Disclaimer: Hetalia no es mio, tampoco sus personajes, aunque hacen un excelente fanservice.
Advertencias: Yaoi, Lenguaje fuerte, Muerte de personajes (quiza )Angst, y discontinuidad
Notas:Este es mi pequeño experimento que nutriré cada jueves por la tarde, C: no espero que comenten pero si que lo lean al menos w
quiero ver cuanto puedo hacer sufrir a un personajes º¬º y pues veamos que pasa...
CAPITULO 1.- Y al final de todo es...
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Fuerte.
Poderoso.
Imponente.
Lleno de energía y soberbia bañada en egoísmo. Como aquel niño que alardea un juguete que le llego en navidad. Como los pájaros que vuelan libres sin ninguna atadura. Como un vil y despiadado tirano. Como lo que su hermano llegó a ser.
Impecable.
Invencible.
Perfecto.
Observó abyecto sobre su hombro, todo se retorcía sobre el enardecido cementerio que había dejado atrás. Todo lo que alguna vez consideró lo mas importante en su vida se había ido. El mismo se encargó de destrozarlo. Los hermosos paisajes, las inofensivas creaturas irracionales, las vidas ajenas. Las inocentes vidas ajenas.
Ahora no valían nada, nada que no fuese una grandiosa e insana satisfacción.
Era esbelto, por ende alto. Su cabello, de un suave y sedoso color arena dorada, se rizaba al cascadear sobre sus hombros; sin una gota de imperfección. Inmutable. Sus anchos hombros se leían en fuerza y su galante traje color negro contrastaba contra su fina piel. Tan blanca como la luna misma, tan pálida como la nieve al sol. Su presentación jugaba con la refinada corbata manchada de un tibio carmesí, y en rostro… en su rostro se leía todo un poema.
Hacia meses, quizá años, quizás lustros, que su rictus traducía una expresión vana. Tan desconocida como el universo, tan misteriosa como el mar. Sus labios se torcían forzados en una sonrisa cínica, sobrevalorada y siniestra. Como lo era el resto de su ser. Sus espejos, sus ventanas. Sus gélidas urbes. Aquellas que de un día a otro se notaban mas vacías, traslucían un violáceo azulado, tan nítido, tan transparente. Muerto. Herido, al grado de llegar a diluirse con la obscuridad de los mismos. Difuminándolos drásticamente hasta hacerles perder la inocencia.
No había nada que no hubiese visto antes.
Ni lo abría.
Pero no siempre fue así. Hubo un tiempo en el que esa mirada fue la mas inocente y alegre que el mundo llegó a conocer.
Cálida.
Reconfortante.
Sumisa.
Entonces… ¿Como es que había llegado hasta ahí? ¿Acaso fue el tiempo quien le brindó su insanidad? ¿Dónde quedó su sonrisa? ¿Dónde quedó su ilusión? ¿En que momento corrompieron su inocencia? ¿Qué sucedió para que se convirtiera en lo que siempre temió?
¿Quién lo mató en vida?
...
Su nombre: Matthew Williams, como pocos lo conocen, Canadá.
Aquel al que todos llaman Presidente del Nuevo Orden Mundial.
Léase como deba. Este joven fuerte, poderoso e imponente; es la máxima autoridad del mundo entero.
El problema es, que ya no hay vuelta atrás.
No existe nadie que pueda salvarlos.
Ni lo habrá.
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Gracias por leer!
