

Sé que no soy la única en tu vida, nunca lo he sido. Pero eso carecía de importancia, pues ¿acaso no volvías siempre a mis brazos? No soy tu dueña, tú no perteneces a nadie, aunque mil veces haya tratado de dominarte. Pero lo que sí es seguro, es que yo era tu favorita.

Nada de lo que yo haga te hará cambiar de parecer ¿verdad?

Te sonrío; tú apartas la mirada. Te hablo dulcemente; tú me ignoras. Lloro; te vas con la indiferencia pintada en tu rostro. En tu perfecto y hermoso rostro.

¿Qué ha cambiado?

Mi cara reflejada en el espejo, surcada de lágrimas, me devuelve una mirada triste y melancólica. Mis ojos no son ni especiales ni característicos. Mientras los tuyos son de un precioso tono grisáceo, los míos estás apagados por una profunda sombra negra. ¿Mi nariz? Bastante chata, a mi pesar. No son pocos los que poco amablemente me lo han hecho notar. Pero los labios, mis rosados y finos labios, siempre te han encantado, y nunca has dudado en repetírmelo.

¿Acaso los suyos te parecen más apetecibles ahora?

Muchos han calificado mi cara de perruna, pero dado que siempre me has defendido ante sus venenosas lenguas, nunca he acabado de creérmelo. ¿Por qué ya no les insultas cuando critican mi aspecto? Me dices que yo soy suficiente para ponerlos a todos en su sitio, y que mis amigas siempre están ahí para darme la razón que obviamente tengo, y yo alguna vez te creí.

Pero ya, no.

¿Te ha dicho ella algo sobre mi cuerpo, mi cara? ¿Ahora estás de acuerdo? ¿Comparas su cara de niña buena con la mía, y salgo perdedora? ¿O la das la razón por el simple hecho de complacerla? Añoro los tiempos en que hacías eso conmigo.

No trates de ocultarlo, se ve a simple vista. Estás loco por ella.

Veo que la miras a escondidas en las clases, cuando pasa a tu lado por los pasillos, cuando está en el Gran Comedor con sus amigos. ¿Crees que me trago eso de que vas tanto a la biblioteca para estudiar? Sé que piensas que soy tan obtusa como para no ver algo más allá de mis narices, pero te equivocas. Estoy atenta en todo lo que se refiere a ti, en absolutamente todo.

¿Por qué vas con esa estúpida? No te valora, no tanto como yo. La miras intensamente ―sí, como me solías mirar a mí―, y ella aparta la mirada de inmediato. ¡Maldita idiota! ¿No ves que él te desea más que a nada? ¿Más que a mí? No la prestes más atención, amor mío, sólo quiere que te arrastres ante ella. Tú te mereces algo mejor.

Sé que nunca he sido tu novia, nunca me has dicho un "te quiero" o un "te amo" ―aunque, desde que tengo uso de conciencia, haya pedido ese deseo al soplar las velas de todos mis cumpleaños―, pero sé que alguna vez fui especial para ti. ¿Cuándo te ha importado más ella que yo? Juntos la insultábamos, juntos nos burlábamos de ella, juntos la hacíamos sufrir. Tú y yo, amor. Los dos.

¿Ya no te burlas de ella? ¿Su pelo te parece más bonito que el mío, cuando es similar a un nido de pájaros ―como tú mismo comentaste―? Si tan poco te gustaba mi melena morena, tendrías que habérmelo dicho, yo me la habría cortado sin dudar.

¿Y qué pasa con mi cuerpo? Nunca he recibido queja tuya, pensaba que te gustaba ―daba gracias a Morgana porque te gustase―. Sus curvas no son más pronunciadas que las mías, y aunque lo fueran, ¿qué más daba? Nunca me había importado no tener el cuerpo de una diosa, porque contigo sentía que lo poseía. ¿Sientes lo mismo ahora, sangre sucia?

Yo he sido tu confidente, tu amiga, tu compañera. Muchos al pasar pensaban que teníamos una relación, y tú nunca lo negabas ―dándome una de las mayores satisfacciones de mi vida―. Ahora te apresuras a acallar cualquier rumor que nos señale como posible pareja, sin importarte cuan destrozados quedan mis sentimientos.

Y ahora, ante la única fuente de la verdad, sé aquello que tanto me había negado. El espejo me devuelve una imagen de mí pálida y ojerosa. No soy perfecta, y estoy muy alejada de serlo. Si me comparas con alguien a quien yo considero inferior, tanto física como socialmente, entonces yo debo de ser horrenda a tus ojos. Y tus ojos son lo único que importa.

Sí, tienes toda la razón ―como siempre―, soy horrenda. Mi cuerpo es delgaducho; admito pesarosamente que mi cara sí puede ser perruna; mis piernas están demasiado pálidas; y mis manos pueden llegar a ser ásperas. Pero te quiero, te quiero mucho más de lo inimaginable. Mucho más que ella. Y lo peor es que lo sabes, sabes que ella nunca te amará como lo he hecho yo. Siendo así ¿por qué?

Estoy de acuerdo contigo ―como siempre―, mi cuerpo no es digno de ti. Por eso muchas veces, inconscientemente, he dejado pasar tus pequeños deslices. Es normal que prefieras que te satisfaga una mujer mucho más hermosa que yo. ¡Lo entiendo! Pero ten en cuenta que para ellas, serás un simple trozo de carne ―sí, exactamente lo que tú piensas de ellas―. Sólo yo te comprendo, por eso te acompaño en las buenas y en las malas. Somos almas gemelas.

Golpeo repetidas veces el espejo con fuerza, mientras amargas lágrimas surcan mi dejado rostro. Trato, tal vez, de que ese endemoniado objeto no me devuelva un reflejo tan poco deseado. En una parte, lo consigo.

Miró mis ensangrentadas manos, que tienen pequeños pedazos de cristal incrustados en ellas. Pero no sufras por mí, amor, no me duelen. El dolor físico no puede compararse al de no estar a tu lado, al de saber que estás en estos momentos pensando en ella. No, ese dolor es mucho, mucho mayor.

Dejo fluir la sangre de mis heridas abiertas, viendo como mis manos se vuelven de un bello color carmesí. Ojalá las vieras ahora, son hermosas.

Desearía ser la mujer que tú anhelas, superarla a ella. Que sólo vivas para mí, al igual que yo sólo vivo por ti. Tener el cuerpo perfecto, que te envidien cuando pase junto a ti por los pasillos por ir acompañado de mí.

Aunque eso es imposible, no hay magia que pueda arreglar esto. Mis defectos no se irán tan fácilmente. Para ello, hace falta un sacrificio. Algo que demuestre que soy digna de ti.

Pero no te preocupes, mi amor. Tengo una solución.

Antiguamente, las mujeres, para que no se notara el poco color que tenían en las mejillas, se pinchaban con un alfiler en un dedo y dejaban que la sangre corriera por su blanquecino rostro para ocultar su palidez, dándole así un aspecto sano y saludable. Y les iba bien.

Cojo el trozo de espejo desprendido con una mano, y sonrío.

Por esa regla de tres, si yo, por ejemplo, cubría de sangre mi cuerpo, este se volvería más deseable ¿no es verdad?

Empezaría por mis paliduchas piernas. Si me hacía un corte profundo en la parte superior del muslo, no se me notaría al llevar la falda del uniforme, y tendría sangre como para abarcar toda la extremidad. Saber que pronto ese hermoso líquido carmesí me inundaría me hacía estremecer de excitación.

Draco, no te preocupes, acataré tus deseos. ¿Te gusta más ella, por tener más morena la piel? Bien, puedo arreglarlo fácilmente.

Seré la mujer que tú deseas que sea.


Fin del primer capítulo. ¿Qué os ha parecido? Críticas, consejos de alejarme para siempre de un teclado u opiniones están bien recibidos ;)

Gracias a Sannie, Lulú y Natalia por darme su opinión del fic y aconsejarme ^^ Agradezco vuestro apoyo, chicas.

En fin, ya está hecho, a ver que resulta.

¡Nos vemos!