Indefenso.

Indefenso. Si esa era la palabra exacta para describir como se sentía en estos momentos, era como si su barrera invisible e impenetrable hubiera sido destruida completamente, dejándolo atontado y sintiéndose débil. ¿Quién era el culpable de ese derrumbe del muro que lo protegía?

La respuesta del quien era sencilla de responder, pues aquella pelirrosa de ojos jade, era la única responsable del extraordinario suceso, pero si le preguntaban cómo había sido que esa pequeña e inocente criatura había podido lograrlo, definitivamente esa pregunta no tenía solución.

Nunca había sido de esas personas que le gustaran ese tipo de eventos y menos de los que le gustara llamar la atención, pero de alguna manera había sido convencido por Itachi para asistir "para conocer chicas", la verdad solo accedió para que dejara de parlotear sin cesar en un intento de arrastrarlo al lugar.

En un momento que solo quiso alejarse y buscar una copa, ya que era una noche calurosa, fue cuando ella se acercó a un grupo de chicas, y sus ojos conectaron por un segundo, su corazón hizo "Boom" con súbita fuerza.

Y desde ese preciso momento se hallaba indefenso, sin saber exactamente que hacer.

—¿Pasa algo Ototo? —preguntó su hermano mayor, un joven apuesto, pelo largo azabache que vestía, al igual que él un oscuro y elegante traje.

—Itachi…—Casi lo dijo con duda, puesto que no sabía si era buena idea dejarse llevar por ese arremolino de emociones.

—¿hn? —su hermano actuaba extraño desde hace unos minutos y aunque intuía la razón, lo mejor sería preguntar, tomó fuerzas para arriesgarse a ver el arisco carácter de su hermanito —¿Necesitas algo? ¿nos vamos? —le habló como si fuera un chiquillo.

Sasuke le dedicó una mirada tan gélida como un invierno en Rusia y suspirando sonoramente decidió que lo mejor era confiar en Itachi, por mucho que hacer eso algunas veces lo metía en problemas.

—¿vez a aquella chica de allá? —no había necesidad de señalarla, puesto que rápidamente su hermano sabría a quién observaba con tanta vehemencia.

Itachi siguió la mirada de su hermano, encontrándose con la sorpresa de una bella muchacha de un cabello estrambótico, y un llamativo vestido de gala rojo, era preciosa.

—¿Qué Sucede con ella, ototo? —le retó a admitir, algo de lo que ninguno de los dos estaba seguro.

—¿la conoces? —Preguntó.

—¿a Sakura? —Contrarrestó obviando la pregunta de su hermano menor.

—Sakura…—Dijo más para sí mismo, mientras se deleitaba con su nombre.

Itachi lo miró entre conmovido y nostálgico, su hermano ya era todo un hombre, uno terco y presuntuoso, pero hombre al fin. Unas mezclas de sentimientos encontrados se apoderaron de él, mientras sonreía levemente lo había decidido, ayudaría a su tonto hermano menor.

—¿Quieres invitarla a bailar?

—¡Estás loco! ¡Ni siquiera nos conocemos! —Respondió con algo de nervios, no muy propios de él, pero era difícil admitir el gusto que le provocó esa chica y menos a Itachi.

Itachi alboroto el pelo de su hermano menor, mientras una sonrisa burlesca adornaba su rostro y a paso suave y elegante, pero firme, pasaba a través de las personas, dejando a un Sasuke anonadado a su espalda.

—No puede ser... ¿qué cree que hace? —pensó Sasuke mientras temía lo peor. Itachi no podría ser capaz de decirle algo a aquella chica ¿o sí?

Itachi estaba frente a un grupo de chicas, las cuales repararon su presencia desde unos minutos antes, ellas fingían no saber que se acercaba a donde se encontraban y él, sabiendo que ya lo esperaban, decidió mantener la complicidad en ese falso encuentro "sorpresivo".

—Señoritas —Dijo mientras hacia una leve reverencia a modo de saludo, a lo cual las chicas entre risas y sonrojos correspondieron con una reverencia más jovial.

—Sakura —Se dirigió directamente a ella, mientras la observaba de manera seria, pero con mucha intensidad.

—Itachi-kun —Respondió sin saber muy bien que decir, ya había le había saludado y habían tenido una corta conversación hace unos minutos. ¿habría olvidado algo?

—Ven conmigo por unos segundos —Dijo mientras le tomaba la mano y empezaría a arrastrar con él— Con su permiso —y así se despidió de las otras chicas. Tan fugaz como llegó a si mismo se había ido.

—¿A dónde me lleva? —Preguntó siempre educada, mientras tachaba en una nota mental la falta de modales que a veces podían tener los hombres audaces, como Itachi.

—A cambiar tu vida. —Dijo con una sonrisa coqueta.

—Está bien, llévame contigo —aceptó gustosa entre risas, el azabache podía llegar a ser una caja de sorpresas.

Sasuke se había limitado a observar como su hermano se acercaba al grupo de muchachas, la cuales lo esperaban entre risas. Sintió que su mundo se le venía abajo cuando notó como tomaba Itachi a la joven de cabellos rosados a la arrastraba con él y venían dirigidos hacia él.

Adoraba a su hermano como nadie en el mundo, y algunas veces lo deseaba muerto, como ahora.

No podía creer que sin una muestra de vergüenza se atreviera a apartarla de sus amigas y lo peor traerla de ese modo, ¿Qué diría él cuando estuviera ella frente a él?

—Sakura, te presento

—Uchiha Sasuke, un placer conocerla —Interrumpió Sasuke a su hermano, mientras en una suave reverencia besaba la mano de la joven. Aunque sabía que había logrado calmar las emociones, aún estaban ahí, molestándolo desde el estómago hasta la garganta, era una sensación incomoda.

—¿Uchiha? —Preguntó ella con una sonrisa cómplice mientras buscaba la respuesta en Itachi.

—Mi hermano —Se limitó a decir Itachi, mientras se encogía de hombros.

—Haruno Sakura —se presentó cortésmente, haciendo una leve reverencia.

Y en un gesto casi tímido de parte de Sasuke, por fin sus ojos se atrevieron a ver directamente a los de ella y fue como una conexión.

Sakura sintió una extraña corriente eléctrica recorrer todo su cuerpo, sentía un sobrecogimiento y cosquillas en el estómago mientras sus mejillas se encendían, se sentía tibia y sabía que su rostro, en esos momentos, podía compararse con un tomate rojo y todas esas sensaciones se debían a esos ojos ónix, de expresión fría y dura, pero que de alguna manera se mostraban cálidos y ansiosos.

Ante este suceso, donde ambos estaban sumergidos en los ojos del otro, Itachi supo que ya había hecho suficiente.

—Bueno, los dejo. —fueron sus palabras de despedida mientras se perdía entre el gentío de aquel salón.

—Sakura, como la flor de cerezo. No me importaría pelear mil guerras y morir en cada una de ellas para preservar la primavera y verte florecer —Le dijo tomando su mano y llevándola a la pista de baile. Ese tipo de frases no eran muy propias en él, pero un pequeño cumplido no estaba mal en aquel momento, todo era a causa del ambiente generado. Si, era culpa del ambiente.

La joven se sentía acalorada y muy entusiasmada con el joven con el cual ahora se encontraba bailando suavemente, estaban coordinados y se sentía demasiado bien. ¿eso era el amor?

Si acaso eso no lo era y se parecía, aunque sea en una octava parte de lo que debía ser amor, entonces le bastaba y le sobraba. Su espíritu se sentía libre y quería correr y gritar y contarle al mundo entero lo que esos ojos negros como el carbón habían logrado en su ser.

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Desde aquel baile, con temática del siglo XVIII; que habían organizado para un acto benéfico la familia Uzumaki, el menor de los Uchiha ya no era el mismo.

Se encontraba más distraído que nunca y se le veía sonreír, de vez en cuando, a su celular. Ambos padres intuían lo que pasaba con el chico y solo ignoraban sus cambios para no incomodarlo, pues sabían lo arisco que podía ser su hijo.

Llevaba más de dos semanas desde que había sucedido, había intercambiado numero con Sakura y no había hora del día en que no hablaran por medio del mensaje de texto desde sus celulares. Simplemente era hermosa, en todo el sentido de la palabra, ya que no solo era bella físicamente, sino que era sumamente inteligente y tenía el corazón más grande que podría existir, era una mujer de carácter y explosiva, pero eso solo hacía que le gustara cada vez más.

—Si me quisieras, la compartirías conmigo, ototo —Dijo desde el dintel de la puerta con una sonrisa cargada de burla y sorna.

—Ni en tus mejores sueños, idiota —Le dijo mientras lo fulminaba con la mirada. Si las miradas mataran Itachi estaría cien metros bajo tierra en ese preciso momento.

—Bien, bien, Son bromas, no me vayas a matar —Dijo mientras parecía adivinar los pensamientos homicidas de su hermano, levantaba ambas manos en señal de rendición y se retiraba del cuarto del menor.

A pesar de que no le gustaran ese tipo de bromas de Itachi, debía admitir que sin él aquello no hubiera sido posible. Por el atrevimiento de Itachi ahora él conocía a Sakura y así tener la oportunidad de salir con ella. Le debía una.

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Apenas un año había pasado, desde aquel primer encuentro y Sasuke estaba decidido, daría marcha al paso final, al que determinaría su futuro junto con aquella hermosa chica, pero primero necesitaba que su familia aceptara a la pelirrosa.

Y en ese momento se encontraban todos reunidos en aquella mesa, Fugaku, Mikoto e Itachi Uchiha, observando con intensidad a la pequeña Sakura, que se encontraba muy nerviosa. Ya había tenido la oportunidad de conocer a los tres personajes frente a ella, pero esos momentos eran diferentes al actual puesto que ahora ellos sabían que ella era la pareja de Sasuke, y sabía que la observaban con ojo crítico.

Ella se encontraba nerviosa y Sasuke, aunque se mantenía estoico, sus músculos estaban tensos ya que nadie en la mesa decía ninguna palabra. Sakura se había limitado a hablar hasta por los codos en un claro gesto de nerviosismo, pero una palabra de la matriarca la hizo callar y sentir que se desmayaría en cualquier momento.

—Sakura —La llamó Mikoto mientras se ponía de pie, y la pelirrosa imitándola tímidamente mientras se alejaba de su novio y se acercaba a su suegra.

—¿si? —Dijo mientras tragaba saliva.

—Bienvenida a la familia —la recibió mientras la abrazaba y dejaba esa expresión seria para sonreír con calidez.

Sakura se dejó abrazar y correspondió, mientras procesaba todo. Al separase de la pelinegra observó a los demás presentes: Fugaku le dedicaba una ligera sonrisa de aceptación, mientras que Itachi, era más abierto, le sonreía cruzado de brazos, con una pizca de su característica burla y coquetería. Y cuando sus pupilas se clavaron en las de Sasuke, el mundo se detuvo y todos los demás dejaron de existir.

Sasuke no era un hombre muy abierto a sentimientos, pero no solo su boca se tocia en un gesto parecido a una sonrisa, sino que sus ojos la miraban con aquel deseo, aquella calidez y sobretodo orgullo y amor.

Sin pensar en las personas que estaban con ellos, una sonrisa se apodero de su rostro y camino rápidamente hacia su novio que en un rápido movimiento se levantó de su silla y la tomó en sus brazos mientras le daba una vuelta en el aire. Se apretaron fuertemente, puesto que querían estar lo más cerca posible, se amaban, eso ni dudarlo.

—Sakura —Se atrevió a decirle hasta que la puso en el suelo y se separó unos centímetros de ella. —Quiero confesarte algo

—¿Qué es? —Preguntó ella sin perder el buen humor.

—Mis padres, desde hace mucho saben que somos novios, inclusive antes de formalizar algo ya lo intuían y desde la primera vez que pisaste esta casa lo confirmaron. —Dijo casi riendo.

—¿Qué? —Dijo ella descolocada, mientras procesaba todo lo que le acababa de decir su azabache.

—Si —vio como el semblante de su novia iba cambiando de la felicidad inmensa, a uno confundido y pasando poco a poco a la ira —Hoy —empezó antes de que su querida novia hiciera gala de su nocivo carácter y extraordinaria fuerza física —mis padres dieron el visto bueno a esto —Dijo mientras sacaba de su bolsillo una cajita azul oscuro de terciopelo, Sakura lo miraba sin entender del todo. —Sakura ¿quisieras ser mi esposa? —Dijo arrodillado, enseñándole el contenido de la cajita.

—¡Acepto! —Gritó al pelirrosa mientras se lanzaba encima de su ahora prometido, botándolo así al suelo, mientras lo llenaba de besos, las lágrimas se escapaban de sus ojos sin desearlo y le había dejado de importar los presentes, solo quería sacar esa felicidad que le oprimía el pecho y todo el amor que tenía para Sasuke

Desde el suelo Sasuke la abrazo para tratar de refrenarla un poco, la verdad es que su corazón aún se encontraba frenético, por lo que acababa de pasar, y no podía dejar de sentirse dichoso.

—Sasuke no te defraudaré, seré la mejor esposa del mundo para ti. Puede que no sea de una familia adinerada o de clase, pero poseo mi mente y los créditos universitarios. ¡Que locura!, tu familia saca lo mejor de mí y los quiero mucho, tu mamá me acepto, tu papá e Itachi confían en mí, aunque una vez coquetee con tu hermano, pero te juro que fue antes de conocerte y ya no pasa más, no me malentiendas. Veraz que con mi esfuerzo llegaré a estar a tu nivel, solo espera y veraz, pero no te preocupes, nunca dudaras de mi amor por ti. Estuve mucho tiempo sola, nunca conocí a mi padre y mi madre murió, crecí sin límites, por eso sé que nunca te quisiera perder —Sakura hablaba encima de su pecho sin detenerse, sin siquiera pensar bien lo que decía, solo lo sentía y estallaba en una verborrea sin fin.

—Jamás te sentirás sola de nuevo, yo estaré siempre para ti.

Sasuke nunca se había sentido asi en su vida, era tanta la ventura que simplemente quería casarse ahí mismo con Sakura, estar con ella para siempre y formar una familia. Nunca había pensado demasiado en su futuro, puesto que sabía que los ingresos de su familia lo sustentarían de por vida, sin importar que Itachi fuera el único heredero, pero ahora estaba Sakura, jurando hacer todo lo posible para ganarse su posición en la prestigiosa familia, asi que él debía esforzarse por hacer bien su trabajo.

No había mayor felicidad en el mundo que la de aquellos jóvenes que ese día enlazaron sus vidas.

Los mayores habían observado con cariño aquella escena y se fueron dejándolos solos en el comedor.

A partir de ahora, se debía organizar una boda, la boda del hijo menor de la poderosa familia Uchiha.

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Y aunque Sakura había logrado derrocar aquella muralla que él había construido, no significaba que los demás pudieran ver más allá de aquel impasible rostro que siempre se mostraba sereno.

Aquel día era diferente, resultaba extraño para muchos de los presentes ver al inmutable Sasuke Uchiha nervioso. El azabache se arreglaba a cada segundo la corbata o las mangas, se pasaba la mano por el cabello y luego miraba su reloj para finalizar el ciclo viendo hacia aquellas gigantescas puertas de la iglesia y así repetir aquella rutina nerviosa que se había creado.

—Calma Teme, Sakura no ha escapado —Trató de aliviar el nerviosismo de su mejor amigo, pero al parecer había avivado más la llama, puesto que los ojos de Sasuke se abrieron un poco más de lo normal ante la idea de una huida.

—Sakura está afuera, acababa de confirmar mamá. —Dijo Itachi mientras guardaba su celular— Solo es cuestión de minutos para que….

Las palabras del mayor quedaron el aire, cuando vestida de blanco hizo aparición la pelirrosa, dejando sin respiración a Sasuke.

Caminaba a paso lento y sus jades solo estaban dirigidos a él, y en aquel lugar solo ellos dos existían. No padrinos, no padrinas, no invitados y no música. Solo la respiración de ambos, la sonrisa nerviosa de Sakura y la boca semi-abierta de Sasuke por la impresión.

Y sucedió lo inesperado, unas pequeñas lagrimas resbalaban por las mejillas de Sasuke, el cual rápidamente las seco con la manga del traje, mientras recibía a la pelirrosa.

—Te ves hermosa —Dijo con emoción contenida.

—Te amo —Fue lo que dijo ella suavemente.

—Yo te amo más. —y así la condujo al altar para iniciar la ceremonia.

Era indescriptible aquel sentimiento, muchas cosas venían a su mente, muchos momentos, recuerdos, olores, colores, era inexplicable y quizá algo difuso, pero era como aquella primera vez, que se sentía indefenso. Expuesto ante aquellos jades que podían ver más allá de su alma, débil ante aquella hermosa y femenina voz, indefenso ante aquella bella, fuerte, molesta y radiante mujer.

La amaba, la amaba como jamás creyó que querría a alguien y era normal que sus emociones hicieran estragos en él y rompieran aquella gélida barrera que era él, pero es que aquella mujer lo había vuelto indefenso.

Y buscó nuevamente sus ojos y los de ella lo buscaron a él, encontrándose como aquella vez, provocando aquel frenesí y latir desenfrenado. Es que ya no se podía evitar, ya no lo quería evitar, ella la primavera después del invierno, la flor más hermosa, que sobrevivió a la adversidad y floreció y ahora era solo suya.

–Acepto.