Una Noche
Un grito rompió la noche… Se destrozaba el mundo en dos, antes y después. El cielo en duelo, lleno de llanto la tierra y está en silencio estremeció sus cimientos. La adorada por fin se hallaba resuelta a cumplir su infinito deseo, el beso prohibido entre los eternos amantes, el mar y la Luna. El fin ¿De que otra forma podría ser descrito?
La joven doncella despertó de un profundo y dulce sueño, sin saber que tal vez hubiese sido mejor nunca haber despertado. Quedarse entre los brazos del eterno ahora, perfecto ahora, menos preciado ahora. La maldecida y desalmada realidad la esperaba con los brazos abiertos. Después de culminar el sentido de su existencia, solo poco tiempo después de entender la razón, de comprender finalmente el "por qué". Su vida realmente apenas comenzaba. El silencio su respuesta, la soledad su compañía y el recuerdo su verdugo. Maldito "¿Por qué?", te maldigo con todas las fuerzas de mi alma, con mi poca existencia, con las ganas de gritarles a todos lo ruin que eres. Confesar al viento y confiar en el estas lagrimas, no mías, de ella, en su honor, en su recuerdo y en mi tormento.
Destino, pervertido titiritero, deja la casta inocencia desplegar sus alas. Embustero, nunca estas satisfecho. Un hilo más cae. ¿Bajo qué excusa?
La noche se hace día y el día se hace noche. El frio invierno no da tregua, aun para el infinito calor de los amantes. Su cuerpo desnudo aun hormigueando resultado del éxtasi. Aun su piel recuerda el recorrido de esos labios y esas manos que la poseían gradualmente. De la ofrenda que ha sido destinataria, del pago que ha sido concedido. En la batalla que los contrincantes nunca pierden. "Hacer el amor" por fin tenía un significado para ella, dejo de ser mito, dejo de ser letras, dejo su forma común y paso a ser parte de ella. Su pureza el precio a tan alta recompensa. Gustosa la perdería mil veces por verse perdida en ese mar de fuego que la abrazaba por completo. La hacía sublime, hermosa, bella, simplemente perfecta.
Abrió los ojos lentamente. Sacudió un poco esas juguetonas mariposas. Frio, no solo por el invierno, no solo por su desnudez, el frio de esa extensión independiente de tu cuerpo, tu otra mitad, no se hizo esperar. Su sonrisa se hizo presente cegando la oscuridad de la noche y su voz liquidando el perturbador silencio en la habitación.
Un papel. Un pequeño trozo de papel y su contenido, fueron más que suficientes. Su ausencia, su absoluta presencia ocupada por ese papel. Indefenso mensajero. Tan pequeño y frágil, tan cruel y sincero. El apocalipsis mejor destino que respirar de nuevo. "Adiós". Eso fue todo, una palabra todo lo que quedo inundando el cascaron una vez llamado cuerpo, una vez llamado Nanoha Takamachi.
La angustia tomo forma y lentamente esta humedeció las sabanas testigos de tanto. Mejor dicho de nada. Solo eso quedaba un confuso vacio llenando el recuerdo.
Mi dulce inocente no se atrevía a mirar de nuevo ese papel, no se atrevía a clavar esa daga en su pecho una vez más. El invierno esta vez no tuvo impedimento, ni un solo atisbo de resistencia y por fin conquisto la ansiada alma de Nanoha.
"¿Por qué Fate?". Escapo de sus labios finalmente las palabras que en secreto siempre odio, las palabras que nunca le eran respondidas. Se incorporo, dejando el nácar de su espalda ser azotado por unos rojizos mechones. Unos cuantos delineando su torso y otros más refugiando su rostro. En el lecho, ella y el llanto. Se acurruco un poco, un acto reflejo adquirido de pequeña, solo la infantil Nanoha se refugiaba en su propia piel cuando el mundo era lo suficientemente inhóspito para no creer en él. ¿La piel será suficiente para refugiar el inmenso dolor que ahora conlleva cada latido? Su mano posa temblorosa encima de su corazón. No podía ser cierto, el inerte órgano seguía latiendo. Sus manos sintieron la calidez húmeda de la angustia.
Temblorosa finalmente se obligo a levantarse y caminar. Al principio las sabanas ofrecieron resistencia enredándose en su delicada piel, finalmente cedieron, confinaron en ellas la humedad testigo de placer y dolor, el agridulce recuerdo. Desnuda su alma y destrozada en lamentos, camino insegura. No necesitaba recorrer con sus ojos, no necesitaba confirmar con sus ojos la ausencia de ella. Salió del cuarto. No necesitaba, de hecho temía hacerlo, lo sabía con certeza pero una pequeña ilusión la obligo a seguir adelante. El lugar que en cada rincón guardaba su particular esencia se sentía indolente.
El cielo en llanto acompaño su dolor y el lamento se hizo presente, partiendo el alma de su progenitora. Nanoha ha muerto y su asesina nunca cumplió su misión ¿O tal vez si?
