RANMA NO ME PERTENECE, SOLO HAGO ESTO POR DIVERSIÓN
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Cuando las palabras sobran
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Acto Único
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―Que boba eres ¿para qué quieres comprar todas esas telas?―musitaba un aburrido Ranma Saotome, a la joven que estaba eligiendo varias piezas en el puesto de telas, y donde, bajo amenazas el artista marcial habia tenido que venir.
―! Ya te lo dije, Ranma!, es porque voy a coser todos los vestidos que pueda, hasta ver cuál es el más bonito―adujo la muchacha, muy abstraída verificando la tersura de otras piezas.
―Pero si solo te basta con uno ¿para qué quieres tantos trapos?―musitó el marcialista, aunque luego de una mirada asesina de ella, no tuvo más remedio que coger el bolso de las compras e ir a sentarse en un rincón del centro comercial―. ¡Por dios!, Akane….ya me las vas a pagar.
A Ranma le aburrían soberanamente estas cosas, pero Akane habia sido categórica en afirmar que él debía acompañarla. Después de todo era su marido.
―En vez de estar entrenando en el Dojo―murmuraba el joven
A pesar de su oposición inicial, Ranma habia tenido que ceder, ya que iba a ser la primera compra a la que iban juntos como matrimonio, así como también la misma tenía cierta importancia porque sería donde comprarían las cosas que necesitarían para su graduación.
Ranma decía que no hacía falta, que él usaría su traje de boda, para no hacer un gasto innecesario, pero Akane no quiso oír del asunto, y de hecho estaba algo obsesionada en comprarse varias de estas telas y coserse algo un poco más a su altura y posición de mujer casada egresando del instituto.
Ranma al final cedió, porque después de todo, la vida con Akane nunca habia sido previsible ni dentro de lo común. Su mismo compromiso habia sido arreglado, su misma vida era un torbellino con todos los pretendientes de Akane revoloteándola aun, así como las autoproclamadas prometidas de Ranma que tampoco daban el brazo a torcer.
Su misma boda también fue imprevista, tan solo unos años después de la primera que habia sido un desastre fallido. Y que además fue mucho antes de lo pensado, ya que se suponía que esperarían luego de la graduación, pero hace tres meses habia dado la casualidad que Soun, el padre de Akane enfermó de gravedad, y al final se organizó una boda a toda prisa, porque se suponía que Soun no sobreviviría mucho, pero cosa rara, el padre de las Tendo se recuperó milagrosamente tras la ceremonia.
Jugarreta o no, el asunto es que ya estaba hecho.
Ranma y Akane habían terminado en un matrimonio, un poco prematuro, pero al final de todo, más maduro de lo que hubiese sido si es que se hubiesen casado cuando tenían 16 años.
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Ranma caminaba a su lado, cargando las numerosas bolsas que Akane habia comprado, la mayoría conteniendo telas, aunque habia unas pequeñas que la joven traía consigo.
El joven esposo no podía evitar mirar de reojo.
― ¿Qué es eso que llevas ahí? Se ve muy pequeño como para que sean trapos―apuntó.
―Son algunas cosas personales que necesito―respondió Akane, la verdad algo avergonzada de comentar lo que habia comprado. Temía que Ranma se burlara de ella. Eran algunos maquillajes.
El muchacho enarcó una ceja.
―Ni que fuera un secreto de estado…―quiso decir el joven, pero antes de añadir cualquier cosa, ya la chica le estaba mostrando su inseparable mazo, aquella típica que tantos moretones le habia propinado, y merecidos por cierto.
Ranma habia sido un gran bocazas, y lo seguía siendo. Y eso no cambiaría nunca.
Akane siguió sin hablarle durante todo el camino a casa. Y la cosa se puso peor porque en la cena familiar tampoco le dirigió la palabra.
Menos mal la familia estaba muy ocupada porque esa noche era el cumpleaños del Dr. Tofu que habia tenido la idea de festejarla con una cena con sus antiguos amigos, así que la mesa estaba bastante llena y sin mencionar que casi todos estaban bastante borrachos.
―Akane, ¿me pasas el arroz?―tanteó Ranma, esperando que ella le hablare.
La aludida tomó el tazón de su esposo, lo llenó, y se lo pasó sin decirle ninguna palabra. Pero sí que le dirigió una filosa mirada.
―Está enojada…¿pero ahora que hice?―se limitó a pensar el muchacho más extrañado.
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Ranma terminó por confirmar que su esposa estaba en serio furiosa cuando subió a su habitación, un poco después de que ella se hubiese despedido de todos en la mesa. Tampoco habia bebido.
Cuando Ranma entró, la buscó con la mirada, y no pudo encontrarla. Por los sonidos, habia entrado a cepillarse los dientes, así que se dedicó a sacarse sus ropas para cambiarse su camisa azul china por los calzoncillos y la remera que usaba para dormir.
La observó de reojo cuando salió. Ya estaba vestida con su típico camisón amarillo.
Ranma seguía sentado en el sillón que estaba apostado frente al escritorio. La observó colocarse crema en las manos y peinarse. Y seguía sin hablarle pese a darse cuenta que él llevaba largo rato en el cuarto.
― ¿Ya vas a decirme lo que te pasa? ¿O seguirás con tu plan bobo de no decirme nada?―increpó Ranma.
Ella no contestó y siguió con su faena nocturna.
Finalmente Ranma se levantó y fue hacia ella.
―Akane, si no te diste cuenta, tenemos la desgracia de compartir habitación, si no me dices no podré adivinar lo que te sucede.
Eso fue suficiente para enervar a la muchacha. Más de lo que ya estaba.
―! Pues si tanto te molesta compartir este cuarto, puedes dormir afuera!―gritó Akane
―! Sabes que no se trata de eso, niña boba!, y tampoco pienses que estoy muy contento con todo esto―respondió Ranma, fiel a no dejarse sobrepasar por ella, ni tampoco dar su brazo a torcer.
Como sea, la discusión terminó cuando Akane le dio tremenda golpiza que lo arrojó por la ventana.
―! Y no vuelvas!―fue su último grito.
Al final, habían acabado peleando por cualquier cosa, pero nunca lograron hablar de lo que en verdad molestaba a Akane.
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La joven sentada en la cama, con las rodillas flexionadas. Estaba muy decaída.
Ranma no era capaz de sensibilizarse y entenderla. Para él comprar esas telas habia sido un juego, pero para ella habia sido todo un reto, luego de haber escuchado de boca de ese trio de locas de Kodashi, Ukyo y Shampoo, que ella nunca sería capaz de retener a nadie, porque nunca se arreglaba, y la prueba estaría en que ni en la fiesta de graduación sería capaz de verse bien, y de seguro Ranma la rechazaría. Todo eso, como primer paso para el divorcio.
Esa palabra horrible.
Divorcio. Le caló muy feo a la joven esposa, y habia terminado cayendo en el juego de las tres sicópatas, que sabían muy bien que solo tenían que presionar en el sensible botón de inseguridad de Akane. Como siempre.
Y de nuevo no habían fallado.
Quizá ella podría ahora estar casada con Ranma, y compartían habitación. Ya habían pasado por la tremenda vergüenza de dormir juntos, porque eso les obligaba el matrimonio. Y hasta habían compartido como dos besos. Pero nunca fueron más allá.
Ninguno de los dos estaba listo para algo así, cuando ni siquiera podían sortear del todo la tremenda timidez que los embargaba.
Pero aun así Akane seguía siendo presa de esa inseguridad tremenda. Primero porque Ranma tampoco habia podido ser más categórico con ella. Aunque hace años atrás, en Jusenkyo, el muy cretino sí que habia admitido que la amaba. Le daba a entender que era bonita y todo eso, y lo que nunca olvidaría fue lo que dijo al defenderla de Kuno el día de su matrimonio.
"Que te quede claro que Akane es mi esposa ahora…si vuelves a rondarla, te vas a arrepentir". Eso lo habia dicho con el semblante más atemorizante que nunca antes le habia visto al joven artista marcial.
Pero por sobre todas las cosas, lo que más la cohibía era la tremenda ingenuidad que la cubría. Por eso las hirientes palabras de las ex auto proclamadas prometidas de Ranma le seguían calando hondo, y por eso, tenía la necesidad imperiosa de verse bonita, todo lo que pudiera, y en particular en la fiesta de graduación.
Le alentaba saber que el día de su matrimonio, Ranma le habia dicho que se veía muy linda. Pero ni modo, tampoco podía llevar su vestido de boda a la graduación, así que tenía que buscar algo igual de llamativo para lucirla en la fiesta.
Miró el reloj e intentó recostarse. Pero no pudo hacerlo en verdad. Ranma aún no regresaba y ella habia adquirido la costumbre de verlo siempre a su lado al dormir. Aunque durmieran disgustados, él siempre estaba allí, ya sea farfullando palabrotas en contra de ella, pero sentirlo a su lado, tibio y protector le daba una inmensa paz y calma al dormir.
Pero aquí ya era medianoche y él todavía no regresaba. Empezó a preocuparse. Él nunca venia tarde, previo aviso.
¿Será que se le pasó la mano?, Akane se incorporó un poco aturdida. Ya no empezó a gustarle lo que sucedía, hasta que sus sentidos percibieron un ruido como si se intentase abrir la ventana, y el sentido de alerta de Akane se agudizó, para coger el mazo y aprestarse a darle una lección al atrevido que pretendía husmear en la habitación de una mujer casada como ella.
Akane se sintió un poco rara de pensar en eso. Era cierto, ya no era una chiquilla soltera. Tenía un esposo. Y generalmente él era el encargado de velar por la seguridad del cuarto, al menor ruido raro siempre se levantaba en automático a verificar de que se trataba.
Pero ahora era diferente. Estaba sola. Ranma no habia vuelto desde la última discusión.
Y eso a Akane no le gustaba, para nada.
Igual cuando sintió que su ventana se abría y tenía las ganas incontenibles de gritar el nombre de su marido, una mano sostuvo la suya que tenía el mazo.
―Soy yo, boba ¿Quién más podría ser? ¿Acaso esperabas a alguien más?
Akane tuvo que sacudirse un poco al verlo, ya que una ligera emoción la habia cubierto al oír esa voz y vislumbrar esa figura que entraba por la ventana con semblante molesto, pero solo duró unos segundos, porque tampoco quería echarse atrás ante la grosería de ese hombre.
― ¿Acaso no sabes que aquí hay una puerta?―y llevando sus manos en la cintura en porte desafiante ―. De todas formas ¿Quién te ha dicho que podrías dormir aquí?.
Ranma, quien habia estado caminando por todo el barrio durante horas luego de la última pelea, en serio estaba bastante cansado, y además que durante todo el recorrido no habia logrado encontrar una respuesta al motivo por el cual , ella pudiese estar tan enojada. Peores cosas habían discutido, pero siempre se arreglaban, y ahora no estaba de acuerdo con que ella quisiera dejarlo afuera.
―Mira, Akane…yo no voy a ir a ningún lado. Y si no quieres aceptarlo, pues te aguantas. Mañana tenemos clases muy temprano y luego tengo que ir a trabajar el resto de la tarde. Y tampoco soy adivino para saber que te ocurre―lo desafió él caminando hacia la cama matrimonial, al tiempo que se quitaba la camisa y el pantalón, para quedar solo con una camisilla y sus calzoncillos, y se acostaba, ante los ojos abiertos como platos de Akane―. ¿Vas a venir o no?―finalmente preguntó él, ya recostado, al tiempo que le señalaba su sitio y quitaba la manta.
Akane tragó saliva. Ella también estaba cansada, y Ranma tenía razón. Así que se tragó un poco de su orgullo y se acercó al lecho matrimonial, aceptando el ofrecimiento del muchacho, que la tapó con la manta.
― ¿Ves que no es difícil dejar de lado la terquedad?―sostuvo él sobre su almohada con sus brazos sosteniendo su cabeza y mirando de soslayo a la muchacha―. Ya dime de una vez lo que te pasa, Akane.
Ella no respondió. Estaba cubierta con la manta hasta donde se podía. Un poco avergonzada luego del pequeño sermón de Ranma, y finalmente ya no pudo detenerse, y se echó a llorar, horrorizando a su marido, que de inmediato se incorporó para mirarla mejor, y bastante asustado ya que una de las cosas que más odiaba en el mundo era ver llorar a una chica. Y en este caso, era su chica quien lloraba.
―Aka…ne… ¿Qué es lo que te pasa?...por dios…si no te calmas…
Pero si acabó por paralizarse en serio cuando ella se arrojó en sus brazos, aunque al final no pudo evitar posar sus manos sobre los hombros de ella.
―! Es que no aguantaría no poder estar a la altura!―finalmente estalló la jovencita
― ¿Pero de que hablas, Akane?―preguntó el chico, totalmente intrigado―. ¿Qué hice de nuevo?
―Ya Shampoo y Kodashi, y hasta Ukyo me lo dijeron...
― ¿Shampoo , Ukyo y Kodashi?―increpó el chico, aunque luego tuvo un lapsus, pareciendo darse cuenta de algo. Era evidente que algo le habían dicho esas locas a Akane, por eso tanta turbación. No podía ser que a estas alturas ella volviese a tener estos accesos.
Iba a regañarla por la tontería, pero no pudo, ya que la vió ahí tan pequeña e indefensa entre sus brazos. Y por sobre todo tan mansa y entregada. Y muy vulnerable y ni siquiera él con su tremenda bocota iba a ser capaz de arruinarlo, y eso que era experto estropear momentos así.
Aunque también agradecía que gracias a esa tremenda torpeza fue que se habían besado por primera vez con "consciencia", en la cena de bodas, cuando él le pasó el regalo que tenía para ella. Un pequeño brazalete que su madre le habia regalado, y que habia sido un regalo que ella misma habia recibido en su momento de la madre de Genma y que Nodoka le dio a su hijo para que le entregase a su esposa. Y que Ranma al fin tuvo ocasión de darle a la joven, en un instante cuando estuvieron solos en medio de la celebración de la comida de bodas. Y Akane no pudo resistirse ante eso y pensaba agradecerle con un tibio beso en la mejilla, pero Ranma en medio de su arrebolada inexperiencia, empezó a mover la cabeza y fue ahí que sin querer queriendo hicieron click.
Sus labios se tocaron.
Aunque se separaron enseguida, el asunto ya estaba hecho. Ese habia sido su primer beso como pareja, aunque no lo dijeran.
Luego vinieron otros momentos, contados, pero donde dejaron hacer a sus labios. Como la primera noche de su luna de miel, en Hokkaido, donde habían tenido una pelea porque Ranma extravió los mapas y la mochila con el dinero, y donde habían tenido que dormir en una cueva en vez del resort, cuya estadía habia sido un regalo de la madre de Ranma.
Fue ahí a la orilla del rio, cuando Akane iba a darle un golpe potente a su cetriludo esposo, cuando éste no encontró mejor forma que callarla que acercando su boca a la de ella. Y lo mejor es que no se habían separado al contacto.
Fue ahí la primera vez que se permitieron disfrutar de un ligero y torpe contacto, pero donde se deleitaron del tacto y calor de los labios del otro.
Como sea, funcionó de maravillas ya que ambos durmieron sin rechistar en la cueva. También esa noche fue la primera vez que durmieron juntos en un mismo futon.
Ranma no pudo evitar sonreír ante el tierno recuerdo, donde hacia analogía a la sensibilidad que le provocaba ahora ver a Akane en esa situación tan vulnerable e insegura. Él nunca era capaz de pensar con claridad, pero ahora era uno de esos momentos donde simplemente deseaba dejarse llevar.
Puso una mano sobre el hombro de Akane, que se incorporó levemente en la cama para mirar a Ranma, muy sonrojada y extrañada. Y ni siquiera tuvo el impulso natural de empujarlo ante ese contacto tan íntimo. Nunca antes habían tenido algo así, y además en una situación tan comprometedora en la cama.
Pero ambos lo sabían, debían cerrar la boca y dejar que ocurriera, o de lo contrario nunca pasaría.
Y de pronto pasó. La tibieza deliciosa y algo torpe de sus labios al fin se encontraron. Ya no era el mero toque sino ambos se dieron el deleite de delinear la boca del otro, y el atrevimiento fue más allá cuando Ranma hizo caso a su instinto que lo llamaba a explorar con su lengua hasta donde nunca antes habia llegado y ella se lo permitió.
Esa confianza y esa complicidad gestada les dio las pautas para olvidar todo el recato y ese conservadurismo que se tenían entre sí, y fue ella quien rodeó el cuello de Ranma con sus brazos y él bajó esa mano que tenía en el hombro de Akane, un poco más abajo para posarla por su cintura, haciendo un ligero movimiento con sus dedos por encima del camisón amarillo y la otra fue a parar por sobre la mejilla de ella, acariciando levemente con sus dedos la tersura de esa piel juvenil.
Era la primera vez que se besaban de esa forma y ahora ni siquiera la consciencia los llamaba a querer separar el contacto, porque si lo hacían ¿Quién sabe cuándo volverían a hacerlo?
Solo cuando el aliento faltó y no hubo de otra es que cortaron el contacto en los labios, pero jamás dejaron de sostenerse. Ella nunca bajó sus manos y él tampoco. No querían hacerlo. Así como tampoco decir algo que estropeara el momento.
Se miraron por un rato, y en sus fueron internos, tenían el impulso de seguir con mas, sin limitaciones. Simplemente dejarse llevar por la sensación.
Total eran marido y mujer, debería ser natural para ellos. Y estaban a medio paso de seguir, pero parecía que al unísono se dieron cuenta de algo.
―Eh….creo que iré a buscar un poco de leche caliente a la cocina―balbuceó Akane nerviosa
―Creo que yo escuché ruidos afuera. Iré al tejado a mirar―tartamudeó a su vez él
Y sí. Lo típico.
El momento habia acabado. Desde el momento que abrían la boca para decir algo que pudiere romper la magia.
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Akane se tardó sus buenos minutos en la cocina, y Ranma en el tejado.
Ambos por la misma razón. No querían que el otro viera que su rostro estaba más rojo que las manzanas que había en la alacena. Como un movimiento simbiótico y sin que el otro pudiera verlo, casi al mismo tiempo se llevaban una mano por los labios.
Quien sabe cuánto tiempo tendría que volver a pasar como para que un momento como ése volviera a suceder.
¿Continuará?
NOTAS
Muchas gracias por venir a leer, es mi primer fic de Ranma, y estoy absolutamente enamorada de estos dos. Son tan lindos. Voy a dedicar esto a Clau Akane Kou y Bubu30, que son las chicas cuya lectura me motivó a volverme a enamorar de Ranma.
Esto fue pensado para un one shot, pero si quieren puedo seguirle a ver hasta donde llega este par, ustedes deciden. Ya saben que esta parejita siempre nos trae material
Les envio un beso a todos, y si me dejas un comentario voy a quererte aun mas todavia.
Paola.
