Hoy era el día, el pequeño Albus asistiría por fin a Hogwarts.
Eran las 5 de la mañana y Harry se había levantado sigilosamente de su cama, no quería despertar a Ginny. Bajó las escaleras de su casa más tranquilo, en Godric's Hollow, dirigiéndose a la cocina.
Él quería hacer el desayuno.
Pero, lo que en realidad sucedía era que estaba nervioso y hasta quizá algo angustiado. Se acercó hacia el refrigerador para sacar huevos y tocinos y harina en la despensa. Estaba a punto de prender con su varita la cocina cuando unas suaves manos los rodearon.
- ¿Qué va mal amor? – Ginny, su Ginny, ella siempre sabía cuando le pasaba algo.
El niño que vivió, como fue llamado tantas veces durante su pubertad y adolescencia, se volteó, tomó las manos de su esposa y besó cada una de ellas, luego la estrechó entre sus brazos aspirando el aroma de su cabello, aroma que una vez tal vez hace más de 20 años, aspiró en una clase de pociones, Ginny era su Amortentia.
- Solo fue una pesadilla – susurró este sobre el oído de Ginny – Lo mismo de siempre.
- ¿Qué inflabas a Voldemort como a tu tía Marge? – Harry intentó sonreír.
- HARRY POTTER – habló la pelirroja con voz firme y un poco más alta de lo normal – Te prohíbo que te sientas mal, otra vez – Ginny se separó un poco de Harry, solo para tomar su rostro entre sus manos.
- Tú, eres un héroe, salvaste la comunidad mágica y ya nada malo ocurrirá – Ginny suavizó su mirada y se acercó a Harry quien había cerrado sus ojos, y los besó.
Y en ese instante la mente y el corazón de Harry se desconectaron, y él la tomó en sus brazos y correspondió el beso, como todas las mañanas desde hace más de 19 años atrás
- Gracias mi pelirroja _ Le sonrió Harry sobre los labios rojos de su Ginny.
- ¿Sabes? – habló Ginny cambiando la forma de su voz a una sensual – Los niños aun duermen – le sonrió coquetamente – porque no regresamos al cuarto y te recuerdo porque me amas tanto.
- Señora Potter, me parece o me está seduciendo o no será que tal vez querrá un cuarto hijo – Habló Harry haciéndose el fingido.
- ¿Crees que solo quiero cuatro hijos? ¡Quiero siete mi amor! – ambos rieron juntos y volvieron a entrelazarse en un largo y apasionado beso.
- ¡Oh Por favor! – Dijo James Sirius – yo venía por el desayuno – habló este bostezando – pero ya me quitaron el apetito, gracias padres – Terminó de hablar dándose la media vuelta y volviendo hacia las escaleras, cuando se choca con Lily Luna – Lo siento pequeña Lily, hoy no habrá desayuno – habló solemnemente James.
- ¿Por qué no hermanito? – preguntó la dulce niña curiosa de cabello rojo fuego como el de su madre.
- Los señores Potter formarán un equipo de Quidditch – habló el peque James destornillándose de la risa - ¿siete no mamá? – habló más fuerte para que sus padres que aun estaban en la cocina lo oyeran.
- ¡JAMES SIRIUS POTTER WEASLEY ESTÁS CASTIGADO POR EL RESTO DEL AÑO! – Gritó Ginny molesta y ruborizada, mientras Harry Potter al igual que su hijo, se partían de la risa.
- Cariño, hoy empiezan el colegio, no creo que puedas cumplir ese castigo – Habló Harry un poco más calmado.
James Sirius y Lily Luna, subieron al cuarto de su hermano Albus para despertarlo a almohadazos, y así fue como la mañana del primer día de Albus, empezó entre risas besos sonrojos y algo más.
Amor.
