Hola! Soy Mitsuki-Wing, y aquí vengo con mi vigésimo sexta historia!^^

Soy relativamente nueva en este fandom, ya que solo he escrito los one-shot "Miserablemente humano" y "Chispa", de los cuales agradezco de todo corazón a aquellos que los leyeron y comentaron :)

Desde hace mucho tiempo, tenía una idea en la cabeza, y quería darla forma en una historia, y tras hacerme fan de SnK, sabía que quería adaptarla a este fandom, y aquí estoy XD

Debo decir que la trama es algo compleja/enrevesada, al menos al principio, o eso creo (en mi cabeza creo que tiene sentido XD).

Y quiero hacer una serie de aclaraciones respecto a este fic: Se dividirá en por lo menos tres partes (o dos como mínimo). Es (mi primer) rated M, principalmente por las muertes, sangre y violencia (vamos, lo normal en Shingeki XD), lenguaje soez/grosero y por el (muy) posible lemon. Además, en este fic, los enemigos de la humanidad no son los titanes (en este fic no hay titanes :P), sino los demonios.

Dicho todo esto, espero que le den una oportunidad a mí y a mi historia. Muchas gracias por pasarse a leer y comentar!

Disfruten leyendo!^^

**..**

CURSED

Parte I: Lo que quiso evitar

"¡El mundo está desquiciado! ¡Vaya faena, haber nacido yo para tener que arreglarlo!"

Hamlet, de William Shakespeare.

Capítulo I: El preludio de una gran mentira

Cuando fue consciente de sí mismo, lo primero que notó fue la tierra bajo su cuerpo, gravilla clavándose en su piel, así como el intenso dolor que recorría su cuerpo. Después, el temblor y el retumbar del suelo, y los gritos lejanos.

Abrió los ojos, sin aliento, notando como cada fibra de su cuerpo parecía desgarrarse a cada simple movimiento. Tras la neblina, puedo vislumbrar un cielo claro, empañado por el humo, las bengalas y masas negras.

Un escenario demasiado familiar para él.

Y no fue hasta que consiguió enfocar la vista a la claridad reinante, mientras su mente se aclaraba, intentando no reavivar las cruentas imágenes que por ella pasaban y era consciente de lo que acababa de hacer y lo que significaba, que supo dónde se encontraba.

"Es Trost", pensó en su fuero interno, tragando saliva, dándose cuenta entonces de que tenía la garganta seca; las cuerdas vocales doloridas por el llanto pasado. "Es el ataque a Trost"

Un lugar, un momento, en el que nunca estuvo. En el que nunca hubiera estado, y que sin embargo ahora estaba.

Se incorporó, no sin esfuerzos, mientras todos sus sentidos se ponían alerta, mientras veía los edificios derrumbarse, los gritos de las personas, que huían despavoridas, y los alaridos constantes de los demonios, esos seres inmundos que tenían a la humanidad aterrorizada desde hacía siglos, obligándoles a vivir entre muros.

"Como ganado"

Sintió un escalofrío.

Se miró las manos. No había sangre en ellas. Y, a pesar de la fatiga de su cuerpo, comprobó que era capaz de moverse perfectamente. Es casi como si…

Sacudió la cabeza.

"No lo pienses", porque nada tenía sentido.

Había despertado en una pequeña plaza de la ciudad, y cuando salió de ella, siguiendo a las pocas personas que por allí quedaban, vio que se dirigían hacia la puerta que conectaba con el muro principal. Por lo que pudo comprobar, la evacuación había empezado hacía no mucho.

Tras echar un último vistazo, se desvió a uno de los callejones. Empezó a correr. Se sentía extrañamente ligero, y entonces cayó en la cuenta de que estaba desarmado.

"Mierda"

Sin embargo, no tardó en encontrar al primer soldado caído.

Se le quedó mirando. Aparte de un brazo desmembrado, el soldado no había sufrido más daños por parte de los demonios. Debía haberle matado la caída, por la cantidad de sangre que bajo su cuerpo había.

Se inclinó a su lado, haciendo caso omiso de la sangre. Agitó las bombonas de gas de su equipo.

"Están prácticamente llenas", el pobre hombre no debía haber durado mucho, entonces, antes de que un demonio acabara con él.

Miró a su alrededor, y divisó una casa con la puerta abierta.

Agarrando al cadáver de los pies, lo arrastró hasta la vivienda.

Al entrar, vio cómo la mesa estaba puesta, con los platos y la comida dispuestos. A los residentes de aquella casa les pilló el ataque en plena comida. Por supuesto, salieron de allí en cuanto saltaron las alarmas, dejando todo atrás y sin preocuparse de cerrar la puerta, claro está.

No pudo evitar fijarse en los talismanes que adornaban la estancia, aquellos amuletos que tenían la mayoría de las personas porque según la Iglesia, quien los bendecía, repelían a los demonios.

Contuvo una carcajada.

"Eso no os salvará de los demonios"

Cuando empezó a quitarle el equipo tridimensional al soldado caído, tuvo una sensación extraña. Aquella no era la primera vez que hacía aquello, y eso solo le hacía sentirse peor. La vez anterior, todo fue un infierno para él.

Y solo cuando sintió los cinturones ajustarse a su cuerpo, el peso del equipo sobre sus caderas, y las espadas en ambas manos, se sintió de nuevo seguro. Claro que, era una sensación vana.

A fin de cuentas, él ya estaba condenado.

Echó una última mirada al soldado. En su uniforme portaba un escudo con rosas, evidenciando su pertenencia a la Tropas Estacionarias. Se inclinó una vez más y le arrancó el escudo, guardándoselo en el bolsillo.

Miró hacia la puerta. Cerró los ojos un instante, e inspiró hondo.

"Puedes hacerlo. Puedes arreglarlo. Puedes salvarles", es por eso por lo que estaba allí.

Notaba la oscuridad rodear su corazón, inminente y a la espera de que cayera, pero no podía sucumbir. No todavía.

En cuanto salió de la vivienda, empezó a correr nuevamente, y cuando vio una sombra oscura pasar sobre su cabeza, apretó los gatillos de su arma y se elevó en el cielo. Solo entonces pudo ver la destrucción que se estaba propagando por la ciudad.

Se movía de tejado en tejado, y se alegraba de ver que la evacuación estaba yendo bastante bien y, sobre todo, rápida. Ahora solo quedaba librarse de los demonios.

Un chillido le traspasó el cráneo, y el primer demonio se interpuso en su camino.

Arremetió contra él y le cortó la cabeza de un limpio movimiento.

La adrenalina no tardó en recorrer su cuerpo y, pese al dolor de sus cuerdas vocales, gritó, salvaje, mientras empezaba a despachar demonios, desplazándose con movimientos fluidos, instintivos, con su equipo de maniobras tridimensional.

Su ira era incrementaba por la repulsa que le suscitaban de una manera casi innata aquellos monstruos. No dejaría que vivieran. No dejaría que hicieran daño a nadie más. No lo permitiría.

"Los mataré. A todos y cada uno de ellos, ¡los mataré a todos!"

Y con una última exhalación, mató a otro demonio. Su corazón bombeaba con fuerza, lo notaba en sus oídos, como si estuviera martilleando sobre su propia cabeza, y cuando miró a su alrededor, se dio cuenta de que ya no había ni un solo demonio a la vista. Después de todo por lo que había pasado, aquello le resultó hasta demasiado fácil. Habían ganado.

"Así es como debía ser", estuviera él o no, haciendo memoria.

Vio cómo los soldados que aún quedaban en pie se dirigían hacia lo alto de la muralla. Aquellos que por casualidad pasaban cerca de él, se le quedaban mirando, entre confusos y curiosos.

Él no tardó en seguirles.

Cuando sus pies tocaron el Muro Rose, sintió un ramalazo de tristeza. El día en que su mundo se derrumbó por primera vez, se había sentido tan asustado… Y ahora, que por segunda vez lo había perdido todo, se sentía extrañamente vacío. Al menos, ahora era capaz de utilizar el equipo en condiciones.

-¡Vaya, vaya! ¿Pero qué tenemos aquí?-se giró, y vio a un hombre acercarse a él.

Le identificó enseguida: Comandante Dot Pixis, de las Tropas Estacionarias.

-Muchacho-le dijo, una vez frente a él-Te he visto desde aquí, y debo decir que nunca había visto algo semejante-sonreía, como siempre, con ese ligero rubor debido al alcohol-Has dado buena cuenta de esos demonios, sin duda-le miró fijamente-Y no me suenas, muchacho. ¿A qué cuerpo perteneces?

Fue entonces cuando el Comandante Pixis se fijó en que aquel muchacho no portaba uniforme alguno que le identificara.

El muchacho abrió la boca, indeciso, sabedor de que aquella sería la primera de muchas mentiras.

El preludio de una gran mentira.

-Soy un civil-dijo, finalmente-Y me llamo Eren Jaeger.

*.*.*

-¿Un civil?-el hombre rió con ganas, mientras se echaba un trago a su petaca-Muchacho, llevo bastantes años en esta profesión, y sé que un civil no es capaz de manejar el equipo de maniobras tridimensional como lo haces tú.

Eren apretó los labios en un fina línea, pero no dijo nada más.

Pixis volvió a reír.

-Bien, bien. No es asunto mío-dio otro trago-Ah… Ojalá hubieras estado en el ataque a Shiganshina-Eren se tensó-Fue hace un par de años… Toda una ciudad entera perdida por culpa de esos demonios…-hizo una pausa-Poco se pudo hacer en aquel entonces-dijo, rememorando-Aunque al menos eso sirvió para estar más preparados. Si bien el ataque de hoy ha sido de nivel inferior, la evacuación y la respuesta de ataque han sido bastante eficaces y rápidas-volvió a echar mano de su petaca.-Y la ciudad está a salvo.

Eren apretó los puños. No hacía falta que le dijera nada sobre Shiganshina. Lo sabía perfectamente.

El viejo comandante le echó otra mirada.

-En tal caso, Eren Jaeger, ¿no querrías unirte a las Tropas Estacionarias? Porque tienes talento, sin duda alguna.

La pregunta le pilló por sorpresa, pero no tardó en responder:

-Solo hay un cuerpo de la milicia al que me uniría. Y esa es la Legión de Reconocimiento.

Una vez más, Dot Pixis rió con ganas, como si todo lo que dijera aquel muchacho fuera gracioso. Eren no se lo tomó a mal. Sabía que aquel hombre era así de excéntrico. En realidad, dada su experiencia, creía que la mayoría de los militares estaban locos. Él incluido.

Entonces recordó algo. Se llevó la mano al bolsillo.

-Aquí tiene-dijo, tendiéndole en la mano el escudo-Es del soldado a quien le cogí el equipo.

"Vaya", pensó Pixis. "Para ser un civil, conoce bastante de la milicia". Se lo guardó.

-Comandante-una soldado se acercó a ellos; Riko Brzenska, recordó Eren. Ella le dirigió una mirada de pocos amigos, para variar-Tenemos que reagrupar las tropas y hacer recuento de daños y víctimas.

-Sí, sí…-Pixis se rascó la calva cabeza-El deber me llama, Eren Jaeger. Dada la gran ayuda que has supuesto, ¿hay algo que pueda hacer por ti?-volvió a coger la petaca y la agitó-¿Un trago, quizás?

-No-Eren negó con la cabeza, declinando la oferta del alcohol-Pero, sí que hay algo que me gustaría pedirle.

*.*.*

Entró en la estancia sin siquiera molestarse en llamar a la puerta, dejando que ésta diera un portazo tras su entrada.

Erwin Smith sonrió y dejó los papeles que estaba revisando a un lado, para dedicar su atención al visitante de su despacho, que, obviando el hecho de que sabía quién era por cómo había entrado, era porque le había pedido que acudiera allí.

-¿Qué cojones quieres, Erwin?-dijo, de malos modos. No porque estuviera realmente enfadado (o quizás sí), sino porque así es como era normalmente.

A veces se preguntaba cómo es que había llegado a entenderse con alguien como Levi.

-Te he hecho llamar por un asunto.

-Creo que eso es obvio-se cruzó de brazos y le dirigió una mirada huraña; había interrumpido su limpieza, y eso no se lo perdonaría-¿Y bien? ¿De qué se trata?

Erwin cogió un sobre de la mesa para que Levi lo viera.

-¿Recuerdas al Comandante Pixis?

-¿El viejo borracho de las Tropas?-Erwin le dirigió una mirada que implicaba que no hablara así sobre un comandante, pero éste hizo caso omiso, como siempre.-¿Es referente al ataque que sufrió Trost hace un par de días?

Erwin asintió con la cabeza.

-Me ha llegado esta carta suya esta mañana, al parecer enviada el mismo día del ataque.

-¿Hay algún tipo de problema? Que yo sepa, las Tropas Estacionarias pudieron contener a los demonios e impedir que sitiaran la ciudad.

-Así es. Pero no se trata de eso-Levi esperó a que siguiera hablando; odiaba cuando Erwin se iba por las ramas-Al parecer, ese día recibieron la ayuda de un civil. Un joven llamado Eren Jaeger.

Levi frunció el ceño.

-¿Un civil?

Erwin volvió a asentir.

-Me sorprendió la propia sorpresa y el entusiasmo que mostraba la carta de Pixis, hablando de este joven, alegando que, a pesar de ser un civil, tiene un control con el equipo de maniobras nada envidiable a un soldado bien formado.-hizo una pausa, dirigiendo una mirada a la carta-Y, según cuenta, este joven quiere unirse a la Legión de Reconocimiento.

Levi enarcó una ceja.

-¿Ah sí? ¿Un civil que no ha pasado por el Cuerpo de Entrenamiento, que quiere unirse a nosotros, la Legión? ¿Qué es, alguna clase de bastardo suicida?

-Si bien es cierto que no ha pasado por el entrenamiento al que se someten todos los reclutas, Pixis cree que sus habilidades son dignas de mención.

Levi chascó la lengua.

-No estarás pensando seriamente siquiera considerar que se una, ¿no, Erwin? ¿Acaso se te ha ido la cabeza tras adquirir el puesto de Comandante?

-Bueno…-Erwin cruzó los dedos de sus manos y apoyó la barbilla sobre ellos-¿No tienes curiosidad por conocerle? A este Eren Jaeger.

-Que cumpla el período de entrenamiento, como el resto de novatos, y luego veremos si realmente quiere unirse.

-Ya sabes que ahora no puede. Los reclutas graduados de esta promoción acabaron el entrenamiento hace varios meses.

-Entonces que espere a la selección del próximo año.

Erwin se mantuvo en silencio, y Levi vio que daba igual lo que dijera, ya había tomado una decisión. Porque, al menos, Erwin quería conocer a este extraño sujeto tras las palabras de su viejo amigo Dot Pixis.

-Mandaré una carta a Trost, diciendo que nos gustaría conocer a un posible nuevo recluta.

Levi se rascó la cabeza, gruñendo por lo bajo, molesto.

-Haz lo que te dé la gana.-se dirigió a la puerta, con intención de abandonar el despacho; se detuvo frente a ella y se giró para dirigir unas últimas palabras a Erwin-A fin de cuentas, las muertes de todos nosotros recaen sobre el puesto del comandante, ¿no es así, Comandante Erwin Smith?

*.*.*

Tras varios días a la espera en el cuartel principal de las Tropas Estacionarias en Trost, y tras pedir que Pixis redactara una carta de recomendación para que pudiera entrar a la Legión sin tener que pasar por el entrenamiento (no tenía tiempo para eso, ni mucho menos), Eren por fin iba ya camino de los cuarteles de la Legión de Reconocimiento, nada más recibir la respuesta por parte de su comandante, Erwin Smith.

Eren no disponía de nada, lo cual sorprendió a Pixis, pero con sus características risas y su petaca de alcohol, consiguió algo de ropa para Eren, así como un caballo para que emprendiera su camino. Decía que, con un poco de suerte, conseguiría que le aceptaran.

-Si no, ya sabes, muchacho, serás bienvenido en las Tropas. Suerte.

No era seguro salir por la noche. Los demonios acechaban en las sombras, por lo que en cuanto salió el primer rayo de sol, se puso en marcha. A fin de cuentas, los cuarteles de la Legión no estaban demasiado lejos de Trost, y técnicamente era zona segura. Pero uno nunca podía estar seguro de los demonios.

Sin poder evitarlo, fue casi al galope, deseoso de llegar, aunque una parte de su ser estaba aterrado. Porque creía saber lo que encontraría, y se preguntaba si sería capaz de soportarlo.

"Tengo que ser fuerte", se dijo. "Tengo que hacerlo. Por todos ellos"

Para cuando divisó los cuarteles, sin haberse encontrado con ningún problema en su camino y sin haber hecho ninguna parada, el sol ya estaba alto en el cielo.

-Quieto-dijo al caballo, tirando de las riendas y haciéndole frenar, mientras miraba embelesado al castillo.

Había vuelto.

Al apearse del caballo, se fijó en que ya había llamado la atención de algunos soldados que se encontraban fuera, seguramente limpiando, ya que todos parecían nuevos reclutas.

La ansiedad empezó a crecer en su interior. ¿Y si no era capaz de hacerlo? ¿Y si no servía para nada? ¿Y si…?

-¿Quién eres?

Se giró para mirar a la persona que se había dirigido a él.

Tragó saliva y se obligó a calmarse.

Era Armin Arlert. Y, a su lado, se encontraba Mikasa Ackerman.

Eren sentía que se quedaba sin aire, y como un idiota se quedó mirándolos, en silencio, grabando a fuego sus rostros.

-Te ha preguntado quién eres-habló entonces Mikasa-Un civil no debería estar por aquí sin ningún tipo de protección.

Notaba la garganta seca.

-Yo…

-Eren Jaeger, ¿verdad?

Sin darse cuenta, más gente había aparecido frente a las puertas del castillo. Entre ellos, Erwin Smith, Hanji Zoe y…

Contuvo la respiración. Se repitió internamente una y otra vez "No llores", como si de un mantra se tratara. No podía ser débil. No podía permitírselo.

-…Sí-respondió, encarando a Erwin, que era quien había dicho su nombre.

-Recibí la carta de recomendación del Comandante Pixis. Pareces haberle impresionado.

A Eren le era difícil no desviar la mirada hacia la figura más baja que estaba al lado del Comandante de la Legión.

-Dice que quieres unirte a nuestro cuerpo.

-Así es-asintió-Quiero entrar en la Legión de Reconocimiento.

Los reclutas que estaban presenciando la escena, e incluso algunos veteranos, murmuraban sobre lo que ocurría. No se podían creer que un chico salido de la nada quisiera unirse a ellos.

-Ja, no me hagas reír, mocoso.

Ya no pudo evitarlo. Se había dirigido a él, de todas formas. Por lo que le miró de hito en hito.

Era tal como le recordaba, solo que más…

Eren inspiró hondo.

"Bien, Eren. Haz que te odie"

-No era esa mi intención-le respondió.

-¿Te atreves a contestarme, mocoso?

-No veo por qué no.

La mujer que estaba a su lado rompió a reír.

-¡Vaya, sin duda es un muchacho interesante!-reía Hanji Zoe, tan excéntrica como siempre-No me puedo creer que le haya llevado la contraria a Levi.

En realidad, ninguno de los presentes se lo creía, ni siquiera el propio Levi, acostumbrado como estaba a que le tuvieran miedo o respeto.

-Quiero unirme a la Legión-repitió Eren.

-Tsk-chascó la lengua, molesto-En tus sueños, mocoso.

Eren le dirigió una mirada desafiante.

-Estoy perfectamente capacitado para ello.

Erwin le observaba en silencio, con una pequeña sonrisa, casi medio divertido por la situación. Sin duda ese muchacho tenía una fuerte personalidad. Esperaba que todo no fueran más que palabras.

-Qué más quisieras, mocoso. No sin haber pasado por el Cuerpo de Entrenamiento.

-No lo necesito. Sé manejar el equipo de maniobras tridimensional.

-¿Y cómo es eso posible?-intervino entonces Hanji.

Eren desvió la mirada, incómodo.

Tenía que mezclar la verdad con las mentiras. Esperaba hacerlo bien.

-Tuve un instructor-respondió.

-¿Quién?

-Un…antiguo soldado de la Legión. Me enseñó a pelear.

Levi se cruzó de brazos, escrutándole con la mirada.

-¿Ah sí? ¿Y cómo de bueno era ese soldado?

Eren le sostuvo la mirada.

-El mejor-constató.

-¡Puajajajaja!-rió Hanji, que claramente se divertía con la situación, mientras que los demás la observaban en silencio, sorprendidos a partes iguales por el desparpajo de aquel chico. ¿Es que acaso no sabía con quién estaba hablando?

Eren dirigió su mirada a Erwin, haciendo caso omiso tanto de las risas de Hanji, como de la mirada asesina de Levi.

-Puedo demostrarle cuando quiera lo bueno que soy-sonaba convincente; tenía que serlo, o no conseguiría nada si ni siquiera era capaz de ingresar en la Legión.

Levi dio un paso al frente, y Erwin le miró.

-Si es así-empezó a decir Levi-Demuéstramelo. Enfréntate a mí. Aquí y ahora.

Vaya. Eren no esperaba que fuera él quien midiera su destreza, pero una parte de él lo agradecía.

-Claro-dijo.

Levi frunció el ceño, más todavía, si es que era posible.

-Mocoso, ¿es que acaso no sabes quién soy?-no sabía de dónde venía aquella determinación. ¿Es que acaso aquel mocoso estaba loco? Quizá por eso quería unirse a la Legión con tanto ahínco.

Eren le devolvió la mirada.

-El Capitán Levi de la Legión de Reconocimiento, aquel al que consideran el soldado más fuerte de la humanidad.

-¿Y aún sabiéndolo quieres enfrentarte a mí?-realmente aquel mocoso estaba loco.

Los ojos de Eren ardían en deseos de mostrarle que no era un simple mocoso. Había pasado por un completo infierno para hacer lo que se había propuesto, y ni siquiera el propio Levi conseguiría que se echara atrás. Es más, si le desafiaba de aquella manera, quizá fuera más fácil que empezara a odiarle.

-Por supuesto.

"Hay algo en sus ojos", pensó Levi. "Algo salvaje", y no supo por qué, aquello le gustó. Necesitaban ese tipo de espíritu.

-No está mal-se giró hacia Erwin-¿Te parece bien? Con eso zanjaremos si realmente merece la pena que esté aquí.

-Estoy de acuerdo-coincidió Erwin.

-Bien-Levi desvió la mirada-Arlert-el susodicho se cuadró-Trae los equipos de maniobras.

-¡Sí, señor!

Y no tardó en desaparecer en el interior del cuartel.

Mientras esperaba, Eren intentaba hacer caso omiso a la taladrante mirada de Levi, aunque se veía incapaz. Sus ojos quemaban su nuca y eso solo le inquietaba más.

Tenía que ser fuerte. Confiado. Imperturbable. Rebelde. Inexpugnable.

Si no lo era, todo sería demasiado complicado.

Hanji se moría de ganas de bombardear a preguntas al extraño visitante, pero los malos humos de Levi le decían que le mejor era esperar a ver cómo terminaba todo aquello. Por su parte, Erwin tenía verdadero interés en saber si aquel muchacho realmente merecía entrar en la Legión. Dada la cantidad de bajas que sufrían, nunca estaba de más tener nuevos reclutas.

Armin no tardó en volver con un par de equipos, siendo ayudado por otra recluta, Sasha Braus. Junto a ellos estaban otros reclutas, que al parecer se habían enterado de lo que pasaba y la curiosidad les había podido, y Eren tenía que hacer esfuerzos por no alegrarse de verles: Jean Kirschtein y Connie Springer.

Levi cogió uno y empezó a equiparse. No tardó mucho. A fin de cuentas, él ya portaba todos los cinturones y sujeción junto con su uniforme.

-Aquí tienes-Armin le dio el otro a Eren.

-Gracias.

Eren se fue a sentar a uno de los bancos de piedra que había pegados a la muralla del castillo. Resultaban útiles cuando tenía que hacerse algún trabajo al aire libre y querías tomar un descanso.

A Levi no le pasó desapercibido la familiaridad con la que se desenvolvía el mocoso, como si conociera el sitio. Además, en cuanto vio cómo empezaba a ponerse los cinturones, la rapidez y la seguridad con que lo hacía, sabía que estaba acostumbrado a usarlo, no le cabía duda.

Pero eso era una cosa, y otra muy distinta que quisiera entrar en este cuerpo de la milicia sin haber pasado por el Cuerpo de Entrenamiento, por mucho que hubiera tenido un instructor particular. Y le demostraría a ese mocoso que no se podía tomar la Legión a la ligera.

Tras unos minutos, Eren estaba listo. Se sentía satisfecho, Levi podía verlo.

-Ah, mira qué bien, sabes ponerte el equipo-dijo con sarcasmo-Eso no demuestra nada.

Eren apretó los dientes, guardándose para sí una contestación.

Se puso frente a él, a unos cuantos metros de distancia.

Sin necesidad de haber dicho nada, todos los presentes se habían alejado una distancia prudencial de ellos, para no salir heridos y, más bien, para no entorpecer el enfrentamiento.

-Levi-le dijo Erwin antes de alejarse con los demás.-No seas demasiado duro.

-Lo sé-le contestó; si usara toda su fuerza y destreza, aquel estúpido mocoso caería en el primer golpe. Solo tenía que ver de qué estaba hecho.

"Vamos, Eren Jaeger"

Eren desenvainó y se colocó en posición de lucha.

Levi se sorprendió nada más verle.

"Tiene una posición perfecta", desde luego, le habían enseñado bien.

Levi desenvainó, y Eren se enfureció al ver que seguía con la misma postura relajada, a diferencia de él, evidenciando que aquel hombre no le estaba tomando en serio.

Durante unos instantes, ninguno de los dos se movió.

-Vamos, ¿a qué esperas?-dijo entonces Levi-Te dejo dar el primer golpe.

Ante aquello, Eren se movió rápido y arremetió con ambas cuchillas contra su oponente, que si bien las detuvo con las suyas propias sin ningún problema, pudo notar la fuerza del impacto, y la rapidez con la que se movía.

Eren dio un paso atrás y volvió a atacar. Levi detenía sus ataques o los esquivaba, enfureciendo más a Eren, trayéndole recuerdos.

"-Debes estudiar los movimientos del contrario, y no precipitarte tanto. Busca un hueco por donde atacar, y si no lo hay, crea uno."

"-Protege tus brazos. Mueve más tus piernas. Mantén la cabeza en alto. Y no desvíes la atención de los movimientos de tu enemigo"

Hanji estaba pensativa, mientras los veía pelear, en la distancia.

-Oye, Erwin.

-¿Mm?

-La forma en la que lucha ese chico… Eren, ¿no? ¿No te parece… que es como el estilo de lucha de Levi?

Erwin esbozó una pequeña sonrisa.

-A mí también me lo parecía. Solo hay que fijarse en cómo ha cogido las espadas nada más empezar.

-Sí, con el mango hacia delante, y las cuchillas hacia atrás. Una forma extraña de agarrar un arma, sin duda, pero lo más sorprendente es que Levi también lo hace.

Levi también se había dado cuenta.

El estilo de lucha del muchacho se parecía al suyo. ¿Le estaba imitando? No, él había empezado a moverse primero. Además, era capaz de seguirle, si bien no conseguía herirle.

Eren no cejaba en su empeño. Tenía que entrar en la Legión. Le enseñaría cuánto había mejorado. Era fuerte. Tenía que estar allí. Tenía que…

Tras esquivar un golpe de su adversario, Eren se quedó mirando su rostro un instante. Sintió un escalofrío al ver aquellos ojos tan cerca de él. Esos ojos…

"Se ha distraído", fue solo un instante, pero le sirvió a Levi para hacerle caer al suelo de un golpe.

Eren se reprochó haberse quedado prendado de ese par de ojos. Alzó la mirada, y la furia brillaba en él. Y quisiera o no Levi, le gustaba lo que veía en aquellos ojos.

-Otra vez-dijo Eren, incorporándose.

Antes de que Levi pudiera decir nada al respecto, Eren volvió a cargar contra él.

Mientras luchaban, era como si no existiera nadie más a su alrededor. Solo podían ser conscientes de las cuchillas del otro, la respiración del otro, los brazos y piernas del otro…

Y, contra todo pronóstico, Levi se estaba divirtiendo. No recordaba la última vez que alguien le había dado tanta guerra. Claro que lo que acostumbraba a luchar y descuartizar eran demonios.

-Oh vaya-comentó Erwin-Al parecer Levi está empezando a ponerse serio.

Eren lo notó en el golpe que detuvo, que venía con más fuerza que antes, con más precisión. Levi estaba empezando a tomarle en serio, y eso le gustaba. El problema es que ahora acababa antes en el suelo.

-Otra vez-decía, y volví a levantarse, y Levi no le impedía seguir.

No pararía hasta que le demostrara que merecía estar allí.

La furia, la desesperación y la ansiedad empezaron a hacerse patente en él. Sus movimientos eran más fieros y veloces, pero menos precisos y concisos.

Seguía entrechocando sus armas con las de Levi, y en un momento dado lo sintió. Como una pequeña culebra deslizándose en su interior. La oscuridad intentando rodear su corazón…

Sus brazos se detuvieron un instante, un pequeño temblor ante la duda, y solo eso fue suficiente para no tener la suficiente fuerza para detener a Levi, quien cargó contra él y le desarmó, tirándole una vez más al suelo.

Levi le miró desde arriba, de pie como se encontraba. Algo le había impedido al mocoso parar su ataque. Quizá fuera el cansancio. No lo sabía, pero sabía que esto se había acabado. En realidad, nunca pensó que lo dejaría alargarse tanto.

Eren inspiró hondo un par de veces, y cuando notó que la oscuridad se retiraba, alzó la vista hacia Levi y dijo:

-Otra vez.

-No-negó este, guardando sus cuchillas-Se acabó.

Eren frunció el ceño.

-Aún puedo seguir.

-He dicho que se acabó, mocoso. Además, estás sangrando.

Hasta que no lo dijo, Eren no se dio cuenta. En ese último ataque que había perdido la concentración, las cuchillas de Levi le habían alcanzado el brazo, y si bien no era un corte muy profundo, le había roto parte de la manga de la camisa y sangraba.

Aquel pequeño corte, aquella poca sangre, no eran nada en comparación con todo lo que había sufrido.

-Estoy bien. Puedo seguir-repitió.

Levi se le quedó mirando, aún desde arriba, ya que Eren seguía sentado en el suelo, con esa mirada desafiante. Era incapaz de descifrarle. Eren Jaeger había aparecido de la nada, y no se podía creer que quisiera saber más de él. Se le antojaba tan extraño y tan diferente a cualquier persona que había conocido hasta ahora… No lo entendía.

-Mocoso-le llamó la atención nuevamente, aunque no era necesario; Eren era incapaz de apartar la mirada de él-Respóndeme: ¿De dónde vienes y por qué quieres unirte a la Legión de Reconocimiento?

Eren dudó un instante. Dirigió una breve mirada a Mikasa y Armin, y decidió decir la verdad. Al menos, a medias. Tendría que empezar a acostumbrarse a decir medias verdades, y a mezclarlas con mentiras.

-…Vengo de Shiganshina-ante la mención de la ciudad en la que nacieron, Mikasa y Armin se sorprendieron y miraron mutuamente-Perdí a mi familia cuando los demonios la atacaron. Desde entonces, incluso antes, quiero matar demonios.

Levi agudizó los ojos.

-¿Y por qué no te uniste al Cuerpo de Entrenamiento entonces? Desde ahí, podrías haber entrado en el cuerpo de la milicia que hubieras querido, incluso en la Policía Militar.

Eren se mordió el labio inferior, inquieto.

No esperaba encontrarse en el momento en el que se encontró al despertar en Trost. Pero eso no podía decirlo.

-Me hirieron gravemente en el ataque a Shiganshina. Estuve mucho tiempo recuperándome, y después, mi…instructor me enseñó, para que pudiera unirme a la Legión.

Levi le miraba como si no se tragara ni una sola palabra de lo que había dicho, pero Eren no pensaba retractarse de sus palabras.

-No has respondido a la otra pregunta-se limitó a decir-¿Por qué quieres unirte a la Legión?

Entonces, los labios de Eren se curvaron hacia arriba, en una extraña sonrisa.

-Para matar a todos y cada uno de los demonios-respondió.

"Y salvar a todos aquellos que me importan", pero esto último no lo manifestó.

Se sostuvieron la mirada un tiempo más, antes de que Levi le diera la espalda y dijera:

-Hanji, ocúpate de sus heridas.

-¡Marchando!

Eren parpadeó confuso.

-Pero…

No pudo replicar. Levi se dirigió al comandante, que dirigió una mirada a Hanji como diciéndola algo, y está asintió, feliz, y ambos se fueron hablando hacia el interior del castillo.

Eren se sintió desfallecer.

"¿Y ahora qué?"

Se levantó con pesadez, el cansancio haciendo mella en él.

-¡Vamos!-Hanji empezó a tirar de su brazo bueno-¡Eres todo un espectáculo! ¡Eres sumamente interesante! Casi dan ganas de hacer experimentos contigo-bromeaba.

Eren tragó saliva ante la perspectiva.

Se dejó arrastrar por aquella mujer, mientras los presentes le seguían con la mirada, extrañados, suspicaces.

Al entrar en los cuarteles, en parte, volvió a sentirse como en casa.

-Ah, Moblit-exclama Hanji al ver a su asistente, Moblit Berner-Ven aquí un momento, tengo algo que pedirte.

Se acerca a él y le susurra algo al oído.

Moblit le echa un vistazo a Eren.

-Está bien-dice, y se pierde por uno de los pasillos.

No mucho después, llegaron a la enfermería.

Eren se alegró parte sí y parte no de ver que no había ningún herido en la sala. Se alegraba porque implicaba que no había ningún herido reciente ni de gravedad, y no se alegraba porque eso podía implicar que directamente habían muerto.

-Bien, Eren, quítate la camiseta para que te desinfecte y vende la herida.

-Oh, no es nada, de verdad. Pronto se curará, y además ya no sangra.

Tenía razón, algo un tanto sorprende, se atrevería a decir Hanji. La herida era demasiado reciente como para ello.

-Aun así. Venga, venga-decía, animada, como siempre.

-Puedo ocuparme yo solo. Estoy acostumbrado.

-Oh-eso la sorprendió. ¿Cuánto más pensaba Eren Jaeger sorprenderles a todos en un solo día?-Está bien. Pero quítate esa camiseta manchada de sangre. Además, está rota.

Algo reticente, al final lo hizo. Y Eren comprobó que, aparte de las cicatrices de su interior, también estaban las externas.

Hanji contuvo un aspaviento de sorpresa al ver la cantidad de cicatrices que poblaba el cuerpo de Eren Jaeger.

Si bien muchas de ellas eran pequeñas y antiguas, la mayoría de ellas parecían hechas, por la forma y el tamaño, por demonios.

"Pobre chico. Tan joven y con tanto dolor y tristeza a su espalda…", pensó Hanji, compadeciéndose de él.

Con un último vistazo, antes de que Eren terminara de ponerse la venda y otra camiseta nueva que había sacado del morral que había cogido previamente del caballo en el que había venido, sin duda, lo que más llamó la atención de Hanji fueron las que, como pudo observar, eran las cicatrices más grandes: Una gran cicatriz atravesaba en vertical y de manera irregular prácticamente todo el brazo derecho de Eren; y, después, dos cicatrices que nacían en su espalda, por debajo de los omóplatos.

-Líder de escuadrón Hanji.

Se giró para ver a su subordinado en el quicio de la puerta.

-Oh, Moblit-éste le dio las prendas dobladas que portaba.-Gracias.

Tras realizar el saludo de la milicia, puño al pecho, desapareció por donde había venido.

Hanji no podía evitar sonreír.

-Eren Jaeger.

Éste la miró.

-Sé que aún queda por ver si sabes usar el equipo al completo, quiero decir, el desplazamiento y demás, aparte de ver cómo trabajarías en grupo… Pero, ¡qué cuernos! Podría decirse, tras lo acontecido, que ya formas parte de esto-Hanji le sonrió ampliamente, y le tendió la ropa a Eren-Eren Jaeger, ¡bienvenido a la Legión de Reconocimiento!

Eren bajó la vista a la ropa, y vio el uniforme que tan familiar le era, con un escudo con un par de alas.

"Las alas de la libertad"

Eren se llevó el uniforme al pecho, como si lo abrazara y, con una sinceridad de la que no se creía ya capaz, murmuró:

-Gracias.

**..**

Espero que les haya gustado! Dejen sus reviews para que sepa su opinión!

Un capítulo introductorio, en el que, espero, se hayan empezado a sembrar incógnitas XD Hay que ir fijándose en los pequeños detalles…

Eren tiene un propósito, y para ello quería entrar en la Legión, y lo ha conseguido. Qué le deparará ahora a él y a los demás?

Es un fic RiRen, y podría decirse que Eren es el protagonista :)

Si quieren saber cómo sigue (espero haberles picado la curiosidad :P), alimenten a este pequeño fic y a su autora con reviews XD

Muchas gracias por todo!

Bye~!^^