-¡Stuart, hijo! ¡Vas a llegar tarde si no te apuras!

-Ya voy mamá, estaba en el baño.-Stuart baja las escaleras sin apresurarse demasiado. Ya sabe que su madre siempre se exalta todas las mañanas desde que su hijo encontró trabajo en una tienda de instrumentos musicales, "El Emporio del Tío Norm" y siempre quiere que Stuart este a tiempo.

-¿Te lavaste los dientes?

-Sí.

-A ver, ven aquí.-Rachel hace que Stuart vaya hacia ella y le dé una sonrisa para comprobarlo.- ¡Ay sí! Hijo tienes los dientes más hermosos.-Dice con orgullo.-Lo sacaste de mi lado de la familia. Tienes unos ojos hermosos, un cabello igual de hermoso.-Con las manos se encarga de peinarle su azulado cabello hacia los lados. Esto irrita un poco a Stuart porque él ya se había tomado la molestia de peinarlo por su cuenta hace unos minutos.-Unos cachetitos hermosos.-Continua diciendo para ahora aprisionarle las mejillas entre las manos y apretarlas con cariño.

-¡Ya, mamá!-Stuart logra zafarse de su madre.

-Está bien, ya. Ten tu almuerzo. Sandwich de queso y té helado.-Rachel le entrega la misma lonchera metálica con el logo de Batman que Stuart solía llevar a la escuela primaria, desde entonces la tiene porque resultó ser muy duradera.

-Regreso en la tarde.-Dice mientras se encamina a la puerta.

-¿Te olvidas de algo?-Rachel se apunta hacia una de sus mejillas. Stuart se regresa para darle un beso de despedida. Sale de casa y va hasta la parada de autobús. A su edad, diecinueve años, es un poco extremo que su madre lo siga tratando como un niño, pero él trata de comprenderla siendo que es hijo único y los padres siempre los cuidan demasiado. No se queja, ya está acostumbrado a vivir así. Saca un cigarrillo de otro de sus bolsillos y lo enciende para dar unas cuantas caladas. Sus padres siguen oponiéndose a verlo fumar. La primera vez que lo hizo fue en secundaria con su pandilla de amigos, con los cuales ya ni siquiera sigue teniendo contacto. Fueron buenos tiempos, eran unos locos con quienes pasó buenos ratos de diversión haciendo unas cuantas bromas a los profes cuando podían, se saltaban las clases aburridas y se atrevieron unas cuantas veces a pasar detrás de las niñas, levantarles la falda y salir corriendo (él nunca lo hizo por respeto). Estaban en la edad de la punzada después de todo. La primera vez que aprendieron sobre sexualidad en su clase de biología, riéndose ante los diagramas de sus libros de los aparatos reproductores sexuales, las bubis, y tiempo después Kevin los sorprendería trayendo de incognito algunas revistas eróticas que le robó a su papá.

Recuerda revisar en sus bolsillos si lleva su copia de las llaves para entrar a casa cuando regrese. La última vez las olvidó y tuvo que ir hasta el hospital para pedírselas a Rachel. Sabe que no le gusta que la interrumpan en sus horas de trabajo y menos por algo tan banal como unas simples llaves. Por suerte sí trae las suyas consigo. Pasa el autobús que lo deja a pocas cuadras de su trabajo. Cuando llega y registra su hora de llegada sabe que ya no recibirá su bono de puntualidad. Debía llegar a las nueve y ya son nueve quince. De por si lo que le pagan es una mierda y sin el bono es peor. A veces Stuart se pregunta si de verdad disfruta su trabajo. Está rodeado de instrumentos musicales, lo cual es genial, él siempre ha sido gran aficionado de la música. Tiene sus instrumentos favoritos en casa: los sintetizadores, los teclados y las melódicas. Si tiene tiempo libre le gusta tocar encerrado en su cuarto. Es un gusto que adquirió gracias a su padre con quien de pequeño gustaba de desarmar todo para ver cómo funcionaba, que piezas llevaba, volverlo a armar y crear una nueva melodía al azar con nuevos sonidos.

Pero claro, también odia su trabajo por la paga tan miserable y porque no tiene nadie con quien charlar. Él es el único empleado que está en el turno de la mañana y justo cuando se va, llega otro chico que tiene el turno de la tarde, pero nunca habla con él porque se ve que él tampoco quiere dirigirle la palabra a Stuart. No sabe si es porque es muy tímido o si Stu no le agrada. No habría razón para no agradarle, Stuart no ha hecho nada malo, pero también si él no toma la iniciativa es porque a su hora de salida lo único que quiere es largarse a casa si ha salido cansado de su rutina. Su jefe Norm siempre está en su oficina y sólo sale para darle órdenes. "Stuart, haz el conteo en el almacén", "Stuart, recibe a los proveedores", "Stuart, limpia los pianos", "Stuart, mueve esas cajas", "Stuart, ponte a trapear los pisos". "Stuart, Stuart, Stuart" ¡Carajo! Ni siquiera le gusta demasiado su nombre y su obeso jefe lo pronuncia cada cinco minutos, es irritante. Trabaja mucho y su paga no lo vale. Además Norm tampoco parece tenerle mucha simpatía. Él lo sabe desde la primera vez que fue y le pidió la vacante. "¿Qué sabes de instrumentos?" Preguntó Norm. Y justo cuando él quería empezar a explayarse con todo su conocimiento, de nuevo lo interrumpe y dice "No importa, de todas formas si no sabes algo, toda la información está en nuestros panfletos. No tienes que saber tocar nada tampoco. Está prohibido ponerse a tontear con los instrumentos porque si rompes algo te lo descontaré. ¿Puedes empezar mañana?" Y así fue como consiguió el trabajo. Es muy aburrido su turno cuando no hay clientes y sin nada que hacer. Si está ahí en definitiva fue solo para complacer a sus padres y no quedarse sin hacer nada de provecho.

Escucha que la campanilla de la puerta tintinea cuando alguien entra.

-¡Paula!-Va con ella y se muestra tan servicial como siempre.- ¿Qué puedo hacer por ti hoy?-Claro, si no había renunciado aun, era por complacer a sus padres y por supuesto por ver a Paula Cracker.

-Ya sabes, lo de siempre, cariño.-Lo atrae hacia ella y le da un beso en los labios. Los deja manchados de su labial rojo. Stuart termina vendiéndole cuerdas para su guitarra. Paula al principio regresaba y le decía que sus cuerdas se le habían roto y venia por nuevas…demasiado seguido. Luego le confesó que sólo era una excusa para verlo a él. Le dijo que lo encontraba bastante lindo y atractivo. No se ve a un chico todos los días cuya estatura se sale de la habitual y que además tiene un color de cabello azul ¡Y natural! Terminaron siendo novios porque tenían mucho en común. Ambos sentían una fuerte conexión con la música. Paula era guitarrista y siempre buscaba unirse a alguna banda pero el gusto nunca duraba mucho.-Oye bebé ¿Qué piensas hacer saliendo del trabajo?-Pregunta mientras están en el mostrador haciendo el cobro.

-Ir a casa. Tal vez dormir.

-Umm, que aburrido.-Hace una mueca cruzándose de brazos.

-¡Ah! ¡Q-quiero decir…! Te…te puedo invitar una pizza, un café o…o ir al cine. Quizás…podrías ir a mi casa en la noche y…

-¿Sí…?-Sonríe de manera divertida.

-…Cenar conmigo y con mis padres. Habrá lasaña.

-¡Stu! ¡No entiendes mis indirectas!-Suelta una risita.-No me malentiendas, amo a tus padres y me encanta como cocina la señora Pot, pero…

-¡Oh! Y ellos te aman a ti, Paula.-Sonríe tiernamente.

-Pero yo esperaba que nos quedáramos solos.-Lleva sus manos al nudo de la corbata de su chico y empieza a acomodárselo junto con el cuello.-Ya sabes, en mi casa no hay nadie y tal vez ahí podríamos hacer cosas más interesantes como la otra vez… ¿O…no te gusta como lo hago?-Finge una cara de tristeza.

-¡No!... ¡Digo, sí! Me gusta mucho p-pero no me hagas pensar esas cosas en el trabajo.-Murmura.-Prometo ir a verte cuando acabe.

-Bien, y será tu turno de complacerme.

-Sí, lo hare.

-¿Llegaremos a tercera base?

-Sí, sí amor.

-Entonces te esperaré.-Sonríe.-Llámame.-Paula sale de la tienda y Stuart vuelve a quedarse solo. Ahora sólo puede pensar en que ya quiere que acabe su turno. Tiene que mentalizarse y estar bien preparado para devolverle a su novia el favorcito de hace unas semanas. Ve el mostrador y se da cuenta de que no le dio a Paula su nota de remisión, y en ese momento recuerda que ella ni siquiera le pagó el dinero. Vaya chica, se salió con la suya. Era muy fácil hacer que Stuart se distrajera. Norm se lo descontaría pero al menos el chico ya se desquitaría con Paula esa tarde.

Apenas unos minutos después llegan más clientes en grupo y todos preguntan por el precio de uno de los teclados en exhibición. Stuart les está explicando y responde a las preguntas que le hacen pero no se concentra por estar pensando en Paula. Cree que sí sería mejor solo darles un panfleto.

-¡Cuidado!-Escucha que uno de los clientes señala hacia el ventanal principal de la tienda donde también se ve hacia la calle. Sobre la carretera se aproxima a toda velocidad un Vauxhal Astra. Todos se hacen a un lado excepto Stu. Su corbata se atora entre las teclas. Cuando vuelve a mirar ya es demasiado tarde. Aquel auto se ha estrellado contra el cristal, irrumpiendo en el negocio. Suenan las alarmas. Lo último que Stuart sabe es que su cara golpea de lleno contra el parachoques. Queda inconsciente al instante. Los clientes salen huyendo. En el proceso, Stuart pierde sus dos dientes frontales, quizá más. Y uno de sus ojos comienza a llenarse de sangre desde el interior.


Bueno escribí esto hoy y es la primera vez que no sé si dejarlo hasta aqui como one shot o continuarlo, porque tengo idea de como seguirlo, pero seria un gran riesgo porque tengo mas fics que terminar xDxd :'v lo dejo a eleccion de ustedes. ¿Lo continuo o no? El titulo es por el año en el que sucede este memorable y epico suceso del Día D. 15 de agosto de 1997 Si lo continuo, cambiaré el status, agregaré mas detalles al resumen y cambiaré etiquetas, but it's not a big deal lol.