Hace mucho leí una serie de shorts de JAG que se llamaba "50 formas de decir te quiero" en la que, si bien cada short era único, tenía en común con el resto el tipo de situaciones que presentaba. Así que, bien, hice lo mismo pero con House.

Les presento hoy la serie de shorts "A Second Chance: Hazlo bien de una vez", basada toda en momentos Hameron que yo he continuado y/o cambiado.

Espero sus review

OPCIÓN #1 Episodio 1x20

Me detengo frente a su puerta esperando que, milagrosamente, después de presionar el botón del timbre, se me ocurra algo que decirle. Muy a mi pesar, cuando ella abre y me mira con esos enormes ojos verdes desaparece de mi cabeza hasta la razón por la que había hecho el viaje desde mi departamento hasta el de ella.

Su expresión, los ojos rojos e hinchados y el pañuelo de papel que tiene en la mano me dicen a gritos que ha estado llorando por lo menos desde que cruzó la entrada cuando la traje con el coche hace un rato, y no puedo evitar sentir un retorcijón en el estómago a causa de la culpa.

Intento mirarla a los ojos, pero no puedo. Recargo aún más mi peso en el bastón y miro al piso, consciente de lo incómoda que está resultando para ambos esta situación.

- ¿Has venido a continuar burlándote de mí? - espeta. Mi estómago parece anudarse aún más fuerte.

- No. - Quiero decir algo más, pero no me sale. Tengo la boca seca. Se hace un largo y mortal silencio. Ella amaga con cerrar la puerta, pero me apresuro a apoyar mi mano sobre la madera para detenerla. - Por favor, no cierres. Quiero... quiero decirte algo, pero aún no sé cómo... Dame un poco de tiempo...

Veo que se aparta a un lado para dejarme pasar. Hubiera esperado que me cerrara la puerta de un golpe como para romperme la nariz, pero su invitación a entrar a su casa puede ser una mejor señal. Una vez dentro, soy yo el que cierro a mis espaldas, mientras ella camina lentamente hacia la otra punta de la habitación. Sé que se queda allí parada, cruzada de brazos, mirándome expectante. Vienen a mi mente mis palabras en la cena, y ahora es mi corazón el que parece comprimirse de pronto. Sin levantar la cabeza, apoyo mi espalda contra la pared, y dejo caer mi mano libre al costado. Mi voz sale casi como un susurro, pero dado el silencio que hay en la habitación estoy seguro de que me puede oir a la perfección.

- Esta noche dije cosas que no debía...

- ¿Intentas disculparte? - su voz se quiebra. Si alzara mi cabeza de seguro vería sus ojos inundados de lágrimas.

- No. Sería imposible disculparme. Soy completamente responsable por todo lo que dije... Y hasta diría que tenía el deseo de decirlo... Pero no todo era verdad, me di cuenta de eso, y quiero... compensarte por el mal rato.

Ella sigue llorando. Se hace otro largo silencio antes de que me hable.

- ¿Acaso crees que simplemente puedes darme un aumento para que me olvide de nuestra cena de hoy?

- No, no es es lo que digo. No te daré un aumento en el corto plazo aunque me lo pidieras... - Una muy leve sonrisa asoma a sus labios ante mi broma, pero enseguida desaparece. - Y tampoco quiero que olvides esta noche...

Veo que en su rostro se dibuja perfectamente la mezcla de confusión y enojo que está pasando por su cabeza. Me he animado a mirarla a los ojos, y la veo totalmente destrozada.

- ¿Qué quieres decir?

Vuelvo a bajar la mirada. Estoy a punto de largar todo lo que empezó a dar vueltas por mi cabeza desde que hablé en la cena. Estoy a punto de exponerme ante ella, y hasta diría que tengo miedo de hacerlo demasiado mal, o demasiado tarde.

- Sé que es verdad que yo te agrado, que te has enamorado de mí y todo eso. No sé si será porque me consideras un nuevo "proyecto" en que trabajar, o porque realmente lleno tus expectativas de cómo debe ser un hombre; no es lo que me importa... Pero... - Mi cabeza ya es un desastre. Mis manos sudan, y creo que en cualquier momento el bastón se deslizará de entre mis dedos y terminaré en el suelo. Logro asirme de él con más fuerza antes de seguir, tratando de ordenarme. - Mira eso que te regalé... - Señalo mi presente, que fue evidentemente arrojado sobre el sofá cuando entró después de la cena. - Cuando lo vi me pareció patético, pero lo compré pensando que se te vería perfecto... Me peiné como es debido, recorté mi barba, me puse la camisa que todos dicen que me queda bien... ¿Y por qué? ¿Por qué hice todo eso...? - Sé que busca mi mirada, así que levanto mis ojos una vez más hacia ella, tratando de hacerle saber que estoy siendo totalmente sincero. - Cuando me acompañaste a los munster truck pensé que contigo me sentiría... "acartonado", muy "jefe-empleada"... Ya sabes...

- Entiendo. - Su tono tranquilo me anima a seguir.

- Sí, bueno... No me sentí así en absoluto... Fuiste franca, fuiste auténtica, y me diste una extraña seguridad para que yo también fuese auténtico... Hacía mucho que nadie me hacía sentir así... De ahí que lo que dije hoy fuera una enorme idiotez.

- En eso estamos de acuerdo. - Esboza una sonrisa triste, pero sigue tranquila y ha metido las manos en los bolsillos de su pantalón deportivo.

- Quise alejarte para que ninguno de los dos saliera lastimado. Soy un tipo duro, ¿sabes? - me atrevo a bromear, y ambos sonreimos un poco. - Pero visto y considerando, nos lastimé a ambos...

Creo que ella no se esperaba realmente esa confesión, ya que abre la boca como para hablar, y tras balancear su mandíbula un par de veces opta por suspirar largamente y cerrarla.

Meto mi mano libre en mi bolsillo y saco las llaves de mi coche, dispuesto a irme, pero ella viene hasta donde estoy yo y toma el llavero que no suelto de mi mano, mientras me mira a los ojos.

- ¿Qué haces? - su voz tiene un ligero toque de desesperación.

- Pues... me vuelvo a casa...

- ¿Por qué no terminas con lo que estabas diciendo? - cuestiona.

- Pensé que quedaba claro lo que intentaba decir... - La verdad es que mi valor se acabó y necesito juntar más, pero su proximidad no me lo está permitiendo.

- Sí, pero aún así quiero escucharlo de tus labios...

Me pierdo en la expresión suplicante de sus ojos, y de pronto siento que el valor vuelve a mí. Tomo aire. Sigo aferrado al bastón como si mi vida fuera en ello. Dejo mis llaves en su mano para extender la mía y apoyarla en su húmeda mejilla.

- Siento haberme portado como un cretino. - Con el pulgar le seco una lágrima que acaba de salir. - Siento haberte alejado y haberte lastimado... Prometo no volverlo a hacer...

Me callo otra vez. Esto de confesar lo que siento no es cosa de todos los días...

- Continúa, - me pide.

- Pues... creo... No, estoy seguro... que me agradas tanto como yo a ti.

Sonríe ampliamente y se lanza a mi cuello de tal forma que perdería el equilibrio de no haberme aferrado antes al bastón. Con mi otro brazo la rodeo por la cintura, y aprovecho mi posición para aspirar con deleite el perfume de su cabello. Ni siquiera Stacy ha logrado oler como ella, tan fresca, natural, joven... Tan mujer...

En mis labios están bailando tres palabras, pero mi garganta no me ayuda a pronunciarlas. Ella se aparta de mí sólo lo suficiente para poder verme a los ojos. ¡Dios! Siento como si su mirada me atravesara.

- Mañana en el hospital me preguntarán si tendremos otra cita...

- Esos chusmas... - evado, pero no por mucho.

- ¿Qué les diré?

Recorro su rostro con la mirada. Sus labios entreabiertos y ligeramente hinchados me invitan a darle un profundo beso, y como es de suponer jamás renunciaría a tal invitación. Y cuando nos separamos apenas lo justo para recuperar el aire, nuestras bocas aún rozándose, mi garganta despierta y me ayuda con aquellas tres palabras.

- Te amo, Allison.

Que les diga lo que quiera al cangurín y al negro. También a Wilson y Cuddy. Ahora mismo estoy muy ocupada para pensar en ellos.

FIN