Descargo de responsabilidad: Akatsuki no Yona pertenece a la maravillosa Kusanagi sensei.

NOTA: Situado justo al final del nº 150.


ES LA HORA

¿Cuántas más, Hak?

¿Cuántas heridas más tendrás que sufrir por mi causa?

Y de nuevo, me repito que tengo que ser más fuerte. Sí, tengo que ser más fuerte para que tú vivas, para liberarte, para mantenerte vivo, aunque sea lejos de mí.

Lo intento, de veras que lo intento, pero ¿cuántas más hasta que mueras?

—Es la hora —le digo, acercándome, y él alza el rostro para mirarme. La muchacha que lo atiende termina de vendar con prisa las nuevas heridas y se despide diciendo alguna cosa a la que ninguno de los dos presta atención—. Dijiste que cuando todo esto terminara, teníamos que hablar.

No quiero que seas mi Neguro, Hak. No quiero vivir tras el escudo de tu cuerpo, no quiero verte morir…

Quiero que vivas.

—Llevas mi colgante, mi regalo —le digo, llevándome al mano al corazón, porque jamás pensé que aún lo conservara.

Y él me mira, con esa mirada suya velada, insondable, que pareciera ocultar tras sus ojos misterios que aún no me han sido revelados. Y siento que todo ese valor que venía reuniendo desaparece como humo al viento.

Una vez más, no soy tan fuerte… Mi colgante, sobre tu pecho, sobre las cicatrices, sobre las heridas por mi causa. Tu cuerpo, surcado de líneas de vida y muerte.

¿Cuántas más, Hak, hasta que me faltes?

¿Cuántas más, hasta que mis brazos sostengan tu cuerpo muerto?

Traigo la muerte conmigo, y tú, mi Hak, quieres hablar de un beso. Mi beso…

—Es la hora —repite él, cerrando los ojos y apretando en su mano el símbolo de mi amor.

Y yo, pobre tonta enamorada, me atrevo a soñar, me atrevo a desear que quizás, solo quizás, Hak nunca quiera apartarse de mí.

Él abre los ojos y me mira. Y a pesar de los misterios, a pesar de las palabras nunca dichas, sé, por fin lo sé, que todo está a punto de cambiar.