BUSCANDO UN PROPÓSITO
DIGIMON ©TOEI ANIMATION
Sinopsis: Gill vivía huyendo y cuando lo hacía de la justicia tras ser traicionado, terminó muerto. Pero ese final es solo su comienzo. El dios Digimon Yggdrasil lo reencarna como Digimon y junto a su tamer deberá encontrar su propósito para existir. ¿Cuál es ese propósito?, ¿Gill quedará como Digimon o será humano otra vez? A veces todo es más sencillo desde la perspectiva.
Nota de la autora: Okay, esto será corto y mi primera historia de Digimon Adventure, ¿pero por qué Adventure? Porque si bien los protagonistas no son los Niños Elegidos, harán su aparición en un momento ya que la historia ocurre en este universo entre la batalla final de 02 y su epílogo, específicamente, en esos veinticinco años donde los lazos entre humanos y Digimons se afianzaron. Esta historia es un reflejo, a mi parecer, de cómo se desarrollaron dichos eventos.
Dejando esta extensa nota, prosigamos.
Prólogo
Cuando de niño te preguntaban en la escuela que querías ser cuando fueras adulto, recuerdo haber dicho que quería ser bombero para salvar personas o policía para poner a los malos en su lugar. Ahora me persigue la policía y estoy en colado en un edificio en llamas en un vano intento de salvar a mi compañero delincuente que inerte yace en el suelo.
La ironía de la vida.
Se que si mis padres me vieran me darían la tunda mi vida por estar tocando fondo, robando y viendo cómo sobrevivir día a día. Pero ellos no están y ni modo, nadie puede regañarme. Lo único que hice fue seguir a mi hermano Gabe por el camino de la delincuencia y descontrol cuando a mis diez años me ordenó que robara la cartera de una señora por el simple hecho de ver la cara de angustia de la misma cuando se diera cuenta de la ausencia de su pertenencia. Obedecí a Gabe en ese entonces, lo cual fue el catalizador de mi vida actual, y lo hice ahora que nos a mando de Oswald y a mí a robar a un supuesto hombre importante que iba a tomar al bar de la esquina.
Lo que no previmos fue que en realidad mi hermano nos tendía una trampa.
¿Cómo llegue a esto? Bueno, digamos que las personas que trabajan con mi hermano presumen mucho de los tratos que doy. Soy muy amable con gente que seguro puede darme algo a cambio, porque si no los tratara bien no tendría sentido trabajar con ellos. Gabe en eso no pensaba igual.
—La gente de aquí solo son nuestros instrumentos, Gill. No quiero que lo veas de otra forma, sino ellos se aprovecharán de ti en algún momento —solía decirme. En parte tuvo razón, porque Mónica eso hizo conmigo, ¡la muy perra!
La arpía en cuestión fue mi compañera de primaria y secundaria además de mi mejor amiga. No había algo que no hiciera que a Mónica no le dijera, por más malo que fuera. Ella prácticamente era mi diario personal y consejera que pronto pasó a ser mi novia y aspiraba a que también sea mi esposa. Sin embargo, parece que no le gustó la idea y terminó por delatarlo con mi hermano. Y no solo a eso, sino a mi idea de ver si podía tomar control de la banda mediante todos los que me apoyaron.
Cada uno de ellos, que era más de la mitad de la banda, estaban muertos y seguía yo gracias a un llamado anónimo de que unos delincuentes que pretendían robar a un senador en cierto bar de la esquina. O eso decía más o menos el mensaje que había recibido de mi ahora ex novia cuando a Oswald lo había atravesado una bala el cráneo y el edificio donde estábamos estalló en llamas.
—Cuando leas esto, seguro Oswald estará en un mejor lugar. Descuida, en breve lo acompañaras —comenzaba el mensaje que estaba releyendo en el fulgor de las llamas—. Al parecer a Gabe no le parece justo que quieras dominar su banda sin consultarte y no le causa gracia que tenga que matar a quienes piensen igual a ti. Pero bueno, ¡tú lo buscaste, Gill! Adiós PD: Gabe es mejor que tú.
Reí con amargura ante mi panorama. Mi chica me abandona por mi hermano y todo los que eran algo para mí fueron asesinados por mí culpa. Incluso Oswald que solo hacía esto por su Tata, su abuela materna, para pagarle los medicamentos.
¿Cómo va a quedar esa señora cuando sepa que su único nieto murió a causa de un parásito como yo?
Es imperdonable.
Mi vida es imperdonable, pero es lo que escogí y cada acción que haga solo hace un ajuste más a la soga que está en mi cuello, la cual creo que se corta ahora. El edificio se consume y solo quedan pocas maderas firmes que separan el cuerpo de Oswald y a mí del vacío. Sí, creo que una forma de morir más poética que ser perforado por las balas que mi hermano indirectamente dispara hacía mí. No le voy dar el lujo a ese gusano de ver mi cuerpo destrozado por la justicia.
—Bueno, Os, te veré del otro lado. Solo espero que tu abuelo me perdone por arrastrarte a que dejes a tu Tata sola —habló al inerte cuerpo de mi compañero que ha sido más hermano que el propio Gabe si lo pienso bien—. Espero que esto se queme rápido.
No quiero ver como el fuego me abraza y devora mi piel por lo que cierro los ojos. A mi mente llega recuerdos de mi infancia, a mí papá en el patio con una barbacoa y a mamá con jugos para nosotros que estábamos pateando una pelota. Otro recuerdo de mí atrapado en un árbol y un enorme dinosaurio anaranjado salvando mi vida juntos a un muchacho de gafas. Recuerdo que pregunté quién era su amigo y él respondió.
—Es Greymon, la forma evolucionada de mi amigo Agumon. Él es un Digimon y yo soy su compañero.
Digimon, Greymon fue el primero que vi y me fascino.
—¿Crees que pueda tener uno?
—Claro, cualquiera puede. Pero el Digimon te encontrará a ti, es mejor que no los busques.
—Entiendo...—no entiendo a qué se refería en ese entonces, pero sabía que debía esperar por mi Digimon—. Espera, ¿cuál es tu nombre?
El chico me había sonreído muy animado y extiendo su mano, me dijo: —Soy Taichi, Taichi Yagami. Aunque también me dicen Tai.
—Eh, claro Tai. Yo soy Gill, Gill Camallo.
Desde que conocí a Taichi de forma breve a mis doce años siempre quise un Digimon y combatir. Había comenzado a buscar en la red todo sobre ellos y las hazañas que habían hecho, aumentando así expectativas mías sobre lo que tener un Digimon como compañero me aseguraba. Pero mi Digimon nunca apareció y el estilo de vida que llevaba a costa de mi hermano me limitaba ese sueño.
—¡Olvida esas cosas extrañas! Concéntrate en cosas reales, como el dinero y lo que yo te diga, ¿entiendes, Gill?
Y como ingenuo que era, accedía a lo que Gabe decía y olvide ese sueño. De todas formas, agradezco no tener un Digimon al final, pues todo lo que hice después de ello no hubiera sido lo más adecuado para esa criatura y más con lo trágico de la situación actual.
Hay un salto y me veo a mí diciendo a mis padres que me iba con Gabe, que quería una vida sin pesados como ellos. ¡Dios ese fue mi primer error! Solo tenía quince años y pensaba que el mundo era como lo dictaba mi hermano mayor.
Sí, era un idiota…, bueno, lo sigo siendo.
Recuerdos de Mónica llegan a mí. Todas esas primeras veces donde pensaba que ella era la mujer de mi vida y que nada iba a separarnos por más fiera que fuera la cosa. Segundo error en confiar en exceso en ella. No pienso que todas sean así, pero entra en el grupo de mujeres que deberían de darles una patada, al menos el destino, para que aprendan. El resto no es relevante más que conocer a Oswald, hablar de que algún queríamos estudiar y ser un poco más útiles a la sociedad. Cosas que desearía haber hecho, al igual que pedirles disculpas a mis padres y a Tata, patear a Gabe e insultar a Mónica. Todo pendiente por mi idiotez.
El calor está insoportable.
Sí, maldición, llega mi hora y mi final.
—¿Quien dijo que sería tu final, Gill Camallo?
Me sobresalto y abro los ojos quedando estupefacto. El fuego y la destrucción del entorno fueron reemplazados por un espacio blanco y pacífico que relajan de inmediato. Vago con la mirada por el lugar y pronto me veo reflejado en un cristal que parece tener vida.
—¿Acaso eres Dios o algo por el estilo? Porque tengo entendido que eras un sujeto colosal con barba y blanca toga.
—Lamento informarte que no soy ese tipo de dios, mi lugar está como soberano de todos los Digimon. Soy Yggdrasil.
Hago una mueca de asombro y no puedo evitar sentirme extrañado. Si se supone que morí equivocado y se a otro cielo. Seguro era eso, pero como parecía que ese soberano leía mi mente, dijo:
—Que estés aquí no es un error, Gill. He sido yo quien transfirió tu alma aquí para decirte algo muy importante —se me escapa un ruido de sorpresa y prosigue—. Personas como tú, buenas personas con buenas intenciones que han tomado el camino equivocado, merecen una segunda oportunidad.
Muchas sorpresas me otorgaron en los escasos minutos que llevaba allí y en escaso tiempo que llevaba conociéndolo a ese dios. El tener una segunda oportunidad era la cúspide de ello. No puedo evitar enarcar la ceja ante el cristal, algo no me cuadraba de todas formas.
—Algo me dice que esto no tendrá salida fácil. Considerando que eres un dios cristal parlante —apunte con obviedad—. ¡Y no pretendo ofender!
Escucho un ruido que parece ser una risa y no puedo evitar contagiarme de eso. Que agradable Digimon.
—El destino ha sido cambiado, pequeño Gill. Se te permitirá otra nueva forma de vida, una forma de vida llamada Digimon —dice con seriedad—. Como humano has vivido bien, pero has cometido errores que deben ser corregidos y debes encontrar un propósito.
—¿Propósito?, ¿a qué te refieres con eso? —preguntó con intriga. No llego a entender la complejidad del asunto, pensé que solo era un afortunado que le daban otra vida, pero resulta que debo de hacer algo a cambio.
—Algo para que dé sentido a tu existencia —contestó Yggdrasil con simpleza y no pude evitar soltar una carcajada por ello—. ¿Qué es gracioso?
—Nada, es solo que no veo la gracia al asunto. Una razón de existir es imposible de encontrar, es imposible que algo así pueda pasarme —habló con gracia al principio, pero el malestar no tardó en adueñarse de mi—. ¡He vivido mi vida huyendo y sobreviviendo!, ¡la única razón de existir es simplemente no morir! Y si tuviera que buscar una cosa para volver… ¡sería para ir y escupirle en la cara a quienes abusaron de mi confianza!
Nunca habló con tanto odio a menos que toquen una fibra sensible. Yggdrasil lo había hecho y ahora era testigo de mi temperamento de mil demonios. Odiaba y detestaba que me impusieran cosas utópicas como la paz interior y esas boberías, eran tan falsas como las personas, y me incluyo. El valor, la amistad, el amor, el conocimiento, la pureza, la sinceridad, la esperanza y la luz como estilos de vida para existir con total plenitud eran falsas y nadie podía representar nada de ello, pues todos somos seres inmundos que vivimos aprovechados de otros.
Es lo que pienso y sé que soy así. Solo sobrevivo y no pienso en darle un sentido a mi existencia porque es imposible. Y debió ser que mis pensamientos fueron obvios en ese momento pues el dios frente a mí resonó con cierta molestia.
—Es evidente que tu vida humana ha sido mala, pero eso no significa que no puedes hallarlo siendo Digimon pues esa será tu tarea.
—¡¿Que?! ¡¿me estás diciendo que…?!
—Tendrás un periodo de prueba para comprobar si en verdad eres digno de existir como Digimon y encontrar tu razón de existir será parte de esa prueba. De lo contrario, morirás definitivamente —habló Yggdrasil tajante y determinante con el tema. Decía con veracidad que, si fallaba, moriría de una vez por todas y no podría siquiera vivir como esas criaturas—. ¿Qué harás, Gill Camallo?
Apreté mis puños con impotencia. No tenía los ánimos para someterme la ridícula tarea de buscar algo que no existía, no obstante, si rechazaba la propuesta del dios era de seguro que moriría sin tener la posibilidad de ver si era capaz de hacer una cosa bien en esta condenada vida mía. Mi única salida era acceder.
Con todo el repudio posible en mis palabras, contesté: —Acepto, dios Yggdrasil.
—Perfecto.
Ese fue lo último que escuche del soberano antes de una luz me ceguera completamente y perdiera el conocimiento.
