Hola, bueno, lamento la tardanza pero finalmente aquí les traigo mi segundo fanfic de esta genial caricatura. Muchas gracias a los que siguieron mi historia anterior, ahora decidí hacer algo mas del género de avetura, eso si, el toque siniestro no podrá faltar. Como se darán cuenta esta historia está basada en el ultimo capítulo que se transmitió de la serie llamado "El Diario", este es como una especie de final alternativo, a ver que tal me queda. Ojo, no vaya a creer que será una copia del fanfic "La Gran Aventura" de mi amiga hikaruchiba, el cual en cierto modo tambén me inspiró para esta historia. Esta será otra versión un tanto menos romantica y mas macabra, jeje, ya saben como soy.
Bueno, espero que les guste y ya saben que la serie le pertenece a Craig Bartlet.
La Tribu de los Ojos Rojos
Capítulo 1: ¿Un Mapa?
Arnold se encontraba sentado en los escalones de la casa de huéspedes donde vivía con sus abuelos. El muchacho sostenía entre sus manos un viejo libro que acariciaba con especial cariño. Se trataba de un diario, el diario de su padre para ser más precisos.
El chico pasaba lentamente las hojas leyendo una y otra vez las palabras escritas. Palabras que narraban la historia que por tantos años había deseado escuchar. El relato de sus orígenes y del motivo de su situación actual.
-Mamá…Papá…- susurró Arnold a la vez que una lágrima resbalaba por uno de sus ojos.
Normalmente trataba de no llorar. Nadie lo había visto jamás hacerlo por sus padres, ni siquiera sus abuelos. Sin embargo dolía no estar con ellos, sabía que no lo habían abandonado por gusto, pero aún así quería verlos de nuevo.
Quería abrazarlos, ansiaba preguntarles tantas cosas. Solo quería una familia completa, nada del otro mundo. Sus abuelos eran geniales, los amaba y no tenía ninguna queja de ellos. Había sido muy feliz bajo su cuidado pero algo le faltaba.
Cada vez estaba más oscuro y ahora el faro de la calle era lo que lo alumbraba. Sus amigos de seguro no tardarían en regresar de Dino Landia y de seguro lo llenarían de preguntas sobre el por qué no había querido acompañarlos y de que era ese viejo libro que ahora tenía en sus manos.
No quería responder preguntas ahora, eran demasiados recuerdos que por el momento deseaba mantener en silencio. Estaba por entrar de nuevo en la casa cuando notó que una de las hojas del diario parecía ser un poco más gruesa que las demás. Al principio no le dio mucha importancia pero una voz dentro de él le dijo que la inspeccionara mejor.
Arnold sujetó la hoja y entonces se dio cuenta de un detalle, había un espacio abierto a la mitad de esta. Se trataba de una hoja plegable, un pequeño misterio más que ese diario le tenía preparado. El chico se apresuró a extender la hoja esperando ver otro relato de su padre, o una foto, o algo, pero en su lugar solo encontró una ilustración un tanto extraña.
No pudo evitar sentirse algo decepcionado, mas solo bastaron unos cuantos segundos para comprender lo que era.
-¿Qué es esto?- pensó Arnold.
No podía creerlo, esa cosa era más de lo que esperaba.
-¿Un mapa?- sonrió Arnold –Debe ser la ruta que siguieron mis padres en la selva-
Arnold se puso de pie y corrió al interior de la casa despertando a todos los huéspedes. Sin duda eso no les gustaría pero no le importaba, acababa de descubrir algo fabuloso.
-¡Abuela!, ¡Abuelo!, ¡Tienen que ver esto!, ¡encontré un mapa!- gritó Arnold entrando en la casa.
Ya era muy tarde y todos los huéspedes se encontraban durmiendo, por lo que el escándalo provocado por el muchacho solo terminó por despertarlos a todos. Muchos se levantaron de mal humor pero a Arnold no le importaba eso, ya que una nueva y hermosa esperanza acababa de nacer en su corazón.
Arnold entró corriendo a la habitación de sus abuelos espantándolos un poco. Su entusiasmo era tal que ni siquiera se había preocupado en llamar a la puerta.
-¡Que pasa, hombre pequeño!- exclamó Phil algo alterado por verlo entrar tan repentinamente.
-¡Hay que recatar a los misioneros!, ¡Los nazis nos atacan!- gritó la abuela recuperando su usual energía e imaginación.
El abuelo solo se le quedó mirando por unos momentos con expresión de fastidio y al final prefirió ignorar a su esposa, sabía que era lo mejor que podía hacer por el momento. Por lo pronto prefería escuchar lo que su nieto tenía que decirle en vez de las fantasías de su mujer.
-Bien… ¿Qué es lo que te ocurre, Arnold?-
-¡Lo encontré!, ¡Lo encontré!- exclamó el chico.
-¿Qué encontraste?-
-¡Un mapa!, ¡El mapa que indica la ruta hacia donde fueron mis padres!-
Phil tomó el diario de su hijo y comprobó con sus propios ojos que efectivamente el susodicho mapa existía. No lo podía creer, por unos segundos la idea le pareció imposible. Creía que todo era una vana ilusión o algo semejante. Pero finalmente tuvo que aceptarlo.
-Tienes razón… sin duda es un mapa-
-¡Esto es genial, abuelo!, ¡Podemos ir a buscarlos!- exclamó Arnold.
Phil se sentó en la cama junto a su nieto y lo abrazó mirándolo con expresión triste.
-Escucha- le dijo –Se lo que esto significa para ti, pero creo que lo mejor es que lo dejemos así-
-¿Qué?, ¿por fin tenemos una pista de donde podrían estar mis padres y me dices que lo dejemos así?- preguntó Arnold confundido.
-No es tan simple-
-¡Si lo es!, ¡Solo hay que seguir el camino!-
-¡Escúchame, por favor!, ¡es muy peligroso!- dijo el abuelo –Ya perdí a Miles… no podría soportar perderte a ti también-
Arnold entendía la posición del abuelo, sabía que no se trataría de una tarea fácil y que cabía la posibilidad de no encontrar nada. Además, a pesar del espíritu activo de sus abuelos, ya no eran unos jovencitos y el viaje sería mucho para ellos.
El chico bajó la mirada con los ojos lagrimosos, la ilusión se había esfumado tan rápido como había llegado.
-En verdad lo siento… tal vez algún día regresen, solo hay que tener paciencia- dijo el abuelo.
-Pero… ¿y si no lo hacen?-
-Debes tener fe… vamos, será mejor que vayas a dormir un poco. Mañana será otro día-
-Supongo que si… bien… otra vez gracias por leer el diario abuelo, buenas noches- dijo Arnold suspirando y saliendo de la habitación.
Phil se le quedó mirando muy acongojado, sabía que había sido demasiado para Arnold y que ahora estaba decepcionado.
-¿Crees que esté bien, Phil?- preguntó la abuela.
-Eso espero, galletita. Arnold es un chico fuerte, solo necesita despejar su mente. Solo espero que haber encontrado el diario no haya sido algo malo para él-
Por su parte Arnold ya se encontraba en su habitación preparándose para dormir. El diario ahora descansaba al lado de su cama, junto a su reloj despertador. Se puso la pijama y se acostó muy pensativo.
Con la luz apagada, cubierto por sus sabanas y mirando el cielo nocturno, el chico tomó la que sería su decisión más importante.
-Se que es peligroso- pensó –Se que los abuelos se decepcionarán de i, y se preocuparán… pero tengo que hacerlo. No me importa lo que pase, debo ir a buscarlos, aunque tenga que ir solo-
Lo que el muchacho no sabía era que en esa misteriosa selva no solo lo esperaban su padres y la legendaria tribu de los ojos verdes, había algo mas. Un sangriento secreto que pondría en peligro no solo su vida, sino su alma.
Continuará…
