¿Lánguida esperanza?


—¡Estarás bien Perla, te lo aseguro! No temas y deja que te intervengan —aseguró Blu a Perla, quien se encontraba inquieta por el dolor de su ala y a la vez por el temor a Tulio y su desconfianza a todos los humanos.

—¡No! Yo sé que me quieren hacer daño, todos los humanos son malos! —comentó con disgusto Perla, pues Tulio quería tomarla con sus manos.

—Anda Perla. Sé que estarás bien. Tulio es nuestro protector y nada te sucederá —dijo Blu más desesperado por la actitud de Perla.

—¡No Blu! ¡No te vayas! Quédate conmigo, no confío en ellos —suplicó tiernamente Perla a Blu, pues él estaba a punto de salir de la sala de espera al exterior.

—Vamos Perla. Debo de intervenirte cuanto antes. Tu ala sólo puede empeorar —sugirió Tulio, ya que era necesario que la cirugía comenzara.

—Tulio, yo iré contigo —dijo Blu decidido, pero Tulio únicamente escuchó un graznido, sonido que pudo interpretar.

—De acuerdo Blu. Sube a mi hombro, necesito que me ayudes con Perla, pues se encuentra muy inquieta.

Blu sonrió a Perla y subió al hombro de Tulio. A continuación Tulio tomó con sus dos manos a Perla con delicadeza y la llevó hasta una mesa de acero inoxidable, que contaba con un pequeño recipiente plástico cuadrado relleno de algodón a modo de cama.

Acto seguido, Tulio ubicó a Perla sobre la pequeña cama para aves mientras preparaba lo necesario para la cirugía. Blu aprovechó el momento y decidió echar un vistazo a la sala con detenimiento. Era blanca, de aspecto impoluto y un poco terrorífica. Del techo colgaban una lámpara extraña móvil y una estructura metálica. Anaqueles y estantes herméticos de color verde cubrían la parte de las paredes.

Cuando Blu y Perla iban a conversar, se escuchó un grito deseperante.

—¡Blu! ¿Estás bien? —preguntó Linda con voz irritante y desagradable, al tiempo en que ingresaba violentamente a la sala.

—¡Linda! ¡No deberías de estar aquí! ¿Qué no ves que a Perla le desagradan los humanos? ¡Fuera! —dijo enérgico Tulio, quien se encontraba reuniendo herramientas quirúrgicas de los estantes ya mencionados en una bandeja metálica limpia. Era la primera vez que se mostraba enérgico ante Linda.

—¡Tu... tulio! E... es que... —titubeó Linda para alejarse estando cerca del llanto.

—¡Ay no! ¿Qué hice? —exclamó Tulio cubriendo su rostro frustrado con ambas manos. Por consiguiente, soltó la charola, que eventualmente cayó al piso generando un estruendo estrepitoso—. ¡En un momento junto eso!

Tulio salió rápidamente hacia la sala de espera detrás de Linda, de modo que dejó a la pareja de guacamayos solos en la sala de operaciones. Posteriormente, un silencio frío se apoderó de la sala, pues ambas aves veían con incógnita el tenebroso sitio hasta que alguien se animó a romper el hielo.

—¡Blu! Es nuestra oportunidad, huyamos juntos a la selva ahora que nos dejaron solos —propuso Perla a Blu, tocando la espalda de él con su ala buena.

—Debemos esperar a que te intervengan Perla, en la selva no conseguirás recuperarte —expuso con fiereza Blu.

—¡Yo sé que puedo! ¡Hagámoslo! —volvió a decir Perla, pero ahora dando un beso en el pico a Blu.

—¡No Perla! Lo hago por tu bien, debes de permanecer aquí si lo que quieres es volver a volar —Blu se estaba impacientando por la actitud persistente de Perla.

—¡No quiero Blu! ¡Detesto a los humanos! —dijo Perla ya mostrándose más enérgica.

—¡Ya me cansé de querer hacerte entender! ¡Te vas a quedar aquí hasta que te alivies! —gritó molesto Blu. Pero...

Al ver la reacción de Perla supo que había cometido un grandísimo error. Ella primero abrió los ojos sorprendida, luego retrajo el ala con la que estaba tocando a Blu, después bajó la mirada triste y finalmente levantó nuevamente la mirada molesta y con lágrimas formándose en sus ojos.

—¡Ay! ¡Perla! No... no quise decir... —dijo Blu sabiendo que cometió un error, pero fue interrumpido por Perla. Lo vio a los ojos y se acercó derramando dos lágrimas, pero con una expresión de indiferencia que lo alertó.

—Ahhh. ¿Sabes algo Blu? Cuando te vi por primera vez y te examiné me pareciste muy atractivo. Fue hasta que te conocí más a fondo que vi que teníamos demasiadas diferencias y comencé a sentir desagrado por ti. Conforme seguimos interactuando encadenados me demostraste tu valor, tu valentía y tu inteligencia. Fue así que pude volverme a enamorar de ti, como lo hice cuando te conocí —abrió sus sentimientos Perla. Blu quiso hablar, pero ella usó una pluma de su ala buena para tapar el pico de él, evitando que dijera algo—. Sin embargo, y a pesar de que te amo y me gustaría salvar a mi especie junto a ti, no creo que podamos tener una vida juntos, pues somos de mundos distintos y eso no cambiará. Tú eres una mascota a la que le gusta ser mimada y controlada, y yo en cambio amo la libertad y soy indomable. No podríamos compaginar viviendo juntos.

—Pe... perla, yo... —quiso decir Blu, pero fue silenciado por un delicioso beso. Un beso tan especial como el primero que los dos compartieron al saltar del avión, aunque con una carga emocional mucho más incierta y enervante.

—Te amo Blu, pero no somos el uno para el otro —reveló Perla soltando varias lágrimas.

Finalizó sus palabras Perla y cuando Blu iba a liberar sus pensamientos en forma de palabras, Tulio ingresó violentamente a la sala de operaciones, generando una ráfaga de viento que disolvió aquél momento entre los dos.

—¡Blu! Perla estará bien, así que te pido que acompañes a Linda, pues se siente mal por lo que dije —comentó Tulio un poco devastado. Blu inmediatamente se sintió identificado con las palabras de Tulio, así que ligeramente cabizbajo, decidió hacer caso.

—¡Perla! ¡Te amo! —dijo Blu abrazando a Perla con cuidado para no lastimar su ala—. ¡No te preocupes, estarás bien y cuando salgas de esta cirugía, te prometo que cambiaré mi forma de ser por ti y viviremos juntos en la selva! —aseguró él besando con pasión y cariño a su amada hembra.

—¡Te lo prometo! —susurró Blu liberando una lágrima viéndola a los ojos desde el exterior, pues ya se encontraba en la sala de espera y una ventana daba vista hacia el interior de la sala de operaciones.

—¡Adiós Blu! ¡Te amo! —susurró igualmente Perla dejando escapar algunas lágrimas de sus bellos ojos color turquesa, pues sentía que no lo volvería a ver.


The End.