Drabble sobre Kurogane y Fye. 500 palabras. Fue una especie de apuesta que hicimos con mi senpai, cada una escribía un drabble para el deleite de la otra. No domino mucho esta pareja, si hay algún error avisadme, por favor. Espero que os guste.

Sangre

Kurogane se estremeció al sentir los labios de Fye rozar su piel. Fue él mismo quién le gritó y lo obligó a beber su sangre, era lo que quería. No soportaba ver a Fye débil, apagándose como se apagan las estrellas al llegar el alba. No quería que ni la más liviana sombra empañara su hermoso rostro.

Entonces, ¿por qué no podía evitar temblar al tenerlo tan cerca?

Sus finas manos lo sujetaban sin presionar, pero con firmeza, por los hombros. Lo que daría por agarrar esas manos, arrancar los guantes que las cubrían y besarlas, besarlas hasta hacerlas enrojecer. ¿Cómo era posible que siempre tuviera esa clase de pensamientos cuanto estaba cerca del mago rubio? No era algo lógico, pero no había forma de remediarlo. Cada vez que Fye le sonreía, se ponía a fantasear con como lo abrazaría, con como lo estrecharía contra su cuerpo y le haría el amor.

Y ahora estaba acorralado contra la pared con Fye prácticamente pegado a él. Sentía su respiración sobre su piel y la cabeza le daba vueltas. Sin previo aviso, un pinchazo agudo en el cuello lo hizo temblar. Era doloroso, casi insoportable, pero él ya estaba acostumbrado al dolor. En ese momento tenía otra preocupación en mente. Fye estaba demasiado cerca para poder soportarlo. Se había arrimado a él y parecía haberse olvidado del mundo. Succionaba la sangre de su cuello, se acercaba más y más, como si quisiera absorberlo entero.

Kurogane ya no podía contenerse más. Con un gesto rápido, pasó sus brazos por encima de los hombros de Fye y lo abrazó con fuerza. El rubio parecía no darse cuenta, estaba absorto con el cuello de Kurogane. ¿Por qué se había contenido durante tanto tiempo? Si quería su sangre, si la necesitaba, podía venir en cualquier momento y tomarla.

Era un tonto. ¿Por qué tenía que hacerlo preocuparse de esa manera? La rabia que Kurogane había contenido en su cuerpo crecía con cada segundo y pugnaba por salir. Fye era incomprensible. Lo volvía loco. Era como si lo tuviese hechizado. Hacía que perdiese los estribos, que se inquietase, que se muriese por tocarlo.

Ya tenía suficiente. Tal y como estaban, abrazados y conectados por una corriente de sangre, Kurogane arrastró a Fye hacia el suelo. Quedó recostado sobre él, intentando no lastimarlo con su peso. Al mago le costó asimilar lo que estaba pasando, permaneció unos segundos más con los labios pegados al cuello de Kurogane, lamiéndolo y temblando de placer.

Cuando se apartó, Kurogane pudo ver que estaba sonrojado, con los labios entreabiertos y enrojecidos. Respiraba entrecortadamente. Y lo miraba. Sólo a él. En ese instante todo dejó de importar. Kurogane se acercó al rostro que le era tan querido y le susurró con voz grave:

– Te amo.

Fye sólo sonrió. Quizás todavía estaba aturdido y no podía entender lo que esas palabras significaban. Pero eso tampoco importaba ya. Kurogane acortó la distancia y se encontró con esos labios ensangrentados. Los que siempre había deseado besar.

Owari