Vamos, puedes tocarlo.

Y me lo dice tan sonriente, tan alegre como siempre… Dios, si incluso cuando la veo luchar a mi lado tiene ese aspecto juvenil que refresca a todos a su alrededor. Bueno, no sabría decir a ciencia cierta si a todo el que se encuentra a su alrededor pero para ser sincera, no existe nada más vigorizante que su ceño fruncido cuando estudia los movimientos del enemigo.

Estoy hablando como una obsesionada. Quizá estoy obsesionada, no lo sé.

Ahora mismo solo sé que ella está ahí, frente a mi ofreciéndome acariciar su pegaso y es tan sumamente inocente que piensa que me atemoriza la criatura. Oh claro, un caballo blanco con alas cargadas de plumas es realmente amenazador… No, la única criatura que me da miedo de tocar es ella: tan delicada, inocente, frágil y pura.

Me da miedo pero al mismo tiempo quisiera hacerlo, quisiera darle a entender con un abrazo cosas que nunca aprendí a expresar. La verdad es que nunca quise aprenderlas, no fui mujer de muchas palabras ni una chica muy sociable, y no me arrepiento pues no por nada me llaman "centella carmesí"… Pero en momentos como estos hubiese deseado dejar esa faceta imponente y ser más elocuente y carismática.

Pero da igual porque ella toma la iniciativa, ella se acerca a mi, me habla desde el primer momento en que entré a combatir junto a Eirika con Gerik, mi jefe. Y no solo eso: la he visto mirándome, observándome en más de una ocasión y no desperdicia la oportunidad de luchar a mi lado y apoyarme, cubriéndome desde el cielo mientras yo destrozo todo lo que para ella deben ser hormigas desde ahí arriba… Admito que al principio su actitud me irritaba, me agobiaba.

Menuda hipócrita. Después tan sólo era capaz de buscar sus cabellos azulados entre los aliados cuando no veía su pegaso volando sobre mi cabeza, o peor aún, cuando la veia junto al principito ese.

Oh, si que estoy obsesionada, incluso siento celos… Nadie habría reconocido a esta Marisa. Pero claro, nadie habría apostado nunca porque Marisa tuviese miedo de nadie, y menos aún de una princesita adolescente más dulce que la miel.

¿Y si en otra vida fui una abeja? ¿Explicaría eso mi adicción a ese dulce néctar? Definitivamente obsesionada y loca, con la cabeza totalmente perdida.

Y ella sigue ahí frente a mi, mientras yo apenas puedo pronunciar palabra pensando en todo eso y mirando sus ojos azules como el mar. De repente esa comparación se me antoja divertida; no es solo su tono azul, sino su profundidad y mis ganas de nadar en ellos.

Seamos amigas entonces.

Y yo de nuevo hago gala de mi simpatía. Lo siento, es mi sistema de autodefensa; cuanto más consigue hacerme sentir diferente una persona más refuerzo mi coraza

Pero de nuevo a ella no le importa…

Al final no puedo evitarlo, he aceptado esa invitación con mi simple mirada, pero sabía que era inevitable en el momento en que me preguntó. Sé que cuando acabe esto la acompañaré, la acompañaré a Freila y velaré por su seguridad y su felicidad aún sabiendo que no será suficiente

¿Por qué?

Sería descabellado contestar con lo que se me acaba de pasar por la cabeza, así que preferiré dejarlo en un falso "No lo sé".

Se acercan enemigos, nos rodean pero no me importa: estamos juntas y, de alguna manera, esa delicada princesa ha conseguido darme lo que ningún guerrero experto ha conseguido luchando a mi lado.

Paz, seguridad y ganas de ser una mejor persona…

…Un segundo, ¿es cosa mía o se ha sonrojado al mirarme?