Hola! Les traigo este pequeño One-shot que escribí en clase de biología. :D Espero que les guste. -TieneuntraumaconBillyYanderePlz.- (?)


Y entonces le beso. Rompió con los limites de lo que la religión llama insano. Le hubiese gustado salir a la calle con el menor tomado de la mano y gritarle al mundo que él era de su propiedad. Amenazando con cuchillo en mano a quien osase tocarle.

Y no era para menos, si su pequeño primo también le amaba. O al menos eso entendia el joven de cabellos negros cada vez que lo llevaba a la cama para allí recordarle lenta y tortuosamente que era su pertenencia. La mas valiosa y excéntrica.

Spencer en su inexperiencia en el amor y sus derivados, se le hacia sumamente tierno al mayor, quien siempre le molestaba por eso.

''Eres demasiado tierno'', le repetía diariamente. Pero Spencer sabia. Que algo se ocultaba detrás de aquella angelical sonrisa.

Y no se equivoco cuando vio frente a él a sus padres, muertos en el piso de la sala. Y Billy, riendo/llorando con la ropa llena de sangre, quien lo miraba con ganas de abrazarle.

-¿Que...has..hecho?.-El castaño retrocedió lentamente aferrándose a la pared. Con ansias de llegar a la puerta, correr, desaparecer. Buscar a sus amigos y encontrar la solución.

Era fácil pensarlo, pero difícil de efectuar cuando el pelinegro se acerco, y él cae de espaldas mientras un cuchillo danza sobre las prendas que alguna vez, con suma delicadeza, había desprendido lentamente.

Billy solo sonrió como si nada hubiese pasado. El menor corrió hacia la puerta, tratando escapar de su propia casa. ¿A donde iría? No le importaba.

Sus manos temblaron y el delgado cuerpo se estremeció al sentir el filo del arma de su..¿Novio? ¿Primo? ¿Asesino? en su espalda. Le miro por ultima vez. Sonriendo con tristeza mientras caía. Y Billy le miraba destrozado desde arriba. Una expresión de no entender lo que pasaba se formo en su rostro y la culpa le invadió.

Spencer le sonrió, posando su mano sobre el rostro del cantante, acariciando lentamente y limpiando las lagrimas. Y es que aun así, le perdonaba. Porque le amaba. ¿Y el amor es puro, no?

La desesperación le invadió, sacudiendo el cuerpo inerte ante él, como si tratase de revivirlo inútilmente. Las lagrimas corrían por sus pálidas mejillas mientras con lagrimas en los ojos subía el ascensor hasta llegar a su habitación. Del cajón mas bajo tomo un arma, con una sonrisa que delataba la tristeza, la culpa de un acto irremediable.

Y disparo.

Pero sin embargo, no murió. Las balas no atraviesan espejos.


Lo se eso no se lo esperaban. (?)Bueno...¡Nos vemos el viernes! Ciao. :33