PERCY.
Estoy vivo, ¿Por qué estoy vivo? Nadie me necesita, nadie me ama, estoy solo.
Sólo fui una herramienta, una mula que usaron para llevar su carga todos estos años y yo, por ser un idiota, acepté.
Mi novia me abandonó en el momento en que más la necesitaba, mi padre me repudió y culpó de la muerte de mi madre y mi maestro y mis amigos me expulsaron del único lugar al que alguna vez llamé hogar.
No necesito vivir.
Aunque dudo que pueda seguir vivo durante mucho tiempo, moriré pronto, en este lugar del desierto de Arizona, debido a mis heridas. Un perro del infierno devoró mi brazo izquierdo desde el codo, en mi mano derecha solo quedan los dedos pulgar, índice y medio, esto cortesía de una harpía, un pájaro de estínfalo me sacó el hijo izquierdo, un lestrigon, canadiense, me arrojó una bola de metal en llamas que quemó la parte derecha de mi cara, mi pierna derecha fue herida por el zarpazo de la maldita equidna y no he comido o bebido nada en unos tres días.
De repente escucho un sonido muy familiar. Me empezaba a preguntar dónde se encontraba mi viejo amigo.
De detrás de una duna sale una enorme bestia, fuerte, peluda y vistiendo sólo unos calzoncillos. El minotauro.
Es justo, es justo que termine de esta forma, que sea precisamente él quien acabe conmigo, después de todo yo lo he matado dos veces, una vez más que mi hermano Teseo, y además fue el minotauro el primer monstruo al que me enfrenté en un duelo real, es lo correcto que sea él quien acabe conmigo.
Pero como soy un idiota obstinado y orgulloso, no me iré sin pelear.
Sostengo a mi espada Contracorriente con la mano derecha y corro cojeando contra el inmenso hombre vaca.
Con gran trabajo logró evitar los golpes de su hacha, pero sé que en cuestión de momentos me asesinará. Me escondo detrás de una roca, pero él me encuentra luego de unos momentos, pero cuando me encuentra le lanzó mi espada directamente al ojo, lo que hace que se clave en su ojo derecho. El minotauro muje de dolor, se lleva las manos a su cara y se saca mi espada de la cuenca del ojo, para luego lanzarla lejos.
Corro por su nuevo punto ciego y me trepo a su espalda y empiezo a escalar su espalda usando la mano que me queda y los dientes de mi boca, que asco.
Logró llegar hasta su lomo, pero él se da cuenta de dónde estoy y manda su mano contra su espalda, justo en la parte donde yo estoy colgando, por suerte alcanzo a quitarme a tiempo y solo aplasta mi pierna izquierda.
Haciendo usos de mis últimos esfuerzos logró llegar a la frente del minotauro, lo cual es en extremo difícil debido a que está corriendo por todos lados, como si estuviera en una corrida de toros.
Al final, cuanto estós a punto de clavar mi espada en su fea frente y matarlo, él mueve su cabeza hacia abajo y rápidamente la levanta, lo que hace que salga volando y que el minotauro aproveche para clavar uno de sus cuernos en mi tórax.
El dolor es tan fuerte que no siento nada, supongo que si pudiera sentir algo de seguro me volvería loco. Por suerte, cuando el minotauro me empala, me permite volver a estar cerca de su cabeza, lo que me permite sacar a Contracorriente de mi bolsillo y clavársela en el cerebro de ese horrendo animal.
El minotauro cae al suelo, muerto. Poco a poco el cuerpo desaparece en polvo dorado y yo quedo libre del cuerno del minotauro, pero eso no ayuda mucho. Lo malo de esta pelea fue perder la pierna, lo bueno es que también perdí la médula espinal. Así que ahora no siento nada de la cintura para abajo.
Curioso, con esto de seguro Thanatos me llevará, pero muy en el fondo, hay algo que me pide que busque venganza, que me desquite, pero sé que eso es imposible.
Caigo inconsciente, en espera del sueño eterno.
NARRA EL AUTOR.
Desde el suelo frente a donde se encontraba Percy, surguó un enorme cráter, del cual salió un hombre de unos diez metros de alto que vestía traje negro con adornos rojos, además de que tenía la piel de un color morado y transmitía un Aura de poder y maldad.
Tártaro: Perseo, pobre Perseo. Mira lo que te han hecho los dioses.
Tártaro toma en su mano derecha el cuerpo noqueado del ex hijo de Poseidón. Tomó la espada que alguna vez fue propiedad de Heracles y antes de eso fue un peine de una hermosa mujer. Tártaro rompió la espada en varios pedazos al apretarla en su puño izquierdo. El primordial sólo deja caer los pedazos al suelo.
Tártaro: Pero tranquilo, me desafiaste y ganaste, eso demuestra coraje y poder, dos cosas que valoro mucho, así que te daré otra oportunidad.
Tártaro, con Percy en su mano, vuelve a entrar en el cráter del cual salió.
Tras unos momentos llegan al Abismo, el reino de Tártaro. Tártaro camina con paso tranquilo y firme por su dominio, mientras varios monstruos huyen despavoridos de él.
Luego de unos momentos, Tártaro llega a los pies de una montaña, el cual tiene en la cima un enorme castillo de color negro y que expulsa fuego por las ventanas.
Tártaro chasca los dedos y en la montaña aparecen unas escaleras, las cuales Tártaro sube sin mayor dificultad.
Luego de unos minutos ambos llegan al castillo y Tártaro lleva a él aún moribundo Percy al área de las masmorras.
Ya en las masmorras, Tártaro camina hacia un cuarto especial mientras llama a uno de sus súbditos.
Tártaro: Murmur, ven ahora mismo.
Desde las sombras surge un ser repulsivo, su piel está cubierta de plumas verdes, tiene alas de murciélago en los omóplatos, patas de avestruz, garras de águila y una cara humana retorcida y cubierta por una máscara que simula la cara de un perico, y en la cabeza tiene un par de cuernos de cabra.
Murmur: Dígame, mi señor.
Tártaro: ¿Está todo listo para la Operación Leviathan?
Murmur: Sí mi señor, ya he estabilizado el Etherion, he contenido las auras que me pidió y los miembros están listos para el transplante.
Tártaro: Buen trabajo, pero necesito que traigas un pedazo de Obsidiana de alguno de los volcanes cercanos, que haya sido creada con agua del estigio para que esté llena de odio.
Murmur: De acuerdo señor.
Después de eso Murmur sale volando y Tártaro entra en el último cuarto de las mazmorras.
Dentro hay una camilla de hospital, equipo de operaciones y varias camas frigoríficas que contenían u órganos o personas.
Una tenía dentro a un dios con aspecto anciano, otra tenía el brazo de un titán, pero este era de color dorado, otra cámara contenía piernas draconianas de gigante, otra cámara tenía sólo la cabeza de un gigante de piel bronceada y ojos mecánicos. Otro tenía una anciana de aspecto miserable y venenoso.
Tártaro colocó a Percy en la camilla y le quitó las ropas que ya estaban caso destruidas.
Tártaro: Perseo, si no estuvieras inconsciente posiblemente tratarías de escapar o de suicidarte, pero en este momento no hay más Dios para ti que yo. Estás en mi reino, y aquí ni ese idiota sobrino mío recogerá tu alma para dársela a Hades, no, no morirás, desde que te vi supe que eras el indicado, que tú serías el único digno de llamarse hijo mío, el que me dará la victoria sobre el Olimpo.
De repente alguien entra a la habitación. Es el demonio Murmur, el cual trae consigo una piedra negra de veinte centímetros de diámetro.
Murmur: Aquí está su encargo, señor.
Tártaro: De acuerdo, empieza la operación.
Murmur chasquea los dedos y toma apariencia humana. Es un hombre alto y flaco, de pelo negro, cara fina y una puntiaguda nariz, viste un traje negro con corbata morada. Vuelve a tronar los dedos y ahora viste un equipo de doctor.
Murmur: Es curioso, una mujer que era legado de Hades y Apollo escribió un libro parecido a esto.
Tártaro: ¿A qué te refieres?
Murmur: La mujer escribió un libro de ficción acerca de un científico que tomó partes de cuerpos muertos y los unió para crear un monstruo.
Tártaro: No vamos a crear un monstruo, crearemos a mi hijo, a mí heredero, a mí campeón. Leviathan, la caída del Olimpo.
Murmur: Cono diga, señor.
Murmur da un aplauso y ante él aparece un enorme contenedor con un líquido negro brillante.
Murmur: Etherion, la unión perfecta de los cinco Ríos infernales en una única mezcla, se dice que esta sustancia da poderes tan increíbles que haría que un mortal obtuviera el poder de un titán, me preguntó el efecto que tendrá sobre un semidiós.
Tártaro: Apresúrate e inyéctale el agua y que aspire el gas.
Murmur: De acuerdo.
Murmur usa una enorme jeringa para inyectar en Percy un poco de la sustancia, luego acerca a sí un tanque de gas con la palabra Etherion escrita en el. El tanque tiene una mascarilla, la cual Murmur pone en la boca de Percy. La mascarilla empieza a expulsar gas de Etherion, el cual es inhalado por Percy.
Murmur: Bueno, implantarle al chico el brazo de Hiperión, el ojo de Orión, un poco del aura de Geras, un poco del aura de Aclis, aura de Pontos, las piernas de Hipólito, carne de Saturno, los pulmones de Polibotes, reemplazar su sangre con Etherion mezclado con la sangre del Amo, ¿Algo más, Amo?
Tártaro: Si, usa la piedra como su corazón.
Murmur: Necesitaré que le de forma a la piedra, Amo.
Tártaro toma la piedra y la aprieta con sus manos hasta que toma la forma de un corazón humano.
Murmur: Eso será suficiente, tardaré unas horas, dos días y medio como máximo.
Tártaro: De acuerdo, llámame si surge una complicación o cuando termines.
Murmur: Sí mi señor.
Después de eso Tártaro se consume en fuego y desaparece.
TÁRTARO.
Regresó a la sala del trono en mi castillo. Me siento en mi trono y pienso en planes futuros.
En este momento está naciendo mi heredero, el que gobernará toda la creación una vez que me desvanezca, un ser con poderes de dios, titán y gigante, un ser que destruirá a los Olímpicos y a los traidores que se hayan unido a ellos.
Y pensar que ese ser solía ser el semidiós más poderoso que los dioses tenían a su merced, pero esos idiotas lo echaron a un lado y ahora yo lo convertiré en el ser más poderoso de todos los tiempos.
La caída del Olimpo se aproxima y quien lo destruya será Percy... No.
Quien destruya al Olimpo será mi hijo, Leviathan.
