ADVERTENCIAS: Este fic es YAOI (relación chico-chico), así que homofóbicos abstenerse. Si aún así lo lees, allá tú, luego no quiero quejas…

-...- conversación

-"..."- pensamientos

-Negritas- palabras que se pronuncian acentuadamente

-/.../- recuerdos

Bueno, éste fic es un regalo de cumpleaños para una amiga: Senshi Hisaki Raiden. (Un regalo bastante atrasado) Pero mi escaso tiempo no me permitió terminarlo antes. Lo siento. En fin, espero que te guste, Senshi, aunque sea un poco. Y en el caso de que alguien más lea esto, espero que también sea de su agrado.

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Dos chicos dormían placidamente, cada uno en su lado de la cama y dándose la espalda, hasta que el despertador sonó haciéndoles gruñir a ambos a la vez. Uno de ellos abrió los ojos lentamente. Con pesadez, y estirando un brazo, lo paró y miró la hora que marcaba el reloj digital que había sobre la mesita: las siete en punto. Bufó cansado, y volvió a cerrar los ojos. ¡Maldito trabajo!. ¡Que ganas tenía de unas vacaciones!…

Sintió movimiento en el colchón, quizá su compañero se estaba levantando, aunque eso sería algo imposible. Momentos después, escucho el agua de la ducha correr, y eso le hizo volver a abrir los ojos. Se volteó, y miró a su lado derecho: vacío. Enarcó una ceja, con confusión, normalmente era él quien se levantaba primero…

Se sentó en la cama, dispuesto a esperar a que el otro saliese del baño para poder entrar él, mientras soltaba un largo bostezo. La puerta se abrió sorpresivamente, pero no se molestó en mirar, ya que sabía quien era…

-Mph… Ya era hora de que salieras de ahí, Takao- se quejó el que estaba sentado en la cama

-Buenos días, Kai- saludó algo animado el otro, mientras pasaba corriendo junto a la cama

-¿Mn?…-

El bicolor alzó la mirada, y miró a Takao por primera vez en el día. Éste tan solo llevaba puesta la ropa interior, y buscaba algo entre sus ropas en el armario que estaba frente a la cama…

-… ¿qué buscas?- preguntó, con poco interés

-¡Mi gorra!- respondió, sin dejar de revolverlo todo de aquí para allá –Kai, ayúdame a buscarla. Por favor, la necesito- volteó a mirar al mayor un momento, de forma suplicante, y luego continuó con lo que hacía

-Paso- retiró las sabanas, y se puso de pie –Voy a darme una ducha- sin más, entró en el baño, cerrando la puerta tras él

Momentos después, el mayor salió del baño, vistiendo lo mismo que el otro. Se acercó al armario para coger su ropa, y cual fue su sorpresa al ver que estaba hecho un desastre tal, que parecía no haber sido arreglado en siglos…

-¡Takao!- su voz se escuchaba molesta

El peliazul no dejaría de ser un desordenado ni aunque pasaran mil años. Takao sabía de sobra que él odiaba el desorden. Sobre todo si entre ese desorden se encontraban también sus cosas…

-¡Mira, Kai!. ¡Por fin la he encontrado!- se paró frente al mayor, con su preciada gorra sobre la cabeza e ignorando que Kai le miraba con el ceño fruncido y de brazos cruzados -¿Cómo me queda? Hace tiempo que no me la ponía-

El mayor dejó la reprimenda a un lado por un momento tan solo para estudiar al peliazul con una mirada neutra. Hacía tanto tiempo que no veía a Takao con su gorra, que ahora se le hacía algo raro verlo así. Y además, llevando tan solo la ropa interior y la gorra, le hacía lucir algo…

-Luces infantil- fue lo único que dijo

-Mm... ¿Tú crees?- con un mohín fingido de disgusto, se paró frente al espejo que había sobre la cómoda, y se miró ambos perfiles –Pues yo creo que me queda bien-

-Lo que tú digas- llevó la mirada al armario, y bufó de forma sonora al ver nuevamente el desorden

-¡Llego tarde!- exclamó de forma precipitada el menor, mientras se acercaba al armario rápidamente. Tomó su ropa, dejándolo todo peor que antes y comenzó a vestirse sin más

Kai también cogió su ropa, con más tranquilidad, y comenzó a vestirse. Dejó el regaño por olvidado pues no serviría de nada…

-Ya me voy- se acercó al mayor, bastante dubitativo, y le besó levemente la mejilla, apenas tocándole. Mostró una leve sonrisa aliviada al ver que el mayor no le había reprochado nada -¿Irás hoy a verme?- le preguntó, ilusionado

-¿Hoy?- el menor asintió con la cabeza -¿A que hora es?- no sabía ni porque lo había preguntado, ya que no le interesaba

-A las nueve. Pero dime, ¿irás a verme?-

-No lo se. Tengo mucho trabajo- se excusó

-Puedes dejarlo por un momento para ir a verme-

-Lo intentaré- mintió

-¡Gracias!- se disponía a irse, pero no pudo evitar acercarse a la ventana y mirar por ella un momento –Hace un día bastante soleado para ser invierno- comentó –Kai… ¿que te parece si un día de estos hacemos un viaje?- propuso, aunque ya sabía de antemano cual sería la respuesta que recibiría

-No- respondió tajante –Tengo mucho trabajo- fue lo único que dijo

-Mn…- bajó la mirada un momento, con tristeza. Siempre era lo mismo, trabajo y más trabajo. Pero enseguida recordó que se le había echo tarde, así que dejó sus pensamientos a un lado -¡Me voy!-

El peliazul salió de ahí casi corriendo, ya que como cada día, no iba a llegar puntual al trabajo. Veinte minutos más tarde, Kai también salió de allí. Por culpa de Takao iba a llegar tarde a la dichosa empresa de su abuelo, y aunque esa fuese la primera vez, no le agradaba en absoluto…

Corría por las calles como desesperado, esquivando cualquier cosa o persona que se encontrara en su camino. Había intentado tomar un taxi más de una vez, pero casualmente, todos estaban ocupados. Cuando por fin llegaba a su destino, inesperadamente vio a un adolescente en bicicleta acercarse a él con rapidez y a duras penas consiguió esquivarlo, aunque se golpeó la espada con un buzón que había tras él…

Con más enojo que el de hace un momento, ingresó en el edificio y después en su despacho. Se dejó caer sentado en la silla, con pesadez, y soltando un fuerte soplido…

-Vaya, Kai, quien lo diría, tú llegando tarde al trabajo- se burló un compañero de trabajo, mientras se acercaba a la mesa del ruso

El bicolor miró su reloj de pulsera para saber con exactitud cuanto se había retrasado, y cual fue su sorpresa al ver que el cristal de la esfera se había quebrado y las agujas se habían detenido totalmente. Sin duda, eso había sido cuando esquivó la bicicleta y se golpeó con el dichoso buzón…

-¡Maldito mocoso…!- masculló enojado, apretando los dientes

-Oh, ¿qué le ha pasado a tu reloj?-

-Nada- respondió tajante

-¿Nada?- reiteró, sorprendido -Oh, vamos, se nota que no lo has mirado bien, está hecho polvo. Yo que tú me compraba otro- sugirió, pero fue ignorado -¿Y Takao?. ¿Cómo está? Hace tiempo que no lo veo-

-Está como siempre- su voz sonaba neutra

-Que suerte tiene Takao al poder trabajar en lo que él siempre ha querido ser: Entrenador de Beyblade-

-Mph…-

-Por cierto, me he enterado de que a las nueve, Takao va a participar en el torneo local de Kendo. Sin duda será interesante. Nos veremos allí-

-No iré a esa tontería- aseguró tranquilamente, mientras abría uno de los cajones de su escritorio y buscaba unos papeles

-¿Tontería?- sus ojos se abrieron de par de par por la sorpresa

-No entiendo como es que ahora a Takao le gusta tanto el Kendo, si antes lo odiaba con todas sus fuerzas- rulo la mirada, dejando los papeles sobre la mesa

-Piensa que a tu novio le gustará verte ahí- comentó, asintiendo con la cabeza

-No iré- sentenció -Luego le pondré alguna excusa a Takao. Siempre se lo cree todo- se encogió de hombros, restándole toda importancia al asunto, y se dispuso a leer los papeles que tenía sobre la mesa, ignorando nuevamente al otro de forma totalmente intencionada, y dando la conversación por terminada

-Mmm...- el otro frunció el ceño ante el comportamiento de Kai, pero no dijo nada. Él no era nadie para meterse en esos asuntos –Bueno, será mejor que vuelva a mi trabajo-

-Menos mal- bufó el bicolor, al encontrarse solo por fin

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La noche llegó, y un entristecido Takao había terminado su tan esperado torneo. Había sido un éxito, pero… Kai no había estado ahí, como siempre. Se disponía a salir a la calle para ir a su apartamento, pero comprobó que estaba lloviendo con bastante fuerza, así que se cruzó de brazos y apoyó la espalda en la puerta para esperar a que escampara. Ese invierno estaba siendo lluvioso. No esperaba que lloviese, si esa mañana había sido tan soleada, aunque antes de su torneo también había llovido bastante…

Escuchó unos pasos acercarse a él, pero no alzó la mirada para comprobar quien era hasta que unos zapatos muy conocidos para él llegaron a su campo de visión…

-… Kai- murmuró, al ver a su novio parado frente a él con un paraguas en cada mano, uno cerrado, y el otro abierto-¿Qué haces aquí?-

-Vengo a por ti. Toma- le pasó un paraguas

-Gracias- dijo con seriedad, sin mirarle

-No he podido venir porque tenía…-

-Mucho trabajo- terminó la frase del mayor –Vamos-

Se disponía a salir de ahí, pero uno de los compañeros de trabajo de Kai se paró frente a él inesperadamente. Ese era el único de la empresa que sabía que entre él y Kai había algo más que amistad. Aunque el tipo guardaba muy bien el secreto, ya que el bicolor le había ordenado no decir nada a nadie si no quería vérselas con él…

-¡Hola, Takao!- le saludó, bastante animado. Éste le devolvió el saludo con una pequeña sonrisa -¡Felicidades!. ¡Ha sido todo un éxito!- se acercó al bicolor con una sonrisa al ver que finalmente su amigo había decidido asistir al torneo, aunque no lo vio en ningún momento allí –Hola, Kai, no me negarás que estas orgulloso de tu novio, ¿eh?- le palmeó el hombro, con suavidad –Ya me habían comentado que si venía, no me iba a arrepentir-

-Mph…-

-Sería genial que invitaras a tu novio a cenar a un restaurante. Se lo merece-

El bicolor desvió la mirada con hastío, ignorando olímpicamente lo que acababa de decir su compañero de trabajo…

-Takao, ¿a que te gustaría tener una cena romántica con tu novio?- se rió el otro

Ese nuevo comentario se ganó una mirada fulminante de Kai, pues al bicolor no le apetecía ir a cenar fuera, y mucho menos si era una estúpida cena romántica. Detestaba esas cosas…

-No quiero quitarle su tiempo a Kai- mostró una sonrisa forzada que no le salió muy bien –Seguramente tendrá mucho trabajo-

-No creo que…- intentó insistir el otro, pero Kai le interrumpió, dando la conversación por finalizada como siempre hacía cuando un tema no le interesaba

-Ya nos veremos mañana en la empresa- habló con frialdad

Takao abrió el paraguas, despidió al compañero de trabajo del bicolor con otra sonrisa y salió de ahí, sin molestarse en mirar si su novio le seguía o no. En cuanto la brisa fresca de la calle le golpeó se encogió levemente, pues no llevaba ninguna chaqueta puesta y su cuerpo había sentido notablemente el brusco cambio de temperatura…

Kai se quedó algo desconcertado, pues normalmente le daba cualquier excusa a Takao y éste tan solo le sonreía y le respondía: "No pasa nada" Pero esta vez no había sido así, quizá el peliazul estaba dolido por eso. Suspiró cansado al pensar que ahora tendría que arreglar eso, y la verdad era que no le apetecía mucho…

Abrió su paraguas y también salió, alcanzando rápidamente al menor…

-Takao, te propongo algo. Ve al apartamento y cámbiate, te invito a cenar-

El peliazul tardó un momento en procesar lo que le había dicho el otro. Desde que eran novios, Kai nunca le había invitado a cenar. Miró al mayor, con una sonrisa ilusionada plasmada en su rostro…

-¿En serio?- vio al bicolor asentir una vez con la cabeza, sin dejar de mirar al frente con seriedad -¡Claro que sí!-

Aunque sabía que posiblemente su novio se enfadaría por lo que iba a hacer, con su brazo libre rodeó al mayor por la espalda y se pegó a él lo que los paraguas le permitieron, ya que estos chocaban. Una leve sonrisa aliviada se plasmó en sus labios por segunda vez en el día, pues su novio no le había vuelto a reprochar nada por su acto. Espero un abrazo de Kai, o una simple mirada, pero nada de eso le llegó en ningún momento. El bicolor ni siquiera se había molestado en sacar su mano libre del bolsillo de la chaqueta, y aunque ya debería de estar acostumbrado a eso, le dolió…

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Takao ya se había quitado su traje de kendoka, y se había arreglado un poco, tal y como le había pedido el bicolor, y también se quitó la gorra. Quería verse bien para Kai, aunque seguramente éste ni se daría cuenta. Ingresó en la habitación que compartían y su ceño se frunció al ver a Kai parado en el centro de ésta con unos papeles de la empresa en la mano, leyéndolos con bastante interés. Sentía que para Kai la empresa era mucho más importante que él…

Se paró frente al bicolor y se aclaró la garganta para llamarle la atención, pero fue ignorado. A esas alturas, estaba seguro de que cualquier cosa era más importante que él, y no solo la empresa como acababa de pensar…

-Ya estoy listo- le dijo, lo más calmado que pudo

De nuevo fue ignorado. ¿No debería de estar acostumbrado a eso? ¡No!. ¡No lo estaba!. ¿Es que era mucho pedir que su novio le mirara aunque sea tres miserables segundos en su vida?…

Con un contenido enojo, le arrebató los papeles de las manos, arrugándolos un poco. Se sintió tentado a romperlos en mil pedazos y tirarlos por la ventana, pero no lo hizo, pues sabía que eran importantes para Kai y no quería buscarle problemas, aunque ganas no le faltaron…

-¿Qué crees que haces?- le quitó los papeles de las manos, con brusquedad -¡Los puedes romper!- se acercó al escritorio, y alisó los papeles con las manos

-¡He dicho que ya estoy listo!- casi gritó

-¡No era necesario que hicieras eso!- le discutió –Con que me hubieses avisado habría sido suficiente- se volteó hacia Takao y lo atravesó con la mirada –Será mejor que nos vayamos, antes de que lo rompas todo y me quede sin trabajo por tu culpa-

Los puños del menor se apretaron con fuerza, los músculos de su cara se tensaron y su mirada se afiló, mientras veía al mayor salir del apartamento tranquilamente. ¿En que momento su relación con Kai se había vuelto así? Ya ni lo recordaba. O quizá siempre había sido así, y él no le había tomado importancia hasta ahora…

-Vamos de una vez- escuchó la fría voz de Kai, ordenándole, algo lejana

Sin decir nada, salió del apartamento, y fue con el mayor. Aunque no era algo característico de él, a regañadientes se tragó su enfado para no estropear las cosas con el bicolor…

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La cena en el restaurante fue bastante silenciosa, apenas habían cruzado unas palabras o alguna mirada. En otra ocasión, Kai habría agradecido enormemente ese silencio, pero sabía que el ser callado no iba con la forma de ser de Takao y eso le dejó algo contrariado…

-¿Qué me miras tanto?- preguntó el peliazul con tranquilidad pero con seriedad, sacando al mayor de sus pensamientos

-Te ves bien- fue lo único que dijo

Aunque su rostro no mostró ninguna emoción al decirlo, ni siquiera una diminuta sonrisa, a Takao le alegró mucho. Eso era lo más amable que su novio le había dicho en años. Una amplia sonrisa se formó en sus labios inevitablemente. Con indecisión, estiró un brazo sobre la mesa, y posó la mano sobre la de Kai…

-Aquí no- dijo el bicolor con neutralidad, pero en voz baja para no llamar la atención, retirando su mano de la otra lentamente –Te lo he dicho muchas veces: Guarda las distancias-

El menor tan solo asintió una vez, cabizbajo. Volvió a coger los cubiertos y continuó comiendo, aunque lo cierto es que en ese momento se le había ido el hambre…

Ya comenzaba a pensar que lo suyo con Kai no tenía futuro. Aunque seguramente nunca lo tuvo, y él se había hecho falsas ilusiones con eso. Sentía envidia de sus antiguos compañeros de equipo: Rei y Max. Llevaban juntos más tiempo que ellos, y parecían amarse igual que el primer día. Su hermano Hitoshi también había encontrado el amor hace unos años, y le iba de maravilla…

En cambio, Kai y él… Miró al mayor de soslayo. Ellos dos parecían unos conocidos que comparten apartamento y duermen en la misma cama porque no queda más remedio. Ya ni recordaba la última vez que había estado entre los brazos de Kai y se había sentido amado. La última vez que Kai le había besado por iniciativa propia, o le brindó una miserable caricia. La última vez que le había mirado con deseo… Todo eso ya le parecía muy lejano… Podría asegurar sin titubear que ya hacía más de tres años de todo eso…

Conforme pasaba el tiempo, se sentía menos amado. Era como si el amor que Kai sintió por él una vez se hubiese enfriado, o hubiese muerto. En cambio él, sentía que cada día que pasaba le amaba más, pero… aunque le costara aceptarlo, Kai había dejado de sentir algo por él hace tiempo. Seguramente el bicolor seguía a su lado por lastima…

Dejó los cubiertos sobre el plato y bajó la mirada, esperando pacientemente a que el otro terminase de comerse su postre. Se sentía fatal siempre que su novio le rechazaba, y cada vez lo hacía de forma más directa y descarada. Kai odiaba que él le diera alguna muestra de cariño cuando estaban en público, e incluso a veces cuando estaban a solas también. ¡Era un completo estúpido! No debía de haber echo eso, ahora seguramente Kai estaría molesto y discutirían cuando llegaran al apartamento. O tal vez, el mayor simplemente le ignoraría totalmente durante días…

Alzó la mirada tan solo para comprobar que el otro ya había acabado, y rápidamente la bajó…

-Kai…- murmuró, apenas audible, y sin atreverse a mirarlo –No me encuentro bien, ¿te parece si nos vamos ya?-

-Mn…-se puso de pie de inmediato, dándole a entender al menor que estaba de acuerdo. Estaba deseando de largarse de ahí

En cuanto llegase al apartamento, revisaría unos papeles de la empresa, los cuales eran bastante importantes. Pagó la cuenta y salieron fuera. De nuevo estaba lloviendo con fuerza. Miró al frente y se sintió aliviado al ver un taxi parado justo enfrente de la puerta del restaurante, y por suerte no estaba ocupado. Sin dudarlo, se acercó y se subió en él rápidamente para no mojarse mucho, dejando al menor atrás…

Takao se subió en el vehículo justo después de Kai y cerró la puerta. El bicolor le dijo la dirección al taxista, el cual se puso en marcha enseguida. El peliazul miró al mayor de soslayo. Kai estaba en un extremo y él en el otro. Llevó la mirada a la ventana, y un largo suspiro quejumbroso se le escapó sin querer. Kai no le había preguntando en ningún momento como le había ido en el torneo, ni en su día de trabajo. Y en el restaurante, cuando le dijo que se sentía mal, no se molestó en preguntarle que le ocurría. Hacía años que Kai no mostraba algún tipo interés en él. Era un hecho, no le importaba a su novio, por mucho que le doliese reconocerlo…

El taxi se detuvo en un semáforo que había en una intersección. Kai y Takao se sintieron observados, así que llevaron la mirada al espejo retrovisor interior del coche. Ambos se sintieron confundidos al ver que el taxista no dejaba de mirarles por ese espejo, fijamente. Segundos después, Kai se molestó por esa permanente mirada, y Takao enarcó una ceja…

-¿Ocurre algo, señor?- se atrevió a preguntar el peliazul, con amabilidad

El conductor miró la luz roja del semáforo, su mirada se notaba inquieta, y después miró al peliazul a través del mismo espejo…

-No es nada, muchacho-

El semáforo se puso verde y el coche continuó su camino. Pero apenas de haberlo hecho, sorpresivamente, un coche apareció a toda velocidad y chocó inevitablemente contra el taxi. Fue un choque lateral, por el lado izquierdo. Los tres quedaron inconscientes, resultando más afectadas dos de las personas que se encontraban en el taxi…

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Horas más tarde, Kai estaba en la sala de espera de un hospital. Llevaba una gasa en el lado derecho de la frente y tenía un par de cortes leves en los brazos, pero nada grave. Pasos presurosos se escucharon en el pasillo, acercándose al bicolor…

-¡Kai!- el llamado del rubio retumbó en el largo pasillo vacío

El ruso no se molesto en alzar la mirada, sabía perfectamente que los que se acercaban a él eran sus antiguos compañeros de equipo: Max y Rei…

-Hemos venido lo más rápido que hemos podido- habló el chino de forma acelerada debido a la carrera anterior, sentándose junto al bicolor -¿Cómo te encuentras?- con una expresión de suma preocupación, le puso la mano en el hombro

-¿Y Takao?- la voz de Max se escuchaba angustiada -¿Cómo está él?-

-……-

-¡Kai!- exclamó nervioso, pidiendo una respuesta

-… un médico acaba de salir, y me ha dicho que… Takao acaba de…- cerró los ojos con fuerza, intentando contener las lagrimas –Él…-

Max se llevó las manos a la boca, impresionado e incrédulo de que su mejor amigo se hubiese ido. Mientras que Rei, frotó la espalda del bicolor para reconfortarle, aunque él también se sentía fatal por lo que había pasado…

-¿Pero como…?- susurró el rubio, con voz entrecortada

-Íbamos en un taxi… nos dirigíamos al apartamento, y de repente… un coche chocó contra nosotros. El único superviviente del accidente he sido yo- dijo, con angustia en su voz –El taxista murió casi en el acto, al igual que el tipo que chocó contra nosotros… él, al parecer estaba borracho. Y Takao…- su garganta se cerró, no podía continuar hablando

-No puede ser…- murmuró el ojiazul –Takao…-

Un pesado silencio secundó a eso por bastante rato, cada uno inmerso en sus pensamientos, hasta que el chino se decidió a hablar…

-Kai, ya no podemos hacer nada aquí. Será mejor que te vayas a tu apartamento y descanses un poco- aconsejó, mirando su reloj de pulsera –Son las dos y media. Mañana por la mañana, volveremos-

El bicolor no dijo nada, tan solo se puso de pie, y se dejó guiar por sus amigos hasta su apartamento. Todo el viaje fue como ausente, no podía creer lo que había sucedido, todo parecía un mal sueño…

-Descansa, Kai. Mañana será otro día- le dijo Max, con voz suave –Adiós- salió, siendo seguido por el chino. Cerró la puerta del apartamento tras de sí, dejando al ruso-japonés parado en medio de la habitación, estático y cabizbajo…

El bicolor no respondió, todavía estaba muy sorprendido por lo que había ocurrido. Hacía apenas unas horas, Takao estaba hablando con él, le había tocado, tenía su compañía, y ahora… no había nada de eso. Nada…

Con movimientos mecánicos, se quitó la ropa, quedando solo en ropa interior. Se acercó al armario y lo abrió. Todo seguía igual de desordenado que esa mañana, tal y como lo había dejado el peliazul. Divisó la prenda más preciada para Takao entre ese desorden: su gorra. La tomó entre sus manos con cuidado, como si fuese un objeto del más fino cristal apunto de romperse, y la contempló por largo rato. Después la dejó en su sitio y se tumbó en la cama…

Sentía la cama más fría que nunca, las sabanas no eran suficientes para darle calor. Todo estaba demasiado silencioso y tranquilo, tanto, que hasta le incomodaba. No podía dejar de dar vueltas para intentar conciliar el sueño, pero ninguna postura era cómoda. Le faltaban las continuas conversaciones de Takao, sus sonrisas, sus besos… ¡Todo!. ¡Le faltaba Takao!…

¡Todo había sido su culpa!. ¡Su maldita culpa!. Si hubiese ido al torneo de Kendo, no habría tenido que compensar a Takao llevándolo a cenar a ese restaurante, no habrían subido a ese taxi y no habrían tenido el accidente. No entendía como era posible que el hubiese resultado herido leve en el accidente. Tan solo se había hecho unos pequeños cortes en los brazos, y le habían dado un par de puntos en la frente. Mientras que Takao, y los otros dos habían muerto. ¡No!. ¡Eso era peor que un castigo!…

Ahora se arrepentía por haber sido así con Takao. Por no haberle dicho las cosas que tenía en mente, cosas que ignoró y prefirió callar, por no haber aprovechado el tiempo a su lado, por no haber ido a sus torneos de Kendo, por no haberle prestado la atención que se merecía… Si tan solo… si tan solo pudiese cambiar el pasado… o volver a ese día… Pero eso ya era algo imposible, por desgracia, y sentía que lo que le quedaba de vida no le alcanzaría para arrepentirse…

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El molesto ruido del despertador le sacó de sus sueños. Entreabriendo los ojos, paró el despertador y miró la hora: las siete. Instantáneamente, a su mente vino Takao y deseó no haber despertado en días. Se alarmó al sentir movimiento en el colchón. Se supone que solamente él estaba ahí. Rápidamente, miro el otro lado de la cama, y su rostro se volvió pálido al ver ahí a Takao, sentado en la cama y desperezándose. ¡No podía ser!. ¡Estaba alucinando!…

-¡Ta-Takao!- con torpeza se incorporó, y se calló de la cama

-¡Kai!- el menor se levantó rápidamente, preocupado, y se arrodilló frente al otro -¿Estás bien?- acercó la mano para tocarle, pero el ruso-japonés la rechazó de inmediato de un manotazo –Kai…- murmuró entristecido. Con la preocupación había olvidado que al mayor no le gustaba que él le tocara

-¿Qué haces aquí?- preguntó alterado, arrastrándose hacia atrás en el suelo para alejarse del menor, hasta que su huída se vio interrumpida cuando su espalda chocó con la pared

-¿Qué te pasa?- enarcó una ceja, extrañado por el comportamiento de su novio –Solo me he levantado para ducharme yo primero. No quiero llegar tarde como siempre-

-¡Tú estabas muerto!- casi gritó, sintiendo como una fina capa de sudor se iba formando en su frente ¡Un momento!. ¡Frente! Se llevó una mano a la frente, y la palpó, pero no encontró la gasa por ningún lado. Se miró los brazos, y no tenían ni un solo corte, y de alguna extraña manera, no sentía su cuerpo adolorido y agotado como la noche anterior, era como si no hubiese tenido ningún accidente –Pero… ¿Qué?…- balbuceó

-¿Muerto?. ¿Yo?- se señaló –No bromees con eso, soy muy joven para morir. Apenas cumplí los veintiuno, je...-

-En-entonces…- miró al peliazul por completo, cerciorándose de que no tenía ni una herida -¿Todo fue una pesadilla?- no pudo evitar que una pequeña sonrisa aliviada e incrédula se plasmara en su rostro

-Sí. No pasa nada. ¿Ves? Estoy bien vivo- rió levemente, mientras se acercaba gateando al mayor hasta ponerse nuevamente frente a él, pero guardando la distancia –Buenos días, Kai-

El mayor no dijo nada, tan solo se inclinó hacia el peliazul, levantó los brazos y posó las manos en las mejillas de éste, dejándolo confundido. Palpó todo el rostro del menor, asegurándose de que no era un sueño, o un producto de su imaginación, y que Takao estaba realmente ahí, frente a él, mirándole con su sonrisa de siempre…

-Solo fue una pesadilla- susurró aliviado

Sin más, abrazó al peliazul contra él, con fuerza. Disfrutando de la sensación que era tenerlo entre sus brazos. Por su parte, Takao estaba bastante confundido, ya que hacía mucho tiempo que Kai no le abrazaba por iniciativa propia, y aunque no entendía el porque de ese abrazo, le alegró mucho pero a la vez le puso nervioso. Intentó alejarse, pero el mayor le tenía abrazado con firmeza. Olvidó su forcejeo por separarse cuando se percató de algo, el corazón del mayor palpitaba locamente y eso le preocupó. ¿Qué clase de pesadilla habría tenido Kai para que amaneciera así de alterado, e incluso le abrazase? Kai no era alguien que se asustara por cualquier cosa, y menos por un sueño. Cuando vio la oportunidad, se alejó un poco, con la intención de preguntarle que había soñado exactamente, pero fue silenciado por un corto beso…

-¿Qué te ocurre?- preguntó, totalmente desconcertado. Y esta vez fue él quien se retiró del otro –No te reconozco-

-Nada- le sonrió, de forma casi imperceptible –Será mejor que nos duchemos-

-Sí- extrañado por el repentino cambio, el menor se puso de pie y se dirigió al baño

-Y no tardes mucho- pidió, mientras también se incorporaba

-De acuerdo-

En cuanto la puerta del baño se cerró, Kai se acercó rápidamente al espejo que había sobre la cómoda y revisó su frente minuciosamente. ¡Nada!. ¡No tenía absolutamente nada!. ¿Cómo era posible?. ¿Dónde estaban los puntos que le habían dado en el hospital?. ¿Y los cortes en sus brazos?. Miró su reloj de pulsera, y sus ojos se abrieron en sorpresa al comprobar que éste estaba intacto, tanto la esfera de cristal como las agujas. Abrió el armario, y todo estaba perfectamente ordenado…

-¿Pero que demonios…?- balbuceó -¿De verdad fue solo un sueño?- preguntó, aún sabiendo que no recibiría respuesta

Momentos después, el menor salió de la ducha, vistiendo tan solo la ropa interior. Pasó junto a Kai, sonriéndole levemente. Abrió el armario, buscando en él con algo de desesperación…

-¿Qué estas buscando?- preguntó, algo interesado

-¡Mi gorra!- respondió, sin dejar de revolverlo todo de aquí para allá –Kai, ayúdame a buscarla. Por favor, la necesito- volteó a mirar al mayor un momento, de forma suplicante, y luego continuó con lo que hacía

El rostro del mayor palideció por segunda vez en la mañana, y retrocedió un paso de forma inconsciente. Esa frase había sido exacta a la de su pesadilla. Quizá todavía estaba dormido. Sí, seguramente era eso. Lo mejor sería darse una buena ducha de agua fría para despejarse, aunque fuese invierno no le importaba. Sin decir nada, se dirigió al baño rápidamente…

CONTINUARÁ… …

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En el caso de que reciba reviews, cosa que dudo, los responderé en mi profile.