Capítulo 1

Los primeros minutos de la mañana del día de verano asomaban por la ventana entreabierta de Mariela. El cuarto no daba señales de que en la noche anterior se hubieran divertido cinco chicas toda la noche gritando y escuchando

música a todo volumen.

Lucrecia, Paz, Natalia y Julieta habían ido a la casa de Mariela para festejar el fin de la primaria y el nuevo viaje de Mariela a Misiones, para visitar las cataratas. Las chicas habían festejado hasta las diez de la noche el fin del colegio primario, las maestras gritonas y no más de la agrandada de Florencia. Sólo habían conseguido hasta las diez, porque al día siguiente Mariela se iba temprano a Misiones.

Los rayos cálidos del sol llegaron a los ojos de Mariela y la despertaron. Ella los abrió somnolienta y se levantó hacia la ventana y la abrió de par en par. Ya su hermano había bajado al jardín y estaba correteando junto con sus papás que cargaban el auto con valijas.

¡El viaje! Se había olvidado por completo. Se vistió rápidamente con un pantalón y una remera, se peinó y bajó con su bolso en la mano.

-Ya estaba a punto de irte a despertar. ¡Rápido! Poné tu bolso en el baúl si querés que a tu papá no le de un ataque nervioso.- le dijo su mamá.

-Este es el bolso que llevo yo en mi asiento Mami. El que va en el baúl es el que está arriba.- le dijo Mariela en medio de un bostezo.

-¿Y que estás esperando? ¡Andá a buscarlo ya mismo!- le espetó su mamá.

Mariela subió la escalera hacia el segundo piso de su casa para llegar a su cuarto, buscar el bolso y, de paso, hacer la cama, ordenar la ropa y buscar las últimas cosas para el bolso de mano.

Pasada media hora, diez minutos de los gritos del papá de Mariela por tardar tanto, una queja de su mamá porque pensaba que no entraba todo y los llantos de Francisco, el hermano de dos años, pudieron finalmente cerrar la puerta de la casa, dar la última despedida al jardín y a los vecinos y subir al auto para viajar a las cataratas de Misiones.