N/A: Estuve trabajando toda la semana en este fc. Creo que me voy a volver locaaaaa pero tenía tantas ganas de hacer algo así, que bueno...espero les guste n_n


Disclaimer: Fairy Tail pertenece a Hiro Mashima. Hago esto sin ningún motivo de lucro.


Rated: T.

Advertencias: OOC. Malas palabras. Smut y altas concentraciones de Fluff.

Pairing: Natsu x Lucy. Nalu.

Summary: La vida no es justa, de hecho, es una completa perra. ¿Perder a tu novio, a tu mejor amiga, que tu prima se haya robado a tu perro y todas tus pertenencias, que te despidan de tu trabajo y aparte que el tipo más sensual del universo te odie? Eso no es sólo mala suerte, eso pasa cuando la vida es una completa perra.


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Capítulo I

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La vida es una completa perra.

De verdad, no miento. Muchas personas piensan que la vida es una perra con ellas, pero enserio que conmigo si lo es.

Es una maldita hija de puta, si pudiera enredar mis manos alrededor de su cuello, la mataría a sangre fría y todavía lo pensaría. Ya saben, podría hacer lo que hacen los asesinos de torturarla antes de acabar con ella, oh sí, yo sería tan malditamente feliz de ver esas grandes lágrimas de sangre rodar por sus estúpidas mejillas.

Maldita vida engendro del demonio.

Maldito hijo de puta que me engaño.

Malditos todos mis estúpidos exnovios come mierda.

Maldita mi madre por morirse y dejarme a la intemperie.

Maldito mi padre por dejarme morir de hambre y no preocuparse por mí.

Maldita mi mejor amiga por meterse con mi novio.

Maldito mi jefe, hijo de puta. Le podría meter una buena patada en el trasero. A él y a su estúpido café latte.

Crucé la calle todavía con los ojos más hinchados que precious, se podía ver el color rojo a varios kilómetros y no, no era por el maquillaje, había pasado tanto tiempo llorando por el idiota de Loke que además de no haber dormido, ahora parecía un tonto alien de ojos saltones.

En parte fue por eso que estaba tan enojada, mi jefe se había atrevido a criticar mi sentido de la moda hoy, se había molestado por mis ojos mutantes y me había gritado por la falta de su jodido café. ¿Cómo no gritar que la vida es una perra cuando te suceden cosas tan malas en cadena? ¿Qué cojones había hecho en mi vida anterior para tener tan mala suerte?

Y eso acababa tan solo de comenzar.

¿Saben cómo me enteré?

Lo supe cuando me tropecé como idiota en medio de la calle y tuve que trastabillar justo antes que un auto me golpeara por las piernas. Salí volando hacia atrás y caí de forma poco elegante sobre mi culo, el café se cayó sobre mi larga gabardina café y dejé caer la boca abierta completamente perpleja.

Ahora sí que no sabía que decir. Me quedé ahí por unos segundos antes de brincar completamente fuera de mí, la puerta del piloto de abrió y lancé el café con fuerza. Se estrelló haciendo que el piloto se refugiara detrás de la puerta como un maldito y vil cobarde.

—¡Imbécil! —mi mirada colérica pasó a su auto lujoso y pronto estuve actuando como loca. Y como loca se queda bastante corto, una desquiciada se habría visto mejor que yo; pateé el auto con fuerza y con el tacón sentí desquebrajarse el vidrio de los faros, luego regresé mi pie refugiado en unas buenas botas de cuero negras y luego volví a golpearlo.

—¿¡Qué mierda estás haciendo!? —La voz se escuchó desesperada y aterrada—. ¡Oye! ¡Oye!

Pateé de nuevo con fuerza y gruñendo como un vil animal. Unos brazos se cruzaron por detrás de mí, alejándome bruscamente y peleé con todas mis fuerzas, empujando y pateando hacia todos lados. Hubo una parte de mí que se asombró de todos esos músculos que sentí en contra de mi cuerpo, pero vamos, estaba tan malditamente enojada y desesperada, que solo me preocupaba por lanzar golpes a su cara.

—¡Suéltame! ¡Psicópata de mierda! —Él esquivó mis golpes sin ritmo—. ¡Eres un idiota! ¡Me atropellaste! ¡Me atropellaste!

—¡Hey cálmate! —intentó vendar mis manos y de alguna forma terminó con sus fuertes y de seguro musculosos brazos alrededor de mí. No pude moverme más—. La psicópata aquí eres tú, rubia. ¿Quieres explicarme que cojones haces?

—¿Qué coj—utilicé mi codo para golpear su estómago—. Tú me atropellaste.

No se movió. Me revolví.

—Mejor cálmate—se escuchaba bastante molesto, oh, pero yo lo estaba aún más. No se metan con Lucy Heartfilia cuando le acaban de romper el corazón, no ha dormido en días, le duelen los ojos y su maldito jefe está esperándola, ah y por supuesto, la acaban de atropellar—. Hablemos de cómo vas a pagarme lo que estás haciendo. Desquiciada.

Levanté el pie hacia atrás y golpeé sus partes masculinas con muchísima fuerza. Un sonido gutural vino de su garganta y se aflojaron esos brazos duros, de los que me zafé con fuerza.

Me volteé para enfréntalo y me topé con una cabeza rosa. Me quedé estupefacta por un momento y solté un jadeo cuando me miró con esos ojos verdes que se mostraban adoloridos. Todavía estaba inclinado hacia adelante. Habló con un quejido.

—Tienes que pagar eso—hizo una mueca, yo di un paso atrás y por supuesto que hice lo que toda dama haría. Contesté:

—Ándate a la mierda, maldito idiota—le enseñé el dedo medio y corrí hacia la acera asustada de una demanda, molesta por lo que había sucedido y frustrada de haber peleado a golpes con un chico…no, un hombre lindo y probablemente el más atractivo que había visto en toda mi horrorosa existencia.

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—Estás despedida.

Pestañeé varias veces seguidas.

—¿Lucy? —Mi jefe se removió incómodo en su asiento—. Quiero tus cosas fuera de esta oficina para mañana. Suerte en tu vida, ahora sal de aquí y cierra la puerta.

Lo miré por mucho tiempo pestañeando.

¿Acaso me acababa de despedir por no llevar su maldito latte?

—¿Usted acaba de despedirme por su latte?

Él aclaró su garganta—. No creo que seas la adecuada para este trabajo. Es demasiado para ti.

—¿Por qué no está su latte? —El asintió casi imperceptiblemente.

Lamí mis labios, me encontraba estupefacta e irritada y… joder si no, molesta. Ya había estado actuando como loca, ¿Qué más daba un poco más de show?

Miré los papeles ordenados sobre mis manos y tomé la sabia decisión de tirárselos a la cara. El hombre soltó un gruñido cuando trató de evadirlos pero le cayeron directamente, se levantó enfadado, pero antes de que abriera la boca para decir algo, me apresuré yo.

—¿Sabe qué? Todavía no entiendo por qué es jefe, maldito marica pasivo—él dejó caer la boca abierta y yo di un paso atrás preparándome para correr. Observé por última vez su cara peluda y volví a sacar mi lindo y florido vocabulario—. Su madre es tan fea, tan fea y tan peluda, que el único que se la folló fue King Kong y ahora es usted la consecuencia.

Las aletas de su nariz se extendieron y yo me apresuré a salir del lugar con dirección a mi pequeña oficinita en un rincón de la siguiente habitación. Coloqué todo en una caja para basura, todo lo importante, mis lapiceros, tazas, cargadores, aparatos electrónicos, la engrapadora, hojas en blanco, los clips, el mouse inalámbrico y estuve a punto de llevarme también el teclado de no ser por el hombre molesto que se paró frente a mí con el ceño fruncido hasta el infinito.

—¡Lárgate de aquí! —señaló el elevador y yo reuní toda mi fuerza para levantar la caja.

—Todo un placer servirle, maldito lame pollas.

Todos en el lugar se quedaron atónitos y con las bocas abiertas, mientras yo subía al elevador y desaparecía de la oficina. Al cerrarse las puertas escuché unas risas y luego el hombre peludo gritó completamente enojado.

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Salí del lugar con los ojos nuevamente inundados en lágrimas. Nada me estaba saliendo bien.

¿Ven como si es perra la vida?

Paré un taxi de la gran ciudad y me dirigí a mi pequeño pero muy lindo departamento. Cuando llegué, llamé a la alcornoque de mi mejor amiga-prima que ya no era porque se metió con el maldito mentecato de Loke. Ningún sonido provino de la casa y sólo pude desear que se hubiera largado de una vez por todas.

Y cuando miré, terminé más congelada que el propio iceberg que hundió al Titanic.

Sí se largó… pero con todas mis cosas. Ni siquiera una pelusa en el departamento, todo vacío. Oh no, mi perro. No mi perro por favor, todo menos eso.

Cuando abrí la puerta trasera, no había ninguna nariz mojada ni una cola blanca moviéndose con felicidad. Me llevé las manos a la boca. Podía llevarse mis cosas e incluso a mi novio infiel, es más, podría darle miles de Lokes…pero no eso…no mi perro, Plue.

El dolor en mi corazón se extendió por todo mi pecho, en forma centrífuga y creciente, mi garganta estaba completamente cerrada y me dejé caer al suelo junto con mi bolsa pesada, mi gabardina manchada de café y la caja de basura en mis piernas. ¿De verdad eso me estaba sucediendo? ¿No era una muy mala pesadilla? Más lágrimas llenaron las mínimas ranuras de mis ojos y comenzaron a descender con velocidad por mis mejillas hasta el suelo, algunas seguían su camino por mi piel y descendían por mi cuello.

No había sofá sobre el cual llorar, no había cama sobre la cual recuperarse. Me dejé caer al suelo y me encogí como feto.

Perra vida. Voy a matarte.

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N/A: ¡Arriba la depresión! ¡Yes!

Espero les haya gustado, actualizaré pronto.

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