Éste fic también lo dedicaré a mi novio Sasuke-kun. Lindo, te dije que no había quedado satisfecha con el anterior e hice éste segundo. Espero que también sea de tu agrado 3


Habían pasado ya siete meses desde el fin de la Cuarta Guerra Ninja, todas las aldeas ya estaban prácticamente recuperadas de las pérdidas que hubo, o al menos ya estaban resignados. El fin de la guerra había traído consigo la paz, pues estando las naciones débiles y cansadas, hubo un acuerdo explícito de tregua, aunque no faltaba una que otra aldea ninja pequeña, que intentaba alguna invasión no exitosa. Quizá estaban débiles, pero los Kages podían hacer frente a aquellos inconvenientes.

Para entonces, tanto Karin como Sasuke habían sido liberados de prisión, sin embargo, estaban en una situación similar a la libertad condicional, y como parte de dichas condiciones, cada uno tenía ya una casa donde alguien los estuviera vigilando. El caso de Uchiha era bastante complicado, pues los Kages de las grandes naciones demandaban la condena de muerte, más tenía la ventaja de que Naruto alegara por él, y por ello aún no se decía del todo lo que pasaría con él. Y por supuesto, era Uzumaki quien, al haber alejado a su favor, tenía la tarea de alojarlo y vigilarlo.

—¡Sal de ahí! ¡Sasuke! —Gritaba el rubio mientras golpeaba la puerta sujetándose la entrepierna— ¡Me estoy orinando! ¡Teme sal!

—¡Me estoy bañando, no voy a salir! —Contestó el moreno desde dentro.

—¡Entonces yo entraré! —Quiso abrir la puerta, pero no cedió— ¡Abre maldita sea!

—No abriré. Búscate un árbol o algo.

—¡No soy perro! ¡Ni soy Kiba! —Gritaba exasperado— ¡Ábreme!

Ya no hubo respuesta y Naruto terminó por correr a buscar un baño, en cualquier sitio. Minutos después, Uchiha salió con la toalla en la cintura. Buscó en el cajón que le correspondía ropa interior y procedió a ponérsela. Todo aquello le era molesto, tener un niñero del cual pudo haber escapado desde el primer día, pero no lo hacía, pues quería buscar la forma de mejorar Konoha por su hermano; tampoco le gustaba tener que compartir el cuarto, pues la casa de su amigo sólo era para uno, y todas las mañanas era el mismo problema con el baño.

—¡Sasuke! —Llegó el rubio con emoción— ¡Hoy es el Día Rojo!

Y claro, también le molestaba lo ruidoso que Uzumaki podía ser cuando se emocionaba, se alarmaba, se enojaba, se asustaba… mejor dicho, todo el tiempo. Estaba adquiriendo un dolor de cabeza constante desde que llegó a vivir con el susodicho.

—Baja la voz.

—Pero ¡es el Día Rojo! Y vi a las chicas comprando chocolates —seguía gritando— ¿Crees que Sakura-chan me de uno a mí?

—No me interesa —se metió el pantalón.

—También vi a Ino, Hinata y Karin —se acercó al azabache en son de complicidad mientras éste, se colocaba la camisa— Estoy seguro que Karin te dará uno.

—No me gusta el dulce —se puso el calzado sin perturbarse.

Naruto se molestó ante la inmutabilidad de su amigo, y habría ignorado su molestia, de no ser que la chica que podría darle un regalo a su amigo, era su prima en tercer grado —pero finalmente alguien de su misma sangre a quien podía llamar familia— y no iba a permitir que alguien como Sasuke fuera a lastimarla; aunque tampoco era como que le agradara mucho que ella se fijara en el Uchiha, o de cualquier otro. Estaba tomando un papel muy celoso, pero quería disfrutar de esa nueva familia antes de que ella o él formaran una nueva.

—¡Teme! ¿Cómo puedes decir eso? —Lo tomó por la ropa— Si no te comes lo que Karin-chan te traiga, te golpearé ¿Entendido?

El aludido se soltó del agarre sin dificultad y sin mostrar expresión alguna. Como si nada hubiera pasado, tomó su equipo ninja, se dirigió a la salida de la habitación, y echó un último vistazo al rubio.

—Se nos hace tarde. Apúrate.

Ese día les tocaba trabajar, cuestión que ambos odiaban, pues Sasuke tenía prohibido salir de la aldea, y al ser Naruto su cuidador, él tampoco podía salir. Además, ninguno había pasado el examen chunnin, y cada misión que tenían era dentro de la aldea, y con el nivel de un gennin.

Pasaron más de la mitad del día persiguiendo mascotas por ahí, limpiaban casas por allá, e incluso les tocó limpiar los baños de un hotel, algo bastante desagradable para ambos. Al menos tuvieron la fortuna de no hacer lo mismo en los baños públicos de la aldea, sanitarios realmente repugnantes cuando no están los vigilantes. Por otro lado, su trabajo había sido de medio día al ser fecha festiva, o de menos debió haber sido así, sólo que Naruto había llenado los baños de espuma, y tardaron más de lo debido limpiando el desastre.

Cansados, asqueados y fastidiados, Naruto y Sasuke iban de vuelta al departamento del primero, cuando a medio camino, el tan apreciado aroma a ramen pasó por debajo de las narices del rubio, quien, como en segundo aliento, salió corriendo hasta el establecimiento.

—¡Ramen!

¡Ramen! Esa era una cosa más que odiaba al vivir con Naruto. Todo el tiempo había ramen, cada rincón de la casa olía a ramen, e incluso Sasuke podía jurar que él mismo olía al dichoso platillo. Vio a Naruto perderse en el camino y sin ganas de discutir, y no teniendo otra opción, optó por seguir a su tonto amigo y comer en Ichiraku.

—Bienvenidos chicos —saludó el tendero amablemente teniendo el negocio lleno.

—Un plato de ramen para empezar —decía Naruto sonriente sin importarle si había donde sentarse o no— Vengo con mucha hambre.

—Ya te lo preparo —contestó Ichiraku— ¿Vas a querer lo mismo Sasuke-kun?

—Si —respondió secamente y procedió a sentarse a lado de su amigo, quien había conseguido de quien sabe dónde sillas.

—Na… Naruto-kun —llamó una joven de ojos perlados.

El aludido giró su vista hacia la voz que le llamaba. Notó a Hinata con una pequeña cajita bien decorada en sus manos.

—Hola Hinata-chan.

—Na… Naruto-kun. Feliz San Valentín —se acercó a Hyuuga con la cara entintada en rojo— Por favor acepta mis sentimientos.

Con todo el trabajo, Naruto había olvidado —nuevamente— la fecha, así como el que aquella chica se había declaro hacía tiempo sin él haberle dado una respuesta.

—Gracias Hinata-chan, yo…

Sasuke se levantó del banco con molestia, de verdad que no quería comer ramen, y si bien iba a obligarse a hacerlo, la comida ya se le estaba empeorando con la confesión de la chica. Antes de que Naruto diera su respuesta se iría, pues si él decía que si, terminaría siendo el mal tercio, y estaba seguro que Naruto no le tendría tregua para ignorarlos; pero, si Naruto decía que no, seguramente Hyuuga lloraría, Uzumaki la seguiría, y él, además de tener que pagar la cuenta con trabajo —porque no cargaba dinero— tendría dos platos del dichoso ramen. No, él no pasaría por ninguna de las dos situaciones, y lo mejor era irse antes de la respuesta.

—¿Sasuke?

—Que Hyuuga se coma mi plato.

Haciendo caso omiso de lo que el par decía, Sasuke se adentró a las calles de Konoha, ya buscaría algún lugar para comer cualquier cosa que no fuera ramen, y esperaba que le aceptaran trabajo a cambio de la comida.

Cada restaurante, cada puesto de comida, y cada zona recreativa estaba llena de parejas, si Ichiraku los había recibido sin problemas, había sido porque Naruto —y recientemente él—, era cliente frecuente.

Uchiha estaba resignándose a que quizá lo único que comería sería el pedazo de queso que quedaba en el refrigerador —eso si no ya estaba echado a perder, pues ni siquiera recordaba la última vez que compraron queso—. ¿Cómo había terminado en todo ese lío? Él siempre fue un buen administrador, pero el dobe no dejaba que él le ayudara en la planificación doméstica, y lo peor de todo, era que no podía hacer nada. Por mandato de la Hokage, su paga era dada a Naruto para que é administrara su dinero. O Tsunade quería torturarlo —algo que estaba logrando— o era una idiota al pensar que Uzumaki podía hacer un buen trabajo administrativo.

Ya harto de no encontrar dónde comer, dirigió sus pasos hacia el departamento, más en el camino, un color de cabello en la calle llamó su atención. A unos quince metros de él, pudo vislumbrar a Sakura, Karin y Sai platicando. Ambas chicas llevaban una bolsa de papel cada una, y Karin, en la otra mano cargaba una caja muy parecida a la de Hinata, aunque la de la pelirroja le parecía exageradamente adornada.

Bufó molesto, pues aparentemente Naruto tenía razón y Karin le daría un dulce; quizá Sakura también. ¿A caso no sabían que no le agradaban ese tipo de cosas? En fin, al menos había una ventaja, pues aunque fuera dulce, él estaba dispuesto a comer cualquier cosa. Con esos dichosos dulces tendría algo para comer y… ¡¿Karin le estaba dando la caja a Sai?! ¿Qué estaba pasando?

Una extraña presión en el pecho lo invadió, más se quedó pensativo. Quizá el regalo no sólo era de Karin, quizá ella y Sakura le estaban haciendo un regalo de compañerismo a Sai. Sin embargo, miró al pelinegro abrir la caja y extraer un chocolate en forma de corazón. Impulsivamente sus pies lo llevaron hasta donde estaban esos tres, y sin darse cuenta, su mirada parecía la de un acecino, cuya víctima, parecía ser el pelinegro.

—¿Sasuke-kun? —cuestionó Sakura confundida. Finalmente sonrió y sacó otra caja similar a la de Sai de la bolsa que llevaba.

—Hola Sasuke-kun —saludó Sai pasivamente— ¿Sucede algo?

—¿Qué te tiene tan enfadado? —preguntó Karin.

—Sasuke-kun, por favor… —musitó Sakura queriendo entregar el obsequio.

Sasuke miró la caja y el dulce que Sai sostenía, la arrebató sin previo aviso el dulce. Saber la forma que llevaba el dichoso dulce no le agradó para nada, pues era obvio que ese chocolate no era un Girichoko. ¿A caso Sai lo recibía porque Karin sabía que a él no le gustaban los dulces? Todos lo miraron confusos, y más aún cuando giró su cuerpo hacia la pelirroja que no estaba segura de sí era acertada la conclusión a la que había llegado, al sentir el chakra del azabache.

—No importa que sea dulce.

Tras decir aquellas palabras, el azabache comenzó a comer la golosina, dejando a los presentes en shock. Debía admitir que el dulce no estaba nada mal, quizá porque su odio por los dulces había iniciado a causa de Itachi, o quizá porque ahora odiaba otra comida más que las golosinas.

—¿Por qué Sasuke-kun se está comiendo mi chocolate? —cuestionaba el pelinegro confuso, mientras era mirado sádicamente por el aludido.

—¡Ino me matará! —Exclamó Karin sonrojada al comprender lo que ocurría, y arrebató el dulce a Sasuke con enojo— ¿Cómo se te ocurre hacer eso?

¿Ino? Se preguntó Sasuke confundido. Arrebató la caja de las manos de Sai y leyó la tarjeta. Efectivamente el chocolate era para Sai, pero iba de parte de Yamanaka. ¿Por qué Ino no estaba dándole el regalo a Sai? ¿Cómo había terminado en éste malentendido?

—Ino nos encargó darle el chocolate a Sai-kun —explicaba Sakura escondiendo su regalo— Está muy ocupada en la florería.

—Toma, aquí está el tuyo —exclamó Karin con enfado sacando otra caja que prácticamente aventó al azabache— Tendrás que explicarle a Ino lo que hiciste.

Avergonzado y desconcertado por su forma de actuar, Sasuke tomó la caja de regalo, cuya tarjeta tenía su nombre. Miró a Sai con el ceño fruncido, miró a Sakura que se veía decepcionada, y miró a Karin sonrojada que intentaba mantener el gesto de enojo. ¡A la mierda todo! Sin detener sus pasos, llegó al departamento y no salió hasta el siguiente día.


Aquí no acabará. Será un twoshot, pero el segundo capítulo lo subiré para el Día Blanco n_n Te amo cielo 3

Honmeichoco (本命チョコ), que podría traducirse por chocolate hecho en casa o verdadero, y es el que realmente se regala a la persona que se ama. Tiene forma de corazón.

Girichoko (義理チョコ), que podríamos traducir como chocolate por obligación o de gratitud, es el que suele regalarse a los compañeros de trabajo, de clase, y casi podríamos decir que dejar de regalárselo a alguien es casi como un insulto para esa persona. Suelen ser chocolates nada sofisticados, de pequeño tamaño, y cada vez más las chicas de una misma oficina o lugar de trabajo suelen reunirse para hacer un regalo conjunto de chocolate de este tipo a todos los hombres de la oficina, sección, o lo que corresponda.

Día blanco: "White Day" (Día Blanco) que se festeja el 14 de marzo, fecha en la que los hombres que recibieron un chocolate de las féminas, pueden corresponder de la misma forma obsequiando "algo dulce".